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Narra Álvaro

Llegamos a casa y Hugo sale corriendo en cuanto escucha el sonido del coche.

—La abuela y yo hemos hecho una tarta. — Hace que su madre se agache para darle un abrazo y se vuelve a ir corriendo. Lucía sigue andando y yo la freno.

—¿La abuela? —Pregunto confundido.

—Tu madre fue la única que me ayudó con el embarazo, la que se ha quedado con Hugo cuando lo he necesitado, siempre ha estado ahí, no es tan raro que le haya cogido tanto cariño en casi tres años si a ti te lo ha cogido en dos días. —Se va para sentarse a comer.

—Como lo hiciste tú. —Recuerdo mientras camino a su lado.

Hace dos días que me encontré con esa chica en busca de un puesto de trabajo. Dos días en los que no dejo de pensar en ella y su sonrisa y dos días desde que no la veo, quizá porque los teníamos libres. Por primera vez en varios años estoy deseando ir a trabajar y llego más pronto de lo normal. Al entrar me choco con alguien.

—Perdón, no sabía por dónde... —Empezamos a decir a la vez. Cuando nos miramos a los ojos empezamos a reírnos.

—Tú otra vez. —Me dice.

—¿Al final te contrataron? —Pregunto intentando sonar curioso.

—Sí. —Algo dentro de mí se pone a dar saltos de alegría. —¿Tú eres uno de los actores?

—El poli malo. —Digo sonriendo pícaro. —Aunque no me pega mucho con esta carita de bueno, ¿verdad? —Ella solo se ríe. —¿Te apetece tomar algo después del ensayo? —Le digo con miedo a que se niegue.

—Claro, así me enseñas un poco esta zona de Madrid. —¡Bien!

—Pues te espero en mi camerino después del ensayo, recojo unas cosas y nos vamos.

—Perfecto. —Me sonríe.

—¡Álvaro a ensayar! ¡Lucía a tu puesto! No podemos perder mucho tiempo. —Grita el director.

Le guiño un ojo y me voy. Durante toda la obra no dejo de mirar a la enorme ventana que está en la parte superior del teatro desde donde Lucía maneja todo. Le sonrío varias veces y aunque no la vea, noto como ella hace lo mismo.

No consigo sonreír durante toda la comida. De vez en cuando miro a Lucía que me mira con preocupación, pero ni eso me da fuerzas. Terminamos de comer y mientras Lucía juega con Hugo yo ayudo a mi madre a recoger.

—Oye hijo. —Algo quiere. —¿Y tú en estos años has tenido novia? —La pregunta del millón.


Narra Lucía

Hugo me ha pedido un vaso de agua, pero antes de entrar a la cocina oigo la pregunta de Merce. No quiero escucharlo porque sé que, si la respuesta es sí, el corazón se me va a romper más de lo que está. Quiero irme de allí, huir a otra ciudad y no verle más, pero mi cuerpo se queda quieto detrás de la puerta de la cocina.

—No mamá. Lo he intentado. Muchas veces. Unos amigos me llevaron a un bar, conocí a una chica con la que creía que podría funcionar y nada. Ninguna era ella, mamá. Sigo enamorado de Lucía, necesito que vuelva a mi vida. La quiero recuperar. Si no estoy con ella, no estoy con nadie. Así que, si quieres nietos, habla con Fanny, porque por mi parte no vas a tener. —Su madre se ríe y yo miro a Hugo que sigue jugando ajeno a la conversación de su padre y de su abuela.

Desde que no estás | Álvaro GangoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora