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Narra Álvaro

En toda la mañana Lucía y yo no hemos tenido tiempo para hablar, por lo que decido esperarle a la salida, aunque, a decir verdad, no sé si será buena idea. ¿Alguna vez lograré decir algo sin meter la pata?

—¡Terminamos por hoy! —Grita el director. .

Me dirijo hacia el puesto donde se supone que debería estar Lucía, pero no la veo. Empiezo a mirar a mí alrededor y la veo con el mismo chico del otro día y que ayer salía de su edificio. Esta vez lo veo de perfil. ¿Será este el supuesto padre de Hugo? No puede ser... Pierdo toda la esperanza que tenía y me acerco tranquilamente a ellos, aunque por dentro esté de los nervios. Respira, Gango. Respira.

—Lucía. —Le digo mirándola a ella bajo la mirada del otro chico.

—Dime. ¿Estás bien? Te noto pálido. —Suena preocupada.

—Sí, no te preocupes. Me voy a ir a casa a descansar. —Digo sin ganas. Se despide de mí y me alejo de ellos.

—¡Álvaro, cuidado! —Alguien grita a mi espalda y, cuando intento reaccionar ya es demasiado tarde. Parte del decorado me aplasta el pie.

Grito instantáneamente por el dolor y varias personas se acercan a mí, para preguntarme cómo me encuentro. Sonrío falsamente y me dispongo a salir de allí. Me duele demasiado el pie y parece que Lucía, a pesar de estar entretenida, se da cuenta.

—Te llevo yo a casa, no puedes ir así. Samu, hablamos luego. —Se dispone a irse, pero ese tal Samu la agarra de la muñeca dándola la vuelta y la besa ante mi mirada. ¿Con cuántos años de cárcel se condena al matar a alguien?


Narra Lucía

¿Qué coño hace? Me aparto y sonrío falsamente. Noto tan mal a Álvaro que decido llevarlo yo a casa, aunque luego me tocará volver a por mi coche, pero da igual. Durante todo el camino Álvaro no dice nada.

—Gracias por llevarme —Dice de repente.

—No iba a dejarte solo.

—No te preocupes, seguro que no es nada. —Por su voz diría que está mintiendo. ¿Cómo quieres que no me preocupe si eres el padre de Hugo? Pienso.

—¿Quieres ir al hospital? —Niega con la cabeza y susurra un "estoy bien"

—Voy a decir a María que esta tarde se quede con Hugo, no voy a dejarte así. —Le digo segura.

—No, tu vete con Hugo y su padre, que parecía enfadado. —Me dice serio.

—Él no es el padre de Hugo. El padre de Hugo es... —Empiezo a decir. —otro. No lo conoces. —Acabo diciendo cuando me doy cuenta de que no es el mejor momento. —Samu y yo solo somos amigos. —¿Qué hago dándole explicaciones? Al fin, llegamos a su piso y subimos.

—Siéntate en el sofá anda. —Me hace caso sin responder y empiezo a colocar un par de cojines para que mantenga el pie en alto.

—Entonces, ¿con el chico ese no tienes nada? —Me dice como si nada mientras me siento a su lado.

—No. ¡Es mi mejor amigo! —Me altero. —Además, no entiendo porque tengo que darte explicaciones.

—Pues llámame loco, pero te ha besado. —Resopla. —Lu, somos amigos, ¿no? Me puedes contar cualquier cosa que necesites. —Se acerca peligrosamente a mí.

—¿Qué pretendes?

—Si él es tu amigo y puede besarte, yo también ¿no?

—No. Tú no eres mi amigo.

Desde que no estás | Álvaro GangoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora