- ¡Ronnie! -escuché gritar a mi madre desde la planta de abajo- ¡Son Wen y Emlily, baja!
- ¡Ya voy! -grité.
Desenganché mi móvil del cargador y lo cogí lo más rápido posible mientras corría hacia las escaleras para bajar a el piso de abajo. Fui directamente a la cocina, ya que estaban las luces encendidas, y entré con una sonrisa en la cara al ver a mis amigas sentadas en las sillas comiendo las galletas que hicimos anoche entre mi padre y yo.
- ¡Ronnie! -gritaron las dos corriendo hacia mi para abrazarme, sin soltar las galletas de las manos.
- ¡Emily, Wen! -las abracé con fuerza. - Os echaba de menos.
- Obviamente. -dijo Emily con una sonrisa- ¿Cómo no vas a echarme de menos a mi? A esta -miró a Wen con cara de asco- es normal que no la eches de menos, ¿pero a mi? Siempre. - Wen y yo empezamos a reír. Emily siempre ha tenido mucho sentido de humor y ha sido la más positiva del grupo.
- Mamá, iremos a dar una vuelta, ¿vale? -miré a mi madre con ojos tiernos- Vendré a las nueve.
- Vale cielo, coge una chaqueta o algo.-avisó- Sabes que hace frío.
- Tranquila, estaré bien. -me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla- Te quiero.
Subí a mi cuarto a por mi bolso, metí las llaves de casa, el móvil acompañado de los auriculares de música, y mi monedero. Baje rápidamente -de nuevo- a la planta de abajo. Emily y Wen me miraban ansiosas. Se despidieron de mi mare y salimos de casa hacia donde siempre ibamos los Domingos. El parque.
Ese parque tenía algo especial para nosotras y era que de pequeñas siempre ibamos a jugar allí. Conozco a Wen y a Emily desde que tengo tres años y se puede decir que son como mis hermanas de diferente sangre. Las había echado mucho de menos estas dos últimas semanas de verano. Emily se fue con su família a el pueblo de su abuela -como todos los años- y Wen con su hermano Peter a visitar a sus tíos de Italia. Todos los años, cuando quedan dos semanas de verano, se van de viaje y me dejan sola en el pueblo. Básicamente, esas dos semanas las he aprovechado para leer libros, comprarme las libretas y los libros para volver al instituto y poco más. Las dos semanas siempre se me hacen muy largas, demasiado.
- ¿Cómo os ha ido en los viajes? -les pregunté mientras cruzabamos por el paso de peatones.
- ¡Genial! -exclamó Wen- Mis tíos siguen igual que siempre, pero Italia se me ha echo más bonita este año.
- ¿Y eso por qué? -preguntó Emily- ¡Tienes novio, eh! -gritó acompañada de una risa, haciendonos reír a todas.
Sí, Wen tenía novio desde hace un año y medio. Brad, se llama. Es moreno de piel, sus ojos son marrones, al igual que su pelo. Su sonrisa es blanca y brillante, tiene los dientes perfectos. Esta delgado pero tiene músculos ya que va al gimnasio -gracias a mi- Es uno de mis mejores amigos, es simpático, agradable, chistoso, y encantador, como Wen. Brad también ha estado con nosotras desde los tres años, así que le conocemos bastante. Dos años atrás, Emily y yo empezamos a sospechar que a Wen le gustaba Brad, por la forma en la que le miraba y en la que se ponía roja cada vez que él le hablaba. Después de estar dos semanas de presionarla y hacerle preguntas trampas nos admitió que estaba enamorada de él y, obviamente, Emily y yo hicimos todo lo que pudimos para que ella y Brad estuvieran juntos. La relación es bastante estable, y snn muy adorables los dos juntos.
- ¡Ya lo se! Yo a Brad no le cambio por nada. -dijo Wen, haciendo que Emily y yo soltaramos un "oh"- Sois idiotas, de verdad. -rió- ¿Y tú Emily, cómo te ha ido?
- Como siempre. -dijo alzando los hombros- Es decir, el pueblo de mi abuela esta muerto. ¡No hay nadie! Es como si estuviera ella sola dominandolo todo. -exclamó.
- ¡Si no lo digo se me olvida! -gritó Wen una vez que llegamos al parque.
- ¿Qué? -pregunté, esta vez yo.
- ¿Habéis visto las listas de este año de clase?
- No. -contesté
- Sí. -contestó Emily al mismo tiempo que yo, las dos reimos.
- ¿Y? -gritó emocionada- ¿Con quién vamos? ¿Habrá gente nueva?
- Yo miré la lista antes de venir por internet, y somos las mismas personas que el año pasado. Las mismas personas de siempre. -rodó los ojos.
- ¿En serio? -gritó frustada Wen. -¿Por qué nos las cambian? Desde que hemos llegado al instituto que vamos con las mismas personas. ¡Tenemos dieciséis años! ¡Necesito nueva gente, relacionarme! No quiero ser otra Maica.
- ¡Pobrecita! -exclamé- Sólo es tímida, pero este año me acercaré y hablaré con ella. No quiero que este otro año sola.
- Yo también. -dijo Emily. -Y me haré amiga suya.
- Emily. -dijo Wen- Si quieres ser su amiga, no te acerques a ella porque la vas a asustar.
- ¿Perdona? - sacó los labios hacia fuera, haciendo una mueca divertida.- Yo la hipnotizo.
- Seguro. -murmuramos las dos, acompañadas de una risa.
Nos encontrabamos sentadas en el césped de nuestro parque. Hablando de las personas de clase. En mi instituto, casi todos los años cambian a la gente de las clases, para que vayas relacionandote con todos, o al menos eso dicen, pero desde que nosotras llegamos al instituto vamos con las mismas personas y con los mismos profesores de siempre. A Wen siempre le ha gustado relacionarse con gente, pero después le da vergüenza acercarse a ellos y decirles que les quiere conocer, porque dicho así, a mi se me acerca una chica que no conozco de nada y me dice que quiere ser mi amiga, y yo me asusto. Para eso ya tenemos a Emily, ella si que no se corta ni un pelo, se te acerca, te habla y en menos de un segundo, se hace amiga tuya.
- Ahora que lo pienso, también estará en clase Barbara. -dije con cara de asco.
Barbara, básicamente, era la puta de la clase. Siempre hay alguien en tu clase que no te cae bien, seguro. Pues a ella, sólo les parece agradable a los chicos. Todas las chicas la odian, es decir, un poco más de la mitad del instituto. Y es normal, porque es una de esas personas que las ves, y te dan ganas de tirarle ácido en la cara. No es fea, para que mentir, pero si es una puta, es una puta.
- Ya... -contestó Wen- Pero podemos matarla.
- Y meter el cadaver en una bolsa -siguió Emily.
- Y la tiramos al mar, para que se coman los restos los tiburones.
- ¿Por qué quieres matar a los tiburones? -exclamó Emily mirando a Wen, era una de estas conversaciones en las que "discuten" entre ellas y yo me río- Seguro que si se comen a eso, se mueren. -exclamó riendo.
- ¡Chicas! -gritó la señora Morrison, acercándose a nosotras. La señora Morrison era la vecina de Wen, siempre se paseaba por el parque los fines de semana. Es una mujer viuda, pero no pierde nunca la sonrisa, bueno, casi nunca. - ¿Cómo estáis?
- Genial, ¿y usted?
- Muy bien también, paseándome, como siempre.
- Sí. -reímos todas.
- Bueno, os dejo hablar, adiós queridas. -dijo dándose la vuelta con la intención de irse.
- ¡Espere! -grité. - ¿Podría hacernos la foto de todos los años? - Esa foto, era una tradición desde hace cuatro años, hacérte una foto el día de antes de tu primer día de clase.
- Claro. - dijo con una sonrisa. Le entregué mi móvil e hizo la foto.
Después de que la señora Morrison se fuera, estuvimos hablando de más tonterías. Ya eran las nueve menos veinte, así que tuve que despedirme de las chicas, les dije que antes de irme a dormir les pasaría la foto por Whatsapp.
Cuando llegue a casa, mamá estaba haciendo la cena, la saludé y subí a mi cuarto. Cogí el cable que conectaba el móvil con el ordenador y lo enchufé, buscándo la foto que nos habíamos echo esa tarde. Una vez que la encontré, apreté al botón de imprimir, justo entonces escuché a mi madre gritar, diciendome que la cena ya estaba lista. Mañana empezarían las clases, y yo no me acordaba ni de escribir. Genial Ronnie, pensé sarcásticamente. Me perparé la mochila rápidamente, ya con los libros y todo lo que necesitaba. Escuché como la impresora hacía un sonido, me giré, y vi la foto imprimida. Esperé un poco a que la tinta se secara del todo y la cogí para colgarla en el corcho que tenía en la pared colgado -lleno de fotos nuestras-, una vez que la colgué sonreí.