Una morena leía tranquila su libro favorito debajo de un gran árbol en el patio de la escuela.
No era muy social que digamos, pero de vez en cuando solía juntarse con los perdedores.
–Hola.–
La colorada se acercó sonriente a ____ y se sentó a su lado.
–Oh, hola, Bev.–la chica volvió su atención al libro.
–¿otra vez leyendo ese libro? Sabes que hay muchos más en la Biblioteca ¿verdad?–
–Sí, lo sé. Pero me gusta este, trae imágenes de todos los paises del mundo, los centros turísticos, sus atracciones.–suspiró–. Nunca he salido de Derry y al menos con esto... Puedo viajar a todo el mundo.–
–¿viajar leyendo?–soltó burlona la de ojos claros, ganándose un suave golpe en el brazo.
–Viajar no es sólo tomar un avión o un barco, para mi hay muchas formas para hacerlo.–
Como mirarte, eso me hace volar a lugares increíbles. Y tu sonrisa... Me saca de este mundo.
Pensó la colorada al ver la emoción con la que su amiga hablaba.
–Bueno, creo que tienes razón en ello.–
Ambas chicas quedaron en silencio unos minutos.
–Te propongo algo.–soltó la castaña poniéndose frente a la colorada–. ¿Qué te parece si cuando seamos grandes vamos juntas a dar la vuelta al mundo?–Beverly abrió los ojos sorprendida.
–¿te refieres a los perdedores en general o solo... Tú y yo?–
____ se sonrojó un poco.
–P-pues, estaba pensando en sólo tú y yo. Pero si quieres, pueden ir los demás.–
Aquello llenó de alegría el corazón de Beverly, quien ensanchó su sonrisa a más no poder.
–¿pero todo el mundo? ¿no te parece mucho? ¿y si sólo vamos a Nueva York? Dicen que es lindo.–
La castaña se sintió ofendida de cierta manera, creía que su amiga no la estaba tomando en serio.
–No estoy bromeando, Bev. Te estoy hablando en serio. Si no quieres ir conmigo, esta bien, pero no te burles de mi.–se cruzó de brazos.
–¿que no quiero ir contigo?–la colorada tomó las manos de su amiga y las estrechó entre las suyas–. Contigo iría a la luna ida y vuelta.–
Ambas rieron.
–Eres una loca... No tienes idea de cuanto te quiero, Bev.–
–Y tú de cuanto yo te amo...–
Antes de que la castaña llegara a procesar aquellas palabras, Beverly la besó, demostrándole con aquello cuanto la amaba.
–Creo que... tú también me haces viajar.–soltó ____ con el rostro totalmente rojo apenas se separaron.
–Yo digo eso de ti, linda. Desde que te conocí, me haces volar.–
Ambas chicas pasaron el resto de la tarde planeando su viaje por todo el mundo, y aunque no estaban seguras de poder lograrlo, la emoción y alegría que se brindaban mutuamente era suficiente para viajar a la luna ida y vuelta.