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Narra Lucía

Suena el despertador. Son las 10:00 de la mañana, me levanto y me dirijo a la habitación de Hugo. Intento despertarlo, pero es casi imposible. Me recuerda mucho a su padre, tan perezoso... Abre los ojos poco a poco y me sonríe.

—Buenos días, enano. —Me abraza fuerte y yo a él. —¿Qué te parece si desayunamos y vamos a dar una vuelta por el teatro? —Asiente con su cabecita y sonríe.


Se levanta de la cama y va corriendo a la cocina. Para tener casi tres años es más espabilado de lo que imaginé cuando nació. Pensaba que, al no tener un padre a su lado, le afectaría más, pero ya me ha demostrado que no. Siempre está feliz y con una sonrisa en la cara, una cualidad que me encanta y que, por desgracia, me hace recordar a su padre.


Desayunamos juntos, como todos los días, y nos vamos al teatro donde va corriendo a saludar a Samuel. Mi mejor amigo es moreno, de pelo liso, ojos castaños y bastante alto, una cualidad que aparentemente vuelve locas a las chicas bajitas, yo nunca lo entenderé. "¡Pero si no le llegas!" pienso. Además, es una de las personas que más me ha ayudado en estos tres años y por ello, le estaré agradecida eternamente. No puedo decir que haya sido el padre que Hugo nunca tuvo porque sería mentir, pero me ha salvado en más de una ocasión. Sobre todo, cuando mi pequeño se ponía malo y había que ir de urgencia al hospital. Hugo es bastante propenso a ponerse malo y, si no hubiese sido por Samu, noche tras noche en urgencias me habría vuelto completamente loca.

—Hugo, cariño. —Me mira con sus ojitos verdes. —Ven aquí. —Se acerca a mí y me agacho a su altura. —Mamá tiene que hacer unas cosas del trabajo, ¿por qué no te sientas en una de las butacas y ves el ensayo de la obra?

—¿Y luego podré ir contigo para ver cómo trabajas?

—Claro que sí. —Revuelvo su pelo y dejo que se vaya.

Hugo me hace caso, se sienta en la primera fila y yo me voy a mi puesto de trabajo. Los actores ensayan las escenas que quedaron pendientes de ayer mientras yo coordino las luces y le doy indicaciones al director. Desde mi perspectiva se ve el teatro de otra forma.


Me suena el móvil y lo cojo. Es Mercedes, la madre de mi ex. Seguimos en contacto por Hugo. Después de todo lo que pasó, ella y Fanny —su hermana— tienen derecho a disfrutar de él.

—Hola Mercedes. —Saludo a mi ex suegra.

—Hola hija, ¿qué tal? ¿Te pillo trabajando?

—Sí, pero no te preocupes, puedo hablar.

—¿Está por allí mi nieto? Quiero hablar con él

—Si, ahora mismo te lo paso. ¿Ha pasado algo? —Ella niega a través del auricular.

—Oye, siento ser pesada, pero ¿no crees que después de tres años, Álvaro debe saber que tiene un hijo?

—No Mercedes, él perdió todo el derecho cuando me dejo sin dar explicaciones. Lo siento.

—Está bien... pásame con mi nieto anda.

Salgo del estudio, me acerco a Hugo y le doy el móvil.

—Es la abuela.

Hugo me quita el teléfono y le dejo allí hablando con ella. Vuelvo a mi puesto de trabajo y me siento. Un montón de recuerdos me vienen a la cabeza.


Me despierto una mañana de verano y busco a Álvaro a mi lado. No está. Lo único que hay es una nota. La cojo y empiezo a leer:

Desde que no estás | Álvaro GangoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt