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ÁLBUM: Cumpleaños
CANCIÓN:Calum Scott - Dancing On My Own
Parecía que había tenido una desilusión amorosa porque me desperté a la cinco de la mañana con antojo de helado. Necesitaba desahogar mis penas.
Me senté con el bol de cinco kilos de helado de menta con chocolate ante la tele para ver algunos de los capítulos de las Kardashians.
—¿Se puede saber qué haces?— preguntó Katz con los ojos aún cerrado.
¿Por qué siempre se despertaba cuando me desvelaba? Nadie podía tener el sueño tan leviano ¿o sí?
—Con suerte desintegrarme en el baño dentro de unos minutos.
Se sentó a mi lado y me robó la cuchara del helado.
—Te oí llorar cuando llegué...
Me encogí de hombros.
—Lo siento.
—¿Quieres hablar?
Suspiré.
—Bianca ha empezado a trabajar en JJC Enterprise.
Ella abrió los ojos de par en par y me miró como si la acabara de despertar del todo.
—¿Tu hermana?
—Desgraciadamente, sí.
—Vaya truño.
Le quité la cuchara y me metí una gran cantidad de helado en la boca.
—¿Y qué piensas hacer?
Me reí.
¿Qué pensaba hacer? ¿Es que acaso podía hacer algo?
—No es que pueda hacer nada.
—Denúnciala por acoso.
Oh, sí, brillante idea.
Seguro que me creen cuando les cuente lo zorra que es Bianca y lo que le encanta joderme la vida. Parece que huele cuando empiezo a tener la más mínima chispa de felicidad, porque siempre aparece en el momento exacto para hacerme recordar que puede y siempre me estropeará los planes.
—No puedo hacer eso, mi madre moriría de depresión...
Katz no dijo nada y ahí acabó la conversación.
👸🏼👸🏼👸🏼
Tuve que ir de compras, no podía ir al cumpleaños de Emy sin comprarle al menos un detallito. Tras entrar a tantas tienda y no decantarme por nada, acabé recordando al ver la tienda de Pandora que Emily tenía una de esas pulseras que estaban tan de alta y le compré un Charm de una bailarina para su pulsera. Solo esperaba que le gustara y que no fuera repetido a alguno que tuviera ya.
Sin muchas ganas, a las cuatro de la tarde empecé a prepararme para el dichoso cumpleaños.
Recurrí nuevamente al armario de Eve y le cogí prestado unos Levi's ajustados y una bufanda de cuadros que llevaba tiempo queriendo usar. Era una gran ventaja vivir con una chica que siempre fuera a la moda, y era todavía más afortunada con el hecho de que no le importara lo más mínimo que usara sus cosas siempre y cuando las devolviera en el mismo estado. Echaría de menos a Eve cuando me fuera del piso, sobre todo porque llevaba desde que empecé en la empresa sin gastar dinero con ropa, cosa que me parecía completamente innecesaria.
Cuando Emily pasó a por mí ya estaba lista. Iba con el pantalón de pitillo que de alguna forma me realzaba el culo, un jersey blanco que me regaló mamá las navidades pasadas, una chaqueta de cuero marrón, la bufanda de cuadros y un gorrito de lana que hacía juego con mi jersey.
—¡Vaya!— exclamé cuando la vi. Iba con un vestido rojo precioso, una finas medias que la resguardarían del frío de mediados de diciembre y una chaqueta de cuero negra preciosa—. ¿No pasarás frío con ese vestido?
Ella miró su vestido un poco desilusionada pero rápidamente recuperó la sonrisa. Así era ella, raramente algo le afectaba tanto como para perder el hilo de su sonrisa. Ni siquiera parecía tener parentesco con el idiota de su hermano, quien no sonreía a nadie a menos que fuera estrictamente necesario. Los viernes por la noche había conocido una faceta suya que en la oficina era imposible de ver ya que siempre se veía tan profesional y huraño. Pero podía ser divertido, y mismo que algunos de sus chistes no tuvieran gracia era de agradecerse que intentara esforzarse para el ambiente no fuera tan tenso. Y ahora lo había estropeado todo, siendo él mismo; un idiota integral.
—Espero que no, pero en fin, quería hacer caso a una frase de mi madre: viste para impresionar.
Le sonreí y cerré la puerta de casa.
Las chicas se habían ido. Katz había ido a pasar el finde con «alguien», y Eve había ido de viaje a Reino Unido para visitar a su familia y hasta el martes no volvía con que la casa estaba sola.
—¿Cómo conseguiste que abrieran el parque de atracciones en estas fechas? Creía que cerraban hasta marzo o algo así...
Emy pulsó el botón del garaje y las puertas del ascensor se cerraron.
—Mi abuelo habló con un amigo suyo, que habló con otro amigo, que contactó con el dueño y le ofreció una pequeña suma de dinero para que abrieran el día de hoy para mi y mis amigos.
—¡Ah!
En ese momento me sentí un poco tonta.
Era obvio que alguien con dinero y recursos podía conseguir cualquier cosa que los de categoría inferior no podían ni soñar.