DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proc...

By IsabeleGPedroso

253K 5.1K 536

Dieciséis años, hermosa y con ciertas habilidades especiales, inexplicables para ella misma. Ella, la cual nu... More

Bilogía de Megana
L'inizio
Viaggio a Londra
Mia suocera e i suoi pensieri
I
II
III
Dieciseis primaveras
I
Decisioni sbagliate
I
II
III
IV
V
VI
Piacere...
I
II
III
IV
V
Benvenuta
I
II
III
IV
Ciao
I
Il mio strambo
I
¡Bambina insolente!
I
II
¿Cosa rispondi?
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
Per te mi sposerò
I
II
III
IV
V
Ricordi del passato e piani futuri
I
II
III
IV
V
Inizia il conto alla rovescia
Dieci
I
II
III
IV
V
Nove
I
II
III
IV
V
Otto
I
II
III
Sette
I
II
III
Sei
Cinque
Quattro
Tre
Due
I
II
Uno
Uno e settantacinque
Uno e mezzo
0!! Mi sa che sei in anticipo
La forza dell'amore
I
II
III
IV
I
II Jissella
III
IV
V
VI
Insieme per sempre
I
II
Per sempre

Philip è assente

87 8 3
By IsabeleGPedroso

Philip comenzó a trabajar. Me pasaba más tiempo sola en casa. No sola como tal, porque al fin y al cabo estaba con Lupe y Draco, pero no podía evitar sentir esa sensación de soledad cuando Philip estaba lejos.

Mi barriga pasó de ser del tamaño de un quiste al de una pelota de baloncesto. Como Philip se pasaba ahora más tiempo fuera y por mí sola no podía estar haciendo viajes al hospital, el Doctor Ribeiro se había ofrecido a hacer las visitas a domicilio.
Ribeiro era un hombre muy agradable, atento, simpático... Podía imaginarme el club de fans que debía tener en el hospital, porque estaba claro que si se le sumaba su personalidad a su gran atractivo, podía resultar el hombre perfecto. Venía una vez por semana para llevar el control de mi anemia, que ni empeoraba ni mejoraba, simplemente allí estaba. Aún así sus visitas eran más de las habituales porque ya había sufrido dos desmayos, uno fue estando Philip en casa, yo estaba ayudando a Lupe a subir las sábanas al altillo del armario y de repente me desplomé. La segunda vez, Philip justo acababa de salir hacia una sesión cuando yo, que estaba ayudando a Lupe a limpiar, me desplomé justo cuando iba hacia el mueble con un par de sartenes en mano. Dos desmayos en una misma semana y a pesar de que me despertara a los pocos minutos, para Philip era motivo más que suficiente para pedirle a Ribeiro que hiciera aquellas visitas a domicilio.

-Hoy cómo estás?-estábamos Lupe, Draco, Ribeiro y yo en la cocina. Philip había salido la noche anterior hacia París, volvería en dos días.

-Bien-me encogí de hombros en un gesto casi inconsciente antes de coger la taza de té y llevármela a la boca.

-La respuesta bien, no pega con que te encojas de hombros-lo miré con una mueca parecida a una sonrisa.

-Físicamente, bien-respondí ahora con más convicción.

-Echa de menos al joven Philip-dijo Lupe, quien nos preparaba el desayuno. El doctor rio por lo bajo.

-Ahora entiendo-aquel día tras hacerme unas cuantas pruebas de tensión, azúcar... Lupe lo invitó a quedarse a comer con nosotras.

Había viajado mucho, tenía mucho conocimiento a cerca de cientos de cosas curiosas de las que yo no tenía ni idea. Y además era muy gracioso cuando quería.
A Lupe le hubiese encantado tener un par de años menos.

-Pequeña-aquel susurro me despertó, tardé en ubicarme, pero cuando lo hice, rápidamente me giré en busca del dueño de aquella voz.

-No te vuelvas a ir tanto tiempo-me enganché a su cuello haciéndolo reír.

-Solo han sido dos días exagerada-reía aún por todos los besos que le estaba dando por toda la cara. Me detuvo tomando mi rostro entre sus manos para poder mirarme, antes de darme un beso de ésos que me quitaban el aliento. Largo, necesitado, tierno... Mi corazón iba a tres mil por hora...

A la mañana siguiente me desperté sintiéndome genial y tardé un poco en recordar por qué. Al darme la vuelta y verlo allí, tan perfecto, tan él, lo único que me salió de forma natural, fue sonreír. Volvía a tener su melenita, aquella con la que lo había conocido, el tupé ya había pasado a la historia y no me daba ninguna pena. Estando allí, junto a él, mirando su pelo oscuro, sus rasgos, sus párpados cerrados, sus largas pestañas, notaba como mi pecho se encogía.
Abrió los ojos haciendo que me pusiera nerviosa. Rio.

-Pillada-dijo por lo bajo con la voz medio ronca.

-Te he echado de menos-confesé antes de que tirara de mi brazo para poderme besar.

Al bajar a desayunar, Lupe nos esperaba con un bufete increíble: Tortitas, bacon, huevo, fruta, dulces...

-Bienvenido niño Philip-lo saludó dándole un beso en la mejilla.
Desayunamos como reyes.

-Qué tal en París?-le pregunté mientras me preparaba unas brochetas de fruta para mojarlas en chocolate.

-Muy bien. Por cierto, Oscar y Silvia te mandan saludos.

-Has trabajado con ellos?-dije con ilusión.

-Sí-sonrió satisfecho con mi reacción-Me han dicho que en cuanto terminen en París dentro de unas semanas, vienen a visitarte, les he contado todo, que nos hemos casado, que estamos esperando un bebé...

-Y como les han caído las noticias?

-Como haberles dicho que su futuro hijo les va a hacer abuelos a los tres años-reí imaginándome sus caras.
Oscar y Silvia eran una pareja con la que solíamos coincidir cada vez que hacíamos sesiones grupales. Eran muy simpáticos y divertidos, estaban igual de locos, tal vez por eso hicieran tan buena pareja.

Estuvimos un buen rato hablando de todo lo que había hecho en esos dos días, desde sus sesiones hasta las fiestas con antiguos compañeros de la agencia o la cena con Tito Marcello. Yo no pude callarme mi pequeño enfado con Marcello por ser tan buen agente y haber hecho que Philip ya casi ni vea a su mujer. Philip se reía con mis comentarios al mismo tiempo que disfrutaba el hecho de que lo echara tanto de menos como él a mí.

-Y con quién te ha tocado trabajar de pareja?-pregunté queriendo resultar demasiado natural, cuando en realidad estaba deseando que me dijera el nombre de la modelo más fea y antipática. Philip rio, obviamente sabía el motivo real de mi pregunta.

-Trabajé solo la mayor parte del tiempo y si necesitaba pareja les dio un poco igual con quien ponerme, por lo que nunca coincidí con la misma persona-sonreí de forma exagerada provocando su risa.

-Me gusta lo que escucho-me comió a besos provocando mis carcajadas.

Algunas mañanas me iba con Draco a caminar por el bosque. Solíamos pasear junto al río, él corría a sus aires siguiendo cualquier sonido que escuchara entre los árboles; yo de mientras iba cogiendo flores, disfrutaba del suave susurro del agua...

Mi padre solía llamarnos cada dos días o cada cuatro como mucho.️

-Papá-lo saludé con alegría. Philip estaba dormido a mi lado, acababa de llegar hacía poco rato de estar desde las cuatro de la madrugada haciendo un anuncio para una nueva fragancia.

-Qué tal princesa?

-Muy bien, aquí estamos echados, Philip acaba de llegar de trabajar.

-Tan temprano? Solo son las tres de la tarde.

-Papá lleva desde las cuatro fuera.

-Esas no son demasiadas horas?-me eché a reír.

-O te parece que trabaja mucho o te parece que no trabaja nada-ahora rio él-Pero sí bueno... Casi no lo veo-le acaricié la cabeza a mi niño que ni se inmutó.

-Pero todo va bien?

-Sí, sí, solo que se me hace raro... Desde que nos conocimos vamos juntos a todos lados. Ahora me cuesta compartirlo con el resto del mundo-volvió a reír.

Estuvimos un rato hablando de los cambios que le había hecho a la casa.

-Me estoy planteando comprar algo en el centro.

-Comprar algo qué? Calcetines? Un souvenir?

-De quién habrás sacado el mal sentido del humor?

-De ti-sentencié haciéndolo reír.

-Muy cierto.

-Hablas de una casa? Si no sabes que hacer con tu dinero, construye escuelas en África.

-No es una idea tan disparatada, estaría más cerca de vosotros.

-Y vender nuestro hogar?-no respondió-Ésta también es tu casa y ya está comprada...

-No tenía pensado vender ésta.

-Entonces?

-Alquilarla, no sé, para cambiar de aires.

-Pues alquila algo tú también. Tu pisito de soltero guapo.

-Cierto, solo me falta el pisito-me eché a reír.

-Lo de soltero y guapo está hecho, no?

-Oh yeah nena-respondió haciéndome reír una vez más.

-Tonto.

Tras quedar de acuerdo en que me llamaría cuando viniera a ver los pisos para que lo acompañara y mandarle saludos a Philip, nos despedimos.

Aquella tarde, Philip quiso que hiciéramos una videollamada con su padre y su hermana.

-Meg, cómo estás?-preguntó Alice sentándose en las piernas de su padre.

-Hola a ti también hermanito, a ti también te quiero-la peque tuvo que reír por la voz que usó su hermano para imitarla, antes de acercar la cara a la cámara.

-Hola hermanito, me echas de menos? Porque yo a ti no-puso carita de angelito.

-Verás cuando te pille, bicho.

-Cómo estáis?-preguntó Alexandro cortando la pelea.

-Muy bien-respondí yo-Aunque tu hijo me tiene abandonada, pero bueno-Philip me atrajo hacia él rodeándome con un brazo para plantarme un beso en la mejilla.

-No te tengo abandonada.

-Mal Philip, muy mal-dijo Alice antes de sacarle la lengua.

-En serio, olvídate de tus regalos de cumpleaños y Navidad durante cuatro o cinco años.

-Vale, vale, paro!-dijo rápidamente provocando nuestras risas.

-Qué hacéis?-se escuchó una voz femenina detrás de ellos, antes de que la puerta del despacho se abriera dejando paso a una elegante Miquiella. Miré a todos en una sola rotación con los ojos, incómoda por aquella repentina situación.

-Mira, son Meg y Philip!-dijo de forma alegre e inocente la pequeña Alice. Miquiella se acercó a ellos para agacharse y quedar frente a la cámara.

-Philip-dijo con una mirada extraña, nostálgica...

-Hola madre-saludó Philip con voz tranquila. No me atreví a mirarlo, aunque seguramente sería menos incómodo que quedarme mirando a aquella mujer o el tener que buscar algo en la pantalla en lo que poder colocar la mirada.

-Megana-dijo solo a modo de saludo, con voz fría y distante en comparación con la que usó para su hijo.

-Miquiella-dije sólo, como si me presentara y aquel fuera mi nombre.

-Podrías llamarme más a menudo, no crees?-preguntó ella, comenzando tan pronto a molestar a su hijo.

-Tienes móvil y dedos no?

-Llevábamos meses sin hablar hijo, no me apetece discutir contigo.

-Pues no empieces mamá.

-Cuándo vendrás?-preguntó como si no hubiese escuchado lo que le había dicho Philip.

-Supongo que iremos de visita unos meses después de que Meg de a luz.

-Y no podrá ser antes de que... Esa criatura nazca?-tuve que apartar la mirada de la pantalla para no hacer un gesto que haría, si aquello fuera una llamada por teléfono.

En serio era necesario hacer una pausa dramática, para luego soltar el nombre tierno que cualquier abuela encantadora le pondría a su nieto? Esa criatura. Bueno y ya ni decir que prefirió hablar del niño repudiado a ensuciarse la boca con cualquier referencia a mí.

-Creo que no he tenido la oportunidad de contarte que papá y Alice vinieron aquí, a nuestra boda. Lo pasamos genial, en nuestra nueva casa. La verdad es que me divertí mucho con ellos y me alegró mucho que estuvieran aquí con nosotros-ahora la que apartó la mirada de la pantalla fue Miquiella. Tomó aire rápidamente antes de recuperar la compostura y mirar de nuevo a la pantalla.

-Me ha dicho papá que tenéis pensado hacer la boda por la iglesia, en respeto a los familiares religiosos-dijo de forma demasiado formal-Si estoy invitada no me lo perderé por nada del mundo-dijo en el mismo tono. No sé que fue lo que más me sorprendió, si su tono o su noticia. Tampoco sé si pude esconder mi cara de sorpresa, bueno, sé que no la pude esconder, porque Alice giró la cara suprimiendo una sonrisa. Alejandro en cambio miró a su esposa como planteándose tocarle la frente en busca de un fuerte y brusco aumento de temperatura.
Al sentir como la mano de Philip se posaba en mi muslo, lo miré, perdida.

-Siempre estarás invitada a eventos como ese, Miquiella-dije mirando a los ojos de Philip antes de mirar a la pantalla-Eres la madre de Philip, qué menos?

-Allí estaré entonces-dijo como queriendo terminar ya la conversación-Bueno, chicos... Os dejo, he quedado. Cuidaos. Te quiero hijo-dijo solo antes de incorporarse y darse la vuelta para echarse a andar hacia la puerta.

Tenía ganas de gritarle algo como-Oye, tú qué te has fumado?!-pero fui buena.
Tras hablar un rato más con Alexandro y Alice, sin comentar el extraño y sin duda sobrenatural suceso que acababa de ocurrir, nos despedimos prometiendo hablar de nuevo al día siguiente.

Ambos estábamos en la cama sentados frente al ordenador. Me puse en pie sin decir nada.

-Gracias por lo de mi madre-escuché que me decía mi niño. Me giré sin tener muy claro qué cara poner. Que me hacía gracia que Miquiella, el diablo personificado viniera a mi boda? Pues claro que no. Esa mujer como poco debía ser la definición de insoportable, pero sí, me alegraba que al menos quisiera estar bien con su hijo, aunque teniendo una forma muy peculiar de demostrarlo.
Philip se echó a reír divertido-Creo que ahora mismo te debates entre un de nada o un ¿es que acaso tu madre se muere?-me eché a reír sintiéndome algo avergonzada.

-Lo siento, pero es que me choca su nuevo interés por formar parte de algo que tenga que ver conmigo-palmeó la cama a su lado. Me senté apoyando la cabeza en su hombro.

-Créeme, te entiendo-reí-Qué?

-Me ha hecho gracia lo de ¿es que acaso tu madre se muere?-rio ahora él.

-Creo que es lo más chico que hemos pensado los dos-ambos reímos.

-Te he confesado alguna vez que te quiero? Pero mucho, mucho, mucho?-lo miré a los ojos, él me miraba fijamente suprimiendo una sonrisa.

-Idiota-se lanzó contra mí para besuquearme cara, pecho, cuello... No podía con la risa.

Las semanas pasaban rápido. Tuve un único desmayo más, aún así, Ribeiro siguió con sus visitas, lo que era de agradecer, porque a veces se me olvidaba incluso que tuviera que venir, imagina si de mí dependiese recordar una cita médica.

Uno de los días que vino le comenté que me gustaría ver cómo de grande estaba ya, ya que él traía los instrumentos para escucharlo pero no tenía una pantalla ni nada parecido. Lo único que sabía de mi niño a ciencia cierta era que le encantaba la voz de su padre, con la que se movía casi siempre al escucharlo y bueno, gracias a Ribeiro y su escucha o como se llame la maquinita, la cual tenía unos auriculares, sabía lo fuerte y sano que sonaba el corazón de mi pequeño. El caso es, que Ribeiro tuvo el bonito gesto de llevarme al hospital para hacerme una ecografía y así poder ver a mi cacahuete que ya no era tan del tamaño de un cacahuete.

-Sabéis ya qué nombre le vais a poner en caso de ser niño o niña?-Ribeiro miraba a la pantalla.

-Lo cierto es que no... Nos veo haciendo igual que con Draco.

-El qué?

-Poner varios nombres en un bol y eah... El que salga-dije haciéndolo reír. Yo hablaba con él, pero mi vista no pasaba más de dos segundos fuera de la pantalla. Lo que mejor se veía a ratos era el perfil de su cabeza...

Es raro que sintiera su imagen en aquella pantalla y su peso en mi vientre como un milagro?
Poco a poco esas ganas de tenerlo fuera, para abrazarlo y mimarlo, eran cada vez mayor.

-Seguro que no quieres saber si es niño o niña?

-Seguro. Quiero que sea sorpresa.

-Lo que no será sorpresa es que saldrá tan guapo como tú, seguro-reí halagada.

-Gracias, pero si sale guapo seguro que es cosa de los dos papis-asintió como aceptando que aquello también era una posibilidad-Tienes hijos Ribeiro?

-Llámame David... o Leo.

-Leo de Leonardo?

-Leonardo David Ribeiro González-dijo haciéndome reír.

-Te ha faltado lo de, de Alcántara-ambos reímos.

-Sí, a mi madre le gustaban las novelas mexicanas-volví a reír-Lo cierto es que estuve a punto de tener uno pero... Lo perdimos a los siete meses... Por una mala caída-se me oprimió el pecho con fuerza.

-Lo siento-negó con la cabeza.

-Ya se fue. Fue una gran pena perderlo... Pero bueno... La vida sigue adelante. Además, algún día seré tan buen padre como tenía en mente serlo con ella.

-Una niña...-no tuve claro si aquello lo dije a modo de pregunta. El asintió con la cabeza mientras me daba los pañuelos de papel para que me limpiara el gel.

En el camino de vuelta no dejé de pensar en la que podría haber sido la hija de Leo... Me estremecía el pensar que aquello pudiera pasarme a mí...

Aquel fin de semana Philip volvía a viajar, esta vez al norte de Italia, aún así seguían siendo dos días y dos días que no me daba abrazos, besos... Lo bueno es que lo sustituí por mi padre, quien ya había decidido que alquilaría un piso o una casa en el centro, conociéndolo, el domingo ya estaría firmando el contrato, puede que incluso la mañana del mismo sábado.

-Cómo está tu inquilino?-estábamos desayunando en una cafetería del centro. El sol aún se escondía tras los edificios pero el clima era perfecto.

-Pues ahí va, destrozando la espalda de su madre-me acaricié la barriga.

-Estás preciosa-al levantar la vista para mirar a mi padre, me encontré con aquella mirada oscura y brillante que tanto amaba, en aquel rostro que tantas sonrisas me había ofrecido y tantas otras me había provocado.

-Preciosa?-pregunté divertida.

-Siempre lo has sido, pero el embarazo te sienta especialmente bien.

-Estoy más delgada... exceptuando la barriga claro está... y tengo más ojeras que nunca.

-Estás un poco más delgada y las ojeras apenas se notan... Pero no me refiero a eso. Siempre has sido una niña cercana, pero muy distante, alegre, pero de mirada triste. Eras la persona más contradictoria de la historia. Pero desde que ese chico ha llegado a tu vida...-lo escuchaba con atención-Todo en ti es paz, tranquilidad y felicidad-sonreí-Siempre he amado tu mirada, pero ahora ya quitas tanto el hipo como la respiración-reí por lo exagerado que me parecía, pero en ese momento estaba como ese emoticono del móvil con cara de memo y ojos en forma de corazón.

-Supongo que era lo que me faltaba-me encogí de hombros sin borrar la sonrisa de mis labios.

-Espero de corazón que nada ni nadie os pueda separar-me tomó ambas manos antes de inclinarse sobre la mesa para besármelas. Me puse en pie para rodear la mesa y llegar a su lado para abrazarlo con fuerza.

-Te amo papá.

Tras ver cerca de veinte casas... Al final se quedó con la primera. Quise matarlo.

-Ya no tienes cara de amarme tanto como esta mañana-íbamos camino de vuelta a mi casa.

-Papá... Siento las pulsaciones en las puntas de los dedos, creo que hasta en las rodillas-dije provocando su risa-Si ya viste que la primera te encantaba, por qué narices vimos otras diecinueve casas? No podías conformarte con lo primero que te gustara como de costumbre?-volvió a reír.

Se quedó en mi casa durante el fin de semana a pesar de ya tener su piso en pleno centro y bien bonito. Y lo cierto es que amé su compañía. Maratón de Harry Potter, palomitas, karaoke... Amor de padre...

Aún me duelen los pies cada vez que recuerdo el día que me dio...
Que hubiese merecido la pena si se hubiese quedado con la última casa en lugar de con la primera? Pues claro, al menos hubiese tenido sentido subir y bajar escaleras y patearnos el centro de Roma, porque claro, según él, era mejor dejar el coche e ir a pie por si no dábamos con un aparcamiento.

Lo que le venía diciendo desde hacía meses: Viejo chocho.

Continue Reading

You'll Also Like

351K 36.7K 31
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aqu...
294K 28.8K 46
[LIBRO 1] No respires cerca de él. No lo mires a los ojos. No le preguntes por su collar. No busques las razones. Es él, la imagen de la perfección m...
1.5M 247K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...
60.6M 3M 42
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...