Ojos de gato Tentador [La ver...

By mhazunaca

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Él es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a quere... More

Sinopsis
Prefacio
Capítulo 1: Ojos verdes
Capítulo 2: Investigaciones
Capítulo 3: Fuera de la realidad
Capítulo 4: Ellos quieren la toxina
Capítulo 5: Leyendas y sospechas
Capítulo 6: Lo que realmente era
Capítulo 7: Conociéndote otra vez
Capítulo 8: Hacia la capital
Capítulo 9: Lecciones
Capitulo 10: Aventuras en la ciudad
Capítulo 11: Un lugar perdido
Capítulo 12: Debo ser fuerte
Capítulo 13: Cediendo a los impulsos
Capítulo 14: Confío en ti
Capítulo 15: Desolación
Capítulo 17: Confesiones
Capítulo 18: Compañía no grata
Capítulo 19: Lo que somos
Capítulo 20: Para siempre
Capítulo 21: Situaciones frágiles
Capítulo 22: Juego sucio
Capítulo 23: Rigor en la capital
Capítulo 24: Acoplándonos
Capítulo 25: Algo oculto
Capítulo 26: Nueva compañía
Capítulo 27: Sueños y promesas
Capítulo 28: Desafortunada intervención
Capítulo 29: Cita oficial
Capítulo 30: Amor ardiente
Capítulo 31: Mensaje encargado
Capítulo 32: La noche apenas empieza
Capítulo 33: Más problemas
Capítulo 34: Plan en marcha
Capítulo 35: Sirio mío...
Capítulo 36: Muerte interna
Capítulo 37: A entrenar
Capítulo 38: En su búsqueda
Capítulo 39: Fin del viaje
Capítulo 40: Los milagros existen
Capítulo 41: Revivir
Capítulo 42: Asuntos pendientes
Capítulo 43: Regreso
Capítulo 44: La batalla y la verdad
Capítulo 45: Nueva era
Epílogo
Capítulo especial 1: Un raro beso
Capítulo especial 2: Una noche única
Capítulo especial 3: Bienvenido
Mini extra: Un encuentro inesperado
Ojos de gato Saga
Especial Enif, madre de Sirio: Parte 1
Especial Enif: Parte 2
Especial Enif: Parte 3
Especial Enif: Parte 4 Final
Fan Arts
Ilustraciones
Videos
Ojos de gato en inglés

Capítulo 16: La luz

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By mhazunaca

Irrumpieron en mi celda.

—Buen día, ¿ya ha decidido, o requiere de un día más? —preguntó Orión.

—Hablaré, no voy a dejar que maten a más —respondí.

Los tres sonrieron de forma siniestra, pero complacidos. Me sentí desolada, abandonada, como lo había estado desde que mis padres murieron.

—¿Está segura? Podría aplazar su propia muerte si deja que esa escoria muera primero.

—No, gracias —murmuré apretando el borde del colchón de la cama en la que estaba sentada.

¿Cómo se atrevía a burlarse? Ya bastante difícil era para mí, Me sentía sin aliento, todavía con ganas de llorar, pero no tenía idea de dónde había sacado la fuerza para aceptar mi propia muerte.

—Excelente. Descuide, soy hombre de palabra —afirmó.

Asentí con cautela, los tres cruzaron los brazos a la espera.

—Bien, fue hallada en las heces de una persona con botulismo, una antigua enfermedad. Creo que aún existe en algunas regiones del mundo, así que suerte en hallarla —dije con algo de sarcasmo—. Para resumir: causa parálisis mortal en la víctima.

—¿Y cuánto se requiere? —preguntó Orión.

—La dos mil millonésima parte de un gramo de esta puede matar a un hombre, no sabemos cuánto se requiere para ustedes, pero asumo que no varía mucho.

—¿Y la forma de expandirla?

—Un misil especial, que aún está en desarrollo.

—¿Dónde se encuentra?

—En alguna base secreta de la capital, pero no sé en dónde está exactamente. Además no es parte del trato —terminé.

Orión sonrió. Altair soltó una corta risa siniestra, Sirio me miraba fijamente con esos aún hermosos ojos de verde destellante. Nunca más iba a volver a verlos, y me dolía saber que iban a ser los últimos.

—Los humanos son tan fáciles —se burló Orión—. Aunque esperaba que divertirme más, en fin. —Suspiró pesadamente—. Sirio, ahora es toda tuya. Ya puedes matarla.

Me sobresalté. Orión se apoyó contra la pared al lado de la puerta junto a Altair. Mi cuerpo me traicionó, después de haber creído que iba a poder aceptarlo, y sentí el horror invadirme. Sirio se acercó a mí, mientras los otros se prepararon para el espectáculo.

Me puse de pie y retrocedí instintivamente, estaba perdida.

—Sirio... por favor... —susurré, temblando.

—Tranquila, no vas a sufrir, lo prometo —dijo, pero no encontré piedad en su rostro ni en su tono de voz.

Ni siquiera le importaba, y eso destruyó.

—¡No!

Él se abalanzó a mí y yo logré esquivarlo tal y como lo hice hacía tiempo, cuando intentaba enseñarme a defenderme.

Corrí hacia la puerta pero Altair me bloqueó el paso y me empujó haciéndome caer. Me puse de pie y corrí a la pared a un costado, Sirio me miraba furioso. Iban a jugar conmigo como gatos con ratón antes de matarme.

—¿Qué pasa, Sirio? Te he visto hacerlo mejor —renegó Orión.

—Quién lo diría, me enseñaste a esquivar bien —le dije con el poco valor que tenía.

Sirio me gruñó y me agarró del cuello pero sin apretarme aún. Mi pulso martilleaba en mi cabeza.

—Date prisa o lo haré yo, yo sí quería ver sangre —exigió Altair.

—Sí —dije a duras penas—, eres muy lento, deberías sentirte avergonzado —le volví a decir con algo de tosquedad. Sentía rabia y dolor, pues justo él sería mi verdugo.

Sirio me mostró los colmillos junto con un fuerte gruñido, y Altair y Orión rieron apenas, satisfechos.

—Esto se pone bueno —exclamó Altair—. Ella está pidiendo que la hagas sufrir.

—¡BASTA! ¡Largo, me distraen! —les gruñó Sirio.

Me soltó, empujó a los dos evolucionados fuera y cerró la puerta de golpe, ellos se alejaron riendo. Me miró, había llegado mi hora. Pude ver la furia quemando en sus ojos, de hecho fue lo único que pude ver antes de que se me abalanzara.

Cerré los ojos y solté un grito al sentir su fuerte arremetida contra mí.


No pasaba nada...

Abrí los ojos, sintiendo que me tenía fuertemente abrazada. Sentía sus músculos tensos a mi alrededor y me di cuenta de que estaba susurrándome algo.

—Perdón... tenía que hacer todo esto, perdóname por favor. Te sacaré de aquí, te lo juro —decía bajo.

Estaba en shock. ¿Qué era todo esto? ¿Otro sucio truco? No lo soporté, fuera un truco o no, mi cuerpo vibró y me quebré en un silencioso llanto, quizá ya estaba muerta y este era mi paraíso.

—Tranquila, no tiembles más por favor —susurró.

Tomó mi brazo y pasó suavemente su lengua por el pequeño corte que me había ocasionado Altair al empujarme con fuerza, mis lágrimas seguían brotando. Mi corazón latía frenético por la impresión, el pánico, y por ver a Antonio de vuelta. Era él, eran sus ojos llenos de tantos sentimientos.

Me miró con mucho remordimiento y volvió a abrazarme.

—Perdón —pidió en un suspiro.

Me aferré a él y me golpeó un fuerte sentimiento, lo había extrañado demasiado. Me creía muerta, esto no podía ser real y no quería dejarlo escapar, en cualquier momento podría despertarme y sería mi fin, moriría del dolor.

Esto tenía que ser otro de esos sueños horribles en los que era feliz. Ahogué mis lágrimas. Si era un sueño o una alucinación por algún golpe, no quería despertar, si esto era la muerte, no quería volver.

Acarició mi cabello. Sin duda era mi cerebro diciéndole adiós a la vida. Quería dejarle en claro a mi alucinación todo lo que estaba pasando por mi mente, terminar ese capítulo inconcluso de mi viaje, darle un final a mi sueño antes de desaparecer.

Tomé el cuello de su camisa con mi mano derecha y le di un beso a la altura de su clavícula. Su aroma me inundó y me hizo jadear de felicidad. Le di otro beso en su cuello. Me empiné un poco, él me miró y le di otro beso en su mentón. Antes de que pudiera reaccionar o desaparecer, me empiné más, rodeando su cuello con mis brazos y le di un suave beso en los labios.

La electricidad corrió por mi cuerpo, mi corazón brincó golpeando mi pecho. Le lancé una fugaz mirada y él me veía confundido, quizá preguntándose qué rayos yo hacía. Volví a darle otro corto beso en los labios, pero no iba a esperar más, abrí mis labios contra los suyos y lo besé suave, sintiendo su cálida textura.

Abrió un poco sus labios de forma recatada y sentí que se congeló cuando yo aproveché eso y lo besé de forma intensa, poseyendo por completo esa boca que tanto había deseado, embriagándome con su aliento y su calor.

Me le aferré más mientras lo besaba y él me correspondía de forma bastante insegura, quería fundirme con él. Mis dedos recorrieron su sedoso cabello oscuro y usé mis labios para tirar suavemente de su labio inferior, gozando de su perfecto grosor.

Me rodeó por la cintura y me abrazó fuerte sin separarse ni un poco de mi boca, levantándome del suelo y poniéndome más a su altura. Soltó un bajo gemido rindiéndose a mí y lo besé con más pasión y ardor, disfrutando cada segundo, incluso sintiendo de vez en cuando el suave roce de alguno de sus colmillos.

—Sirio, ¿cómo vas? —preguntó Altair desde el otro lado de la puerta.

Ambos nos detuvimos de golpe y nos miramos sorprendidos. Empecé a temblar de nuevo. ¡¿Había sido real?!

Antonio frunció el ceño y se aclaró la garganta.

—Todo bien, enseguida salgo —respondió mientras me soltaba—. Tráeme la bolsa negra.

—Claro —dijo Altair, pude detectar regocijo en su respuesta.

Respiraba agitada, estaba ruborizada y mi corazón volaba. Antonio me miró preocupado.

—Recuéstate en tu cama y quédate ahí quieta. Finge estar muerta, ¿sí? —pidió casi susurrando.

Asentí lentamente, aun volando en mi ensoñación del beso. Me tendí en la cama sintiendo el latir del beso en mis labios. Quería sonreír, y más, pero al mismo tiempo estaba petrificada.

Tocaron la puerta, me sobresalté y cerré los ojos, procurando quedarme lo más quieta posible, rogando de forma absurda que el fuerte palpitar de mi corazón no hiciera vibrar la cama.

—¿Y, qué tal? —preguntó Altair, al parecer sonreía.

—Dio buena pelea —respondió Antonio mientras se acercaba a mí.

Escuché el sonido característico del plástico, seguro alguna de esas bolsas para cadáveres, no sabría decir. Me dejé manipular por él, sabía que Altair seguía por ahí, debía tener cuidado. Me puso en la bolsa y la cerró, escuché que al parecer se puso mi mochila a la espalda, me alzó y salimos de la celda.

Avanzamos por la edificación, podía oír el eco de sus pasos, Altair iba detrás. Permanecí muy relajada, y al parecer pasamos por otra habitación más amplia.

—Bien hecho, Sirio —era Orión—. Tu mamá ya puede quedarse tranquila, has limpiado su nombre. ¿Imploró por su patética vida?

—Oh sí, lo hizo —respondió Antonio.

Se le oyó complacido, podría jurar que sonreía en ese momento, sentí escalofríos.

—Perfecto, a ti te encanta eso.

No me gustaba oír esas cosas, no podía ni quería pensar en cuántos habían muerto en manos de Antonio, mientras les dedicaba esa mirada de depredador satisfecho y una malvada sonrisa. Era horroroso, me estremecí involuntariamente.

Un asesino me llevaba, me había traído hasta aquí, me había abrazado, había dormido entre sus brazos, me había sentido segura a su lado y me culpaba por seguir sintiéndome segura ahora, mientras me sacaba de ahí.

Me recordé a mí misma que él no era Antonio, ese nunca había sido su verdadero nombre. Era Sirio, otro salvaje evolucionado, asesino, igual que los otros, una formidable máquina de matar. Ahora sabía que nada de lo que me había dicho probablemente era verdad, y lo había besado, ¡había besado a un extraño!

Noté que ya habíamos salido de la edificación y nadie nos seguía al parecer. Sirio aceleró el paso, caminó un buen tramo hasta que se detuvo, podía oír el correr de un río cerca. Seguro me dejaría ahí y tendría que huir mientras él volvía a ese lugar a continuar con su vida.

Abrió la bolsa y vi su mirada de preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí —respondí con tono seco. Me puse de pie y él me ayudó, solté su mano rápidamente—. Bueno, gracias. Ya puedes irte, debo llegar rápido a la capital —dije, aún temblaba.

Me miró confundido.

—¿Ya sabes cómo llegar?

—No me importa, ¡no te quiero conmigo!

Tensó los labios. No podía creer que un despiadado H.E. era capaz de sentir tristeza, pero sí fingirla.

—No tienes que seguir fingiendo, ¿bien? Para ya, ya sé que no sientes el más mínimo aprecio por mí. Debo admitir que fingiste a la perfección, Orión está orgulloso de ti.

Me miró frunciendo el ceño.

—Te equivocas, contigo no he fingido nada, he fingido ante ellos.

—Oh, vaya, qué alivio —dije en tono sarcástico.

—¿Y ese tono? Siento que no lo dices en serio.

—¡Pues esa es la idea!

La furia que sentía por su engaño recién venía a hacerse presente.

—Lo sé, merezco tu odio... —murmuró.

—Sí, qué bueno que lo sepas, tenlo en cuenta. ¡Ahora desaparece de mi vida! —Se me quebró la voz al final—. Maldición —exclamé frustrada.

Me tapé la boca mientras las lágrimas traidoras me brotaban de los ojos arruinando mi corto momento de dignidad.

—No llores... por favor —pidió en tono suave.

—¡Cállate! —logré sollozar—. Me hiciste mucho daño —agregué aún en llanto.

El llanto amargo empezó a brotar sin control. Justo ahora mi tonto cuerpo decidía desfogar todo el horror que había sentido. Sirio se acercó a mí y yo me alejé instintivamente.

—¡No me toques, te odio! —grité mientras lloraba.

Me rodeó entre sus brazos y le di un par de golpes en el pecho pero no funcionó, me apretó más contra su cuerpo, y terminé rindiéndome. Lo abracé fuerte, casi hincaba mis uñas en su espalda de lo fuerte que lo hacía.

—Te llevaré a la capital, lo prometí —dijo casi susurrando—. Luego desapareceré de tu vida.

—No necesito que cumplas tus promesas ahora después de lo que me hiciste.

—Bueno, lo prometo de nuevo ahora. Te lo prometo.

—Cómo quieras —respondí de forma seca y con la voz quebrada.

—Por favor, debes seguir siendo fuerte. Estás viva y tienes que ver qué hacer con lo que tienes ahora. ¿Escuchaste? Debemos irnos, todavía estamos cerca. Debemos camuflar nuestro aroma con algo...

Se separó de mí y me quedé ahí abrazándome a mí misma. Volvió a los pocos minutos con las semillas de un Molle, era un árbol de la zona, que expelía un fuerte olor de sus semillas, las cuales colgaban de sus ramas.

—Pásalo por tu cuerpo.

Nos cubrimos de ese potente aroma lo más que pudimos. Mis manos aún temblaban y las lágrimas brotaban de mis ojos. Nunca me agradó mucho ese olor, pero ahora era una especie de salvación. Él frotó mi mochila también y me la dio, lo miré confundida, volteó y me hizo señas para que subiera a su espalda, así que lo tuve que hacer a regañadientes.

Corrió lo más rápido que podía para alejarnos de ahí. El Molle abundaba en esa zona, así que tardarían bastante tiempo en ubicar nuestro aroma cuando el molle dejara de estar presente.

Desaceleró el paso a varios kilómetros del lugar, tenía una buena resistencia, no me dejó bajar de su espalda y siguió andando por el bosque.


—Si Orión te encuentra... —murmuré.

—Me matará —respondió en tono casual.

No pude evitar preocuparme. Apreté levemente mi agarre alrededor de su cuello. Volví a recostar mi mejilla en su hombro, cerré los ojos y quedé dormida, cansada del llanto.


***

Cuando abrí los ojos, al parecer ya había empezado la tarde. Sentí mucha hambre, vi a mi alrededor. Sirio notó que ya había despertado y me miró.

—Ya estamos bastante lejos, bájame —le pedí.

Se detuvo y bajé de su espalda, apartándome sin mirarlo. Continuamos caminando, él me retiró la mochila de la espalda y yo se la cedí sin mirarlo.

—Gracias, qué considerado... Eso me recuerda lo considerado que fuiste al llevarme a conocer a tu adorable tutor y a tus compañeros.

Él mantenía su mirada seria hacia el frente.

—No creas que fue fácil para mí —dijo—. No lo fue, moría por partirle la cara a Altair, aunque eso me habría costado la vida, y peor, tu vida también, luego de que Orión acabara conmigo.

—Me hubiera gustado ver eso —respondí en tono seco.

—Descuida, es muy probable que lo veas en un futuro no muy lejano. Pero estoy listo para pagar las consecuencias.

—No creas que me siento mejor, Sirio. Después de todo, mataron a ese hombre, e intentaste matarme en verdad.

—No podía hacer nada por él, el mundo es así, o era él o eras tú, y siempre voy a elegirte. En cuanto a lo otro, yo solo busqué una forma de sacarlos de ahí para que no vieran que en realidad no te mataría, no pensé que resultarías ayudándome con eso.

—Vaya, bien por mí entonces —dije en tono sarcástico—. Me salvé a mí misma y no tuviste que disfrutar matándome mientras yo imploraba por mi vida.

—Eso que dijo Orión no es cierto... Solo sé cazar animales y matarles sin hacerlos sufrir...

—¡Cállate! —le interrumpí mirándolo furiosa—. Él mismo me lo dijo, que te entrenó y que eras un eficaz y sanguinario asesino, así que deja de intentar mentirme.

Él no cambiaba de expresión, pero podía notar cierta tristeza en su mirada.

—Es cierto, él me entrenó, y ha sido duro pasar sus pruebas. Nunca entenderé por qué mi mamá fue obligada a entregarme a él. Ella decía que era para limpiar su honor, darme a quien debía haber sido mi... No lo se. No lo entiendo.

—Estás lleno de mentiras.

—Lo siento.

—No te perdono, esta vez no.

—Fuiste muy valiente en decidir hablar para que no cazáramos a más humanos, sentí alivio porque no quería volver a hacerlo y porque así te sacaría más pronto, pero... Son cosas que se quedan en ti, yo nunca podré borrar nada, y lamento que lo vieras. Lamento que vivieras todo eso. —Resopló frustrado.

Esta vez no pude responder, apreté los puños, quería llorar de nuevo. Toda su vida le habían formado para ser algo que él claramente no era... Pareció notarlo y quiso acercarse pero me alejé.

—No te me acerques, Sirio. Es en serio —le advertí.

—Me tenían rastreado, sabían mi posición a cada instante, si me desviaba vendrían por los dos. Y además... antes de partir empezaron a vigilar a mi mamá. Si yo fallaba estoy seguro de que le harían algo en la plaza mayor... por eso, apenas volví, fui a verla. Un padre es responsable de lo que haga el hijo, así que no quería que la hicieran pagar más por mí. Ahora que he acabado, ya no pueden tocarla...

—Pudiste habérmelo dicho.

—No sabía cómo reaccionarías, podías hacer alguna cosa que les hubiera hecho darse cuenta o algo... Perdóname.

—Deja de pedir perdón, porque no lo haré, ¿bien? No te perdonaré.

—Lo sé... pero lo intento...

—Es más, finges tan a la perfección que ni siquiera sé si me estás diciendo la verdad, así que asumiré que no, por ahora. —Noté con el rabillo del ojo que me miró unos segundos—. Tengo hambre —comenté.

Se detuvo y sacó de la mochila una lata de conserva, la abrió y me la dio. No le dije nada y me puse a comer.


*****

Copyright © 2014 Mhavel N.

Registrado bajo derechos de propiedad intelectual, caso número 1-2261766092 United States Copyright office. Prohibida toda copia parcial o total, toma de ideas de la trama, personajes, adaptaciones. Bajo pena de denuncia.

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