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Narra Lucía

—¿Mami? —Oigo la voz de mi pequeño y Álvaro y yo nos separamos a la vez y nos acercamos rápidamente a él.

—Cariño. —Le digo mientras lloro de felicidad y doy al botón para que venga una enfermera lo antes posible.

—¿Por qué lloras? —Pregunta confundido.

—Porque está muy contenta de tenerte a su lado. —Álvaro contesta por mí. —Tanto como yo. —Veo como una lágrima cae por su cara. —Hugo, has estado dormido durante muchos días por el golpe que te diste en la cabeza. —Le coge su pequeña mano y se la aprieta suavemente.

Hugo no contesta, ni nos mira con cara de felicidad. Álvaro y yo nos miramos confundidos y la enfermera entra y se dirige hacia nosotros.

—Ahora que ha despertado hay que hacerle unas pruebas para saber que todo está en orden. Pueden esperar fuera. —Nos despedimos de Hugo, quien solo nos dice un simple "adiós".

—¿No lo has notado un poco raro? —Me pregunta Álvaro dándome un suave apretón en la mano.

—Demasiado, pero prefiero pensar que es porque se ha despertado después de un mes y está confundido. —Hundo la cabeza en su cuello y avisamos a todos nuestros familiares y amigos de que Hugo ya ha despertado.

El médico entra en la habitación y se lleva a Hugo durante una media hora. Cuando vuelve de nuevo a esta, la enfermera nos permite el paso. "Está todo bien" esas fueron sus palabras.

—Cariño, ¿cómo te encuentras? —Me mira sin ganas y pronuncia un simple bien. Algo le pasa.

—¿Cómo está mi niño preferido? —Mi madre entra de sorpresa por la puerta. Hugo sonríe dejándome descolocada y le contesta emocionado.

—¡Has venido abuela! —Abre los brazos y mi madre lo abraza con cuidado. Miro a Álvaro y veo que con los ojos me pide que no me derrumbe.

—Ya me quedo yo con el pequeño, id a comer algo. —Intento hablar, pero me corta. —No me reproches Lucía. Y dile a papá que pase, está fuera. —Noto a Álvaro tensarse a mi lado y sin decir nada salimos.

Abrazo a mi padre y, después de dedicarle una mala mirada a Álvaro, entra a ver a su nieto. Vamos a comer, pero tengo el estómago tan cerrado que no me entra casi nada. No paro de darle vueltas a qué le puede pasar a Hugo. Álvaro me tiende su mano y yo se la aprieto intentando tranquilizarme.

(...)

Han pasado dos semanas desde que Hugo despertó del coma. En cuanto a nosotros todo sigue igual. Ambos estamos seguros de que algo le ocurre con nosotros. Solo nos contesta con monosílabos o nos habla para lo que le interesa.

Por otro lado, está nuestro trabajo, desde que Hugo se ha despertado le hemos puesto más ganas o al menos más que mientras estaba en coma. Calculo que en un mes acabaremos de rodar todas las escenas que nos quedan y no puedo estar más feliz. Bueno, feliz hasta que se acabe de montar y se estrene. Los nervios me comen solo de pensarlo.

Vuelvo a centrar mis pensamientos en mi hijo.

—Hugo cariño. —Sólo se limita a mirarme. —¿Me vas a contar qué te pasa para que no nos hables ni a Álvaro ni a mí? —Le pregunto derrotada.

Antes de que pueda contestar, Álvaro entra por la puerta y nos mira.

—¿Qué pasa? —Pregunta confundido.

—Nada. —Le digo. —Ya hemos recogido todo, nos podemos ir.

Cuando llegamos a casa cojo a Hugo y lo siento conmigo en el sofá bajo la atenta mirada de Álvaro.

Desde que no estás | Álvaro GangoWhere stories live. Discover now