Jong In, El novio de mi herma...

By Liliana3007

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MinHun. KaiHun. KaiYeol. FLOWERS_9490 Gracias por tan maravillosa portada, Vigicita. Todos los crédito... More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Final KaiHun.
Final MinHun.

Capítulo 20.

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By Liliana3007




Veinticuatro de diciembre. La noche de Navidad había llegado. Se Hun se removió en la cama arropado con varias cobijas. La noche anterior durmió entrada ya la madrugada; Pensó en su padre. Recordó las navidades que pasó con él, su madre y Chan Yeol cuando era muy pequeñito. Chan Yeol lo despertaba muy temprano, corriendo a donde estaba el árbol de navidad para abrir el montón de regalos.

Jugaban todo el día con sus nuevos juguetes, olvidándose hasta de comer. Entonces su padre les prometía jugar con ellos si comían; Corrían a la mesa ya servida y en cuanto terminaban de comer, su padre jugaba con ellos el resto del día. La nostalgia se había hecho presente en su corazón y aún residía ahí. Incluso había llorado un poco. Chan Yeol y él seguían sin verse ni hablar. Esta sería la primer Navidad que pasaran alejados y eso le hacía doler el corazón.


Dos días antes habló con Baek Hyun. El mayor le había dicho que Chan Yeol y Kai discutían mucho últimamente. Que ya casi no se veían y más bien él era el que estaba más tiempo con el menor. También le comentó que para él, lo mejor era que ellos terminaran si aquella relación ya no marchaba bien. No era bueno tener una relación por obligación y sin amor. Se Hun inevitablemente se había sentido un tanto culpable al saber eso, y se sintió la peor persona. El peor hermano. Pero luego reconoció que no era su culpa. Entre Jong In y su hermano nunca hubo amor. Desde que comenzaron a salir, entre ellos sólo había comodidad y algo de atracción; Pero sólo eso.


Se Hun abrazó una almohada y la apretó a su pecho enterrando su rostro en ella. Jong In le gustaba. Eso era más que obvio a esas alturas. Escuchó ruido fuera de su habitación. Se quitó las cobijas de encima, aventó la almohada al suelo y corrió al baño que estaba en la recámara. Podría jurar que era Min Ho. Iría a despertarlo para bajar a desayunar.


Min Ho, Min Ho, Min Ho..
Imaginó la divertida y maravillosa sonrisa del pelinegro, con sus ojitos sonriéndole de igual manera y no pudo evitar reír para él mismo. Tomó rápidamente el cepillo de dientes y comenzó a cepillarlos. Los últimos cinco días habían sido perfectos. Entre ir a patinar sobre hielo, visitar un par de museos, caminar por las principales avenidas atascadas de personas y adornadas con cientos de series con foquitos de colores, y otros adornos.., hasta cenar con los padres del mayor, pasear y caminar por todos lados y luego visitar un tranquilo y raramente acogedor bar en aquella ruidosa, maravillosa y enorme ciudad. Todo era perfecto. No quería marcharse de Los Ángeles. No quería dejar de estar al lado de Min Ho. No quería regresar a Seúl.


Escuchó el ruido de la puerta de su habitación abrirse con cuidado. Terminó de cepillarse. Enjuagó su boca y limpió el cepillo, colocándolo a un lado del lavabo. Salió de prisa del baño, chocando con el grande y fuerte cuerpo del pelinegro.

- Buen día, pequeño.- saludó el mayor rodeando la cintura de Se Hun.

- Hola. Buen día, cariño.- EL rubio pasó las manos alrededor del cuello de Min Ho. Se puso de puntitas y lo besó.

Min Ho sintió el fresco aroma y sabor de la boca del menor. Se Hun nunca lo besaba sin antes cepillarla luego de despertar. Sintió cómo Se Hun se pegaba más a su cuerpo e intensificaba el beso. Cuando sintió la lengua del menor pasar entre sus labios, dio pequeños pasos que los llevaron hacia la cálida cama. El pelinegro recostó en ella el cuerpo del menor. Las manos de uno tocaban y acariciaban el cuerpo del otro. Ansiando sentir la suavidad y calor del cuerpo contrario después de algún tiempo.






Durante el transcurso del día iban de un lado a otro. Min Ho y su padre se encargaron de revisar que todo estuviera en orden y que no faltara absolutamente nada para la cena de navidad. La madre de Min Ho y Se Hun habían salido a comprar algunas compras de último momento. A la cena asistirían los abuelos de Min Ho por parte de ambos padres, unos tíos con sus esposas e hijos; y algunos de ellos habían confirmado su asistencia a cenar con ellos de último momento, así que debían comprar algunos regalos más.

Se Hun caminaba por el centro comercial. Lo más lógico sería que el lugar estuviera repleto de personas aun comprando cosas, como ellos; pero increíblemente el lugar estaba tranquilo. Dos locales más delante de donde estaba, vio claramente un maniquí que llevaba puesta una chaqueta de cuero negra. Entró en la tienda sin pensarlo dos veces. Observó todo lo que había en el interior. Había ropa, zapatos y accesorios para caballero. Luego de que el chico que atendía le diera la bienvenida y se ofreciera para ayudarlo a encontrar alguna prenda, camino a una pequeña área donde la ropa colgaba de unos tubos metálicos plateados.

Movió y vio cada prenda. Encontró un suéter de punto color gris con hilos plateados. Era hermoso e imaginó que se vería bastante bien en él con un pantalón negro ajustado. Descolgó el gancho con la prenda del tubo y lo colocó en su brazo izquierdo por la mitad. Caminó un poco más y casi escondida encontró una chamarra de piel color chocolate oscuro. Era bastante sencilla. Sin demasiados cierres o estoperoles. Pero era perfecta con el cuello alto, el cierre al frente y uno pequeño a la altura del pecho izquierdo donde estaba un pequeño bolsillo. Inmediatamente se imaginó a Min Ho con ella puesta; un pantalón de mezclilla azul oscuro, una camisa blanca y esas botas del casi mismo color de la chamarra que estaban en la alta repisa en la pared.

- Es hermosa, ¿verdad?

El menor se sorprendió al escuchar aquella voz desconocida.

- Sí.- admitió. – Es perfecta.

- Un cliente la apartó. Debió de haber venido hace unos diez días, pero no ha vuelto.

Se Hun miró al chico, expectante y con duda. ¿Debía preguntarle si ahora la tenía a la venta? Aquella prenda era preciosa, y sabía que Min Ho la luciría con elegancia, resaltando su espalda ancha.

- ¿Quieres comprarla?.- se adelantó el chico a preguntarle.

- ¿Puedo?.- preguntó con miedo.

El joven lo miró con una bonita sonrisa.

- El dueño de la tienda es mi tío.- explicaba. – No creo que se moleste por haber hecho alguna buena venta. Y si tienes el dinero, es tuya.- el chico caminó hacia donde colgaba la chamarra.- ¿La quieres envuelta para regalo?.- la boca de Se Hun se amplió, mostrándole una divertida sonrisa, asintió.






Se Hun y la madre de Min Ho iban de regreso en el auto. La cajuela estaba repleta de los nuevos regalos que ambos habían comprado. Pararon en el camino a comprar unos cafés, un té caliente y unos panecillos recién horneados.

- Debes haber comprado algo realmente lindo, Se Hun.

El rubio volteó a verla al volante. El semáforo en rojo los había hecho detenerse, momento que ella aprovechó para hacérselo notar.

- Tu sonrisa y la emoción que reflejas no pueden mentir.- dijo la mujer con una enternecedora sonrisa.

- La verdad, es que es el regalo perfecto para Min Ho.- reconoció. – Estoy seguro de que le encantará.

Cuando llegaron a la casa, Min Ho limpiaba la nieve a la entrada. La fachada de la casa, tapizada de luces de colores, adornos en la parte superior y una grande, pero hermosa corona adornaba la puerta principal. El padre del mayor se acercó a ellos después de que bajaran del coche para ayudar a bajar las compras. Min Ho fue hacia el menor, acomodó la chaqueta de éste y le quitó de las manos los vasos con las bebidas calientes, entrando a la casa.

Un rato después, el mayor entró a su habitación, notando sobre la cama ropa que claro estaba no la había comprado él. Se acercó para mirar de cerca. Tocó con la punta de los dedos la chamarra. Al contacto sintió la piel de ésta fría, pero era hermosa.

Se Hun. El pelinegro pensó en el menor con una sonrisa, si se hubieran puesto de acuerdo en regalarse mutuamente ropa, no lo habrían hecho así de bien. Si el menor quería verlo con esa ropa puesta, lo haría. Pero él también quería lo mismo de vuelta, y sabía que lo tendría.

La música festiva de Navidad se escuchaba por toda la casa. La larga mesa tenía puesto cada lugar en ella y al centro dos pequeños floreros con candelabros a los lados. Las velas aromáticas que estaban encendidas por todos lados, aromatizaban todo el lugar a canela y manzana. Los cuatro abuelos de Min Ho platicaban entre sí, el señor Choi con una copa en la mano reía por algo que decían un par de sobrinos. Algunos de los invitados jugaban al centro de la sala sobre la mesa de centro un juego de mesa para entretener a los más jóvenes. Se Hun llevó a los abuelos una charola plateada con pequeños aperitivos para que los comieran mientras charlaban.

Sí. Definitivamente, Se Hun no se había equivocado al escoger y comprar aquellas prendas. Cada prenda calzaba cada parte del cuerpo de Min Ho a la perfección, resaltándola y ahora él admirándola a más detalle. El rubio no apartaba la mirada de aquel fuerte y asombroso cuerpo. Su boca se secaba cada vez que ésta pasaba por el ancho pecho de Min Ho. Su cuerpo era recorrido por escalofríos al ver aquellas grandes, rudas y masculinas manos. Mordía su labio inferior cuando observaba las largas y gruesas piernas, o cuando el pelinegro se giraba de lado y podía apreciar claramente su redondeado trasero y su perfecto perfil completo. Su corazón se aceleraba cuando lo veía reír o sonreír, sin importarle a quien fuera dedicado aquel gesto.







Su móvil vibró en el interior del bolsillo de su pantalón, rápidamente lo buscó.
Un mensaje.


"Deberías dejar de verme de esa manera.".- se leía. Sonrió.


"¿Te molesta? Puedo dejar de hacerlo si es así".- contestó rápidamente.

"No me molesta en absoluto. Pero mi madre se divierte por eso"

¿Qué? La madre de Min Ho se había dado cuenta de la manera en que llevaba observando a su hijo desde hacía un buen rato, y.. ¿ella sólo reía? La buscó entre los invitados y la encontró platicando con una pareja cerca de la chimenea al centro del salón. Pudo ver cómo sus miradas se encontraron, la vio sonreírle y luego desviar su atención a la pareja.


Se Hun sintió instantáneamente el rostro caliente, avergonzado por haber sido atrapado en algo que pensó ser prudentemente discreto. El móvil le avisó una llamada entrante. Se disculpó con las chicas que se suponía hablaba, primas o sobrinas de Min Ho, no recordaba. Contestó.

- ¿Estás bien?.- escuchó la voz del mayor. - No te preocupes por mi madre. Le encanta divertirse a costa de los demás.

Se Hun caminó hacia la mesa de los aperitivos, rellenó su vaso de líquido borgoña del enorme bol de cristal, y tomó un puñado de grandes y jugosas uvas verdes. Metió un par ellas a la boca y masticó.

- Entiendo. Pero no me eres de mucha ayuda al intentar apartar mi vista de ti, cariño.- confesó dando un trago a su vaso.

- ¿Te gusta cómo luzco?.- preguntó con la voz divertida. - Me encantó tu regalo. Me queda bien, ¿no es así?

¿Min Ho quería divertirse con él? Pensó Se Hun. Pues bien, él también se divertiría.

- Pienso que escogí muy bien cada prenda, Min Ho.- aceptó con modestia. - Te ves tan jodidamente sexy con esa ropa, te ves tan..

Se Hun bajó la mirada, pasó una uva por sus labios. Pasó la punta de la lengua por ella, la chupó mordiéndola por la mitad y sonrió al sentir sobre él la penetrante mirada del pelinegro.

- Espera.- interrumpió Min Ho al menor. - ¿Estás usando "jodidamente sexy" en un sólo enunciado, y refiriéndote a mí?.- Se Hun estaba provocándole, eso era más que obvio. Raro que él hiciera eso, pero lo dejaría seguir, quería ver hasta donde llegaba. - Dijiste que me veo tan jodidamente sexy con esta ropa, tan.., ¿Qué más? Dime.

Se Hun bebió nuevamente antes de levantar su mirada y que ésta se encontrará con la del mayor.

- Tan caliente.-aseguró con la mirada clavada y fija. - Te vez jodidamente sexy y caliente, Min Ho.- insistió con voz sensual.

Se Hun notó como aquellas palabras noquearon la sólida firmeza de su ser. Vió como el pelinegro desencajaba la quijada y entregaría la boca.


- Estaba pensando seriamente en obsequiarte otro regalo.- confesó. - Pero no puedo dártelo aquí. Tal vez más tarde, cuando todos se marchen y...

Min Ho cortó la llamada. Guardó el celular en el bolsillo y caminó hacia el menor. Lento, cauteloso pero decidido. Llegó a él, lo tomó de la mano y lo llevó hacia el pasillo se conducía a las escaleras. Lejos de las miradas de los demás, pegó la espalda del rubio a la pared con fuerza. Su mirada fue de aquellos ojos melados a la roja boca. Besó los labios con deseo. Mordió el labio inferior y lo escuchó quejarse. Pudo sentir el sabor de lo que estuvo bebiendo parte de la noche. La boca de Se Hun sabía al ponche de frutas que había preparado su madre. La mano del menor que tenía la bebida, la colocó alrededor del cuello del pelinegro, acercándolo más a él. Min Ho tomó la cadera del rubio con ambas manos con fuerza, rozando sus partes bajas.

- ¿Has puesto ron al ponche has tomado?.- preguntó curioso Min Ho.

- Sabes que no.- dio una risilla y dijo: - ¿Piensas que debo beber algo de licor para hablarte así?

- Nunca lo haces.- exclamó. Se Hun le ofreció la última uva y él la aceptó de sus dedos. Masticó. - Debiste haber comprado hace mucho esta ropa, pequeño.






Cuando Se Hun, sentado a horcajadas sobre las contrarias piernas, besaba aquella boca carnosa y roja, Min Ho presionaba con una mano la nuca del rubio, haciendo más fuerza al tiempo que sus labios se besaban. Una hora atrás habían estado abriendo regalos, cantando un par de canciones navideñas, tomando más ponche, probando golosinas y algunos postres. La cena había sido deliciosa. Luego de que la mayoría de los invitados se marcharan. Se Hun había dado las buenas noches y un abrazo a todos los restantes. Le dijo a la madre de Min Ho que no se sentía muy bien, y que la cabeza comenzaba a dolerle. Mas no le dijo que la verdad era que no estaba acostumbrado a convivir con tantas personas y eso lograba estresarlo un poco.

A Se Hun le gustaba tocar el cuerpo de Min Ho. No quería parar de tocar los músculos gruesos y poderosos del pelinegro. Pasaba la punta de sus dedos de la mano por el torso moreno de éste. No quería perder una nueva oportunidad de tener esa intimidad con él, ni tampoco acariciar y apreciar todas esas otras partes tan masculinas duras y deliciosas que siempre quiso explorar.

- Te deseo tanto, Min Ho.- susurró el menor con su voz pausada, baja y sexy, para derretirlo, igual que como sucedía con el chocolate que pones al fuego, convirtiéndolo en un líquido suave y exótico al paladar.

El menor fue consciente de lo que habían provocado sus palabras en el contrario, pues con los bordes arrugados y cálidos de aquellos ojos oscuros, lo miraban notando su sorpresa. Sin embargo, allí estaba Min Ho, y junto con él, aquella tensión sexual maravillosa que él había estado sintiendo a lo largo de toda la noche, y que estallaba como un volcán en su cuerpo entero. Se Hun se inclinó contra el otro cuerpo, con sus brazos macizos y musculosos, uno a cada lado del pecho del mayor, mientras le sonreía.

Él llevaba un camisa azul marino de fondo con algunos detalles en un azul más claro, un pantalón de vestir ajustado igualmente azul marino y una chaqueta de piel color índigo. La camisa al igual que la chaqueta, abrazaban la parte superior de su torso y los pantalones hacían lo mismo con sus caderas mientras le envolvían las piernas, y que en ese momento, Min Ho no pudo dejar de notar ese bulto maravilloso entre los muslos. Su erección le pareció tan grande que casi pudo sentir la obviedad de ese calor tan familiar entre su mano, acariciándolo. Pasó levemente los dedos por sobre ésta y un calor que le recorrió el cuerpo entero.

Se Hun creyó que pararía de respirar cada vez que el pelinegro lo miraba o tocaba de aquella manera.., sobre todo su parte más íntima. Él sabía que no debería quedársele viendo, tal vez en ese momento lucía tan ansioso como desesperado por seguir con todo eso; Pero él simplemente no podía evitar mirarle fijamente el cuerpo al hombre más bello que conocía. Su cabello negro era un poco más largo que cuando se habían vuelto a reencontrar. Peinado hacia atrás desde su frente y levemente hacia un lado a un costado. Tenía una nariz dulce, ligeramente grande, que a él le encantaba, una mandíbula fuerte y que reflejaba una oscura sombra angulada. Sus labios parecían rellenos y bien definidos. Estaban hechos para besar.

Rio esperando que Min Ho no notara cuán nervioso se estaba sintiendo de repente, considerando el rastro del olor a la chaqueta de piel que expelía y aquella loción para después de afeitarse que a él siempre le había gustado; tenía un olor tan maravilloso y peligroso que hacía que su corazón se acelerara demasiado.

Se Hun verdaderamente adoraba sentirse protegido cuando estaba cerca de él. Sin mencionar aquellas emociones mezcladas que también le sobrevenían. Entendimiento, emoción y otras cosas sucias que se sentían muy bien. Se dio cuenta de la manera en que el pelinegro lo estaba mirando. Por un corto momento, su mirada se resbaló por debajo de su cuello y se detuvo en el inicio de su pecho. Oh sí, aquel pecho lo notaba y sentía grande y poderoso, apretándose contra la camisa blanca y ajustada que tenía puesta, y ansioso por tener las manos de él encima moldeándolo. Exhaló, tratando de mantener la sonrisa. Pero era muy difícil. Demasiado difícil, cuando lo único que él quería era arrancarle esa chaqueta y camisa del cuerpo, y pasarle las manos encima de todos esos músculos. Unos músculos que había visto algunas veces, pero nunca en todo su esplendor.

Min Ho advirtió tal vez lo que Se Hun estaba deseando hacer, porque éste tomo ambos lados de su rostro con las manos extendidas y volvió a besarlo de nueva cuenta. Su boca caliente lo impactó mucho, dejando salir el placer poco a poco. Él adoraba cuando el menor era tan transparente en su mirada o en sus actos, ya que eso lo hacía fácil de leer y entender lo que le gustaba o quería. Gimió, al sentir aquellos brazos abrazándole a él el cuello, lo jalaban cada vez más. Su pecho se apretó contra el de Se Hun, y fue así que pudo notarle el corazón tan acelerado. Al comienzo dudó, parecía como si Se Hun quisiera parar y dejar de besarlo, pues debió haberse confundido luego de quitarle la chaqueta y desabrocharle la camisa. Él le soltó la cara, le pasó los dedos por el pecho, entremetió las manos por los hombros y se la quitó, recorriendo las caricias hasta la espalda. Sus manos se movían en movimientos sensuales, mientras sus dedos le acariciaban la blanca piel, poco a poco hasta llegar a la cintura. Un ruido bajito salió del rubio cuando colocó las manos en el vientre para desabrochar el pantalón y se le metió a él en la boca. Le agarró las caderas y se las apretó contra las de él, mostrándole el calor y la dureza en el medio de sus muslos. La sensación de su erección que se le apretaba contra el vientre bajo del menor, ambos cuerpos sintieron electrizarse. Min Ho se estremeció con ese deseo tan salvaje, mientras daba vuelta con Se Hun sobre la enorme cama.

Él rompió ese beso tan suave y respiró fuerte contra su boca.

                 - Ahora es cuando tomas la decisión final.- advirtió con la voz riquísima. – Continuamos,                    o paramos. No hay vuelta atrás, cielo.

                - La decisión la tomé mucho antes.- avisó, separando la espalda de la superficie,                                    apoyando ambos codos en ella. - No quiero parar.

Min Ho lo miró fijamente. Había verdad en aquellas palabras y seguridad en sus actos. Sintió cómo los sentidos se le incendiaban con sus palabras. Sus bocas se sellaron otra vez. Esta vez más fuerte. El pelinegro lo besó hasta que la boca le dolió a él y hasta que su cuerpo se inundó de un deseo que el menor sabía cómo saciar. Sólo si Min Ho lo hacía suyo. Los labios del mayor se movían rítmicamente con los de él, a la par que los vaivenes de sus cuerpos.

Se Hun sintió una tormenta de deseo creciendo en su interior, llevándolo a un clímax que hasta ahora, sólo había sentido cuando ambos solían masturbarse uno al otro. Pero esto iba a ser diferente. Iba a ser mejor. Él estaba seguro. Su cabeza dio vueltas cuando el mayor empujó sus labios con la lengua, en medio de sus dientes hasta adentro. Percibió el poder de su aroma. Sintió que su sangre le corría por las venas, mientras que su lengua se unía con la de él en una danza de deseo. El menor le soltó los brazos del cuello y le pasó las manos por los hombros musculosos, masajeándolo, sintiéndole los bíceps flexionársele, y enterrándole los dedos en las caderas. Con un gruñido suave, él levantó la cabeza y maldijo muy bajo.

- Vaya beso.- él respiró pesadamente. Se Hun abrió los ojos y lo encontró sonriéndole.

Pero Min Ho sacudía la cabeza al parecer divertido. Entonces él gimió al ver esa oscura mirada que parecía tan sexy. Vio al pelinegro levantarse lentamente sin quitar la mirada de la suya. Deslizó la tela del pantalón por lo largo de sus piernas. Ahora estaba casi desnudo, su cuerpo estaba expuesto. Min Ho a una velocidad apropiada fue desvistiéndose. Se Hun sabía que Min Ho tenía un cuerpo maravilloso, aun con ropa era evidente apreciarlo; pero sin prendas, como ahora, era aún más genial. Aquel cuerpo parecía haber sido esculpido con toda la pasión y paciencia de quien quiere crear algo perfecto.

Cuando Min Ho intentó quitar el bóxer del menor, la última prenda, éste sintió su corazón dejar de latir por un par de segundos y su estómago contraerse ante la ansiedad de la expectativa de lo que seguiría. En el instante en que sintió la lengua del pelinegro recorrer su longitud, cerró los ojos por el placer que ésta recibía y aquella corriente eléctrica le recorría todo el cuerpo, y sintió que se correría.

- Córrete para mí, cielo.- suplicó Min Ho en un sonoro suspiro. – Hazme saber que lo estas disfrutando así como lo hago yo.

Y entonces, como si la mente del menor estuviera esperando aquella petición, su cuerpo vibró y estremeció corriéndose entre la mano del mayor. El pelinegro sonrió complacido. Movió la mano y los dedos, esparciendo el líquido blanquecino por el semi erecto miembro del menor; y volvió a probarlo.

Tanto la piel, como el cuerpo, y el interior de Se Hun se acoplaban y encajaban a la perfección con el cuerpo de Min Ho. Los ojos cerrados del menor preocuparon un poco al pelinegro. Sabía que no había lastimado al menor en el momento en que lo había penetrado. Se Hun, debajo de él, con la espalda arqueada hacia su pecho, suspiraba y se quejaba suavemente con los labios entreabiertos. Cuando los ojos del rubio se abrieron lentamente y buscaron los de Min Ho, hizo un movimiento tan imperceptible de caderas, pero tan notorio para el pelinegro, que comenzó a moverse lentamente. Se Hun volvió a quejarse por el movimiento. Comenzaba a cerrar los ojos de nuevo, pero fue detenido por el mayor. Pidiéndole en un grave susurro que lo mirara, que no apartara su vista de la de él.

Los movimientos llenos de gozo y placer que daba el cuerpo de Min Ho al de Se Hun fueron incrementando aquellas excepcionales sensaciones que avisaban a sus mentes la llegada del clímax para ambos. Min Ho apoyaba sus manos a cada lado de los hombros de Se Hun. Sus firmes y certeras acometidas en el lugar preciso de aquel caliente y apretado interior, provocaron que el menor comenzara a gemir sonoramente lleno de placer. Sintió erizarse su piel ante la imagen sublime que Se Hun estaba ofreciéndole sin pudor ni vergüenza. Sus movimientos aumentaron de fuerza y velocidad. El menor fue a su encuentro, besándolo con verdadera pasión. Su interior se contrajo y aprensó el grueso y duro miembro del pelinegro en una fuerte contracción que le avisó que Se Hun estaba corriéndose. Min Ho se dejó caer sobre el cuerpo del menor y se abrazó al pecho de éste; aprovechando eso, Se Hun mordió con vehemencia el hombro del mayor, provocándole mucho más placer, y terminara eyaculando en su interior.


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