16

288 19 3
                                    

Narra Álvaro

Me despierto con un dolor de cabeza horroroso y la luz que entra por la ventana no ayuda lo más mínimo. Miro a mi derecha y veo a una Lucía dormida profundamente entre mis brazos. Sonrío y me quedo mirándola un buen rato hasta que noto que empieza a despertarse.


Narra Lucía

Empiezo a notar unos brazos alrededor de mi cuerpo y hago un intento de abrir los ojos. Comienzo a dudar de si quiero enfrentarme a lo que viene a continuación. La cabeza me retumba, pero aun así abro los ojos encontrándome con una mirada verde acompañada de una sonrisa perfecta. No decimos nada durante unos minutos. ya que Los dos somos conscientes de lo que pasó anoche. Mi cabeza vuelve a su lugar y entro en razón.

—¡No! ¡No! ¡No! —Digo desesperada mientras me deshago de sus brazos y me levanto de la cama envuelta en las sábanas. Miro la papelera y suspiro, al menos tomamos precauciones. Busco mi ropa, que está tirada por toda la habitación, y empiezo a vestirme sin mirarle a la cara.

—¡Lucía! —Grita mi nombre. —No te puedes ir después de lo que pasó ayer.

—Si puedo Álvaro, no me lo puedes prohibir. —Le digo mientras cojo mi vestido. Y me lo coloco intentando que las sábanas sigan tapándome.

—¿Y lo que me dijiste? ¿Es verdad? —¿Qué le dije? ¿Le contaría que Hugo es hijo suyo?

—Estaba borracha, a saber la gilipollez que dije. —Sueno enfadada, pero aun así lo sigo sin poder mirar.

—Mírame a la cara y dime que no me echas de menos y que no quieres sentirte así. —¿Eso le dije? Suspiro porque sé que es verdad y lo miro seriamente.

—No te echo de menos. Álvaro, llevo sufriendo desde que has vuelto. Lo tenía superado. —Mentira. No entiendo como soy capaz de mentirle a la cara. —Vamos a olvidar este error. —Veo como mis palabras le duelen y salgo de allí dejándolo sólo.

Me dirijo a mi casa y me ducho para despejarme. Desayuno y me tomo un ibuprofeno. para que Espero que se me pase el dolor de cabeza. Salgo de esta, me encamino al teatro y cómo no, me encuentro con Samu. Esta vez no va a servir de nada evitarlo.

—¿Te fuiste con él? —Pregunta dolido. Ni buenos días ni nada.

—Sí. —Contesto sin más.

—No me puedo creer que con todo lo que has pasado con él, lo trates así. No se lo merece. —Empieza a levantar el tono de voz. —¿Y eso? ¿Un chupetón? ¿Te acostaste con él? —Señala mi cuello.

—¡Por supuesto que no! —Miento. —Los dos íbamos borrachos y no sabíamos lo que hacíamos, pero aun así no me acostaría con él. —Sigo mintiendo. —Además, que no sé quién te crees que eres para hablarme así y decirme lo que tengo que hacer. Se supone que somos amigos, deberías abrazarme y apoyarme.

—Estás ciega si no ves que me importas más que como una amiga. —Me da la espalda y se larga.

El director nos llama para ensayar, posiblemente, la última escena conmigo. Voy a echar mucho de menos a todos mis compañeros, pero sé que siempre voy a tener una puerta abierta, al menos para hacerles visitas. Mi último día se acaba y comienzan los lloros otra vez. Me abrazo a cada uno de los actores y actrices, al director, a los técnicos...

—Ayer la fiesta acabó a lo grande. —Miro al técnico que me está hablando entre risas. —Para ti, digo. Alvarito te hace un chupetón más grande y te cubre todo el cuello. —Se me suben los colores en el acto.

Desde que no estás | Álvaro GangoDär berättelser lever. Upptäck nu