Narra Lucía
Me despierta el balanceo de unas manos pequeñas. Abro los ojos y veo a Hugo.
—Buenos días cariño. —Le digo. —¿Has dormido bien? —Sonrío.
—Sí, el cuento de Álvaro mola mucho, pero no lo acabó de contar. —Arruga la nariz indignado.
—Anda, vamos a desayunar que hoy te voy a llevar con la abuela Sofía y el abuelo Lucas.
—¡Bien! —Sale corriendo a la cocina y yo voy detrás.
Desayunamos, nos vestimos y vamos a casa de mis padres. Cuando llegamos, Hugo sale corriendo a abrazar a mi madre.
—¡Hola cariño! —Le dice.
—Hola abuela. —Dice sonriente.
—Hugo, ¿por qué no vas a ver al abuelo y me dejas hablar unos minutos a solas con la abuela? —Le digo. Sin contestar, se deshace de los brazos de mi madre y se va corriendo.
—¿Qué pasa? —Pregunta preocupada.
—Ha vuelto. —No hace falta ni que pronuncie su nombre para que mi madre sepa de quien estoy hablando. Le empiezo a contar todo lo que ha pasado en estos dos últimos días.
—No me puedo creer que ese sinvergüenza lo quiera arreglar como si no hubiera pasado nada. —Me dice enfadada, no conmigo, sino con él. —Como me lo encuentre por la calle... y ya no quiero imaginar si se lo encuentra tu padre.
—A papa ya se lo contaré. ¿Pero yo qué hago? Hugo lo quiere mucho y no le voy a poder ocultar mucho más la verdad. El niño es un clon suyo desde que era un bebé, todavía no sé cómo está tan ciego como para no verlo. Su madre le ha mentido por mí.
—Aunque te parezca mal, y yo esté totalmente en contra, tiene que saber que es su hijo Lucía. Hugo necesita a su padre.
—Ayer me dijo que estaba dispuesto a dejar su carrera por mí. Me dice que sigue enamorado, se porta genial con Hugo, le cuenta cuentos, lo cuidó cuando tuvo fiebre... Si no me hubiera hecho tanto daño, sería el padre perfecto. —Suspiro. —Ayer me besó y todos los últimos recuerdos de cuando me dejó se me vinieron a la cabeza. No puedo perdonarle, por mucho que lo desee. —Rompo a llorar otra vez y mi madre me abraza.
—Lo que tenga que pasar pasará. Sólo date tiempo. —Me dice tranquila.
—Ayer sonaba tan dolido y sincero... pero son muchas cosas... no puedo perdonarle. —Suspiro.
—Igual la película esa que va a grabar os sirve para empezar de cero. Mira Lucía, sabes que en cuanto me enteré de que Álvaro te había hecho eso sólo quería matarlo, arrancarle la cabeza. Pero también sabes, al igual que yo, que es el hombre que más feliz te ha hecho y gracias a él tenemos a ese pequeño renacuajo dando vueltas como un saltamontes. Nos ha dado lo más bonito, Hugo es tu vida y también la mía. Piensa. Si Álvaro no se hubiese ido, ¿serías feliz ahora mismo? Los errores están para resolverlos cariño, ¿por qué no darle una última oportunidad? Depende de ti, ya sabes que yo siempre te voy a apoyar en tus decisiones. —Me dice lo más sincera posible y yo la abrazo durante un buen rato.
—Me tengo que ir a trabajar, cuando salga vengo a por Hugo. —Digo.
—No te preocupes, déjalo aquí todo el día. Queda con tus amigos, que seguro que hace mucho que no los ves. —Me dice sonriendo.
—¿No os importa?
—Claro que no, así disfruto un poco de mi nieto. —Dice feliz.
—Bueno... pues cuando vaya a venir te aviso.
Me despido de mi padre y de Hugo y mi madre me acompaña hasta la puerta.
—Y estate tranquila. —Nos volvemos a abrazar.
—Lo estaré. —Le sonrío y me voy al teatro.
De camino a mi lugar de trabajo, me voy comiendo la cabeza. Barajando todas las opciones sobre qué pasaría si le cuento a Álvaro que es padre, que cuando me dejó, lo hizo esperando un hijo suyo. Entre pensamiento y pensamiento llego al teatro y como no, la primera persona que encuentro es Samu.
—Hola. —Me da un beso en la mejilla. Desde que Álvaro ha vuelto está mucho más cariñoso.
—Hola. —Contesto lo mejor que puedo.
—Oye, ¿vamos a tomar algo después del trabajo?
—He quedado con unos amigos. Mi madre se queda con Hugo y así yo me despejo un poco. —Eso último me lo podría haber ahorrado.
—¿Te pasa algo? —Pregunta aun sabiendo la respuesta.
—No, tranquilo, me voy arriba que al final nos echan bronca. —Huyo de allí como puedo, aunque sé que no me voy a librar.
La mañana se pasa lenta y yo no dejo de darle vueltas a todo.
—¡Fin del ensayo por hoy! —Grita Arturo.
Salgo lo más rápido posible de allí y voy al bar donde he quedado con los demás. Cuando llego, veo a Blas que ya está esperando. En cuanto me ve aparecer viene corriendo y me abraza.
—Te he echado mucho de menos. —Me vuelve a abrazar.
—Y yo a ti. —Le sonrío.
Blas es una de las personas que más me ayudó cuando pasó todo. Veo aparecer a María y David y les abrazo también.
—Me parece que nos tienes que contar muchas cosas. —Dice María.
Antes de contestar, aparecen Dani, Alejandra, Carlos, Alba y Andrea y los abrazo con fuerza. Nos sentamos en una mesa libre y pedimos algo para tomar.
—¿Qué nos tienes que contar? —Me pregunta Dani. Este sabe algo.
—¿Has hablado con Álvaro verdad?
Narra Dani
No le puedo contar la verdad, Álvaro me mataría. Nunca he dejado de hablar con él. Lo único que no le conté fue que Hugo es hijo suyo, pero durante estos tres años no he dejado de hablarle de cómo estaba Lucía. El otro día no pude negarme a darle su dirección. Sé que está muy arrepentido y la quiere recuperar. Me va a matar si se entera, pero también le he contado que hoy veníamos aquí.
—No, no he hablado con Álvaro, pero te conozco lo suficiente como para saber que te pasa algo. Y tú sólo te comportas así cuando te pasa algo con él. —Le digo. Aparto la mirada y veo a Álvaro en la barra. Ya está aquí.
Narra Álvaro
Entro en un bar y veo que están todos hablando tranquilamente. Dani me ve. ¿Qué coño pasará? ¿Me lo contará luego? Con la mirada me dice que me acerque. Me lo pienso. Puedo ir con la excusa de saludar. Hace tres años que no los veo. Finalmente, me acerco.
—¿Me habéis echado de menos? —Todos se quedan mirándome impresionados. Todos menos Lucía.
—Para nada. —Dice María. Me mira mal pero luego me abraza, aunque ella tampoco me ha perdonado del todo.
—¿Te quedas? —Dice David. —Y así nos cuentas un poco todos estos años.
—Si él se queda yo me voy. —Dice Lucía.
—No, tranquilos, tengo prisa. Me esperan en el trabajo. —Miento. —Ya nos veremos.
Me despido de todos y me voy. En vez de recuperarla parece que la estoy perdiendo cada vez más. En una semana cumpliríamos cinco años juntos. Tengo que hacer algo y no sé el que.
Narra Lucía
—¿No crees que te pasas con él? —Pregunta Dani.
— ¿Que me paso? No me fastidies Dani. —Contesto visiblemente cabreada.
—Está claro que para tratarle así no es la primera vez que lo ves desde que está aquí. —Comenta Carlos.
—Vino a verme al teatro cuando llegó a Madrid. —Digo lo más seca posible.
Después de mucho insistir, les acabo contando lo mismo que a mi madre, aunque me ahorro ciertos detalles como el beso, sería hablar demasiado.