La hija del Señor Tenebroso (...

By Venusssenscorpio_

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El señor tenebroso tuvo una hija. Ella fue criada por la mortífaga más fiel entre sus filas, Bellatrix Lestra... More

Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo Once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo Catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
After all this time- Always
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidos
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintisiete.
Título
Capítulo veintiocho

Capítulo veintiséis.

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By Venusssenscorpio_

Al día siguiente no habían rastros de la tormenta. Bianca y Nicola fueron a clases y vieron a la profesora Burbage en la tarde y, aunque ya estaba claro que entre Severus y la mujer no había nada más que una amistad, la pelirroja seguía actuando con agriedad hacia ella.

No vio a Severus sino hasta la clase de pociones que tenía con los gryffindors.

Bianca se dio cuenta que la actitud de Severus era más fría y no pudo evitar enojarse cuando descargó su furia contra el pobre de Neville.

Al término de la clase recogió lentamente sus cosas y con un pequeño gesto le dijo Nicola que luego la alcanzaba. Por fin se quedaron solos cuando la puerta se cerró y se acercó a él que se encontraba de espaldas revisando las cosas en su armario.

- Severus, ¿podemos hablar?

- ¿Eh? Ah, sí. Claro.

Bianca se sentó en la silla de su escritorio mientras el seguía revisando sus cosas.

- ¿Podrías decirme qué sucede? Estás más... no sé... Enojado y has hecho sufrir a Neville, aunque respecto a eso no hay tanta diferencia.

- No pasa nada, amor. Tranquila.

- A mí no me engañas. Habla ahora.

- Sólo me incomoda la presencia de Moody. Aún no entiendo por qué Dumbledore pensó en contratarlo como profesor.

- No eres el único que se pregunta en qué pensó el viejo. Aún no he tenido clases con él, hasta hoy, pero no sé cómo vaya a actuar si me reconoce. No quisiera que le recuerde a medio colegio quién es mi padre.

- No dirá nada. Dumbledore ya le habrá advertido, pero si te hace o dice algo que te ofenda, dímelo y yo mismo me hago cargo.

- Gracias. En serio.

- Eres mi novia, debo protegerte.

Bianca se levantó y lo besó. Al mayor le causó gracia que su pequeña tuviera que ponerse en puntas de pies para alcanzarlo y la sentó en el escritorio. Se preguntaba qué había hecho para tener a alguien tan maravillosa como ella. Siempre lo hacía.

- ¡Oh por Merlín! ¡No era necesario encontrarlos así! ¡Mis ojos!- se escuchó una voz a sus espaldas que los alarmó y tuvieron que separarse.

- ¡Carajo, Nicola! ¡Nos asustaste!

- ¿Acaso yo tengo la culpa de que no cierren bien la puerta? Si van a hacer cochinadas, que por mantener mi mente sana no imaginaré, les recomiendo cerrar la puerta.

- No íbamos a hacer nada, MointClaire.- dijo Severus entre incómodo y enojado.

- ¿Ah, sí? Entonces explíqueme por qué mi amiga estaba sentada en el escritorio con usted en medio.

- Neecks, hazme el favor de no molestarnos.

- Bien. Deberían agradecer de que sólo fui yo y no McGonagall u otro profesor que no sepa de la existencia de su relación. Que lindo escándalo hubiera sido, ¿eh? Ahora apresúrate que llegaremos tarde a la siguiente clase.

- ¿No te había dicho que te adelantarás?

Se acomodó la ropa y le dio un corto beso en los labios.

- Te veo luego, ¿si?

- Está bien.

- Romeo, tu Julieta te esperará acá en su mazmorra, ahora vamos de una vez.- dijo Nicola viendo con diversión como Snape trataba de no echarle un cruciatus.

La pelirroja tomó de la muñeca a Nicola y se la llevó fuera de la habitación. Un poco más alejadas en el pasadizo la miró y le dijo:

- Sabes que te arriesgas al hablarle así, ¿no?

- Bueh. Me da lo mismo. Además, amo joderlo, más desde que anda contigo. ¿Qué tenemos ahora?

- DCAO. Tenemos 5 minutos para llegar.

- Entonces apresúrate. Quiero ver qué tan bueno es Moody enseñando.

- Bien. No corras que soy todo menos atlética.

Cuando llegaron al salón, todos los sitios estaban ocupados a excepción de dos asientos al fondo, así que no tuvieron de otra que sentarse ahí.

Al igual que todos los demás sacaron sus libros: Las fuerzas oscuras: una guía para la autoprotección pero apenas entró Moody dio la indicación de guardarlos de nuevo, pasó la lista y al finalizar los miró a todos.

- Bien. He recibido carta del profesor Lupin a propósito de esta clase. Parece que ya son bastante diestros en enfrentamientos con criaturas tenebrosas. Han estudiado boggarts, los gorros rojos, los hinkypunks, los grindylows, los kappas y los hombres lobo, ¿no es eso?

Hubo un murmullo general de asentimiento.

- Pero están atrasados, muy atrasados, en lo que se refiere a enfrentarse a maldiciones.- prosiguió Moody.- Así que he venido para prepararlos contra lo que unos magos pueden hacerlos a otros. Dispongo de un curso para enseñarlos a tratar con las mal...

- ¿Por qué, no se va a quedar más?- dejó escapar Ron.

El ojo mágico de Moody giro hacia Ron. Este se asustó pero al cabo de un rato Moody sonrío. Bianca no podía evitar pensar en lo raro que era que un hombre como él sonriera, porque al hacerlo se le veía más desfigurado el rostro y las cicatrices que llevaba se le marcaban más.

- Supongo que tú eres hijo de Arthur Weasley, ¿no? Hace unos días tu padre me sacó de un buen aprieto... Sí, solo me quedaré este curso y me vuelvo a mi retiro.- soltó una risa estridente y luego aplaudió una vez.- Así que... vamos a ello. Maldiciones. Varían mucho en forma y en gravedad. Según el Ministerio de Magia, yo debería enseñaros las contramaldiciones y dejarlo en eso. No tendríais que aprender cómo son las maldiciones prohibidas hasta que estéis en sexto. Se supone que hasta entonces no seréis lo bastante mayores para tratar el tema. Pero el profesor Dumbledore tiene mejor opinión de vosotros y piensa que podréis resistirlo, y yo creo que, cuanto antes sepáis a qué os enfrentáis, mejor. ¿Cómo podéis defenderos de algo que no habéis visto nunca? Un mago que esté a punto de echaros una maldición prohibida no va a avisaros antes. No es probable que se comporte de forma caballerosa. Tenéis que estar preparados. Tenéis que estar alerta y vigilantes. Y usted, señorita Brown, tiene que guardar eso cuando yo estoy hablando.

Lavender se sobresaltó y se puso colorada. Le había estado mostrando a Parvati por debajo del pupitre su horóscopo completo. Daba la impresión de que el ojo mágico de Moody podía ver tanto a través de la madera maciza como por la nuca.

- Así que... ¿alguno de vosotros sabe cuáles son las maldiciones más castigadas por la ley mágica?

La mayoría de las manos se levantaron incluyendo la de Nicola, aunque Bianca dudó el hacerlo. Moody señaló a Ron, aunque su ojo seguía mirando a Lavender.

- Eh...- dijo Ron, titubeando.- mi padre me ha hablado de una... se llama la maldicion imperius, o algo parecido.

- Así es.- aprobó Moody.- Tu padre la conoce muy bien. En otro tiempo la maldición imperius le dio al ministerio muchos problemas.

Moody se levantó de su asiento con dificultad y abrió el cajón de su mesa y sacó un tarro de cristal en el que habían tres arañas grandes y negras. Metió la mano y sacó una para luego ponerla en su palma.

Apuntó hacia ella con su varita y murmuró entre dientes:

- ¡Imperio!

La araña se descolgó de la mano de Moody por un hilo y empezó a balancearse, estiró las patas y de un salto se soltó del hilo cayendo en la mesa. Ojoloco volvió a apuntarle con la varita y la araña comenzó a bailar.

El aula entera empezó a romper en risas, pero menos Moody que los veía con seriedad.

- Les parece divertido, ¿verdad?- gruñó.- ¿Les gustaría que se lo hicieran a ustedes?- las risas por fin cesaron.- Esto supone el control total. Yo podría hacerla saltar por la ventana, ahogarse, colarse por la garganta de cualquiera de ustedes.

>> Hace años, muchos magos y brujas fueron controlados por medio de la maldición imperius. Le dio bastante que hacer al Ministerio, que tenía que averiguar quién actuaba por voluntad propia y quién, obligado por la maldición.
>> Podemos combatir la maldición imperius, y yo os enseñaré cómo, pero se necesita mucha fuerza de carácter, y no todo el mundo la tiene. Lo mejor, si se puede, es evitar caer víctima de ella. ¡ALERTA PERMANENTE!- bramó, y todos se sobresaltaron.

Moody cogió la araña y la volvió a meter en el tarro.

- ¿Alguien conoce alguna más? ¿Otra maldición prohibida?

Hermione volvió a levantar la mano y, para sorpresa de Bianca y Neecks, también lo hizo Neville.

- ¿Si?

- Hay una... La maldición cruciatus.

- ¿Tú te llamas Longbottom?- preguntó, bajando rápidamente el ojo mágico para consultar la lista.

Neville asintió nervioso, pero Moody no hizo más preguntas. Alcanzó el tarro para coger otra araña y lo puso sobre la mesa.

- La maldición cruciatus precisa una araña un poco más grande para que puedan apreciarla bien.- dijo y seguido le apuntó con su varita.- ¡Engorgio!

La araña creció de tal manera que parecía una tarántula. Moody volvió apuntarle y murmuró la maldición cruciatus, haciendo que el "animal" se retorciera por el dolor. Nicola golpeó el hombro de Bianca e hizo que mirara a Neville que miraba la escena horrorizado.

Escucharon a Hermione gritar 'pare' para el alivio de Neville y el profesor paró con la tortura.

- Reducio.- murmuró y la araña recuperó su tamaño habitual. Volvió a meterla al tarro.- Dolor. No se necesitan cuchillos ni carbones encendidos para torturar a alguien si uno sabe llevar a cabo la maldicion cruciatus... También esta maldición fue muy popular en otro tiempo. Bueno, ¿alguien conoce alguna otra?

La mano de Hermione se alzó algo temblorosa por tercera vez.

- ¿Si?

- Avada Kedavra.- susurró ella.

- ¡Ah!- exclamó Moody, y la boca torcida se contorsionó en otra ligera sonrisa-. Sí, la última y la peor. Avada Kedavra: la maldición asesina.

Metió la mano en el tarro de cristal, y, como si supiera lo que le esperaba, la tercera araña echó a correr despavorida por el fondo del tarro, tratando de escapar a los dedos de Moody, pero él la atrapó y la puso sobre la mesa. La araña correteó por la superficie.

Moody levantó la varita, y, previendo lo que iba a ocurrir, Harry sintió un repentino estremecimiento.

- ¡Avada Kedavra!- gritó Moody.

Hubo un cegador destello de luz verde y un ruido como de torrente, como si algo vasto e invisible planeara por el aire. Al instante la araña se desplomó patas arriba, sin ninguna herida, pero indudablemente muerta. Algunas de las alumnas profirieron gritos ahogados. Ron se había echado para atrás y casi se cae del asiento cuando la araña rodó hacia él.

Moody barrió con una mano la araña muerta y la dejó caer al suelo.

-No es agradable.- dijo con calma.- Ni placentero. Y no hay contramaldición. No hay manera de interceptaría. Sólo se sabe de una persona que haya sobrevivido esta maldición, y está sentada delante de mí.

Harry había enrojecido al ver que toda la tensión iba dirigida a él.

- Avada Kedavra es una maldición que sólo puede llevar a cabo un mago muy poderoso. Podríais sacar las varitas mágicas todos vosotros y apuntarme con ellas y decir las palabras, y dudo que entre todos consiguierais siquiera hacerme sangrar la nariz. Pero eso no importa, porque no os voy a enseñar a llevar a cabo esa maldición.

»Ahora bien, si no existe una contramaldición para Avada Kedavra, ¿por qué os la he mostrado? Pues porque tenéis que saber. Tenéis que conocer lo peor. Ninguno de vosotros querrá hallarse en una situación en que tenga que enfrentarse a ella. ¡ALERTA PERMANENTE!- bramó, y toda la clase volvió a sobresaltarse.
»Veamos... esas tres maldiciones, Avada Kedavra, cruciatus e imperius, son conocidas como las maldiciones imperdonables. El uso de cualquiera de ellas contra un ser humano está castigado con cadena perpetua en Azkaban. Quiero preveniros, quiero enseñaros a combatirlas. Tenéis que prepararos, tenéis que armaros contra ellas; pero, por encima de todo, debéis practicar la alerta permanente e incesante. Sacad las plumas y copiad lo siguiente...

Se pasaron lo que quedaba de clase tomando apuntes sobre cada una de las maldiciones imperdonables. Nadie habló hasta que sonó la campana.

Bianca cogió del brazo a Neecks apenas terminaron de guardar las cosas y se fueron rápidamente de ese salón. A diferencia de todos, ellas permanecieron calladas hasta llegar a la sala común. Esa había sido sido, para las dos, la clase más espantosa e irritante, pero a la vez interesante que habían tenido.

Cuando llegaron a su habitación, dejaron sus cosas y se sentaron en sus respectivas camas.

- Vaya clase, ¿eh?- dijo Neecks.

- La odié.

- Lo sé... No fuiste la única, aunque creo que tenemos razones diferentes, ¿no?

- Eso es más que obvio. Habla.

- Adoro a los animales. Por más que esas hayan sido simples arañas fue horrible. Después está la reacción de Nev... Tienes alguna idea de por qué...

- No.- mintió.

- Bien, ahora tú dime.

- Sabes bien que he vivido rodeada de esas putas maldiciones toda mi vida. El verlas es estresante y molesto...- dijo para después pasar las manos por su rostro y suspirar.- Como sea, ¿quieres hacer algo?

- ¿Cómo qué?

Bianca se levantó dirigiéndose el baúl de Neecks del cual sacó una caja negra. La abrió enfrente de ella y enseño varios artículos de Zonco que ambas habían adquirido en las vacaciones.

Nicola sonrió.

- ¿Qué te parece darle uso a estas maravillas?

- Con mucho gusto, pero quisiera agregar algo más.- dijo la pelinegra sacando un frasco de pimienta de su bolsillo.- Pásame la cosa que usa Degregorie para dormir. La de los ojos.

- ¿El tipo de antifaz?

- Sep.

Aquella noche fue la que más disfrutaron desde que volvieron a Hogwarts, pues y los gritos de Degregorie donde se quejaba de sus ojos picándole eran casi música para sus oídos.  BASADO EN HECHOS REALES(?)



Bien. ¿Felices?
Espero que les guste porque no habrá otro capítulo hasta el próximo año. (¿O quién sabe?)

Los quiero. Adiós.

#TuJodidaPesadilla

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