bounded spirit ⋄ stiles stili...

By eternitear

422K 25.2K 12.5K

Terminado. En edición. [Teen wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes. Obviamente exceptuando al q... More

Playlist
Prólogo.
Capítulo 1. "Beacon Hills"
Capítulo 2. "¿Esteroides?"
Capítulo 3. "Insolente"
Capítulo 4. "Animadora"
Capítulo 5. "Frustración"
Capítulo 6. "Buena acción"
Capítulo 7. "La bête"
Capítulo 8. "Inesperada confusión."
Capítulo 9. "Desastre"
Capítulo 10. "Whiskey"
Capítulo 11. "Anticipación"
Capítulo 12. "Incertidumbre"
Capítulo 13. "Luna Llena"
Capítulo 14. "Métodos."
Capítulo 15. "Drama"
Capítulo 16. "Suerte"
Capítulo 18. "Egoísta"
Capítulo 19. "Acto irracional"
Capítulo 20. "Espera lo inesperado"
Nota de la autora y próximo libro.
Personaje: Ariel Rowe

Capítulo 17. "Temor"

12.7K 876 443
By eternitear


STILES PDV

Era un poco más de quince minutos pasados del medio día, cuando el Jeep color azul cielo cruzó las calles relativamente vacías. El motor gruñía, como si se estuviera quejando por la velocidad que se le estaba exigiendo. Stiles estaba en un humor muy parecido al de su auto en esos instantes.

-Hombre, ¿Vas a decirme por qué demonios estamos persiguiendo a Jackson?

Scott se pasó una mano por el cuello nerviosamente, girándose hacia Stiles. El sol le daba directamente, reflejando la luz en sus ojos de maneras extrañas. -Ya te dije. Es un idiota.

-¿Y crees que no me he dado cuenta ya de eso?

-¡Stiles!

Él gruñó, golpeando exasperadamente el volante con una mano. -¡Okey! Es que realmente quiero saber por qué estoy molestándome en participar en esto. Ya me salté la primera clase, no tenía planeado saltear también el almuerzo.

-Sí, hablando de eso. No me has dicho por qué.

Las orejas de Stiles se tornaron rojas en cuestión de segundos. Su pierna comenzó a moverse de arriba abajo nerviosamente, y en cuanto lo notó, ni se molestó en ocultarlo. -Sí, te dije. Estaba con Ariel.

-Eso ya lo había supuesto. -La expresión enfadada de Scott se había esfumado, y ahora una sonrisa petulante cruzaba su rostro. -¿Por qué se saltearon la primera clase?

-Bueno, uh... nos quedamos dormidos.

-¿¡Qué!? -Lanzó Scott, dándole un golpe a la guantera del auto instintivamente.

-¡Hey! ¡El Jeep!

-¡Stiles! ¡Responde!

-Scott, deja de lucir como una excitada niña de primaria.

-Si no me respondes ahora voy a lanzarte a la carretera para que el alfa te devore.

Él se encogió de hombros, poniendo los ojos en blanco. Tenía especial cuidado de mantener una cara de póker. -No hay mucho qué decir. Me pidió que me quedase en su casa, después de lo que sucedió en el hospital.

La sonrisa de Scott se ensanchó aún más, y Stiles tuvo que reprimir las ganas de darle un golpe. -¿Y...?

-Y nada. Simplemente nos dormimos.

-Stiles, ¿Me estás diciendo que dormiste en casa de Ariel mientras nadie más estaba allí y no sucedió nada?

Si hubiese puesto los ojos más en blanco, probablemente se hubiese quedado ciego. -Me mostró su colección de cuchillos. Y vimos la tele.

-¿Colección de...? ¡Sabes lo que quiero decir!

-Hombre. ¿Qué esperas que suceda?

-Ya hablamos de esto. Si dejaras de ser un cobarde-

-Estoy pensando en maneras muy creativas de torturar a un hombre lobo en este momento. Y no estás exactamente en posición de criticarme ahora.

-¡Bien! -Exclamó, alzando sus manos. -Pero desperdiciaste una perfecta oportunidad.

Stiles le lanzó una mirada fulminante de reojo. -Gracias por el recordatorio. Y, por cierto, había algo que quería preguntarte.

-¿Qué?

-¿Cuándo esperabas contarme lo que le hiciste?

El repentino cambio de tema se notó fácilmente en el ambiente del Jeep. Hasta el quejido usual del motor parecía haberse acallado, volviéndose un murmullo.

Scott no se giró para observarle. En cambio, evitó su mirada, observando la carretera con más atención de la necesaria. -¿Huh?

-Sabes de qué estoy hablando. La pierna de Ariel. Y no me digas la parte de que no podías controlarte, porque ya lo sé.

-No te dije, porque... bueno, yo tampoco estoy muy seguro de qué sucedió.

Aquella respuesta era una que Stiles no esperaba. Notó en el momento justo que el Porsche de Jackson giraba en una esquina, y esperó unos segundos antes de seguir su ruta. -¿Qué demonios quieres decir con eso?

-No lo sé. Yo---sólo recuerdo enfadarme. Tomé su pierna sin pensar en lo que hacía, y lo próximo que supe es que mis garras... era algo extraño. Quemaban.

-¿Eso es algo que deba pasar?

-¿Y cómo se supone que voy a saber eso?

-Escucha, no estás comprendiendo. Las marcas que le dejaste comenzaron a arderle cuando estábamos yendo a buscarte al instituto, después de toparnos con el alfa. Me dijo que creía que estabas en peligro. Y tenía razón.

-Eso---eso no... ¿Cómo demonios pudo saber eso?

-¡No tengo más idea de esto que tú, Scott! Sabemos que sólo el alfa puede transformar a alguien, pero estoy muy seguro de que aquello no es algo normal.

-Tal vez es algo temporal. Tal vez sólo se lo imaginó.

-Lucía bastante real para mí. Además, ¿Por qué ella nos mentiría?

-Lo sé, lo sé. Esto es sólo-jodidamente confuso. Y no creo que sea algo grave. Sólo deberíamos preocuparnos si algo más sucede.

Stiles lo pensó unos segundos, hasta asentir con la cabeza. -Hay algo más.

-¿Algo más? Dios, creo que mi cabeza va a explotar. ¿Qué es?

-El alfa. Cuando nos vio en el hospital, nos reconoció. Pero dijo algo... específicamente, dijo, "Otra Rowe". Ese es el apellido de Ariel. Y no conozco a nadie más que se llame así.

A contrario de lo que esperaba Stiles, Scott no respondió. Tenía la mirada perdida, como si no hubiese oído lo que le había dicho.

-¿Crees que signifique algo? -Preguntó, con la incertidumbre impregnada en la voz.

Scott se giró, y lo observó tan seriamente, que lo tomó por sorpresa. -No lo sé. Pero si significa algo, no creo que sea bueno.

***

ARIEL PDV

-¿Ariel? ¿Puedes oírme o tu mente está en estado vegetativo momentáneo?

Alcé la vista del suelo del auto de Allison, pasándome la manga de mi sweater por mi nariz. Estaba segura de que me estaba por resfriar.

-No, Lydia, estoy perfectamente lúcida.

-¡Dios! -Exclamó, y comenzó a rebuscar algo en su bolso. Sacó de allí un pañuelo de papel y me lo tendió. -¡Usa esto!

Puse los ojos en blanco, pero tomé su pañuelo. -Ok, mamá.

-¿Qué sucede contigo hoy? Me tienes preocupada desde el mediodía. No tocaste tu almuerzo, y eso ya es señal de algo.

-Estoy bien. Sólo necesito unas cuantas horas de sueño.

Ella y Allison se observaron entre sí. Luego me observaron a mí. -¿Tú le crees?

-No. -Respondió Al. -¿Y tú?

-Ni por asomo.

-Okey, ¿Chicas? Estoy aquí. Frente a ustedes. Y estoy bien, como ya les dije. Yo sólo... no lo sé.

Ambas me miraron expectantes, sabiendo que estaba por decirles algo. Observé mis manos, que jugaban con el dobladillo de mi vestido, y me armé de valor. - Tengo que preguntarles algo.

Fue el turno de Lydia de poner los ojos en blanco. -¿Y bien? Sólo hazlo. ¿Por qué tanto suspenso?

-Uhm... Cómo... ¿Cómo se dan cuenta de que alguien les gusta?

Las expresiones de ambas fueron dignas de fotografía. La seriedad del momento desapareció por completo cuando comencé lanzar carcajadas vivas, mientras ellas seguían observándome con los ojos que se le salían de sus cuencas. Lydia dio un grito.

-¿Estás hablando en serio?

-Lamentablemente, sí.

Ambas continuaban expectantes esperando que dijese algo. Pero mantuve la boca cerrada, con las mejillas tan rojas como el pelo de Lydia.

-¿Quién te gusta?

-La cosa es, que no estoy segura de sí me gusta. Por eso mi pregunta. -Murmuré, mordisqueando la esquina de mi labio.

Volvieron a hacer eso de observarse-entre-sí-y-luego-clavarme-la-mirada. Yo les sonreí inocentemente.

-No vas a decirnos quién es, ¿Verdad?

-Dejaré que adivinen. Y no respondieron mi pregunta.

Allison sonrió un poco, girándose hacia adelante. Arrancó el auto, y salió del estacionamiento con facilidad, ya que sólo quedaban un par de autos por allí. -No podemos decirte eso. Si te conozco bien, creo que tú sola descubriste la respuesta. -Me dijo. Su contestación había sido más críptica que la mía, y lo peor era que seguramente tenía razón. Pero no quería pensar en ello, al menos hasta que estuviese sola. Para ser sincera, ni siquiera sabía por qué les había preguntado. Mis sentimientos estaban más confusos que mi mente en clase de química.

-¿Pueden recordarme a dónde estamos yendo? -Cambié el tema, observando por la ventanilla. El sol me daba directamente, y no era muy fuerte a pesar de que era plena tarde. Por más que hacía frío, sentía un agradable calor en mi piel expuesta.

-Te dije ya dos veces. Vamos de compras. -Respondió Lydia.

-Oh, sí. Cierto. -Murmuré, intentando reprimir un bostezo. - Deberían haberme avisado antes de que habría un baile.

-¿El instituto cubierto de carteles no te dio una idea?

-No. Usualmente los ignoro.

Lydia estuvo a punto de decirme algo, pero Allison la interrumpió. -Escuchen. Tengo que hacer algo antes de que vayamos al centro comercial.

Ella había estado todo el día con un humor más extraño que el mío, y parecía que había evitado a Lydia, ya que se me había pegado durante todo el día en el instituto. Tenía curiosidad de saber si algo le sucedía, también, pero estaba algo... irritada con ella. No me había hecho nada de malo, claro estaba, pero todo el asunto de ella con Jackson me molestaba. Como también el de Lydia con Scott. Pero, había decidido no meterme en ello, e iba a cumplir mi palabra hacia mí misma por una vez. El único problema es que me costaba esconder mis emociones últimamente, y para no parecer enfadada tendía a ignorar a mí alrededor... cosa que no funcionaba exactamente. Ugh.

Allison condujo silenciosamente, y cada vez se me hacía más obvio que algo sucedía. Lydia parecía ajena a todo, enfrascada con su móvil, dejándome con una sensación incómoda en el asiento del co-conductor.

Me estaba decidiendo a preguntarle a Allison qué era lo que le pasaba, cuando detuvo el auto sin previo aviso. Observé a mi alrededor, confundida, ya que no estábamos en el centro comercial. Es más, no había nada más que árboles a nuestro alrededor. Ella se bajó del auto, cerrando con un poco más de la fuerza necesaria.

-¿Qué...? -Murmuró Lydia, echándome un vistazo. Me encogí de hombros, y salí del auto, seguida por ella.

Allison había tomado un bolso negro enorme del baúl del auto, y había comenzado a caminar hacia el bosque sin previo aviso. Por qué demonios llevaba ese bolso, no tenía idea. Tal vez había perdido la cabeza y planeaba asesinarnos y tirar nuestros cuerpos allí. O tal vez, mi morbosidad aquél día estaba más presente que de costumbre. Lydia fue detrás suyo, y mis nervios se dispararon en cuestión de segundos, apresurándome a seguirla.

-Hey. Chicas. ¿Qué hacemos aquí?

Ninguna de las dos respondió. Lydia parecía tan perdida como yo en realidad, y nos observamos confundidas.

-Allison. Creo que no es buena idea estar en medio del bosque, más cuando no conocemos el área.

... y podría nombrar unas cien razones más por las cuales no deberíamos estar allí. Aunque era mejor no decirlas.

Ella nos ignoró deliberadamente. Eso no ayudó a mi irritación hacia ella. Crucé mis brazos, pensando en darme la vuelta e irme, pero no tenía cómo volverme de allí. Y déjenme decir algo; ansiedad y enfado no son buena combinación.

-Allison, cuando dijiste que tenías que hacer algo antes de ir de compras... -Farfulló Lydia entre Jadeos, -Una caminata de ocho kilómetros no es lo que estaba esperando.

-Antes de que me olvide, quería preguntarte si algo te parece bien. -Respondió finalmente. Enarqué una ceja, por más que no pudiese verme. El tono sarcástico de su voz no sonaba bien. -Jackson me pidió que fuera al baile formal de invierno con él.

Si no hubiese estado tan molesta como en aquél momento, probablemente mi boca habría caído abierta. No por lo que había hecho Jackson, sino por la manera en que estaba hablando Allison. Desdén se le quedaba corto.

-¿Lo hizo? -Preguntó Lydia, observándola. Al contrario de como estaba yo, lucía... ¿Incómoda?

-Ah, sólo como amigos. Pero sólo quería asegurarme de que estás bien con ello primero.

Finalmente Lydia pareció molestarse. -Seguro. Mientras sea como amigos.

-Bueno, sí, o sea... no es como si fuese a llevármelo al despacho del entrenador durante la práctica de Lacrosse para besarle o algo por el estilo.

Oh, hombre. Cerré los ojos por unos segundos, llevándome una mano al rostro. Comencé a rezarle a la tierra para que me tragara.

-Sobre eso... -Murmuró Lydia a mi lado.

Los pasos de Allison se detuvieron, y se giró hacia nosotras. Yo hice de cuenta de que no estaba allí, observando las hojas secas que se estaban arremolinando sobre mis botas por la brisa.

-¿Sobre eso, qué?

-Fue un error.

Una risa cínica salió de la boca de Allison. -No me digas. Me gustaría escuchar una disculpa, al menos.

Era obvio que Lydia estaba arrepentida sólo con mirarla. –Yo—lo siento. -Dijo sin más. -No sé en lo que estaba pensando.

Si Allison estuvo satisfecha con esa respuesta, no me enteré. Su atención pareció pasar hacia mí. -¿Ariel? Estás extrañamente callada sobre esto.

Alcé mi vista hacia ella, frunciendo el entrecejo. -¿Qué es lo que quieres que diga?

-¿Sabías sobre esto, verdad?

Llegadas a aquel punto, no le vi la razón a decir lo contrario. Simplemente hice una mueca.

-¿Y no pensaste en que sería lo correcto decírmelo?

La miré a los ojos, con mi enojo incrementando. -¿Estás hablando en serio? No, Allison, no creí que sería lo correcto. Por una vez, decidí que no debería meterme en el medio. Así que hazme el favor de no hacerlo tú.

-Oh, bueno. Creí que eras lo suficientemente madura.

¿Había oído bien lo que me acababa de decir? Aquello fue algo que no debió hacer. Mis manos se cerraron en puños, y solté un bufido. -¿Madura? ¿Acaso te parece maduro lo que haces tú?

Ella imitó mi postura, cruzándose de brazos. No quitaba su maldita sonrisa de su rostro, y aquello me enfadaba aún más -¿Lo que hago yo?

-Lydia podrá haber hecho algo que no debía con Scott, pero tampoco creo que tú deberías haber estado por ahí coqueteando con Jackson.

La sonrisa cínica desapareció de su rostro. Podía ver que no esperaba que dijera eso. La verdad es que tampoco lo esperaba yo, pero no sabía si me arrepentía.

-No lo he hecho.

-Pues eso es lo que me pareció a mí.

-¡Chicas! -Exclamó Lydia repentinamente, y se puso entre nosotras dos. No me había dado cuenta de que me había acercado unos pasos hacia Allison. -¡Basta!

Solté un suspiro, pero no desvié mi mirada de la de Allison, hasta que ella hizo lo mismo. -Okey. Vamos a calmarnos. -Siguió hablando Lydia. -Somos amigas, así que creo que podemos arreglar esto como personas civilizadas. Yo ya dije que lo sentía. Es su turno.

Incliné mi rostro, observándolas. Después de unos segundos, Allison relajó su postura, y volvió a suspirar. -Bien. Lo siento, Ariel. Pero realmente creo que deberías haberme dicho algo.

-Bueno... la próxima vez que me entere de algo así serás la primera en saberlo. Pero apuesto a que no habrá próxima vez, ¿Verdad, Lydia? -Pregunté, girándome hacia ella.

Asintió, pareciendo aliviada. -Sí. Quiero decir, no. Y, para demostrar que lo siento, voy a comprarte un vestido, Allison.

-¿En serio? -Preguntó ella, enarcando mucho las cejas. Incluso yo estaba sorprendida.

-Sí así es como pides disculpas, recuérdame enfadarme contigo más seguido. -Bromeé, intentando alivianar un poco el ambiente. Mi enfado todavía no se había ido del todo, pero ya estaba desvaneciéndose, como era común con mis cambios de humor.

Lydia puso los ojos en blanco, y se abrazó a sí misma cuando una ráfaga de viento nos envolvió. -¿Podemos irnos ahora? Me gustaría llegar a la tienda antes de que esté cerrada.

-Espera.

Allison se sacó su bolso del hombro y se agachó para abrirlo. Observé cómo de allí sacaba un arco de metal, que lucía en perfectas condiciones. Por más que ignoraba por qué tenía aquello y lo había llevado con nosotras a la mitad del bosque, no pude evitar un "oooh" de apreciación.

-¿Es eso un arco Lancaster? -Pregunté, antes de pensar bien en lo que estaba diciendo.

Ambas se giraron hacia mí. Allison, con una media sonrisa sorprendida, y Lydia, horrorizada.

-Sí. ¿Cómo es que lo has reconocido?

-Bueno, fue una corazonada, pero la marca allí me lo confirmó. -Expliqué, señalando las palabras en rojo en el dorso del arco. -Esa compañía también hace cuchillos de lanzar, y tengo un par de ellos.

-¿Por qué mis mejores amigas saben de armas de caza? -Preguntó Lydia con la voz aguda.

Alcé una mano ligeramente. -Mi padre era jefe de policía, y muy paranoico.

-Mi familia vende todo tipo de armas. -Respondió Allison.

Lydia enarcó las cejas, sin despegar su vista del arco. -Eso no me tranquiliza.

Allison se colocó guantes protectores típicos de arquería, y sacó una flecha de su bolso. Luego comenzó a rebuscar en él, hasta que sacó algo que ajustó a la punta. Ahora no se parecía en nada a una flecha clásica.

-¿Qué hace eso? -Inquirió Lydia, alejándose unos pasos.

Una pequeña sonrisa apareció en la boca de Allison. -Estamos a punto de averiguarlo.

Se irguió y colocó la flecha en el arco. Apuntó rápidamente a un árbol al azar, con una postura que dejaba en claro que sabía lo que hacía, y dejó ir la flecha. Ésta viajó a toda velocidad hasta estamparse en el centro del árbol con un estallido de chispas, que causó que diéramos un salto.

-¿Qué demonios fue eso?

Allison observaba el árbol como si le estuviera escondiendo el origen del universo. -No lo sé.

-¡Bueno! -Exclamó Lydia. -Eso fue divertido. ¿Hay alguna otra arma letal que quieras probar? ¿Tú también vas a sacar, no lo sé, una escopeta, Ariel?

-No me gustan las escopetas. Las balas se acaban muy rápido, y no son rápidas de cambiar.

Si era posible, Lydia pareció aún más aterrorizada, y comencé a reírme a costa suya. -Estoy bromeando, estoy bromeando.

Observamos al árbol de donde todavía salían unas chispas solitarias. Un ruido ligero se oyó en el silencio del bosque, haciendo que frunciera el ceño. -¿Eso fue...? -Murmuré, observando alrededor. Otro crujido apareció, proveniente de la zona donde estaba la flecha.

-Sostén esto. -Dijo Allison en voz baja, poniendo su arco en las manos de Lydia.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Porque creo que oí algo.

-¿Y... qué si has oído algo?

-Y, quiero descubrir qué es ese algo. -Se quitó sus guantes y los dejó caer en el bolso. -No se preocupen, probablemente no sea nada.

Comenzó a alejarse, muy a mi pesar. -Allison, ¿Qué demonios haces?

-¡Sí! ¿Qué pasa si esa nada es algo, y ese algo es algo peligroso? -Farfulló Lydia a toda velocidad.

-Dispárale.

Allison continuó alejándose hacia la fuente del ruido. Solté una maldición, comenzando a seguirla, pero la mano de Lydia se cerró sobre mi brazo. -Ni se te ocurra dejarme sola.

Oh, por todos los cielos. Sabía que era mala idea seguirles la corriente con ir al maldito bosque, y ahora Allison estaba vagando por el bosque buscando un sonido.

-Dame eso antes de que dañes alguna ardilla. -Dije entre dientes, quitándole el arco de las manos a Lydia.

Busqué en el bolso un arco con una flecha normal, y la coloqué en el arco. Si algo como, oh, no sé, el maldito alfa estaba dando vueltas por allí, al menos podría intentar atravesarlo con una flecha. Me ayudaba el no sentirme totalmente indefensa, pero lo arruinaba el hecho de que Allison estuviese dando vueltas por allí.

Por suerte, el ruido no volvió a aparecer, pero ella se estaba tardando en hacerlo.

-¿Tienes señal? -Le pregunté a Lydia, sin quitar mi mirada de los árboles.

-Dejé mi celular en el auto.

Otra maldición salió de mi boca. -Okey, vamos a tener que--

Un ruido muy similar al que habíamos oído antes volvió a aparecer, y no dudé ni un segundo antes de alzar el arco con la flecha.

-Hey, soy yo, siento haber tardado. -Apareció Allison detrás de la nada, y dejé ir un largo suspiro de Alivio. -Escuchen, he recordado que tengo que hacer algo. ¿Podemos ir a buscar vestidos mañana?

***

Después de la extraña odisea con Allison y Lydia en el bosque, y los planes cancelados de ir de compras, Allison me dejó en mi casa. El viaje había pasado desapercibido por mi cerebro que me pedía a gritos una almohada, y apenas registré el entrar en mi casa y subir a mi habitación. En cuanto me lancé a la cama, sin siquiera quitarme la ropa, me quedé dormida.

Pero, lo que no debió haberme sorprendido y ya se estaba convirtiendo un patrón sucedió. Algo me despertó en mitad de la noche. Creí que era mi móvil, porque raramente me despertaba por otra cosa, pero no era así. En cuanto logré reaccionar, caí en cuenta de que lo que me había despertado era mi pierna.

Me estaba comenzando a arder.

Me estiré para encender la luz y me bajé la media que tenía asegurada hasta medio muslo, apretando los dientes para de alguna manera contener el dolor. Mi pantorrilla se veía tan normal como en la mañana. Las costras que había tenido un tiempo atrás parecían mucho mejor, y las heridas ya no lucían por infectarse. Sin embargo, el mismo dolor que había tenido cuando Stiles y yo estábamos en el Jeep luego de toparnos con el alfa, me estaba atacando otra vez.

Y comencé a entrar en pánico.

No importaba qué hiciera, el dolor no se detenía, y parecía más constante conforme los segundos pasaban. No me permitía pensar muy coherentemente, pero la misma sensación que había tenido la primera vez que me había sucedido me inundó. Algo no estaba bien.

Sin moverme más de lo necesario me estiré hasta tomar mi bolso y comencé a buscar mi móvil con una mueca de dolor. Tan pronto lo encontré, el dolor se detuvo. No había disminuido, se había ido del todo, como si nunca hubiese estado allí.

Demonios.

El celular comenzó a sonar repentinamente, asustándome. El nombre de Stiles apareció en la pantalla. Atendí lo más rápido que mis temblorosos dedos me permitieron, todavía con el pánico cruzando mi pecho.

-¿Stiles? ¿Estás bien? ¿Está Scott bien? ¿Qué sucedió? -Dije atropelladamente con la voz ahogada, intentando normalizar mi respiración.

-C-cómo... ¿Cómo sabes que algo sucedió?

-Sólo lo sé.

Él no dijo nada por unos segundos, y comencé a creer que la comunicación se había cortado, cuando lo oí suspirar. -El alfa invitó a una cita a la mamá de Scott.

-¿¡Qué!?

***

-¿Por qué siempre tiene que ser de noche? -Gruñí, apoyando mi frente en mis rodillas.

-Me he estado preguntando eso hace más tiempo del que recuerdo. -Me respondió Stiles. Su voz sonaba nerviosa, y abrí los ojos para observarle, moviendo mi rostro hacia él. Su pierna se movía constantemente de arriba abajo en un tic nervioso, y podía notar su mandíbula apretada. Lucía mucho más tenso que yo.

Probablemente no me di cuenta de que me le había quedado mirando, porque me echó un vistazo de reojo, y enarcó las cejas. -¿Qué?

-N-nada.

Como era obvio, mi rostro se había vuelto rojo. Desde aquella maldita mañana, cada vez que me encontraba en un radio de cinco metros de Stiles, me sucedía eso. Por no nombrar aquella sensación de mi estómago, que no podía asimilar completamente.

Al menos aquello era fácil de ocultar, pero aquellas franjas rojas en mis mejillas eran tan obvias como el hecho de que necesitaba una semana de sueño.

-Estás diferente. -Me dijo Stiles repentinamente, doblando una esquina a toda velocidad. Aquello disparó otra cadena de sensaciones en mi estómago.

-¿Diferente?

-Sí. Tu rostro. Necesitas dormir. -Explicó, sin ningún tono en particular.

Oh, Dios. Desvié mi mirada hacia el frente, intentando por todos los medios posibles que mi rostro no se volviera un tomate. -Uh, debe--debe ser que no llevo maquillaje encima. Tal vez sea eso.

-Oh. Me gusta. Quiero decir--, uh... -Continuó murmurando cosas que no comprendí, y comencé a reírme.

Era una risa más nerviosa que divertida, pero al menos sirvió para que se callase. ¿Cómo se suponía que debía disimular que me gustaba si me decía cosas como esa? ¿Había sido un cumplido? Esperen-- ¿Había acabado de aceptar que me gustaba? Oh rayos, aquél definitivamente no era el momento para pensar en ello.

Gracias a todos los Dioses habidos y por haber, reconocí que nos acercábamos a la casa de Scott, y pude enfocarme en otra cosa.

Por el momento creo que prefería lidiar con una bestia de dos metros a mis sentimientos.

Apenas el Jeep se acercó a la puerta de su casa, Scott salió disparado por la puerta, y se metió en los asientos traseros en un abrir y cerrar de ojos. Stiles y yo nos giramos para verle, y podría jurar que veía sus pensamientos volando por su cabeza.

-¡Vamos! -Exclamó, haciéndonos dar un respingo, y Stiles comenzó a conducir de nuevo. Scott lucía enojado. Scott enojado no era algo para nada bueno.

-¿Qué es lo que ha sucedido? -Pregunté con cuidado.

-¿Stiles no te dijo?

-Bueno, me dijo que el alfa se ha llevado a tu madre a una cita. Y he aprendido a no cuestionarme lo que sucede últimamente, pero para ser honesta me gustaría saberlo.

Scott soltó un suspiro, y abrió la ventanilla. Luego comenzó a darle direcciones extrañas a Stiles sobre cuándo debía doblar hacia otra calle, mientras comenzaba a explicar qué había pasado. Básicamente el alfa se había aparecido en su puerta simulando ser cualquier tipo normal al menos hacia su madre, para persuadir a Scott para que se uniera a su manada.

-Estoy comenzando a fantasear con tomar mis cuchillos más afilados, capturar al alfa, despellejarlo vivo lentamente, echarle ácido, quemarle, y alimentar a los animales salvajes del bosque con sus restos. -Dije, entre medio de un bostezo.

Ambos me miraron con expresiones medianamente sorprendidas.

-Eso es... gráfico. -Murmuró Stiles. -Escucha, Scott, ¿Tienes algún plan para cuando lleguemos? Por cierto, ¿Tienes idea a dónde se dirigen o sólo vamos a seguirlos y comenzar a gritar hombre lobo asesino psicópata?

-Tengo un plan. O algo así como un plan. No te va a gustar.

-¿Desde cuándo me agradan tus planes?

-Tan pronto como les alcanzamos, tienes que atropellar su auto.

¿Había oído bien? ¿Atropellar? Tanteé con mi mano el asiento de inmediato para abrocharme el cinturón de seguridad. Stiles, por otra parte, se olvidó de que estaba conduciendo y se giró completamente para echarle a Scott maldiciones con la mirada. -¡Eso no es un plan! ¡Es suicidio!

-¡No quiero decir que pases por arriba de su auto! Sólo—sólo golpea el parachoques un poco. Lo único que necesitamos es que mi madre salga de allí.

-Yo... Oh, demonios. Está bien. -Aceptó, volviendo a prestar atención a por donde iba. Luego comenzó a acariciar el volante. -Lo siento. Esto no dolerá mucho. -Su voz arrulladora hacia el Jeep sonaba tan genuina que casi me eché a reír otra vez.

-No deberías mentirle así. -Canturreé por lo bajo, sonriendo.

-Sshhh, no la escuches, no sabe lo que dice. -Murmuró, dirigiéndose al Jeep otra vez.

-¡Stiles! ¡Ahí están! -Exclamó Scott, lanzándose al espacio entre los asientos delanteros. Nos señaló a un auto frente nuestro que comenzaba a aparcar.

-Aquí vamos... -Masculló Stiles entre dientes, y apretó el acelerador. Me enterré en el asiento justo a tiempo, y el Jeep entero dio una sacudida mucho más violenta de lo que esperaba, con un fuerte ¡Crash!

Casi de inmediato una de las puertas del auto que teníamos enfrente se abrió, y reconocí a la madre de Scott saliendo de allí. Pude ver el momento exacto en que reconoció el Jeep.

-¡¿Estás bromeando!? ¡Stiles! -Gritó evidentemente muy enojada.

Me hundí un poco más en mi asiento. -¿Y ahora qué?

-Ahora improvisamos. -Murmuró Stiles, y salió simplemente del Jeep.

-Oh, Demonios. -Murmuré entre dientes, me quité el cinturón de seguridad, y me giré hacia Scott. -Asegúrate de que no te vea.

Fingí mi mejor expresión inocente y salí de allí, pensando en qué demonios íbamos a decirle.

-Wow, esto es loco... qué... ¡Qué coincidencia! -Escuché exclamar a Stiles, y automáticamente quise golpear mi rostro. -Quiero decir, no sé qué sucedió, ustedes salieron de la nada.

-¿Salimos de la nada? ¡Estábamos aparcados a un lado de la calle, Stiles!

El mismo tipo que habíamos visto en el hospital, conocido como bestia de dos metros, se acercó a nosotros, y tuve que esforzarme por mantener mi expresión. Era extraño, verlo en forma... bueno, humana. Lo hacía mucho menos aterrador.

-¡Lo sé! ¿Cuán loco es eso? Saben, probablemente deberíamos llamar a la policía, hacer algo como llenar un reporte de accidente.

¿¡Policía!? Tomé el brazo de Stiles, clavándole mis dedos. Él hizo una mueca de dolor, y me echó un vistazo indignado. Le ordené que cerrara la boca con la mirada.

-No creo que eso sea necesario. -Dijo el alfa-modo-humano. Al menos coincidíamos en una cosa.

-¿Estás seguro? Creo que me duele un poco el cuello. ¿No te habías golpeado la cabeza, Ariel?

-¿Te duele el cuello? ¡Ustedes nos golpearon a nosotros!

Stiles seguía fingiendo que algo le dolía, enfureciendo aún más a la madre de Scott. Le di un codazo para que se callara de una vez.

-Lo sentimos, Señora McCall. -Sonreí a modo de disculpas. -Debemos de habernos distraído por un segundo.

-¡Sí! -Exclamó Stiles, haciéndome desear tener algo de cinta para tapar su boca. -Somos adolescentes. Tú sabes... solemos distraernos.

Oh, por todos los cielos. Miré al suelo y disimuladamente clavé el taco de mi boca en su pie. Él lanzó un quejido, volviendo a mirarme indignado.

-En serio, ¿Se han golpeado? ¿Necesitamos llamar a una ambulancia? -Pregunté, sacando el móvil de mi bolsillo. -Sabes que al principio no lo notas, pero luego de un tiempo puede comenzar a dolerte algo luego de un accidente...

Me estaba quedando sin ideas, pero mi voz de niña-inocente pareció funcionar más o menos, porque la expresión de Melissa se suavizó, comenzando a negar con la cabeza. -No, no lo creo.

Continuó quejándose hacia Stiles, y me perdí en lo que decía cuando noté que el alfa se alejó unos pasos, dándonos la espalda. Casi podía oír que murmuraba algo, pero con el ruido de los motores no estaba segura. Me giré hacia el Jeep. Scott debía seguir escondido, porque no lo noté. Detrás veía una fila de autos que se había acumulado, más algunas personas curiosas que seguramente se preguntaban qué demonios sucedía. Cuando volví a prestar atención noté que Melissa se alejaba para decirle algo a... ¿Cómo demonios era su nombre? ¿Peter? Era extraño poder ponerle un nombre al rostro.

-¿Qué es lo que dijo? -Le pregunté en un susurro a Stiles. -Le ofrecí si quería que la lleváramos de vuelta y me dijo que tiene su turno nocturno en el hospital. Creo que estará a salvo.

Dejé escapar el aire con alivio, cerrando un momento los ojos. -Gracias a Dios. ¿Qué haremos ahora? ¿Apegarnos a mi idea de capturarle y despellejarle vivo?

-Yo voto que sí. Veamos qué dice Scott.

Volvimos al Jeep, oyendo las bocinas que comenzaban a gritarnos que nos moviéramos del camino. El auto del alfa desapareció rápidamente.

-No está aquí. -Murmuró Stiles a mi lado.

Me giré hacia atrás, para ver que, en efecto, Scott no estaba.

-¿Dónde demonios se ha metido? -Me pregunté, asomándome aún más hacia los asientos traseros, como si por arte de magia fuese a aparecerse por allí.

Los bocinazos incrementaron, y oí a Stiles murmurar una maldición por lo bajo. Presionó el acelerador violentamente y giró hacia una esquina que se veía desierta.

Observamos hacia la calle por donde habíamos venido, para ver si Scott se aparecía, pero allí no había nadie, mucho menos Scott. Lo cual era obvio, ya que era considerablemente tarde.

-Esto es raro. Scott no desaparecería sin decir nada. -Dijo Stiles, observando un punto fijo en la calle.

-¿Tal vez fue detrás de Melissa? Para asegurarse de que estuviese bien. -Aventuré, mordisqueando una de mis uñas.

Él lo pensó unos segundos y luego asintió. -Sí. Veamos si está allí.

Volvió a arrancar el Jeep, su pierna comenzando a moverse de arriba-abajo como era usual cuando estaba nervioso. -De cualquier manera, es extraño. Nos hubiera hecho saber si hubiera ido detrás de ella. ¿Le has visto luego de bajar del Jeep?

Lo pensé unos momentos, pero sabía que no lo había hecho. Negué con la cabeza. -No. Le dije que se escondiera, y salí. No sé qué hizo después.

Stiles no respondió. Continuó manejando sin decir palabra. Luego de apenas unos segundos, podía sentir su tensión como si fuera electricidad estática. Y los nervios de Stiles eran contagiosos. No podía dejar de retorcer en mis manos el dobladillo de mi vestido.

No tomó mucho más que diez minutos llegar al hospital, y apenas estacionó, abrió la puerta del Jeep. -Espera aquí. Pon los seguros.

Cerró la puerta con un movimiento de la mano, y salió trotando hacia la entrada del hospital. Le hice caso, bajando los seguros de todas las puertas con las manos temblorosas. Por alguna razón, mi sentido de intranquilidad no se iba. Era casi como si estuviese en el aire, como cuando sabes anticipadamente que algo va a ocurrir. Mi pulso estaba acelerado, y mi aliento se entrecortaba en mi garganta.

El estado de intranquilidad que tenía encima no parecía dispuesto a irse. Stiles se estaba tardando más de lo que esperaba, y eso no ayudaba para nada. Para colmo, mi estómago había comenzado a rugir, porque no había comido nada desde la tarde. Subí mis piernas al asiento, y apoyé mi frente en mis rodillas, tomando una respiración profunda. Necesitaba tranquilizarme.

Al menos, la madre de Scott estaba bien. Ahora él... no estaba tan segura. Pensé en cuando, un rato antes, las marcas en mi pierna habían comenzado a doler. No sabía cómo, ni a qué se debía realmente, pero la sensación de que algo estaba mal había sido muy abrumadora como para ignorarla. Había sido idéntica a la primera vez que me había sucedido, cuando el Alfa había intentado lavarle el cerebro como había hecho con Derek. Cuando me había vuelto a suceder, el Alfa se había aparecido en la casa de Scott. ¿Significaba aquello que mi herida dolía cuando sucedía algo entre ellos? ¿O era algo, de algún modo, más complicado?

Golpeé mi frente en mis rodillas repetidamente, intentando comprender lo que estaba sucediendo conmigo. La única respuesta lógica, -al menos tan lógica como podía ser- era que aquello que me sucedía, el dolor, era un efecto secundario de las garras de Scott rasgando mi piel. Y si así era, esperaba que se fuese lo más pronto posible. Al menos sabía que no había modo de que pudiera transformarme o algo así, ya que eso sólo lo podía hacer un alfa.

Unos golpes en el vidrio me asustaron, haciéndome alzar la vista de inmediato. Stiles había vuelto por fin. Me estiré para quitar el seguro, y lo observé expectante.

-Melissa está allí, pero no hay señales de Scott. Intenté llamarle, y me da directo al contestador.

Perfecto. Nada de lo que sucedía podía ser jodidamente fácil. Pasé mis manos por mi rostro, restregando mis ojos. -¿Qué haremos? ¿Buscarle? ¿Tienes idea de a dónde puede haber ido?

Él apoyó sus manos en el volante, golpeándolo repetidamente con sus dedos. -No. Pero creo que deberíamos comenzar por su casa, antes de hacer otra cosa.

-Okey.

El viaje hasta la casa de Scott fue breve, e interminable al mismo tiempo. Stiles continuaba con la tensión a flor de piel, y lo notaba casi tan cansado como yo. Apenas llegamos, supe que Scott no se encontraba allí. No se veía ninguna luz encendida más que la de la entrada, pero de cualquier manera Stiles salió para cerciorarse.

No había transcurrido mucho más que unos segundos, cuando mi pierna comenzó a doler.

Demonios. No otra vez.

En vez de comenzar sutilmente, como las veces anteriores, las heridas comenzaron a arder sin piedad, al mismo tiempo que otro dolor punzante atacaba la piel de alrededor.

Aquello, más la preocupación y el hecho de que estaba exhausta, me impidió aguantar el dolor. Clavé mis propias uñas en mis brazos y ahogué un quejido que luchaba por salir de mi garganta, presionando mis ojos cerrados.

No podía pensar. No sabía qué hacer. La sensación ya familiar de incertidumbre y certeza de que algo iba mal, mal, mal, reapareció más insistente que nunca, pero aquello no lograba más que ponerme aún más nerviosa de lo que ya estaba. Y el dolor no cesaba, ni parecía que iba a hacerlo en algún momento cercano.

-¡Ariel! ¿Qué sucede?

La voz de Stiles no me sorprendió pero di un salto de cualquier manera. No me animé a moverme más, por miedo que aquello me causara más dolor.

-Mi pierna. Otra vez. -Logré decir entre dientes.

Inesperadamente, Stiles le dio un golpe a la puerta del Jeep con fuerza. Aquello sí que me sorprendió. Alargué mi mano para detener su puño, y que no volviera a golpear algo. -Detente. Hay que buscar a Scott. Rápido.

-¿Y Dónde crees que podemos buscarle? ¡No tenemos un súper-olfato como él, ni tenemos idea de qué demonios puede haber sucedido!

-Creo... creo... yo—no tengo idea. -Conseguí decir, tratando de ignorar el dolor palpitante. -El único lugar que se me viene a la mente es el bosque.

-No vamos a ir al bosque.

-¿Por qué no?

A pesar de que no podía observarle del todo por las sombras dentro del Jeep, veía que parecía enfadado de una manera no-muy-Stiles. Y no me gustaba. Todavía no había soltado su puño.

-¿Realmente necesitas preguntar por qué es una mala idea ir en medio de la noche y sin nada para defendernos?

Tenía razón. Tenía razón, y lo sabía, pero mi ansiedad sólo iba en aumento y mi concentración para mantener a raya el ardor de mi pierna era cada vez más precaria. -Debe haber algo que podamos hacer. -Terminé por murmurar, volviendo a apoyar mi frente en mis rodillas. La realización me golpeó de repente, y mi vista se alzó hacia él. -Tenemos un arma.

Stiles no pareció entenderme en un principio. Luego, todo su rostro cambió a una mueca estresada e incrédula. -Esa es una de las peores ideas que he oído.

-¡Es lo único que tenemos hasta ahora!

Lanzó sus brazos al aire irritadamente, causando que dejase de sostener su mano. -¡Sí, una jodida arma! ¡No puedo creer que siquiera lo consideres!

-¡Pues soy la única a la que se le ha ocurrido algo, Stiles! ¿Acaso has hecho algo más que manejar el maldito Jeep?

Pude notar en sus ojos, apenas esas palabras salieron de mi boca, que le había herido al decir eso. Pero la frustración, el dolor y el cansancio me inundaban, y no podía pensar exactamente en qué palabras salían de mi boca. Stiles cerró la puerta del Jeep con fuerza, y arrancó el Jeep descuidadamente.

-¿Quieres que vayamos por el arma? Pues iremos por el arma.

Sólo con la manera en que conducía, podía notar que estaba enfadado. Yo estaba teniendo problemas en manejar el dolor en mi pierna, y estaba hecha un ovillo en el asiento del Jeep, apoyando mi frente en mis rodillas. Bien podrían haber sido dos horas o medio minuto lo que nos había tomado llegar a mi casa. Todavía tenía miedo de moverme, pero me obligué a abrir la puerta del Jeep mientras sacaba las llaves del bolsillo de mi vestido. Me apoyé sobre la pierna que no sentía que estaba cubierta en llamas, pero en cuanto di un paso con la otra, casi me caigo al suelo. Stiles había actuado rápido y me estaba sosteniendo.

-Estoy—estoy bien. -Le dije entre dientes y sacudí su agarre de mi brazo.

Me las arreglé de alguna manera para llegar hasta la puerta de mi casa y abrirla. Por una vez, había recordado dejar las luces encendidas, y el perfume familiar de mi casa me tranquilizó lo suficiente como para poder concentrarme y dirigirme hacia el lugar en donde mi padre me había dicho que había dejado el arma. En la biblioteca del living, la última fila, detrás de los libros. La caja estaba tan bien disimulada que me costó encontrarla. Busqué la pequeña llave que llevaba conmigo desde que mi padre me la había dado y abrí la caja. La Glock estaba prácticamente nueva, sólo habiendo sido utilizada cuando mi padre me había enseñado a dispararla, hacía mucho tiempo atrás, aunque eso no significaba que mi memoria no estuviera fresca como si hubiese sido reciente. Calibre cuarenta y cuatro, no era fácil de recargar, las municiones eran máscaras de lo convencional, pero en mis manos era fácil de disparar, y no era muy grande ni pesada. Mi padre estaría orgulloso de lo fácil que lo había recordado. Cargué el arma y me aseguré de que el seguro estuviese activado antes de volver a poner la caja de donde la había sacado y salir.

Continue Reading

You'll Also Like

27.3K 2.2K 20
Athena White, no era una diosa pero si muy inteligente. Una chica con un extraño pasado por descubrir. Regulus Black, el hijo perfecto no tan perfect...
23.2K 1.3K 31
PWF | ❛We can plant a memory garden, say a solemn prayer, place a poppy in my hair.❜   Déjame contarte la historia de Victoire y Sylvain Benoît, de c...
7.7K 779 15
La vida de Brooklyn dará un giro inesperado luego de atravesar uno de los acontecimientos más impactantes jamás imaginado. Todo parece derrumbarse fr...
12.6K 1.5K 22
Kuroo Tetsurõ quería conocerlo nuevamente, hacer todo desde el principio, pero su luna ya era de alguien más.