22

272 19 1
                                    

Narra Lucía

—No me apetece irme. —Hablo tan cerca de sus labios que me dan ganas de besarlo.

—¿Qué propones?

—Que subamos a tu casa a tomar la última. —¿Desde cuándo soy tan descarada? Me arrepiento al instante y me empiezo a poner roja. Álvaro se ríe de mí.

—Estaré encantado de tomar la última y lo que surja. —Me sigue el juego y yo cada vez me pongo más del color de un tomate.

Entramos en su portal y de repente, el ascensor es el más pequeño que he visto nunca. No aparto la mirada de él y parece darse cuenta. Viene hacia mí y me besa con aparente desesperación hasta que se abren las puertas y salimos de allí como si nada hubiera pasado bajo la atenta mirada de su vecina quien esperaba al ascensor. ¿Es que esta mujer no se va a dormir? Abre la puerta y me invita a pasar entrando él detrás de mí.

—Espero que esta vez seamos más conscientes de lo que hacemos. —Le digo a la vez que sirve vino en dos copas.

—Esta vez, ambos queremos de verdad, no está el alcohol de por medio. —Bebe un trago de su copa. —O por lo menos no tanto. —Nos reímos y se acerca a mí para besarme.

En cuanto sus labios rozan los míos siento que estoy en un mundo totalmente distinto. Dejo mi copa de vino en la mesa de la cocina y él hace lo mismo con la suya. Me apoya contra la encimera llevando sus manos hacia mi cintura para a continuación levantarme sobre esta. Aparta una de sus manos de mi cintura y la lleva hasta la cremallera del vestido sin tardar mucho en bajarla del todo a la vez que yo desabrocho los botones de su camisa.

—Ya me estaba cansando de ver el vestido durante tanto tiempo. —Susurra en mi oído antes de dejar un mordisco en el lóbulo de mi oreja.

Me baja de la encimera provocando que el vestido caiga directamente al suelo y me vuelve a besar a la vez que se intenta quitar los pantalones. Una vez que se ha deshecho de ellos se pone detrás de mí y me besa el cuello a la vez que andamos hasta la habitación. Me tumba en la cama sin previo aviso y saca del cajón de la mesilla un preservativo dejándolo sobre ella. Se vuelve a acercar a mí poniendo sus dos piernas a ambos lados de mis muslos y apretando su sexo contra el mío provocándome un gemido.

—Álv... —Digo con la respiración agitada.

—Shh. —Me besa. —Poco a poco.

Empieza el recorrido de besos desde la boca, siguiendo por el cuello, pasando por mis pechos donde deja pequeños mordiscos, mi cintura y finalmente las ingles. Me quita el tanga como si se le fuera la vida en ello y me da el último beso en mi sexo provocándome el segundo gemido de la noche. Se entretiene acariciando la zona hasta que levanta de nuevo la cabeza y me mira lascivo.

No sé como pero consigo que ahora sea él quien esté tumbado boca arriba en la cama. Me siento encima de él despacio llevando yo el ritmo. Apoyo mis manos en su pecho y empiezo a moverme de arriba abajo sintiendo como en cada movimiento se endurece más y más. Todavía tiene los calzoncillos puestos y sé que está sufriendo por quitárselos e introducirse dentro de mí. Finalmente, se los quito y cojo el condón que estaba en la mesilla. Se lo pongo lentamente haciendo que gima por el contacto.

Me introduzco en él de una sola estocada. Cada vez lo tengo más dentro de mí y no puedo evitar estremecerme. Sonrío y él hace lo mismo. Doblo mi torso hacia atrás y apoyo mis manos en el colchón para poder llevar mejor y acelerar más el ritmo. Sus manos vuelven directas a mis pechos apretando mis pezones cada vez que me muevo, gimiendo a la vez.

Sus manos abandonan mis pechos y se colocan en mis caderas. Con la ayuda de estas y de sus piernas me eleva haciendo que, cada vez que me deja caer, se introduzca con fuerza en mí. Estoy a punto de correrme y él lo sabe. Ambos estamos igual. Minutos más tarde llegamos al clímax, la primera vez de la noche. Nos miramos sabiendo que eso no acaba ahí. Nos separamos y me tumbo en su pecho mientras recuperamos un poco el aliento. Juega con un mechón de mi pelo y cierra los ojos.

Desde que no estás | Álvaro GangoWhere stories live. Discover now