Oculto

By Katstaystrong

1.6M 107K 12.5K

Tan curiosa e ingenua que el irse de casa para buscar sus origenes suena increíblemente sencillo. Inmersa en... More

Sinopsis:
Prologo:
Capitulo uno:
Capitulo dos:
Capitulo tres:
Capitulo cuatro:
Capitulo cinco:
Capitulo seis:
Capitulo siete:
Book trailer!
capitulo ocho:
Capitulo nueve:
Capitulo diez:
Capitulo once:
Capitulo doce:
Grupo en Facebook!
Capitulo trece:
Capitulo catorce:
Capitulo quince:
Capitulo dieciséis:
Capitulo diecisiete:
Capitulo dieciocho:
Capitulo diecinueve:
Capitulo veinte:
capitulo veitiuno:
Capitulo veintidós:
Capitulo veintitrés:
Capitulo veinticuatro:
Capitulo veinticinco:
Capitulo veintiséis:
Capitulo veintisiete:
Capitulo veintiocho:
Capitulo veintinueve:
Capitulo treinta:
Capitulo treinta y uno:
Capitulo treinta y dos:
Capitulo treinta y tres :
Capitulo treinta y cuatro:
Capitulo treinta y cinco:
Capitulo treinta y seis:
Capitulo treinta y siete :
Capitulo treinta y ocho :
Capitulo treinta y nueve :
Capitulo cuarenta:
Capitulo cuarenta y uno:
Capitulo cuarenta y dos:
Capitulo cuarenta y tres:
Capitulo cuarenta y cuatro:
Capitulo cuarenta y cinco:
Capitulo cuarenta y seis:
Capitulo cuarenta y siete:
Capitulo cuarenta y ocho:
Capitulo final:
Epilogo:
Sinopsis: Incierto -Segunda Temp.
Incierto: prologo
Incierto: Capitulo uno
Incierto: Capitulo dos
Incierto: capitulo tres
Incierto: capitulo cuatro
Incierto: capitulo cinco
Incierto: capitulo seis
Incierto: capitulo siete
Incierto: capitulo ocho
Incierto: capitulo nueve
Incierto: capitulo diez
Incierto: Capitulo once
Incierto: capítulo doce
Incierto: capítulo trece
Incierto: capitulo catorce
Incierto: capitulo quince.
Incierto: capitulo dieciséis.
Incierto: capitulo diecisiete
Incierto: capitulo dieciocho
Incierto: Capitulo diecinueve
Incierto: capitulo veinte
Incierto: Capitulo veintiuno
Incierto: Capitulo veintidos
Incierto: capitulo veintitrés.
Incierto: capitulo veinticuatro.
Venezuela nos necesita!
Incierto: capitulo veinticinco
Incierto: capitulo veintiséis.
Incierto: capitulo veintisiete.
Incierto: capitulo veintiocho.
Incierto: capitulo veintinueve.
Incierto: capitulo treinta.
Incierto: capitulo treinta y uno.
Incierto: capitulo treinta y dos.
Incierto: capitulo treinta y tres.
Incierto: capitulo final.
Incierto: Epílogo.
Manifiesto: prologo.
Manifiesto: capitulo uno.
Venezuela!
Manifiesto: capitulo dos
Manifiesto: capitulo tres.
Manifiesto: capitulo cuatro
Manifiesto: capitulo cinco.
Manifiesto: capitulo seis
Manifiesto: capitulo siete
Manifiesto: capitulo ocho
Manifiesto: capitulo nueve
Manifiesto: Capítulo diez
Manifiesto: Capitulo once.
Manifiesto: capitulo trece.
Manifiesto: capitulo catorce.
Manifiesto: capitulo quince.
Manifiesto: capitulo dieciséis.
Manifiesto: capitulo diecisiete.
Manifiesto: capitulo dieciocho.
Manifiesto: capitulo diecinueve
Manifiesto: Capitulo veinte.
Manifiesto: Capitulo veintiuno.
Manifiesto: capitulo veintidós.
Manifiesto: capitulo veintitrés
Manifiesto: Capitulo veinticuatro
Manifiesto: capitulo veinticinco.
Manifiesto: capitulo veintiséis.
Manifiesto: capitulo veintisiete.
Manifiesto: Capitulo final
Manifiesto: epilogo
Agradecimientos:
Entrevista a personajes

Manifiesto: capitulo doce

8K 500 77
By Katstaystrong

Narrado por Abaddon:

Saber que Jazzlyn estaba en peligro encendía todas las alertas internas con las cuales me había familiarizado. No había otra manera de pensarlo, mi mujer vivía metida en problemas y solo intentaba seguir el ritmo porque sabía, con la mayor certeza del universo, que esa mujer solo hacía lo que su corazón le dictaba.

Yo no solo creía ciegamente en el corazón de esa mujer, sino que lo protegía contra cualquier persona, sin importar qué. El corazón de Jazzlyn se había vuelto parte de mi, y sabía que acabaría con el mundo entero si eso la mantenía segura.

Estaba jodido, tan jodido que no había un nivel de comparación.

Había llegado al punto donde no me importaba ir contra mi propia sangre para mantenerla segura. Abdel no iba a llegar a ella tan fácilmente, eso era una certeza.

La casa donde estaba pasando mi estancia en el último tiempo dejaba mucho que desear. Me había criado en un sitio donde no habían colores vivos, o mejor dicho, no se admitían. Los colores oscuros para mi no habían sido un problema al crecer pero al estar más de un año con Jazzlyn rodeada de colores, luz y vida, mis costumbres habían cambiado.

No podía caminar por aquel pasillo subterráneo de piedras oscuras sin ninguna luz que iluminara las cosas. Me hacía sentir presionado, asfixiado.

Podía sentir cada partícula contenida a mi alrededor, cada mínimo sonido y movimiento siendo controlado por mi. Había aprendido a caminar a oscuras toda mi vida, pero en ese momento me sentí un intruso en una vida que ya no me correspondía.

No podía encajar en un mundo tan oscuro, pero tampoco toleraba la pureza desbordante de las soñadoras y sus protectores. Estaba en un punto medio, necesitaba ambos mundos para sentirme dueño de ellos, partícipe.

Yo quería encajar, simplemente encajar.

—Bernard.—Lo había sentido incluso antes de que hablara, su presencia lo decía todo, no necesitaba luz para verlo—. Alim lo espera en el sector central.

No me molesté en afirmar que lo había escuchado, sabía que como cualquiera de nosotros podía sentirme en ese corredor. Mis pisadas eran firmes pero suaves, fuertes pero no sonoras. Había perfeccionado mi caminar toda la vida, el pasar desapercibido podía ser un arte que dominaba por completo.

Incluso cuando no quería, tuve que atravesar aquel corredor ignorando aquel instinto que me pedía a gritos que volteara y me largara a correr en busca de Jazzlyn. Sabía que Araxiel todavía no había hallado la base donde nos habíamos asentado, pero no tardaría en hacerlo, y yo tenía que liberar el camino a la niña pura.

No comprendía que pasaba por mi mente un año antes de aquel momento, donde aún consideraba la idea de acabar con ella y triunfar en el bando oscuro.

Lo supe en ese instante, mientras posiblemente me dirigía a un problema seguro. Yo amaba a Jazzlyn, y sabía que si ella no estaba en ese mundo, nada valdría la pena.

El amor era una mierda pero algo me decía que aquel sentimiento me había ganado hace mucho tiempo y mi terquedad no me había permitido admitirlo.

Crucé el corredor y me vi frente a dos puertas de madera oscura. El primer instinto fue empujarlas con mi mano pero no estaban diseñadas para que una acción tan humana las moviera así que dejé que mis malas costumbres se adueñaran de mi y, segundos después, me vi atravesar las mismas en cuanto cedieron a mi.

Siempre todo había sido tan sencillo de controlar con mi mente que una parte de mi, aquella parte más egoísta, se preguntó porque diablos no había seguido por aquel camino.

La respuesta era fácil: me había aburrido.

—Veo que lograron encontrarte más rápido que la última vez. ¿Ya habías llegado de tus escapadas? —No respondí, porque no había nada que responder—. De todas formas me alegra tu eficacia, hijo.

Me erguí y dejé que mis brazos colgaran a mis costados sin dejar la postura a la defensiva que había adoptado. Me sentía nuevamente transportado a mis días donde era un soldado en preparación, y no un soldado en el campo de batalla.

Me sentía una pieza de su juego pero por primera vez, con pensamientos propios.

—Siempre fui eficaz, Abdel.

Abdel se movió por la sala y me percaté de su apariencia descuidada. Llevaba unos jeans de aspecto viejo, una camisa de seda negra abierta y los pies descalzos. No parecía preocuparse por su pinta pero incluso cuando todos podían ver la capacidad de liderazgo que tenía, se notaba desencajado, fuera de lugar.

No me pregunté que pasaba por su mente, me daba igual.

—Me gustaría decir que lo has demostrado en el último año pero no soy amante de las mentiras —contestó, lo vi tomar una copa de vino que había sobre una mesa de cristal y llevarla a sus labios—. Siempre tuve el presentimiento de que volverías, de la misma forma en la que tu madre volvió a mi.

—Esa mujer no es mi madre.

—Esa mujer aceptó cambiar su vida para que tú tuvieras la tuya, frente a mi exijo que mantengas respeto. —Dejó la copa con un movimiento brusco y me observó sin expresión alguna—. ¿Queda claro, Abaddon?

Jazzlyn. Toda esa mierda era por Jazzlyn.

—Si, padre.

—Me alegra ver lo rápido que podemos entendernos. El arte de la conversación es algo...¡Ah! ¡Formidable! —Volteó con una sonrisa en sus labios y pude apretar mis puños como quería—. ¿Has sabido algo de la pura?

Quería lanzarme sobre su cuello y acabar con él en ese mismo instante. Tenía demasiadas emociones contenidas intentando que nada se saliera de control, intentando mentalizarme en ser un soldado.

El soldado que me habían enseñado a ser.

—No, señor, se ha mantenido fuera del camino —respondí—. Usted tenía razón, solo fue una distracción.

—Y una muy grande para ti, temí perder al líder que eres por esa mujerzuela. —Me dolían las manos, no sabía como controlar la furia que me dominaba—. ¿No ha sospechado de ti?

—En lo absoluto. Los planes van tal como usted los planificó, ella volvió a confiar en mi.

—Tal vez no ha sido tan malo que hayas tenido una aventura con ella, la confianza que te tiene es descomunal, de otro mundo. —Tomó asiento en un sofá de cuero y me observó con firmeza—. Las acciones que tenemos con los demás hablan más que las palabras que nos molestamos en repetir. Podrás fallarle mil veces, Abaddon, pero con mostrarte por un segundo como un humano corriente la tendrás otra vez a tus pies. Lamentablemente la pura no sabe manejarse en este mundo, tan escaso de sentimientos falsos y palabras incoherentes.

—Ella creció en ese mundo.

Abdel parecía tener todos sus movimientos calculados, si me esforzaba incluso podía ver las tuercas de su mente comenzar a girar. Con paciencia movió una de sus manos, y la copa nuevamente servida fue hasta él.

—No me gusta ese tono a la defensiva, Abaddon, parece que no has aprendido nada —dijo—. Has vivido en ese mundo un año, has sucumbido ante la tentación de un mundo inferior. ¿No eres consciente aún de porqué te apartamos de él? Tienen debilidades, Abaddon. Son seres irracionales que se permiten sentir demasiado, le dan un poder invaluable a cosas que no tienen sentido. Cuando permites que algo llegue tan lejos, le estas dando el poder de desarmarte.

—Es confianza.

—La confianza es diferente —contraatacó—. ¿Confiar esta mal? No, incluso en nuestro mundo se trabaja la confianza porque nosotros también somos seres que necesitan aprender a cosecharla. Los humanos corrientes no solo confían, entregan. Puedo confiarte mi confianza, pero no puedo entregarla. Puedo confiarte mi tropa, pero no puedo entregarte la misma o dejaría de ser mía. ¿Puedes ver la diferencia, Abaddon? Confiar no es entregar. Confiar en alguien no es entregarle tu vida al punto donde la misma deja de pertenecerte.

¿Eso había hecho yo con Jazzlyn? ¿Le había entregado mi vida al punto de perder posesión sobre ella? No, yo sabía que no era así. Jazzlyn no tenía mi vida, ella se había convertido en la misma. Había modificado cualquier idea de "vivir" que habían plantado en mi mente, y me había demostrado que podía ir mucho más lejos si la tenía a mi lado.

Esas personas me habían transformado en un arma, pero Jazzlyn me había transformado en un hombre. Un hombre que ya no era un arma, sino quien contaba con la capacidad de dispararlas.

—Tiene razón, no lo había visto de esa manera —respondí en cuanto retomé el control de mis pensamientos—. ¿Para que me necesitaba, padre?

—Hemos retomado la comunicación con Araxiel y somos conscientes de la ubicación de las aldeas, por lo cual necesito que pongas tu tropa a trabajar. —Sonrió como si disfrutara el terminar nuestra conversación y me sentí levemente identificado—. Me gusta ver que mantienes los pies en tierra, Abaddon, porque Araxiel estaba con la pura.

Pude ver que sus intenciones habían sido las mismas desde el inicio de la charla. El envolverme con palabras y ejemplos, el hacerme creer que era una conversación y no un monologo de su parte, todo había pertenecido al mismo plan.

Quería recordarme la diferencia entre ella y yo, entre su mundo y el mío.

No estaba ni cerca de comprender la conexión que teníamos, una conexión tan fuerte que incluso rompía esquemas.

—Es imposible, ella me lo hubiera dicho —mentí.

Lo gracioso de la situación era que yo sabía que Araxiel estaba con ella incluso antes de que me lo dijera. Jazzlyn intentaba hacer las cosas bien de la misma forma en la que yo intentaba protegerla a ella. Los resultados casi siempre eran buenos, pero los métodos no tanto.

Esa mujer no sabía ocultar información.

—Parece que otra vez hemos subestimado a la pura, Abaddon, porque tal vez ella a diferencia de ti si pueda diferenciar la confianza de la entrega. —Sonrió con autosuficiencia—. ¿Has pensado en como seria esa mujer si fuera una oscura o si, al menos, hubiera tenido tu educación?

Jazzlyn hubiera sido un monstruo, igual o peor que yo.

—Jamás lo pensé.

—Hubiera sido un ser magnifico, capaz de llamar la atención de cualquiera—respondió con un suspiro, encantado con la sola idea que aquello lo llevaba a hacerse—. Es una pena que fuera una elegida de Dios, es mucho potencial para un trabajo tan estúpido.

Guardé silencio y no cambié mi postura.

—Esa mujer solo nos ha jodido la vida.

—No más que Delya.

Pareció dejarse llevar por los nervios porque la copa de vino cayó de su mano de una forma excesivamente ruidosa y sus ojos no se apartaron de mi mientras se colocaba de pie. Sabía que debía desviar la mirada y no buscar el inicio de una discusión, sabía que como el buen soldado que era, debía soportar cualquier cosa que me dijera.

Pero no me sentía ni la mitad del soldado que alguna vez había sido.

—Ten respeto por tu madre, Abaddon.

—¿Qué respeto se puede tener por una mujer que no se respeta a si misma?

—¿Crees saberlo todo verdad? —Lo vi caminar por la habitación frente a mi mientras su mano volteaba con la palma hacía arriba, y el fuego de la estufa hizo acto de presencia—. ¿Aún no comprendes lo que intento demostrarte? Nada de lo que te han dicho es real, Abaddon. Tu madre se ha visto condenada al traerte a ti a la vida.

—No fue mi elección.

—¡Ella abandonó su vida por ti! ¡Todos lo hicimos! —Las llamas de la estufa parecieron descontrolarse de un momento a otro, igual que su paciencia—. ¡Esa mujer hizo lo que creyó correcto!

Me pregunté si realmente eso había sido lo que Delya había intentado hacer cuando dejaba que él la golpeara para luego ella desatar su odio sobre mi. Me pregunté si también yo había querido hacer lo correcto al permitir cada golpe sobre mi cuerpo, por más de doce años.

No era lo correcto, no lo había sido y jamás lo seria. Me había fallado a mi mismo creyendo que hacía lo correcto para ella y para mi, mejor dicho nos había fallado a ambos. Nunca había pensado en detener lo que ella hacía e indirectamente no solo le había hecho creer que estaba bien, sino que someterme para sentirse superior era algo normal.

Nunca me había puesto a pensar que eso era todo lo que ambos hacíamos. Era violenta la manera en la que ella me sometía, pero también era violenta la forma en la que yo permitía que lo hiciera.

Había sido un circulo sin principio o fin donde ella no había sido la única culpable.

—¿Intentarás justificar la violencia de esa forma tan despreciable? Pensar en el someter a una persona para sentirse superior es el acto más abominable que existe, y ella lo hizo cada vez que él la hacía sentirse inferior. No tienes ningún derecho a pedir que la respete porque ella jamás me respetó a mi. —No pude callarme, parecía que estaba lejos de terminar aquella conversación—. Jazzlyn sera un ser puro, pero incluso aunque fuera un ser corriente, no promovería la violencia de una forma tan estúpida. He visto como esa mujer sufría, he visto como ustedes la rebajaban tanto que por momentos olvidaba quien diablos era, pero nunca la vi ir contra un inocente por las presiones que ejercían sobre ella. Nunca, jamás, vuelvas a insinuar que esa mujer ha jodido mi vida, porque ustedes lo hicieron, no ella.

Antes de que pudiera siquiera comprenderlo tenía las manos de Abdel sobre mi cuello. Mi espalda se había estrellado contra una pared cercana y su cuerpo, de la misma complexión que el mío, se cernía sobre mi intentando acobardarme.

No lo toqué pero tampoco aparté la mirada. No me importaba si Abdel era mi verdadero padre o no, si era mi superior o no, me habían infravalorado muchas veces antes como para quebrar mi convicción en ese momento.

—¿Haces todo esto por amor, Abaddon? ¿Crees que el amor te salvará de arder en el infierno con nosotros? —Las palabras fueron soltadas entre dientes sobre mi rostro—. El amor es una fantasía absurda, un simple salto de fe que podría hacerte perder todo lo que conoces. El amor no superará las barreras naturales que ustedes tienen. Eres un elegido de Lucifer, un arma, un soldado. ¿Crees que amar a esa mujer cambiará lo que eres? No, Abaddon. Eres solo otro hijo de puta que cree obtener el perdón en los brazos de una mujer ingenua. El amor no hará que dejes de ser un asesino. El amor no hará que puedas dormir más tranquilo por las noches cuando la tengas al lado y recuerdes todas las vidas que has arruinado para poder estar con ella.

—No soy un soldado con ella.

—Eres un hombre enamorado—contestó seguido de un suspiro—. Y no sé que es peor.

No comprendí su comportamiento en cuanto me soltó y volteó sin dar explicación. Su mano formó un puño y el fuego expiró. Las velas se apagaron y el lugar quedó en penumbras pero no por eso fui incapaz de apartar mi mirada de él.

No podía ver sus emociones, pero sabía que incluso si hubiera podido hacerlo no las hubiera interpretado de manera correcta. Parecía perturbado por algo, deshecho.

—Te conozco desde que tienes cuatro años y te presentaron en el centro de reconocimiento. Ese mismo año, me asignaron guardián porque tu nombre había aparecido en la profecía junto con la pura. Han pasado más de veinte años desde ese momento. —Escuché cada una de sus palabras pero no me acerqué a él, solo apoyé mi espalda en la pared—. No estoy listo para verte fracasar en esta misión, ni siquiera para verte fracasar en la vida y aún menos por algo tan absurdo como el amor.

—¿Por qué siento que estas familiarizado con esta situación? —Me estaba dando la espalda pero no necesité ver su rostro para saber que la tensión lo dominaba—. ¿Qué te hizo ser así, Abdel? Eras un humano corriente y no creo que la simple transformación a oscuro te haya convertido en esto.

—¿En alguien coherente? Soy realista, tan realista como no pude serlo hace veinte años. —Me miró sobre su hombro—. No pierdas tu vida creyendo que el amor puede salvarte, las personas como nosotros no tienen una.

—¿Qué pasó, Abdel?

—La vida —respondió—. Solo recuerda todo lo que he dicho y acepta esta nueva oportunidad que te estoy dando. Probaste lo que es amar a esa mujer y por poco te destruye, no seas imbécil y haz las cosas bien.

Me vi tentado a seguir preguntando.

—¿Cómo sabe que no lo traicionaré?

Rió.

—No lo sé, pero estoy confiando en mi hijo —respondió y volteó a verme—. Estoy confiando en el soldado que entrené en los últimos veinte años de mi vida, así que intenta no fallar, Abaddon, de la misma forma en la que yo intento no fallarte a ti.

—¿Necesita algo más?


—No—respondió—. Quiero que la tropa esté lista para partir en veinte minutos, o incluso antes. Las aldeas quedan a unas horas de aquí y no nos podemos dar el lujo de llegar después que la soñadora.

—Entendido.

Voltee y salí de la sala sin mirar atrás. Abdel no era capaz de decirlo pero podía ver la desconfianza que me tenía incluso cuando intentaba demostrar lo contrario. Después de todo, él mismo lo había admitido, confiaba en su hijo y en el soldado.

Estaba seguro de que no era ninguno de esos dos.

La base que habíamos instalado se manejaba por túneles subterráneos donde las miradas curiosas podían ser evitadas con facilidad. Las luces blancas eran pocas, por no decir muy escasas. Nos manejábamos bien en la oscuridad, nos habían entrenado para eso después de todo.

Tenía que recordarme constantemente mi motivo para estar ahí.

—¡Diez minutos! —grité en cuanto pasé junto a la habitación principal de mi tropa. Las literas se encontraban a pocos metros y no tuve que esperar más que unos pocos segundos para ver movimiento—. ¡Diez minutos para partir por salida oeste!

—¡Señor, si, señor!

Pasé en medio de las literas mientras los veía vestirse y tomar las cosas necesarias, había estado preparándolos desde que Abdel me había devuelto el cargo y sabía como funcionaban. La presión siempre era buena si era la correcta, y yo sabía como controlar a esos hombres.

Era una de las pocas cosas que extrañaba de aquel lugar: mi cargo. Había peleado tan duro para ser teniente que no podía evitar que una mala sensación se instalara en mi garganta cuando pensaba en lo rápido que lo había perdido. No eramos militares, los cargos no tenían el mismo significado, pero ser teniente era lo único que me separaba de Belial y Abdel, quienes tenían el de general.

Yo lideraba la tropa bajo las ordenes de Abdel, mientras que la mayoría de quienes habían comenzado conmigo seguían siendo simples soldados.

Me había vuelto un líder nato, incluso cuando por ser el elegido de Lucifer me habían puesto las cosas más complicadas.

Sin embargo, aún cuando sabía que Jazzlyn compensaba todo eso, no podía evitar la nostalgia que me acorralaba cada vez que gritaba una orden y rápidamente era acatada.

Extrañaba la sensación que dejaba el liderazgo corriendo por mis venas.

Extrañaba el control que podía ejercer sobre las personas aunque no podía mentirme, cuando tenía a Jazzlyn en frente perdía el control hasta sobre mi mismo.

—¡No veo el movimiento suficiente par de niñas de preescolar! —Mi voz llenó el ambiente para segundos después, morir ahogada por el ruido de las armas siendo revisadas—. ¡Vamos a territorio no explorado así que quiero alta precisión! ¿Entendido?

—¡Señor, si, señor!

—¡Gritan igual que un par de doñas mal folladas! —Desenfundé mi arma y la revisé sin siquiera dirigir una mirada en su dirección, cualquier hombre de tropa debía conocer su arma con los ojos cerrados—. ¡Rapidez y precisión son la clave del éxito! ¡No quiero nada que no sea perfecto en mi tropa!

No tuve que ordenar que se fueran puesto que parecían conocer al teniente que tenían en frente y después de cerciorar que tuvieran el equipo adecuado, partieron a la salida oeste. Me sentía orgulloso de ese aspecto de mi vida, y de una forma muy contradictoria, quería ese ritmo en mi vida.

Era un soldado, cada parte de mi cuerpo funcionaba para ese trabajo, porque fui creado para eso. No podía pensar en un futuro donde no tuviera un arma en mis manos, o al menos, donde no estuviera sintiendo la adrenalina correr por mis venas.

Sabía que no volvería a ser utilizado como un arma, pero si me gustaba la idea de portar una en mi futuro.

No podía siquiera imaginar como se pondría Jazzlyn si le comentaba que pensaba alistarme en el ejército cuando todo terminara.

Saqué el teléfono de repuesto que tenía en el bolsillo y bajé por la lista de contactos deteniéndome en el Jazzlyn. Calculé que no estaba en un momento adecuado para responder el teléfono ya que Abdel había dicho que habían horas entre nuestra ubicación y las aldeas así que no me quedó otra opción.

Mi primo y mi mujer estaban en el aire, no había alternativa.

Solté un par de maldiciones y subí en la lista de contactos para detenerme sobre el número de Aria.

Odiaba hablar con esa chica y aún así, tuve que marcar.

—¿Hola?

—Aria,soy Abaddon.

—¿Qué quieres? —Ella definitivamente no podía ser cordial conmigo, de la misma forma en la que yo no podía evitar ser brusco con ella.

—Necesito saber donde estas y si necesitas ayuda. —La línea se mantuvo en silencio—. Sé que las cosas entre nosotros no funcionan tan bien como deberían pero eres la prometida de mi primo y me preocupa tu seguridad.

—No soy la prometida de tu primo —protestó.

Esa mujer era una jodida testaruda de mierda.

—Eres su mujer —corregí—. En este momento hubiera llamado a Jazzlyn pero calculo que están en vuelo así que necesito tu cooperación en esto, o estaremos más que jodidos.

—¿Qué quieres saber?

—Quiero saber donde te mandaron a ti así sabré donde ir cuando regrese de las aldeas, y también necesito saber como está Sophia ya que quiero suponer que la mandaron contigo.

—Es evidente ¿no? ¿A quien más que a la corriente y estúpida humana dejarían de niñera? —Escuché cierto resentimiento en su voz—.Estamos en otro estado pero no tengo clara la ubicación, te la mandaré por mensaje de texto con las coordenadas exactas.

Un mensaje de texto podía funcionar mejor para mi en ese momento pero sabía que si Agramon se enteraba que había dejado a su mujer furiosa no solo me mataría, sino que antes me echaría en la cara el millón de veces que estuvo para Jazzlyn.

Podía incluso apostar que de tanto consuelo que él le brindaba parecía más su pareja que yo así que mordí mi lengua, y me dispuse a devolver el favor.

—Lo creas o no, posiblemente te están dando el trabajo más valioso en este momento —contesté—. A ninguno de nosotros nos importa nuestro bienestar o incluso nuestra vida y por eso vamos a esas aldeas con los ojos cerrados pero nos importa Sophia, es posiblemente lo mejor que tenemos en nuestras vidas.

No le estaba mintiendo, una parte de mi se había sentido viva desde que había visto a Jazzlyn, pero el aprecio que le tenía a Sophia no tenía nombre. Ella había hecho que todo se sintiera aún más vivo. Quería que esa niña tuviera la vida que ninguno de nosotros había logrado tener y sin duda estaba peleando por crear un mejor mundo para ella, de la misma forma que Jazzlyn lo hacía.

No estábamos ni cerca de sentirnos como sus padres, ni siquiera podía fingir que comprendía el amor tan inmenso que puede sentir uno, pero perfectamente podía afirmar que el papel de hermano mayor me iba bien.

—Lo sé pero todos arriesgan su vida y me hacen sentir que no puedo ni pensar en hacerlo porque solo soy una humana. —Ella no parecía serlo—. Tengo un novio destructor, una mejor amiga anormal que suda pureza y ah, no me puedo olvidar, un imparcial hijo de puta que me quiso lanzar de un acantilado. Incluso cuando son todos imbéciles, todos tienen algo anormal.

Solté un suspiro. Ella jamás iba a superar ese día.

—Todos arriesgamos nuestra vida porque estamos destinados a hacerlo y creas verlo o no, no tenemos nada que perder. Nuestro estilo de vida nos ha mentalizado que nada dura para siempre y tampoco lo merecemos. —Eché un vistazo sobre mi hombro, lamentando que la charla se extendiera tanto—. Y en mi defensa, no quería lanzarte, quería que tú lo hicieras. Necesitaba un sacrificio, no sumar un asesinato más a mi lista.

—No sabes como me tranquiliza eso —dijo con sarcasmo—. Que pena que no lo haya visto antes, tal vez así podía agradecerte antes de saltar.

—No entiendo como Agramon tolera tanta mierda saliendo de tu boca.

—Seguramente porque tú lo has preparado para mi toda la vida y esto es solo un pasatiempo para él.

Quise retractarme de mis palabras en ese momento. Ella parecía estar siempre a la defensiva pero cualquier mínima ofensa hacía su persona desataba una batalla interna que cualquiera podía ver.

Era jodidamente insegura y comprendí con rapidez el porque Agramon quería comprometerse con tanta prisa.

—Escucha, Aria, no creo que comprendas esto realmente. Ninguno de nosotros te ha desvalorizado, sino todo lo contrario. —Solté un suspiro más, queriendo encontrar las palabras correctas—. Nosotros tenemos esto en nuestras espaldas incluso desde antes de nacer, todos tenemos capacidades porque si fuéramos seres corrientes no podríamos con toda la mierda que nos lanzan. Sin embargo en nuestro grupo estás tú, y me guste admitirlo o no, eres la más fuerte de nosotros. Tomas todo lo que nosotros lanzamos en tu dirección y lo haces funcionar, incluso cuando esto no es una obligación para ti. Serás solo una humana sin anormalidad pero tomas todo esto y lo haces funcionar de una forma que nosotros no podríamos hacerlo sin tener estas capacidades. La única que se infravalora todo el tiempo eres tú misma.

No me respondió hasta que varios segundos pasaron. Estaba revisando si la llamada seguía en curso cuando puedo jurar que escuché como sorbía su nariz.

Lo único que me faltaba era hacerla llorar, por todos los cielos.

—¿Realmente crees que lo hago bien?

Diablos, yo ni siquiera podía consolar a mi mujer de manera decente cuando la tenía en frente, ¿cómo se suponía que lo hacía con alguien que me odiaba?

—Creo que lo haces más que bien. ¿Eres consciente de la mierda que te tiramos? No se como no te has ido corriendo en cuanto Agramon comenzó a acosarte así que date a ti misma un poco más de crédito. —Sentí alivio en cuanto la escuché reír—. No eres un pasatiempo para él, Aria. Nosotros no sabemos amar, pero estoy seguro que le estas enseñando bien.

Esa mujer parecía pensar todo lo que decía porque demoraba eternidades en responder.

—Esto no hace que deje de estar resentida contigo.

No me había insultado lo cual era un avance para mi.

—No pretendo que lo hagas, tienes tus motivos.

—Deja de querer ser agradable conmigo, que me hagas la pelota no funciona.

Sonreí, la situación me causaba gracia incluso cuando era un momento inoportuno.

—¿Algo más?

—Sophia esta bien así que puedes quedarte tranquilo —respondió—. Por lo que sé, ellos aterrizarán en una hora así que no dudes en llamarla. Estará feliz de saber que sigues vivo, lamentablemente.

—Gracias, Aria —contesté—. Es agradable ver el gran amor que me tienes, no se porqué te molestas tanto en ocultarlo.

—Hazme un favor y esfúmate.

Cortó la llamada y solo pude soltar el aire retenido.

¿Por qué diablos las mujeres tenían que ser tan temperamentales?

(...)

No necesité bajar siquiera un pie del helicóptero para saber que algo andaba mal. Me habían mandado muchas veces antes a zonas conflictivas o directamente, a zonas de guerra, y cualquier persona que haya pasado por eso puede sentir la tensión del ambiente con solo echar un vistazo.

Todo estaba vacío. Podía decirse que estábamos frente a un claro bastante oculto por los árboles que lo rodeaban dándole un aspecto más suave de lo realmente necesario. Las tiendas de campaña se instalaban en semicírculo mientras en el centro una fogata de más de un metro parecía recientemente apagada.

Tuve que esforzarme para no sonreír en cuanto comprendí que habíamos llegado tarde.

No podía estar más orgulloso de Jazzlyn solo porque mi pecho no parecía lo suficientemente grande o podría estallar.

—Esto parece vacío.

—Hay que iniciar un protocolo de reconocimiento. —Acomodé el fusil sobre mi pecho y miré a mi tropa—. Comiencen un barrido inmediato y no abran fuego, no quiero cargar con ningún cuerpo. ¿Entendido?

—Si, señor.

—Muy bien, comiencen el protocolo. —Me coloqué de pié y deslicé la puerta del helicóptero para ver como iban bajando al tiempo que cubrían su rostro con el pasamontañas—. Cada día vienen más cobardes —murmuré sin poder evitarlo.

Cuando había comenzado mi entrenamiento años atrás siquiera me decían que debía ir con cargadores de repuesto, simplemente me lanzaban a la misión con un objetivo. Los medios o las precauciones que decidiera tomar ya eran asunto mio.

No me podía creer que preparaban a estos tipos como si el que vieran sus rostros fuera algo que cambiara su existencia.

Me pregunté si jalar un gatillo mientras la victima te mira a la cara sin poder memorizar tu rostro antes de morir hace el trabajo más fácil.

—Mantén el helicóptero aquí, algo me dice que no demoráremos mucho.

Cuando el piloto asintió con un movimiento de cabeza confirmé que no era el único en pensarlo. Bajé de un salto del helicóptero y corrí lo más lejos posible en dirección a las tiendas de campaña. Quería hacer unas llamadas a la base para confirmar que estábamos en el lugar requerido sin obtener ningún resultado esperado y con el viento tan violento me parecía que hablar era algo imposible.

Estuve a la distancia adecuada minutos después ya que obtener señal parecía algo imposible. La cobertura era muy débil y continué corriendo por aquel claro preguntándome si no subestimaba la aldea por un montón de tiendas mugrosas cuando tal vez la mala señal se debía a un aparato que hiciera el trabajo sucio.

Confirmé que estaba siendo paranoico cuando al pararme junto a la fogata apagada las barras de cobertura se recargaron.

El móvil pareció enloquecer con una llamada entrante. Me sorprendí, el teléfono era de repuesto y él numero en pantalla era desconocido.

—Abaddon al...

—¡Aléjate de esa fogata!

No comprendí como Jazzlyn había conseguido el número, o como sabía que estaba ahí cuando claramente no había nadie en los alrededores o la tropa ya me hubiera informado.

—¿Cariño? ¿Cómo conseguiste el número?

—Aria me lo mandó. ¡Ahora hazme caso y aléjate de esa jodida fogata!

Comencé a caminar en la dirección contraria a donde me encontraba mientras intentaba unir puntos. Ella parecía muy alterada.

—Estoy en eso. ¿Puedes decirme que sucede?

—¡Hicimos una jodida bomba en esa fogata, Abaddon! —Miré detrás de mi y maldije antes de echarme a correr hacía las tiendas de campaña—.¡No! ¡Aléjate de ahí!

—¡Tengo a mi tropa en este lugar! —Alcancé la primer tienda y comencé a los gritos—. ¡Aborten misión! ¡Hay una bomba! —Vi como varios soldados salían corriendo y me apresuré a correr la voz—.¡Repito! ¡Aborten misión!

—¡Aléjate de ahí, Abaddon!

Quedaban más de seis tiendas frente a mi y por los soldados que había visto podía afirmar que faltaba más de la mitad de la tropa a mi cargo. Era el líder y ese equipo había ido conmigo, así que no pensaba irme sin cada uno de ellos.

Lo sentía, realmente lo sentía por Jazzlyn. Podía oír en su voz lo desesperada que estaba, pero era mi tropa, y un hombre no dejaba a su tropa atrás.

Vi como uno de los más nuevos de la tropa paraba en medio del campo y maldecía al mirar sobre su hombro y encontrar que no había nadie. Estaba dispuesto a volver sobre sus pasos cuando lo alcancé y conseguí frenarlo con mi mano en su espalda.

—¿Qué sucede?

—Un soldado quedó dentro, teniente. —Miré el teléfono en mi mano y supe lo que tenía que hacer—. Iré por él, teniente.

—No—respondí de inmediato—. Corre al helicóptero y diles que regresen a la base.

—Pero teniente...

—¡Es una orden, soldado! —Pareció divido entre lo que creía correcto y lo que yo le ordenaba, pero no había tiempo para dudas—. ¡Estoy dándole una jodida orden, soldado!

—Si, señor.

Pareció salir de su estado en cuanto cuando dio un rápido saludo con su mano y salió corriendo sabiendo que posiblemente, esa fuera la última vez que nos viéramos.

—¡No lo hagas, Abaddon! —Escuchaba el tono angustiado de Jazzlyn pero eso no me detuvo mientras corría a la tienda que lamentablemente para mi mala suerte, era la más cercana a la fogata—. ¡No hagas esta locura!

—Lo siento, mi amor, pero esto es lo más correcto que he hecho en mi vida. —Sentí el helicóptero partir detrás de mi e incluso cuando era una locura, sonreí—. Lo siento, soñadora.

Dejé caer el teléfono y me esforcé en correr más rápido.

Fue muy tarde, estaba a un metro de la entrada de la tienda cuando la bomba estalló.

Todo se sumió en una completa oscuridad que me tragó por completo y por primera vez, estuve satisfecho por como se dieron las cosas.






Continue Reading

You'll Also Like

23.5K 2.4K 14
*Tercera parte de ZONA DE FALLAS: Engendros* Ya no hay secretos, todo el mundo sabe quién es la Falla del Agua y cuál es su verdadera naturaleza. Se...
601 57 4
mata o mori... es como los hechiceros viven
2.6K 278 10
Gaia y Qeemi, dos huérfanos criados por la reina hasta alcanzar la mayoría de edad, se reencuentran para asumir una crucial responsabilidad: proteger...
8K 1.1K 34
Simplemente una historia de amor, pero lamentablemente no el amor al que están acostumbrados a leer. Una historia honesta y sincera de amor propio, q...