Ojos de gato Tentador [La ver...

By mhazunaca

5.8M 273K 76.4K

Él es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a quere... More

Sinopsis
Prefacio
Capítulo 1: Ojos verdes
Capítulo 2: Investigaciones
Capítulo 3: Fuera de la realidad
Capítulo 4: Ellos quieren la toxina
Capítulo 5: Leyendas y sospechas
Capítulo 6: Lo que realmente era
Capítulo 7: Conociéndote otra vez
Capítulo 8: Hacia la capital
Capítulo 9: Lecciones
Capitulo 10: Aventuras en la ciudad
Capítulo 11: Un lugar perdido
Capítulo 12: Debo ser fuerte
Capítulo 13: Cediendo a los impulsos
Capítulo 14: Confío en ti
Capítulo 15: Desolación
Capítulo 16: La luz
Capítulo 17: Confesiones
Capítulo 18: Compañía no grata
Capítulo 19: Lo que somos
Capítulo 20: Para siempre
Capítulo 21: Situaciones frágiles
Capítulo 22: Juego sucio
Capítulo 23: Rigor en la capital
Capítulo 24: Acoplándonos
Capítulo 25: Algo oculto
Capítulo 26: Nueva compañía
Capítulo 27: Sueños y promesas
Capítulo 28: Desafortunada intervención
Capítulo 29: Cita oficial
Capítulo 30: Amor ardiente
Capítulo 31: Mensaje encargado
Capítulo 32: La noche apenas empieza
Capítulo 33: Más problemas
Capítulo 34: Plan en marcha
Capítulo 35: Sirio mío...
Capítulo 36: Muerte interna
Capítulo 37: A entrenar
Capítulo 38: En su búsqueda
Capítulo 39: Fin del viaje
Capítulo 40: Los milagros existen
Capítulo 41: Revivir
Capítulo 42: Asuntos pendientes
Capítulo 43: Regreso
Capítulo 44: La batalla y la verdad
Capítulo 45: Nueva era
Epílogo
Capítulo especial 1: Un raro beso
Capítulo especial 2: Una noche única
Capítulo especial 3: Bienvenido
Mini extra: Un encuentro inesperado
Ojos de gato Saga
Especial Enif, madre de Sirio: Parte 1
Especial Enif: Parte 3
Especial Enif: Parte 4 Final
Fan Arts
Ilustraciones
Videos
Ojos de gato en inglés

Especial Enif: Parte 2

81.7K 4K 888
By mhazunaca

—Qué bueno que llegas —dijo mamá. Estaba entregando a Orión una taza con avena—. Sabes que el joven me ha dicho que se unirán en la siguiente fecha en la que todos lo hacen.

Iba a ser en unos meses. Mi estómago ya estaba endurecido desde hacía un tiempo, y un par de días sin ver a Arturo luego de observarle aceptar su futura unión con esa joven.

—Sí. Bueno, debo ir a la fogata, ya saben. Papá está dejando a los animales en el almacén, ya viene.

Yo debía danzar con otras chicas alrededor de la gran fogata frente al lago.

—Claro. Ve.

—Pero no tardes —pidió Orión.

—¿No irás?

—Ya te he visto bailar antes. No dura mucho además. —Se puso de pie—. Gracias por la avena. Debo ir a cuidar la entrada sur.

—Gracias por visitar, joven Orión —respondió mamá.

Miré al techo con molestia y salí siendo seguida por él.

—Vamos por ahí.

—Sí.

—Finalmente dejé de recibir quejas de los agricultores —comentó con cierto orgullo. Fruncí el ceño—. Me dieron algunos vegetales como agradecimiento. Eso pasa cuando conoces el lugar de cada criatura.

—Conozco el lugar de cada criatura, créeme.

—Por cierto, supe que Arcturus ya tiene una unión pactada. —Crucé los brazos y apreté mis antebrazos con mis manos—. Ya era hora, me estaba preocupando que se quedara solo, qué vergüenza. No es que le llovieran propuestas como a mí.

—¿Te llueven propuestas dices? —me burlé.

—¿Te sorprende? No debería, si sabes que soy de lejos la mejor opción por aquí.

—Sí me sorprende.

—¿Te molesta?

—No. —Me encogí de hombros y él pareció decepcionarse de que no me pusiera celosa o algo así—. Para empezar, es raro que otras quieran acercarse, porque todos saben de nuestra unión. Y segundo, hay muchos guerreros en tu grupo que no tienen propuestas y no las tendrán porque todos saben que son ellos los que deben ir con la propuesta. Al menos eso es lo usual, ¿o me equivoco?

Tensó los labios y cruzó los brazos también.

—Me voy.


Ya en la orilla del lago en donde se alzaba el fuego de la fogata hasta lo alto, algunas chicas se preparaban, así que lo hice, ya sin sentido. Las cosas habían estado perdiendo color y sabor con el pasar de los meses. Desde los últimos años, que las personas empezaron a verme como a una mujer y ya no como a una niña, por lo que criticaban cada vez más seguido.

El recuerdo de uno de esos rumores en los que mencionaron haber visto a Arturo conociendo a esa joven me hizo resoplar con pesadez. Di un giro rápido tratando de seguir la coreografía como las otras chicas, pero me era difícil concentrarme.

Cuando lo vi entre los que nos observaban danzar, sentí que mis mejillas se tibiaron y otra leve molestia surgió. Fruncí el ceño y le retiré los ojos para seguir con lo mío, sin corresponderle su leve sonrisa.

Él siempre había dicho que no faltaría a ninguno de mis bailes y me molestaba que ahora lo siguiera cumpliendo a pesar de que debía estar con la chica para conocerla más y tener una buena unión en el futuro.

Di un par de palmadas y volví a girar, pero como estaba distraída, me llegué a tropezar con una de las mesas cercanas con bocadillos de los cocineros del pueblo y algunos exclamaron recatadamente.

Me sostuve en la mesa y vi a las demás, quienes seguían con el baile luego de forzarse a no reírse de mí.

—¿Todo bien? —quiso saber Arturo queriendo ayudarme.

Apreté los labios, mirándolo con molestia, y me alejé.

—Sí. Gracias.

Pero él me siguió.

—¿Enif?

El baile ya iba a acabar de todas formas, así que no importaba. Continué caminando siguiendo la orilla del lago hasta que este se convirtió en el río que lo llevaba a la lejana costa. Al escucharle llamarme de nuevo me giré para encararlo, cruzando los brazos.

—Estoy bien.

—No parece. —Resoplé y él se acercó más, volviendo a sonreír con dulzura—. Aunque no tuviera este buen olfato, sabría que estás molesta. ¿Te han dicho algo los ancianos?

Negué y di un hondo respiro.

—Solo estoy estresada porque en la próxima fecha de uniones, yo...

Entreabrió los labios y bajó la vista.

—Ya veo.

—Pero bueno, está bien, es decir... No importa. Sabía que pasaría. Y gracias por venir.

Sonrió a labios cerrados.

—Te prometí siempre verte, aunque te terminaras tropezando con algo como en anteriores ocasiones.

Era verdad, a veces me tropezaba, pero era porque él me ponía nerviosa o me distraía. Sonreí de lado.

—Es tu culpa.

—¿Eh? Pero si esta vez no hice ninguna cara graciosa —se defendió haciéndose el inocente.

Reí recordando las veces en las que a veces lo veía de lejos mientras la consejera intentaba darme algún sermón y él hacía alguna mueca solo para hacer que la vieja se molestara.

Reaccioné y volví a mirarlo con enojo.

—No sé qué haces aquí de todas formas —reclamé—, deberías estar con ella. Tu futura unión.

Arqueó una ceja.

—¿Quién? —Miró a los costados y me sonrió con cierta picardía, la cual siempre la sentí tentadoramente peligrosa—. Yo no veo a ninguna chica.

Apreté los labios y bajé los brazos.

—¿Qué quieres decir? Tu futura unión. ¿Acaso no le has dicho que venías?

—No tengo nada que decir porque ya no tengo ninguna chica. —Se encogió de hombros.

Quise decir algo, quise poder fingir tristeza porque eso era desafortunado, pero no pude más que sonreír. Me acerqué queriendo juntar mi frente a la suya, pero me detuve.

—¿Por qué? —quise saber—. Lo siento...

—No, tranquila. —Se inclinó y juntó su frente a la mía. Cerré los ojos, acercándome más hasta apoyar las manos y antebrazos contra su pecho—. Supe que tendría que dejar de verte, y no puedo hacer eso —susurró acariciando mi cabello.

Entristecí de nuevo, recordando que yo ya tenía fecha.

—Yo tampoco podría... —Alcé la vista para encontrar la suya. Me cubría de la luz que venía de la luna y las estrellas, pero igual podía ver bien sus facciones, su mirada con melancolía—. Si los humanos no fueran tan problemáticos, me iría de este pueblo... Me iría contigo —confesé en voz baja.

Alzó las cejas con algo de sorpresa. Nos miramos unos segundos más. Sus ojos se tornaron serios, tomó mi mentón, intrigándome, y se inclinó, acabando con ese espacio que por regla siempre habíamos mantenido.

Sus labios cubrieron los míos, disparando mi corazón, ocasionando que una fuerte corriente me recorriera en un segundo. Mis manos apretaron la tela de su camiseta al sentir su calor y humedad. Su aroma.

—Lo siento —dijo alejándose de pronto, dejándome en frío—. No debí hacer eso.

—No —lo detuve, ya que no había soltado su ropa, y me empiné rodeando su cuello, repitiendo su acción.

Me apoderé de sus labios. Sentí sus brazos apretar mi cuerpo contra el suyo y retroceder unos pasos. Esto era lo que quería hacer, pero no sabía que existía. Afianzar lo que teníamos de algún modo, que no éramos solo simples amigos, que había algo muy especial entre nosotros.

Mordisqueé su labio inferior y él soltó una corta y silenciosa risa, separándose.

—Esto está mal —susurró.

—Yo no lo siento así...

—No, no se siente así, pero es muy íntimo.

—Es lo que somos —insistí—. Íntimos.

Negó manteniendo su sonrisa.

—Debo irme. Vamos, te acompaño a casa.

Me sentí decepcionada.


—¿Te veré mañana? —pregunté para romper el silencio que se había formado mientras caminábamos.

Me miró y sonrió.

—Sí, ¿por qué no? Pero ¿no le molestará a Orión? —Suspiró cruzando los brazos—. No es que me importe si lo hace, por mí puede irse a tropezar en el popó del ganado —reímos—, pero no quiero que se atreva a estarte molestando.

—No tiene por qué molestar. No me importa tampoco.

Nos detuvimos afuera de mi puerta y mamá abrió. Arturo la saludó con el respeto de siempre.

—Gracias por acompañarla —dijo ella—. Orión tiene muchas tareas que cumplir y estoy segura de que aprecia esto también —agregó.

Resoplé.

—Es siempre un gusto.


***

A pesar de que sabíamos que estaba mal, de algún modo, empezamos a buscar la soledad para darnos uno que otro beso, entre sonrisas cómplices, de esos que estaban prohibidos, censurados, silenciados, que solo se daban detrás de las paredes.

Sin embargo, quería más. Así que, cuando supe que él cuidaría el granero de su mamá de los conejos que nosotros no cazábamos por nuestra filosofía, me escapé de casa.


Antes de llegar, lo encontré esperándome en la puerta de este, ya que reconoció mi andar a la distancia. Sonrió.

—Buenas noches, señorita —saludó como solía hacerlo—. ¿Qué te trae por aquí?

—Vamos a cuidar el granero juntos —dije traviesa y me lancé a sus labios, estando segura de que sus padres dormían en la casa que estaba no muy cerca.

Él retrocedió conmigo entre sus brazos y caímos sobre una de las pequeñas colinas de maíz y paja. Había una manta donde a veces él se recostaba, así que terminamos ahí, besándonos con ardor. Colé mis manos por debajo de su camiseta para sentir su piel caliente, y él reaccionó.

—Enif...

—Quiero hacer esto —susurré—. ¿Me dejas?

—¿Hacer qué? —Y correspondió a mis besos.

—Estar... piel con piel contigo...

Quedó viéndome a los ojos, su respiración acariciaba mis labios. Volvió a besarme y supe que él también lo quería.

Mi corazón golpeaba mi pecho mientras nos despojábamos de la ropa poco a poco. Descubriendo nuestros cuerpos, sus diferencias. Conociendo su temperatura, las líneas de su piel, sus formas, sus músculos marcándose suavemente, su aroma que siempre se sintió a parte de mi hogar.

No solo mi cuerpo se desnudó esa noche, también mi espíritu, todo lo que era yo. Bajó devorando a besos, apretando mis formas con sus manos, haciendo que me curvara del puro gozo. Nos guiamos por instinto, y yo, en parte, por lo que escuché de la anciana aquel día.

—Enif... —jadeó Arturo sobre mí.

Mis ojos no dejaban sus labios entreabiertos tan cerca de los míos, los músculos de sus hombros contrayéndose apenas con cada uno de sus movimientos. Rodeé su cuerpo con brazos y piernas, curvándome contra él, entregándome solo a él.

Sentí que ya nada nos separaría.


Luego de quedar satisfechos, e incluso más que eso, Arturo acarició mi cabello y mi rostro hasta que quedé dormida...


***

El movimiento de mi acompañante me despertó. Parpadeé y giré. La paja contra mi piel me sacó del sueño, me cubría con la manta delgada del viento que empezaba a soplar. Giré de nuevo y vi a mi Arturo ya en pantalones, poniéndose la camiseta con prisa.

Me espanté. De acuerdo a la iluminación del cielo afuera, eran quizá las cuatro de la mañana. Muchos en el pueblo se despertaban a esas horas.

—Te acompañaré a casa —dijo él mientras yo me apresuraba a vestirme.

—No. Se supone que estoy en cama.

—Pero...

Corrí a él luego de ponerme mi camiseta y le di un beso.

—Es mejor que me vaya. Llevaré el pan. —Y así, me fui corriendo.


Sonreí durante todo el camino. Una sonrisa tonta que no se iba. Las sensaciones latían en mi cuerpo, aunque era consciente de que debía darme una ducha porque olía a él. Su aroma me encantaba, pero daba pie a sospechas.

—Enif —me llamó Orión y volteé.

Llevaba el pan, que ya había recogido, en una bolsa entre mis brazos.

—Orión.

—Vaya, no sueles salir tan temprano por el pan. —Se empezó a acercar y yo a retroceder.

—Lo sé. Es que llevo prisa. Te veo luego.

—¿Has pensado en lo que escuchamos el otro día?

—Eh... N-no. No es correcto. Llevo prisa.

Frunció el ceño con sospecha, pero terminó asintiendo.

—Bien. Te acompaño.

Acepté y caminamos juntos. Aunque traté de estar para el lado por el que el aire se llevaba mi aroma para que no olfateara a Arturo en mí.


Al llegar a casa, entramos y mamá salía de la cocina. Orión la saludó.

—Veo que fuiste por el pan bastante temprano —me dijo. Asentí tensando los labios y ella se dirigió a mi acompañante—. Gracias por acompañarla, eres un muy buen joven.

Miré hacia otro lado sintiéndome mal de pronto. Mi consciencia reprochándome. Era como si me hubiera dado una bofetada. Acababa de mentir más veces en un día que en toda mi vida. Me sentí una mala persona. Lo era... Era una mala persona.

********

Continue Reading

You'll Also Like

34.1K 4.8K 56
Todo inició con un beso robado y con la necesidad de venganza que nació después de ese acto. Manu y Karla tienen pocas cosas en común, ella es espon...
1.5M 138K 50
El tiempo ha pasado. Una nueva guerra esta por iniciar. Los Lycans ya no están a salvo. El mundo ha cambiado... Y Amber también. Todos los derec...
Elliot By Aru

Teen Fiction

2.5K 272 56
Supongo que debo presentarme, seré lo mas breve posible: lo que explico es solo para entreteneros, fin. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¿en serio...
31.5K 1K 11
El Ejército Blanco; legendario por ser el más grande y poderoso de todos los ejércitos. Formado por hombres y mujeres admirables, dispuestos a defend...