Jong In, El novio de mi herma...

Oleh Liliana3007

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MinHun. KaiHun. KaiYeol. FLOWERS_9490 Gracias por tan maravillosa portada, Vigicita. Todos los crédito... Lebih Banyak

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Final KaiHun.
Final MinHun.

Capítulo 18.

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Oleh Liliana3007


- Viniste. No estaba seguro de si saldrías de casa con este frío.- decía un poco preocupado. – No quiero que enfermes.

Se Hun rio bajito. Se recargó en el respaldo de la silla y se acomodó.

- No te preocupes. Llevo solamente tres capas de ropa.- movió las manos haciendo referencia a su cuerpo. – He llevado más ropa en el pasado.- lo miró entrecerrando los ojos. - ¿Cómo sabías que vendría aquí?

Jong In se quedó en silencio observándolo. El color rosa de su cabello había dejado de existir, en cambio ahora era de un color rubio que le quedaba maravillosamente bien. Su rostro se veía pálido a diferencia de su nariz y alrededor de los ojos, que se notaban enrojecidos. La lengua del menor pasó por entre los labios humedeciéndolos y entonces se perdió en ellos. La boca roja y carnosa lo llamaba a besarla, y sólo Dios sabía cuanto luchaba por no hacerlo. Bajó la vista mordiéndose el labio inferior cuando la mesera llegó a la mesa y entregó su pedido. Había ordenado café, té y dos brownies de chocolate con un poco de chocolate blanco encima.

- Debemos dejar de vernos así.- habló el menor, removiéndose en el asiento. Viendo que el moreno no dejaba de mirarlo intensamente.

- ¿Así como?.- habló al fin con algo de descontento.

- A escondidas, Jong In.- aclaró, dando un trago a su taza de té, mirándolo por el borde de esta.

- No hacemos mal en vernos de vez en cuando.- había manejado hasta Jeonju nuevamente para solamente verlo, y ¿ahora le decía eso? No quería dejar de verlo. Pero sabía que en el momento en que el menor regresara a casa con Min Ho, no podrían verse tan fácilmente como lo hacían allí.

- Lo sé. Pero pronto regresaré a Seúl y no voy a mentirle a Min Ho si sigo viéndome de esta forma contigo. Además, no quiero que rumores entre nosotros comiencen a salir.- El menor se agachó hacia el centro de la mesa y habló bajito. - Pero eso sólo lo sabemos tú y yo. Los demás no lo pensarán así.

Se Hun tenía razón, Jong In no podía llevarle la contraria respecto a eso. Pero tampoco quería dejar de verlo. Antes lo veía cuando iba a ver a Chan Yeol a la casa, pero desde que éste ya no vivía allí, no tenía forma de verlo en absoluto. A no ser que se vieran clandestinamente. Como ahora.

Se Hun no estaba de acuerdo teniendo que mentir a su novio. Min Ho no se merecía eso; A pesar de no estar haciendo algo malo. No se preocupaba por Chan Yeol, no le importaba si éste se enteraba que se veía ocasionalmente con su novio a tomar un café y hablar un rato. No le importaba lo que él pensara.

Últimamente Se Hun no había podido dormir por las noches. Intentando razonar, darse explicaciones a sí mismo. Quería huir de aquella atracción.. ¿Física? No. Lo que pasaba era más que eso. Él sabía que era mucho más, como también lo sabía Jong In. Se había levantado muy temprano. Hizo el desayuno junto a Sam, aprovechando que los pequeños aún dormían, mientras Lay se duchaba y arreglaba para irse a trabajar también.

Los dos habían salido de casa después de desayunar. Trabajó toda la mañana. No supo si con afán desmedido, con inercia o con monotonía. No iría a comer a casa. Había llamado a Sam diciéndole que comería fuera. Era viernes y no dormiría con ellos, sino en el departamento. Así que los vería hasta el lunes.

Caminò un rato antes de llegar ahí. Fue entonces que lo vio en cuanto entró. Jong In estaba sin gabardina, ésta estaba colgada y doblada por la mitad en el respaldo de la silla que estaba al lado de él. Sentado, un poco pálido, mudo y solitario en una esquina al fondo. Lo había visto levantarse y avanzar hacia él al verlo llegar.

No hubo muchas frases, unas pocas, tan pocas y tan diferentes a lo que ambos deseaban decir, que el menor respiró mejor. Jong In en cierta forma era considerado. Si sabía y sentía lo mismo que sabía y sentía él mismo, era considerado. Era delicado para respetarlo y respetarse a sí mismo.

Comieron sin ningún problema. Ésta vez pagó Se Hun y el moreno lo miró sonriente. El rubio evadió su mirada. De reojo vio al moreno sacar su móvil y hacer una llamada. Él acomodaba sus ropas. Se ponía los guantes cuando lo escuchó maldecir en voz baja pero audible para él. Algo no estaba bien.

- ¿Qué pasa?.- se atrevió a preguntar cuando el mayor terminaba la llamada.

- ¿Conoces algún hotel por aquí cerca?.- respondió con otra pregunta.

Jong In había perdido la reservación que había hecho con antelación antes de salir de Seúl. Debía de haber llamado al hotel en cuanto llegara a Jeounju. Pero en vez de eso, había corrido a la cafetería a esperar al menor; Y ahora se quedaba sin una habitación para dormir.

Por unas tres horas fueron y vinieron de un hotel a otro. Se Hun le indicaba la ubicación de los hoteles que él había descubierto al caminar sólo por la ciudad. Lamentablemente a cada uno que fueron, no encontraron habitaciones libres. Ninguna. La temperatura había bajado aún más y el cielo ya estaba oscuro.

Se Hun lo miraba de reojo. Sabía que no era obligatorio lo que diría a continuación, pero no tenía de otra. No podría estar bien consigo mismo si no lo hacía. Suspiró hondamente y el castaño lo miró preocupado.

- ¿Estás cansado? Deberías ir a casa y descansar.- dijo tallando las manos en los hombros y brazos del rubio. - Aquí afuera está helando. Vamos, te llevaré.

Se Hun se quedó quieto y tieso al contacto de aquellas manos. Respiró y entonces habló aún sin moverse.

- Escucha. Puedes quedarte en el departamento.- Jong In lo miró con los ojos más abiertos, incrédulo. Bajó las manos dejándolas a sus lados. – Yo iré a casa con Lay y Sam.

El menor quitó uno de sus guantes e introdujo la mano en un bolsillo del pantalón.

- Ten.- dijo ofreciéndole un pequeño llavero con dos llaves metálicas resplandecientes. – Son del departamento. Ahora te doy la dirección.

- No. No puedo aceptarlas.- rechazó con una mano a la altura del pecho. – Buscaré en otro hotel después de llevarte ahí.

- Yo iré a casa. Quédate en el departamento.- dijo casi ordenando.

Jong In sonrió de medio lado.

- ¿Qué va a decir Lay cuando vea que llegas a casa? Él sabe que los fines de semana no duermes en casa. Interrumpirás los planes que ellos tengan, además, ¿No crees que a Lay y a Sam se les haga raro eso? Esto seguro de que Lay irá al departamento para averiguar la razón por la que no estarás allí.. Y la razón seré yo.

¡Maldición!

Se Hun sabía que el mayor estaba en lo correcto. Lay era capaz de ir a investigar la razón por la cual no dormiría ahí. Y no quería ni necesitaba un escándalo. Resopló, dio media vuelta, subió al auto y cerró la puerta con un portazo.

Jong In subió al auto con una traviesa sonrisa en los labios. Sí. Había ganado esta vez, el rubio se veía encantador molesto y le divertía verlo de esa manera. Manejando, siguió las órdenes que el menor le indicaba. No tardaron más de quince minutos en llegar a un alto edificio. Entraron al estacionamiento, aparcaron el auto, y luego de cerrarlo y poner la alarma, caminaron hacia el elevador.

Jong In iba detrás de Se Hun. Éste no le había vuelto a hablar en el trayecto y el castaño no lo pensaba presionar. Dentro del elevador vio el tablero. Once pisos. Se Hun presionó el botón que indicaba el número ocho.


- ¿No me hablarás?.- dijo después de que vio al menor recargar un lado del cuerpo en una de las paredes y apoyar la cabeza. -¿En serio no lo harás? ¿Pasaremos juntos todo el fin de semana sin hablarnos?

Entonces fue que Se Hun giró abriendo más los ojos.


- ¿Disculpa? ¿Cómo que todo el fin de semana?.- comenzaba a ponerse frenético. - ¿Qué quieres decir con todo el fin de semana?

El elevador se detuvo en el recibidor y entraron una pareja mayor y tres hombres vestidos de traje.


- Hola querido.- saludó la mujer al rubio con una alegre sonrisa. - ¿Cómo has estado? Cada vez que te veo, luces más guapo.- saludó mientras el esposo de ésta pulsaba el botón con el número cuatro y uno de los hombres el del número cinco.

Jong In notó como los tres hombres volteaban a ver a Se Hun disimuladamente. Automáticamente lo tomó de la cintura por la espalda y lo atrajo a él. El menor volteó a mirarlo con el entrecejo fruncido, pero no le dijo nada.


- Sra. Bensons. He estado muy bien. Un poco cansado pero bien.- respondió, sintiendo como la mano del mayor acariciaba su cintura y lo apretaba más a su cuerpo. Sentía la calidez de aquel fuerte y grande cuerpo, y las sensaciones internas que lograba éste con la cercanía de ambos cuerpos. - Usted es quien siempre luce guapa. Ese vestido le queda a maravilla.

La mujer de cincuenta y tantos años sonrió ampliamente y puso la mano izquierda sobre la mejilla de Se Hun.

- Un día de estos deberías de visitarme, tomaremos ese té que tanto te gusta.

- Claro que sí, Sra. Bensons. ¿Le parece mañana?.- si Jong In pensaba quedarse todo el fin de semana en el departamento, pues que se quedara. Él saldría. Aunque fuera a tomar el té con una señora que tenía cuatro enormes, peludos y gordos gatos en su departamento y un marido que sólo veía el televisor durante todo el día.

- De acuerdo. Te espero a las tres de la tarde, querido.

Llegaron al piso ocho. Luego de que bajará la pareja, el mayor buscó la forma de interponerse entre Se Hun y los tres hombres. Cuando vio que uno de ellos guiñó un ojo a éste, sintió que la sángrele hirvió una fracción de tiempo. Sobre todo cuando notoriamente las mejillas del menor se tiñeron de rosa. Pasó saliva, intentando tragarse el enojo.



Dentro del departamento, Se Hun lo llevó directamente a la habitación en la que dormiría el mayor. El lugar, lejos de ser grande, contaba con dos habitaciones. Cada una tenía una cama matrimonial, una mesita de noche con una lamparita encima y un pequeño closet. El baño estaba justo enfrente de las dos recámaras. Una salita que sólo tenía un sofá grande y frente a éste, una pantalla sostenida en la blanca pared y en el piso una alfombra en colores negro, blanco y plateado. Él mismo la había comprado intentando hacer más acogedor el lugar a la hora de ver en el televisor una buena película. La cocina constaba de una parrilla de gas de dos fogones, un refrigerador pequeñito y un mueble para guardar algunos trastos. No había comedor, y tampoco había cocinado algo ahí desde que llegara. Así que, o salía a comer fuera u ordenaba algo por teléfono.

Jong In no había prestado mucha atención al lugar. Sólo siguió al rubio por donde este se movía, escuchando su voz sin comprender lo que él decía. Le fascinaba escuchar aquella voz. Le encantaba apreciar aquella silueta tan perfecta a simple vista. Luego de que Se Hun le deseara las buenas noches y entrara a su habitación, éste no había vuelto a salir para nada.

La cama era cómoda, mas sin embargo no lograba encontrar una posición cómoda para dormir. Seguro de que no podría dormir. Se levantó y salió de la recámara descalzo. Tomaría un poco de agua y tal vez vería algo en el televisor, esperando a que el sueño llegara a él. Su plan se vino completamente abajo cuando por el rabillo del ojo vio a Se Hun. El rubio llevaba puesto un gran suéter blanco de punto que dejaba al descubierto su hombro derecho y un pants holgado negro. De pie frente al ventanal que abarcaba lo largo de la pared. Tenía los ojos cerrados, la frente pegada al grueso cristal al igual que ambas palmas de las manos y al aire cálido que exhalaba, empañaba una pequeña área opacando y distorsionando su reflejo.

Jong In lo vio girar el rostro a cada lado, colocando las mejillas en el helado cristal. Se Hun parecía amar el frío. El mayor podía notar el placer que el rubio sentía al entrar en contacto con éste, a pesar de que la realidad era que Se Hun y las bajas temperaturas no se llevaban del todo bien. Su conciencia lo hizo volver en sí cuando ya estaba detrás del menor, apreciando su ancha y fina espalda. La mano derecha del moreno se movió involuntariamente. Con las yemas de los dedos acarició casi inexistentemente desde la parte trasera del oído, bajando al hombro pálido y desnudo.

Naturalmente, Se Hun había sentido aquella caricia. Su frente había vuelto a posarse en el cristal con la cabeza gacha. Desde luego había sentido la presencia de Jong In, pero tenía miedo. Miedo de abrir los ojos, verlo y perderse en aquellos ojos negros. Las suaves puntas de los dedos de éste acariciaban lentamente su piel. Apretó los dientes, estremeciéndose enseguida a causa del escalofrío que sintió. El contacto de tenían sus pieles desapareció. El menor abrió los ojos, girando su cuerpo lentamente, con miedo. No quería voltear. Temía que si lo hacía, terminaría arrepintiéndose; Pero aún así lo hizo.

Las miradas de ambos se encontraron en la tenue oscuridad apenas iluminada por la luz que entraba del exterior. Jong In se movió tan de prisa que no tuvo tiempo de reaccionar. La mano derecha del moreno había tomado con fuerza la parte trasera del cuello del menor, abarcando parte de la mejilla y debajo del oído, acercando su cuerpo hacia el de Se Hun. Las temperaturas de aquellos pares de labios chocaron cuando éstos entraron en contacto. La fría boca del rubio contrarrestaba con la cálida de Jong In.

Se Hun había llevado las manos a la cintura del mayor, apretando la playera que usaba en ese momento. Sentía sus labios fríos, así como sus mejillas, sus manos, la piel desnuda de su hombro; pero no le importaba. Jong In lo besaba posesivamente, lejos de ser un beso tierno. Parecía como si estuviera celoso de que el frío se hubiera apoderado de sus labios, y quisiera quitarlo, arrancarlo de ellos y dejar la tibieza y calidez de los suyos, reclamándolos.

Jong In empujó su cuerpo, pegando su espalda y trasero en el grueso y helado cristal; Los dos inclinaron sus rostros, haciendo el beso más profundo e intenso. Se Hun coló las manos bajo la playera del mayor y sus frías manos recibieron el calor de su cuerpo, de su piel. Era malditamente cálido.

Jong In gimió sobre la boca del rubio al sentir aquellas manos frías. Sintió su cuerpo estremecerse y su piel erizarse. Se Hun al sentir aquella piel reaccionar a él, mordió instintivamente el labio inferior del moreno, escuchándolo quejarse placenteramente. El mayor logró separarle las piernas para acomodar la de él entre ellas; Bajó las manos por el costado, pasando el pecho, la cintura, llegando hasta su trasero, lo separó levemente del cristal atrapándolo en ellas, estrujándolo, acercándolo más a él. Y entonces ambos fueron conscientes de la excitación del otro.

Se Hun cortó el beso separándose de los labios del mayor abriendo los ojos. Jong In lo miraba con la mirada tan oscura que su cuerpo se estremeció estrepitosamente. Los gruesos labios estaban más gruesos, más rojos.. y se le antojó besarlo nuevamente. Pero se detuvo a media acción. Jong In sin perder más el tiempo, con una mano atrapó los rubios cabellos del menor y los jaló hacia un lado, dejando libre el cuello de Se Hun. Lo besó, pasó la lengua a su antojo y mordió cuanto quiso, dejando pequeñas marquitas rojas. La otra mano que tenía libre la dirigió hacia la firme entrepierna del rubio, pero cuando el menor sintió aquel tacto lo detuvo.

- No.- negó con voz ronca.

Jong In no se atrevió a cuestionarlo, simplemente se detuvo. Se alejó de aquel cuerpo con toda la fuerza de voluntad que fue capaz de reunir. Solamente lo miraba con la respiración rápida, el pecho agitado y una gran excitación.

- Jong In.- su voz de repente cobraba ansiedad. – Te voy a pedir que no vuelvas a..

El moreno lo miraba completamente confundido. ¿Qué era lo que no quería que volviera hacer? ¿Besarlo, tocarlo? O ¿Verlo?

- ¿No quieres que vuelva aquí a verte?

- Ni aquí, ni en Seúl.- aclaró. – No quiero que volvamos a vernos. Mucho menos a solas.

- ¿Y crees que eso lo arregla todo?.- hablo el mayor con una suavidad que lo conmovió hasta lo infinito. - ¿Eres feliz con Min Ho? ¿Ahora lo amas?

No. No quería que ahondara por allí. Aquello era cosa suya. Si bien no lo amaba, sí era feliz y dichoso al lado del pelinegro.

- Respóndeme, Se Hun.

- No quiero hablar de mí.

- ¿Crees que no hablas? Pues hablas, pequeño. Sin abrir los labios hablas. Basta mirarte a los ojos y darse cuenta. No..

- Jong In.- lo interrumpió. - Te prohíbo que sigas.

Jong In, súbitamente buscó una mano de las manos del menor. Buscó aquellos dedos, entrelazándolos con los suyos. Estaban helados. Los apretó con fiereza y a la vez con cálida ansiedad, con ternura, con anhelo. Se Hun intentó rescatarlos y soltarse, pero el moreno se los apresaba con sus dos manos.

- Es inútil que intentemos escapar de esto. Tú lo sabes, Se Hun.

No lo soportaba. Por la misma verdad que decía, no lo soportaba. Fue por eso que dio un tirón, rescató sus dedos, se separó del cristal y dando algunos pasos se alejó de él. Se quedó erguido, tembloroso ante Jong In que lo miraba con desesperación.

- No vuelvas a buscarme.- susurró intensamente. – No. No vuelvas.

- Se Hun..

- Te lo pido.- casi imploró. - Jamás pedí una cosa así, con tanta necesidad.

Giró sobre sí, se alejó entrando a la habitación dejando tras él un sonoro portazo.

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