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Narra Álvaro

Después de ver a Lucía y a Samu cenando juntos en el restaurante del hotel, decidí volverme a Alcalá y pasar la tarde del sábado y el domingo allí con mi madre. No me he despedido de ninguno de los dos, si Lucía quiere que me aleje, lo haré. Pero de ella, no de mi hijo. Llego a mi casa y me recibe mi madre.

—¿No ha ido bien? —Pregunta aun sabiendo la respuesta.

—No, quiere que me aleje para siempre. —Sueno triste.

—¿Sabes lo que creo? —La miro esperando respuesta. —La has agobiado mucho. Volviste hace unas semanas de la otra punta del mundo queriendo recuperarla después de tres años como si nada hubiera pasado o como si te fuera a perdonar a la primera. Ahora no puedes pretender ser el padre del año y el novio perfecto cuando el daño ya está hecho. Déjale que haga lo que quiera. Acércate a ella solo para lo profesional y no para lo personal, estoy segura de que si necesita algo para Hugo contará contigo, pero no la agobies más de lo que está. —Suspira y me sonríe todo lo que puede. —Ahora vete a descansar, que lo necesitas.

(...)

En el último mes y medio Lucía y yo no hemos vuelto a hablar sobre el tema, solo hablamos si es referido al trabajo. También algún fin de semana me ha permitido pasar la mañana con Hugo en el parque o incluso, ahora que ha empezado a ir al colegio, me deja ir a buscarlo cuando su familia o la mía no puede hacerse cargo. Ahora mismo paso al lado de los columpios cuando me choco con Samuel. Intento pasar de él, pero me habla.

—¿Qué? ¿Cómo te sientes después de perder a Lucía por completo? —Se ríe.

—Déjame tranquilo un rato o mejor vete a la mierda. —Le pongo mi mejor sonrisa falsa.

—Da gusto saber que puedo luchar por ella sin tenerte en medio.

—Si fueras tan listo como te crees, sabrías que Lucía no siente absolutamente nada por ti. —Me río.

—¿Y por ti sí? Igual de aquí a unos meses consigo lo que tu destrozaste.

—¿Meses? Yo la conquiste en menos de una semana. Tú llevas años y... ¿Qué has conseguido? Nada. —Me doy la vuelta para largarme.

—Igual consigo que Hugo tenga un padre al que querer sin que lo deje abandonado. Y sé lo que vas a decir, pero a mí no me sirve la excusa de que no sabías que Lucía estaba embarazada. —Me doy la vuelta y me encaro a él recibiendo un puñetazo.

—A mi hijo ni lo menciones. No lo metas en todo esto porque te parto la cara, gilipollas. Además, ¿esto es lo que le quieres enseñar a Hugo? Muy educativo. ¡Y que sepas que Hugo ya tiene un padre! —Digo mientras me alejo.

Me voy de allí sin dejar que me conteste. Una vez en el trabajo me encuentro de pleno con Lucía.

—Álvaro. —Me llama. Me doy la vuelta y la miro. —¿Te sangra el labio?

—Si... Un golpe que me he dado, nada que no se pueda arreglar con un poco de maquillaje.

—Anda, ven que te curo. —Me da la mano y tira de mí. Me suelto.

—No te preocupes, ya me lo curo yo, si no es nada.

Me voy dejándola allí sin saber qué hacer. No lo sabrá, pero a mí me duele igual que a ella tener que evitarla. Me meto en mi camerino y al minuto entra ella.

—¿Se puede saber por qué llevas un mes y medio ignorándome?

—¿No era lo que querías? No te entiendo. Me pediste que me alejara y lo he hecho. ¿Qué más quieres? —Pregunto confundido.

Desde que no estás | Álvaro GangoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora