bounded spirit ⋄ stiles stili...

By eternitear

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Terminado. En edición. [Teen wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes. Obviamente exceptuando al q... More

Playlist
Prólogo.
Capítulo 1. "Beacon Hills"
Capítulo 2. "¿Esteroides?"
Capítulo 3. "Insolente"
Capítulo 4. "Animadora"
Capítulo 5. "Frustración"
Capítulo 6. "Buena acción"
Capítulo 7. "La bête"
Capítulo 8. "Inesperada confusión."
Capítulo 9. "Desastre"
Capítulo 11. "Anticipación"
Capítulo 12. "Incertidumbre"
Capítulo 13. "Luna Llena"
Capítulo 14. "Métodos."
Capítulo 15. "Drama"
Capítulo 16. "Suerte"
Capítulo 17. "Temor"
Capítulo 18. "Egoísta"
Capítulo 19. "Acto irracional"
Capítulo 20. "Espera lo inesperado"
Nota de la autora y próximo libro.
Personaje: Ariel Rowe

Capítulo 10. "Whiskey"

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By eternitear

En el momento en que cerré los ojos, supe que estaba soñando.

Estaba en mi antigua habitación en Arizona, y una sensación de extraña incomodidad me inundó en el momento que fui consciente de en dónde estaba.

Todavía no era de noche, pero podía ver que el sol se había puesto hacía rato, dejando el lugar en penumbras. Por más que supiera que aquello era un sueño, mi subconsciente se empeñaba en decirme lo contrario.

La voz de mi padre llamándome desde el piso inferior de la casa me sobresaltó, y me tropecé con una enorme lámpara que no recordaba poseer. Al caerse, un extraño ruido de vidrio rompiéndose contra el suelo me aturdió, inquietándome aún más. ¿Cómo podía ser que hubiera hecho tanto ruido una simple bombilla de luz?

Mi corazón pareció comenzar una carrera, y sin pensármelo dos veces salí corriendo de allí hacia donde había oído la voz de mi padre. El resto de la casa se encontraba tan en penumbras como la habitación, y tuve que mantener una mano sobre la pared del pasillo para saber por dónde iba.

La preocupación comenzó a inundar mi cuerpo cuando recorrí todo el lugar, y no encontré a mi padre. El día ya casi había dado paso a la noche por completo, y me era difícil ver mis entornos. Intenté llamarle, pero apenas un hilo de voz salió de mi garganta. Continué intentando hablar, pero por mucho que luchara no conseguía que saliera más que un débil quejido de mi boca.

Me giré sobre mis pasos para volver a buscarle, alterada, y mis pies hicieron ruido al pisar vidrio. Un grito mudo se formó en mi rostro, al notar que iba descalza, y los vidrios se incrustaban en mi piel. Me incliné para quitármelos, ignorando el ardor punzante, pero en cuanto observé bien mis pies, vi que ya no había rastro de ningún vidrio.

-Es tu culpa, ¿Sabes?

Todo mi interior pareció ser recorrido por una descarga eléctrica mucho peor que el miedo. Mi madre estaba frente a mí, y por más que se encontrase en las sombras, la podía ver perfectamente.

Me observaba con una expresión enfadada y hosca muy atípica de ella, como si no quisiese estar cerca de mí.

-¿Mi culpa? ¿Qué es mi culpa?

Mi voz otra vez se negó a salir, pero mi garganta se sentía como si hubiese estado gritando por horas. Mi madre pareció entenderme de cualquier modo.

-Ya sabes qué. Siempre eres tú, ¿Verdad? Y ni siquiera sabes evitarlo.

Ella señaló mis manos, y las alcé, extrañada. Otro grito inexistente intentó escapar de mi boca. Estaban cubiertas de sangre.

Mi mirada pasó al suelo, donde había un rastro casi invisible de vidrios también manchados con sangre. Alcé el rostro buscando a mi madre, pero ella ya no estaba allí. No había nadie enfrente de mí. Volví a mirar mis manos y la sangre había desaparecido, junto con los vidrios del suelo.

Una suave brisa removió mi pelo, y escuché un sonido tenue muy cerca de mí. ¿Una respiración?

Mi cuerpo se paralizó con la corriente de miedo que le siguió a la anterior.

La respiración incrementaba a cada segundo que transcurría, hasta que se había transformado en un gruñido gutural que me heló los huesos.

Comencé a correr lejos de allí, chocando con las cosas que no podía ver, pero no me permití detenerme. En cuanto subí las escaleras, no tuve idea de en dónde me encontraba. Ya no podía ver nada alrededor, y un extraño resplandor azul parecía rodearme, sin ser suficiente para alumbrar más que unos centímetros más allá de mí. Me giré lentamente, rezando para encontrar una salida, y me encontré con dos puntos refulgentes no muy lejos de donde me hallaba. Un par de ojos brillantes color carmesí.

El gruñido volvió a hacerse audible, y por más que hubiese querido no pude volver a correr. Mi cuerpo no me respondía.

Los ojos se mantuvieron en el mismo lugar, inmóviles, casi como si lo que fuera que estuviese allí no se atreviese a acercarse.

Cerré mis ojos con fuerza, y junté todo lo que me quedaba de voluntad para salir corriendo. Mi cuerpo chocó contra una pared, que reconocí de inmediato como una puerta.

Mi propio grito pareció despertarme, y me sentí profundamente confundida. Todo estaba tan oscuro a mí alrededor que creí que todavía seguía soñando, pero no era así. Reconocí mis alrededores dos segundos después, y me senté en el sillón lentamente, restregándome los ojos. El living estaba casi a oscuras iluminado apenas por la tele prendida, con la pantalla de Netflix mostrando la película que había estado viendo ya finalizada.

Me tomó unas cuantas respiraciones profundas y encender todas las luces para sentirme tranquila otra vez, y cuando estaba pasando por las escaleras creí escuchar un sonido que casi causó que diera un salto, antes de que reconociera el tono de mi móvil sonando como loco. Corrí hasta mi habitación, y tardé otra eternidad notar que éste estaba debajo de mi cama.

Luego de quitar todo el revoltijo de mantas y sábanas logré encontrarlo en el desastre que había allá abajo, -no era una persona lo que se decía ordenada, a decir verdad- y vi que tenía dos llamadas perdidas de Stiles. No tenía ni idea de por qué me podía estar llamando, pero probablemente era algo importante, así que marqué devolver la llamada. El tono de espera no sonó más de dos veces hasta que atendió.

-¿Ariel? -Preguntó, preocupado.

-Uhm... no, Stiles, el abominable hombre de las nieves.

Murmuró algunos comentarios de cómo el sarcasmo era aceptado sólo en ciertas situaciones y aquélla no era una de ellas, pero creo que dejé de comprenderle a la mitad de eso.

-Hey. Para. Stiles, ¿Qué sucede? -Le interrumpí, comenzando a preocuparme yo misma.

-A mí no me sucede nada, pero hace cinco minutos has gritado como si el mismo alfa estuviera en tu habitación. Dime que no está allí. No lo está, ¿Verdad?

-Estoy bastante segura de que si lo estuviera no estaría hablando en este momento. O... respirando.

-Y yo estoy comenzando a comprender seriamente a mi padre cuando dice que mi sarcasmo es inoportuno.

Solté un suspiro largo y tendido, sentándome otra vez en la cama. -Lo siento. ¿Cómo demonios me has oído?

-No sé si has notado que vives al lado de mi casa.

-¿Quién utiliza el sarcasmo ahora?

-¡Ariel! ¡Estoy preocupado aquí!

-Okey, okey, lo siento, lo siento. No ha sucedido nada, sólo tuve una tonta pesadilla.

Escuché un golpe del otro lado de la línea, como si se le hubiera caído algo, y luego el sonido de una puerta cerrándose. -A juzgar por tus gritos no ha sido nada tonta. Eso, o tu habitación da directo a la mía.

Me levanté de un salto y fui hasta una de las ventanas que tenía enfrente de mi cama, abriendo las pesadas cortinas oscuras. Afuera comenzaba a atardecer, y el cielo se veía medianamente nublado y completamente naranja. En otras palabras, el día entero había sido desquiciantemente hermoso pero yo me había negado en poner un pie fuera, recluyéndome en el sillón, y tragando más de un pote de palomitas.

Frente a mí estaba el espacio que separaba las dos casas, que no debía ser más que un par de metros, y una ventana casi idéntica a la mía estaba cubierta por cortinas azules.

-¿Sigues ahí? -Me preguntó él, mientras yo intentaba destrabar la perilla de la ventana, hasta que la abrí.

-Creo que es la segunda opción. -Murmuré, casi riéndome. No tenía idea de por qué encontraba aquello cómico.

Dos segundos después la cortina azul se abrió por la mitad, mostrando a un Stiles muy confundido.



Luego de aceptar que, -probablemente- estaba paranoica y no me agradaba estar sola allí, le pedí a Stiles que viniese a mi casa aunque sólo fuese un rato. En cuanto cortamos la comunicación, el silencio invadió todo, y mi paranoia incrementó velozmente. Nadie podía culparme, después de una pesadilla como la que había tenido. Y no sabía a qué demonios se debía un sueño así. Quiero decir, no solía soñar muy a menudo cosas así. Mis pesadillas solían ser del tipo estar desnuda frente a toda la clase.

Para ser sincera, no sabía qué era peor.

Y ahora estaba divagando. Me fijé la hora para cerciorarme que mi padre no estaría en casa hasta unas cuantas horas después, mientras bostezaba largo y tendido. Milagrosamente, -y todavía- no se había enterado de todo el tema del instituto que había sucedido la noche anterior. Por esa razón también era que me había pasado el día frente a la televisión. Mi padre podía oler prácticamente mi nerviosismo, y tuve que decirle que no me sentía bien. Así que un rato después del mediodía había tenido que irse a la estación de policía por que habían llamado de Arizona otra vez, y me quedé sola durante toda la tarde.

El timbre de la casa resonó y di un respingo diametral. Aquello causó que perdiera el equilibrio y me cayera de culo hacia el suelo. Sentí cómo se calentaba mi rostro, probablemente habiéndose vuelto de un brillante rojo, y sólo pensar en aquél color me recordó a los espeluznantes ojos de mi sueño.

Oh, demonios.

Me levanté del suelo lentamente, y caminé adolorida hacia abajo, masajeándome donde me había golpeado.

Encendí todas las luces que quedaban apagadas mientras caminaba, tarareando una canción para tapar el molesto silencio. Estaba nerviosa, y me ponía aún más nerviosa el saber que era por aquél jodido sueño.

Abrí la puerta de par en par, y Stiles casi se cae encima de mí, porque parecía que se había estado apoyando contra ella. Creo que ambos éramos demasiado torpes para nuestro propio bien.

Abrió la boca para saludarme, pero se quedó congelado en medio del "Hola", observándome con una expresión entretenida. Enarqué una ceja, hasta que se me ocurrió mirarme a mí misma, y caí en cuenta de que iba vestida con mi pijama del hombre araña, y pantuflas de dinosaurio.

Si mi rostro había vuelto a la normalidad después de aquélla tonta caída que había tenido unos instantes atrás, ahora estaba roja otra vez. Me llevé una mano a mi rostro, soltando un suspiro, y cerré los ojos por un momento. Tendría que haber visto en qué estado me encontraba antes de haber bajado a abrir la puerta.

-Sabes qué, ni siquiera voy a decir nada. Envidia mi fabuloso pijama del mejor súper-héroe de todos los tiempos.

Esperé a que entrara y cerré la puerta, deseando que aquél molesto rubor se fuese de mis mejillas. Caminé hacia el living y me repantigué en el sillón, algo enfurruñada.

-No estoy de acuerdo. -Dijo luego de unos segundos, sentándose también en el sillón.

No entendí aquello para nada. -¿En qué?

-¿El hombre araña, el mejor súper-héroe? Vamos. -Respondió, como si fuese lo más obvio del planeta.

-¿Ah sí? Dime, ¿Cuál crees que es tú?

Stiles continuaba observándome con una expresión obvia. -Batman. Duh.

Crucé mis brazos, algo indignada.- ¿Estás diciéndome que prefieres a DC cómics en vez de Marvel?

-No, no he dicho eso. Pero no creo que alguien esté a la altura de Batman.

-Aceptaré que Batman tiene lo suyo, pero Peter Parker podría patearle el trasero.

-Bruce Wayne tiene una guarida secreta. Con armas extraordinarias.

-Peter Parker tiene poderes de araña. -Refuté, muy segura de mí misma.

-Bruce Wayne derrotó al guasón, a Bane, y muchísimos más, sin ningún súper poder.

-Podría nombrarte a cada villano que Peter derrotó, pero no voy a malgastar mi tiempo.

-¡Bruce es Batman! Eso es razón suficiente.

Nos lanzamos a una enardecida conversación increíblemente nerd, y luego de unos argumentos que ya se volvían algo ridículos llegamos a la conclusión de que el Hombre Araña y Batman no eran tan diferentes después de todo, pero que no podían ser comparados. Luego de alguna manera la conversación llegó a Star Wars, y comenzamos a discutir de nuevo sobre si Batman sería Jedi o un Sith si llegara a estar en aquél universo.

-El Batman de los cómics nunca sería un Sith, Ariel.

Stiles había comenzado a hacer ademanes exagerados para probar su punto, y yo me estaba riendo hacía rato. -Pero el Batman del último videojuego sí lo sería.

Él profirió una exclamación-quejido, y se cruzó de brazos, despatarrándose en el sillón. -Esta conversación no va a llegar a ninguna parte.

-¡Eso quiere decir que gané! -Solté, e hice un mini-baile de la victoria. -Humano, inclínate ante tu vencedora.

Se me quedó mirando con el rostro inexpresivo por completo durante medio minuto entero, e inmediatamente después estallamos en carcajadas. Y hablo de aquella risa que no puedes detener y hace que te duela el estómago. Terminé en el suelo, sosteniendo un almohadón contra mi rostro, sin poder contenerme. -¡Para! ¡No puedo respirar!

Humano, inclínate ante tu vencedora! -Imitó pobremente mi voz, entre risas. -¿En serio?

Aquello no hizo más que empeorar mi estado, y sacudí mis piernas en un intento de cesar mi risa. -¡Me he dejado llevar!

Nos llevó unos buenos minutos calmarnos de una vez, y le lancé mi almohadón para que se callase. Él lo atajó justo antes de que diese de lleno en su rostro, y me dirigió una mirada que se suponía que debía ser amenazadora, pero no le funcionó para nada.

Nos quedamos mirando unos segundos en silencio, hasta que mi mente hizo click y sentí mis mejillas acaloradas por tercera vez en la tarde. Stiles se aclaró la voz, y yo me levanté del suelo, sentándome, sintiendo algo extraño en mi estómago. ¿Hormigueaba? Eso... era raro.

-Entonces... no me has dicho de qué iba tu pesadilla. -Murmuró Stiles, y mi sonrisa se esfumó al instante.

-Te he dicho que ha sido tonta. -Evadí, mirando hacia cualquier lado excepto a él.

-Y yo te he dicho que no sonaba nada tonta.

Solté un suspiro, apoyando mis brazos en mis rodillas. Tal vez no me haría mal contarle a alguien, y confiaba en Stiles. Le relaté mi pesadilla, observando un punto fijo en la alfombra del suelo donde estaba sentada. Cuando finalicé, ni siquiera noté que había comenzado a temblar ligeramente, hasta que sentí la mano de Stiles en mi hombro.

-Hey. Está bien. Sólo ha sido un sueño, ¿Ok? Mis pesadillas también suelen ser algo extrañas. Estoy seguro de que ha sido por... ya sabes, lo de ayer.

-Si. -Dije, inspirando profundamente. -Lo sé, lo sé. Desde que he llegado aquí, mis sueños se han vuelto extraños. Primero aquél que veía aquella sombra al final del corredor de arriba, y ahora esto. Al menos sé que si me vuelvo loca, no seré la cosa más extraña de por aquí. Y por cierto, no sé cómo me has oído. No estaba en mi habitación cuando desperté, sino aquí.

-Oh. -Me observó unos instantes, para luego encogerse de hombros. -Pues se oyó bastante fuerte.

No supe qué responderle, y el silencio reinó la casa otra vez. Aquello continuaba poniéndome nerviosa, pero hice lo posible para ocultarlo. Stiles se levantó inesperadamente de un salto del sillón, sorprendiéndome. - ¿Sabes qué? Deberíamos dejar el tema por ahora. Y te iba a decir esto de cualquier manera, pero creo que ahora lo necesitas tú también.

Enarqué mis cejas, sin la menor idea de qué estaba hablando. -¿Huh?

-Planeaba llevar a Scott al bosque, junto con algo. Espera aquí, iré a buscarlo. -Comenzó a ir hacia la puerta de entrada, al trote.

-Espera, espera, ¿Qué?

Él no llegó a escucharme porque ya salía de la casa, y me apresuré a ir hasta allí. Afuera ya había oscurecido, y eso me hacía sentir intranquila. Perfecto, ahora le temía a la oscuridad. En realidad, nunca me había agradado mucho... pero no era lo mismo. Ugh. Y para colmo, había salido ahí afuera en pijama. ¿Acaso tenía ocho años otra vez?

Miré a mí alrededor, y la calle estaba desierta. Ninguna casa cerca parecía tener las luces encendidas, lo que no era extraño para un sábado en la noche, pero igual me hizo sentir intranquila por alguna razón que mi subconsciente creía lógica.

-¿Stiles? -Llamé, y una ráfaga de viento me revolvió el pelo. El farol más cercano que iluminaba calle parpadeó, y mi paranoia decidió volver.

Él apareció otra vez, y cerró la puerta de su casa con llave antes de caminar hacia mí. Llevaba una botella de...

-¿Es eso whiskey? -Pregunté, incrédula.

-Oh, sip. -Alzó la botella que parecía intacta, como si recién la hubiese comprado. -Vamos a ir al bosque.



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-¿Así que, acaban de romperle el corazón a Scott y tu mejor idea es embriagarnos en mitad del bosque?

Stiles asintió alegremente, mientras conducía hacia la casa de Scott. Se las había arreglado para reparar su Jeep en la tarde, y estuvo despotricando un buen rato sobre lo que le había costado repararlo. Según él, planeaba buscar acónito por internet, y encontrar al alfa para metérselo en ciertos lugares que prefiero no mencionar. Después me dio una detallada explicación de lo que había sucedido entre Scott y Allison. La cual no tenía mucho detalle realmente, y resumiendo, ella lo había dejado porque sentía que ya no podía confiar en él. Era verdad que Scott le había mentido, pero no podía exactamente decirle "Hay un monstruo desquiciado persiguiéndonos porque quiere que me una a su manada. Oh, por cierto, soy un hombre lobo, también, pensé que deberías saberlo". Claro que ella estaba mejor sin saberlo. No sabía en qué pensar. No estaba de acuerdo con Allison, pero era mi amiga después de todo, así que la entendía. Y probablemente debía disculparme por haberle tratado un poco mal en medio de todo el desastre del instituto. No había hablado con ella desde entonces.

Uf. Probablemente me iban a dar el premio de peor amiga de la historia.

-¿Y crees que Scott va a estar de acuerdo? -Continué.

-Si te he convencido a ti, él no va a ser un problema. Creo que es lo mejor, quiero decir, para eso hacen el alcohol, ¿Verdad? Te hace olvidar un rato.

-Uhm... eso creo. Bueno, no creo que el principal objetivo sea ese, pero sirve. Lo único que no me agrada, es lo de ir al bosque. ¿No sigue el alfa por allí?

-Honestamente, no lo creo. Esperemos que se haya asustado con tu numerito de lanzarle cuchillos despiadadamente.

Señaló hacia atrás con una mano, donde todavía se encontraba mi mochila con la caja y mis cuchillos. Me la había devuelto, pero decidí que no iría a otro lado sin al menos uno de ellos conmigo. Más bien llevar la caja entera si íbamos a ser idiotas e ir al bosque.

-Sí, lo dudo mucho, pero gracias por el voto de confianza. Y no creo que eso vuelva a suceder. -Murmuré.

Una hora después, nos encontrábamos caminando hacia algún lado del bosque que Stiles parecía conocer. Scott estaba en medio de un silencio sepulcral, y me daba algo de pena verlo así por Allison. No le comprendía exactamente, porque mi lista de ex novios no era muy larga, pero podía imaginarme cómo se sentía.

Enterré las manos en los bolsillos, alegrándome de haberme puesto la chaqueta más abrigada que tenía, porque hombre, allí fuera hacía frío. El otoño había llegado hacía rato, pero a mí ya me parecía pleno invierno. No me ayudaba venir de un lugar de clima cálido, tampoco. Me había quitado sólo los shorts del pijama, y además de los jeans y las botas que me había puesto, seguía con mi remera del hombre araña. Fan orgullosa por aquí, ejem.

-¿A dónde estás yendo?

La voz de Scott me trajo al planeta tierra, y advertí que ellos habían dejado de caminar, pero ni me había enterado.

-Oh. Me he distraído un poco.

Ellos cambiaron de dirección, -no tenía ni idea de en dónde estábamos de cualquier manera así que me daba igual-, y los seguí de cerca, pisando las crujientes hojas que ya habían comenzado a caer de los árboles.

-¿A dónde estamos yendo? -Preguntó Scott, rompiendo su silencio finalmente. Stiles y yo no le habíamos dicho una palabra, para que no pudiese negarse desde un principio.

Stiles se giró para observarle. -Ya verás.

-Porque realmente no deberíamos estar aquí. Mi mamá está en un estado constante de ansiedad por lo que sucedió en el instituto.

-Bueno, tu madre no es el sheriff, ¿Okey? No hay comparación. Créeme.

-¿Y tú cómo te las has arreglado para venir? -Se dirigió a mi Scott, luciendo fastidioso.

-Papá tuvo que salir por una llamada de Arizona. -Al ver su expresión de confusión, puse los ojos en blanco internamente. -Está en la estación de policía. Como siempre.

-¿Pueden decirme al menos qué estamos haciendo aquí afuera?

-Sí. Cuando a tu mejor amigo lo dejan-

-No me dejaron. Nos estamos dando un tiempo. -Le interrumpió a Stiles, de inmediato.

-Bueno, cuando a tu mejor amigo le dice su novia que se están tomando un tiempo... -Stiles alzó la botella de Jack Daniel's, con una sonrisa triunfante. -Lo emborrachas.

Nos quedamos en un claro donde había uno de esos tanques que solía llevar gasolina, pero que ahora estaba lleno con lo que fuese que tenía, agregándole una mini fogata encima, que aunque no nos servía de fuente de calor, era útil para iluminar el lugar.

Scott se dejó caer sobre una piedra de forma que no se veía nada cómoda, Stiles se sentó sobre la hierba, y yo hice lo mismo, sentándome frente a ellos.

Nos pasamos la botella de whiskey unas cuántas veces, y yo no lograba acostumbrarme al sabor. Mucho menos al líquido que quemaba mi garganta.

-Ugh. Esto sabe a... no sé. Algo espantoso que no debería ser consumido. -Me quejé, dándole la botella a Scott.

Él le dio un largo trago antes de pasársela a Stiles, como si no le afectara en lo más mínimo. -Creo que es más como agua contaminada.

-¿Has tomado agua contaminada? -Preguntó Stiles, entre risitas. Luego bebió del whiskey. -El punto de esto no es que tenga buen sabor. -Aclaró, y volvió a tomar.

Jesús. ¿Cuánto había tomado ya? Podía jurar que sólo habían transcurrido unos quince o veinte minutos, y él y ya parecía estar mareado. Acepté la botella de sus manos, y decidí dejar de hacerme la gallina, y tomar algo más que un sorbo.

Otro cuarto de hora después seguíamos pasándonos la botella, pero yo no me sentía mareada todavía. Bueno... tal vez un poco. Pero no contaba, porque nos quedaba más de la mitad del whiskey. A nuestro alrededor estaba todo muy tranquilo, y no se oía mucho más que el ulular de algún búho de por allí. Creo que habíamos logrado una especie récord, estar más de media hora en un bosque sin que nada extraño sucediera. Aunque el hecho de que estuviésemos los tres hasta las tantas horas en mitad de un bosque con la sola intención de emborracharnos ya era extraño de por sí. A diferencia de mí, Stiles ya parecía ebrio hasta las nubes. Y Scott parecía que estaba aburrido hasta de su propia sombra. Me estiré en el suelo para tomar la botella y se la alcancé, pero él no estaba prestándome atención.

-Scott. -Murmuré, y él reaccionó, dando un respingo muy leve.

-¿Hm?

Moví la botella torpemente de izquierda a derecha. -Toma. Vamos. No puede ser que todavía no estés aunque sea un poco más... alegre.

Él me aceptó la botella, pero sólo le dio un trago antes de pasársela a Stiles.

Cambié de posición las piernas que ya me estaban doliendo, y le lancé una mirada exasperada. -Casi puedo ver tus pensamientos rondando por tu cabeza, Scott. El punto de aquí era distraerte un rato, pero creo que está fallando... demasiado.

Él se encogió de hombros soltando un suspiro, e iba a decir algo, pero Stiles le interrumpió, acotándose sobre el suelo, y apoyando la botella allí descuidadamente. -Hombre, tú sabes... -Murmuró arrastrando un poco las palabras. Ella es sólo una... una chica. ¿Sabes? Hay tantas-hay tantas otras chicas en el mar.

Unas risitas salieron de mi garganta, que fueron en aumento.

-Peces en el mar. -Corrigió Scott, mirándole con al menos algo de diversión.

-¿Peces? ¿Por qué estás hablando de peces? -La voz borracha de Stiles no hacía más que hacerme reír como si tuviera un problema, y terminé atragantándome con mi propia saliva. -Estoy hablando de chicas. -Continuó. -Me encantan las chicas. Las amo. Especialmente a las que tienen... tienen... ojos v-Espera, ¿Cómo...?

-¿Quieres decir cómo Lydia? -Preguntó Scott, y yo enarqué las cejas.

-Sí, exacto. Hey, ¿Cómo sabías que estaba hablando de... de... de qué estaba hablando?

Otras risitas salieron sin previo aviso de mi garganta, y tomé la botella. -De Lydia. ¿Te gusta ella? Eso... sí que es algo que no veía venir.

-Ha estado enamorado de ella desde... ¿Tercer grado?

-Sep. -Confirmo Stiles, asintiendo impetuosamente.

Mis cejas se alzaron una vez más. Una leve punzada apareció de la nada misma en mi estómago, haciéndome sentir molesta. Le eché la culpa al whiskey, pero tomé un largo sorbo a los dos segundos. -Woah. ¿Y ella nunca ha hecho nada?

-No que yo haya sido capaz de-- ¿observar? ¿Captar?

Decidí imitarle, y me quité la chaqueta, haciéndola un bollo, para acostarme sobre el pasto y apoyar mi cabeza sobre ella. -Oh... ¿Y no te cansas?

Él frunció el ceño, me observó, y luego miró hacia arriba, comenzando a decir algo que terminó en un murmullo. Luego me echó un vistazo, y miró el whiskey. Luego miró a Scott.

-Hey. Tú no estás feliz. -Le golpeó la pierna torpemente, y le pasó la botella. -Bebe un poco.

Scott negó con la cabeza. -No quiero más.

-¿No estás borracho? -Preguntó Stiles, volviendo a su posición anterior, y yo me volví a apoderar de la botella.

-No estoy nada.

-Hey, tal vez es como... tal vez es como eso de ya no necesitar tu inhalador, sabes. Tal vez no puedes emborracharte siendo un lobo.

Scott y yo le observamos con una ceja enarcada, y tuve que luchar contra las risitas.

-¿Yo estoy borracho? -Preguntó Stiles.

-Estás peor que borracho.

-¡Seeeeeeeeh! -Alzó un puño al aire torpemente, con una sonrisa de oreja a oreja. -Vamos, hombre, sé que te sientes mal. Sé que duele. Lo sé. Bueno, no lo sé, pero sé esto. Sé que por mucho que duela estar roto, estar solo es mucho peor.

Enarqué una ceja, sin lograr entender qué había dicho.

-Eso no tuvo ningún sentido. -Farfulló Stiles, riéndose otra vez.

Alcé la botella hacia mi boca, logrando tomar sin tener que levantarme del suelo.

-Demonios. -Murmuré, reprimiendo una arcada. -Creo que me acostumbré al sabor. No-espera. Es asqueroso. ¿Si quiera se han puesto ebrios alguna vez, chicos?

-No. -Dijo Scott, al mismo tiempo que Stiles decía: -Sep.

Luego, ambos pusieron los ojos en blanco.

-¿Y tú? -Me preguntó Stiles.

Solté un suspiro, y me acomodé en el suelo. -Veamos. Hubo esta vez, en la fiesta de una chica como dos años mayor que yo que era popular por dar las mejores fiestas. No quieren saber cómo terminó eso. -Unas risas salieron de mi boca, mientras negaba con la cabeza. -Después, luego de un partido, mi equipo de porristas hizo una pequeña reunión, dónde había más licor del que había visto en mi vida. Eso no fue tan mal.

Por primera vez en toda la noche escuché a Scott reírse un poco. O eso creía. -¿Porrista? ¿Has sido porrista?

-¡Y también una Scout! -Exclamó Stiles, seguido por unas carcajadas contagiosas.

-Capitana del equipo de porristas. -Murmuré, y luego fruncí el ceño. -Oh, no. ¿Por qué demonios les estoy contando esto?

-Puedes agradecerle a Jack. -Me respondió Stiles, quitándome la botella de las manos para continuar tomando. Ahora que lo notaba, ya quedaba menos mitad del whiskey. ¿En qué momento habíamos tomado todo eso?

-Había olvidado que el alcohol me hacía hablar hasta por los codos. -Admití, y más risitas surgieron de mi interior que no fui capaz, -ni quise- evitar. Mierda. Mi cabeza ya estaba dando vueltas.

-¿Quieres decir más de lo normal? -Me provocó Scott en tono de broma, aunque su rostro estaba serio.

-Ahá. -Farfullé, sacándole la botella a Stiles y engullendo más whiskey. -Gracias por señalarlo, Scottie.

Stiles volvió a reírse a carcajadas por el apodo, echando la cabeza hacia atrás. -¿Estás bromeando? Casi no nos has contado nada de ti.

Fruncí el ceño, observándole. -¿Qué quieres decir?

-Bueno... -Murmuró, y se quedó unos segundos pensativos. -Hablas, pero no realmente. Vamos, cuéntanos tus secretos. -Terminó con una voz espeluznante fingida.

Entendí la mitad de lo que había dicho, y enarqué las cejas, al tiempo que fruncía la nariz. -No hay mucho que saber.

-Creo que es lo más justo. -Respondió, y volvió a mirarnos. -Ahora tú sabes casi todo de nosotros.

Le quité la botella que él le estaba pasando Scott, bebiendo otra vez. -Bueno, en ese caso... creo que voy a necesitar más de esto.

Quince minutos después, mi estado de ebriedad iba en aumento, pero todavía podía pensar con coherencia... o al menos un poquito. Cada vez que movía la cabeza sentía un pequeño mareo, como si estuviese dando giros, y no era nada desagradable. Me sentía como un globo desequilibrado. Tenía la risa tan fácil, que me estaba costando mantener una expresión neutra. Stiles y Scott estaban hablando de algo que no había llegado a prestar atención, y les pasé la botella una vez más, antes de comenzar a hablar.

-¿Les he dicho alguna vez por qué mi padre y yo vinimos aquí?

-No. -Me respondieron ellos al unísono, con el mismo tono de sorpresa. Creo que mi pregunta había sido repentina.

-Bueno... mi padre solía ser un detective, antes en Arizona. Y de los buenos. Tenía un equipo, y todo eso, así como en las pelis. Eran muy respetados, porque casi nunca dejaban un caso sin resolver. No lo veía muy seguido a mi padre, a causa de eso, y mi madre siempre estaba conmigo. -Sonreí un poco al recordarla, en esos días. -La cosa es que ella se fue de viaje, y mi padre tuvo este caso... este extraño caso del que nunca supe mucho, pero había unos cuántos locos haciendo sacrificios repulsivos por allí. Muchos jóvenes habían desaparecido sin razón, y menos de la mitad apareció. Ninguno vivo.

»Entonces, una noche, yo me encontraba sola. Siempre que mi madre no estaba, me quedaba esperando a mi padre despierta, y no me dormía hasta que aparecía. Pero ese día se hizo muy tarde, y me dormí. Me desperté a la mañana siguiente, por fuertes golpes en la puerta. Había dos de los cadetes de donde trabajaba mi padre, y era muy temprano en la mañana. Como mi madre todavía seguía de viaje, me preguntaron si había alguien con quien pudiese quedarme. Ahí caí en cuenta de que algo había pasado con mi padre, y tuve una especie de ataque de nervios. No lo recuerdo mucho. A él nunca le había sucedido nada antes. No me calmé hasta que me llevaron al hospital en donde estaba, pero seguían sin querer decirme qué era lo que había sucedido.

Me quedé callada, sintiendo un escalofrío extraño. Era raro recordar eso, después de haber reprimido esos momentos tanto tiempo, y más con tanto alcohol encima.

Les eché un vistazo, y ambos me observaban como si fuera otra persona. Ahora se me hacía obvio que esperaban todo menos lo que les acababa de relatar.

-Uhm... lo siento. -Murmuré. -No esperaba contar todo eso.

-Sigue. -Me dijo Stiles sin más.

Volví a desviar la mirada, esta vez observando la hierba medio seca, y comencé a arrancarla con mis manos. -Me pasé casi cinco horas allí, sin idea de qué sucedía, hasta que uno de los compañeros de mi padre me encontró, y mandó al demonio a los cadetes que me habían dejado allí. Tampoco recuerdo mucho, pero me dijeron que había estado en estado de shock o algo así. Después de todo mi padre no estaba bajo ningún riesgo, pero le habían disparado cuando estaban persiguiendo a los de aquél caso extraño. Recibió tres balas, pero sólo una le dio. Las otras dos le rozaron.

-¿O sea que nada grave le sucedió? -Me preguntó Scott. -Quiero decir, no tan grave.

Negué con la cabeza, y un mareo más fuerte que los anteriores me asaltó. -No. Pero la bala que recibió le dio en la pierna, casi en las caderas, dañándolo bastante. Los dos meses que siguieron, tuvo que quedarse en casa, sin poder caminar más de unos pasos. Yo estuve con él, ayudándole en todo lo que pude.

-¿Y qué sucedió con tu madre?

Tome una larga inspiración, y luego dejé escapar el aire lentamente. -Ella... bueno, como les dije, se había ido de viaje. Ella era diseñadora cuando yo era pequeña, pero lo dejó para poder criarme. Pero como ahí yo ya estaba lo bastante mayor para estar sola, comenzó a retomar su trabajo. Cuando se enteró de lo de mi padre, le aseguré que yo podía hacerme cargo, que terminase con su trabajo y volviese cuando terminara. Y luego...

Repentinamente no supe qué más decir. Les había contado todo aquello casi sin darme cuenta. ¿Hacía cuánto que no hablaba de eso? Mi cabeza daba tantas vueltas que ya se me hacía imposible pensar mucho. En realidad, no tenía idea de cómo me las había arreglado para hablar tanto. Stiles se acercó para tomar la botella, pero una mano que no reconocí la tomó, sacándola de mis manos.

-Bueno, mira a las dos putitas bebiendo. ¿O debería decir tres?

Me senté en el suelo al instante, sintiendo que me quedaba helada. Había dos tipos frente a nosotros, y uno de ellos era el que me había quitado la botella. Mi reacción fue automática, llevé la mano al bolsillo de mi chaqueta, buscando uno de los cuchillos que había dejado ahí.

-Devuélvela. -Dijo Scott agresivamente, fulminándoles con la mirada.

Oh, no. Creo que eso no era lo mejor que podía decir. Comencé a pararme, pero Scott me detuvo.

-¿Qué quieres, hombrecito? -Le respondió el que tenía la botella, luciendo bastante más amenazador que antes.

-Creo que quiere beber. -Dijo el que estaba con él.

-Quiero. La. Botella. -Scott habló pausadamente.

Miré a Stiles asustada, y él me dirigió la misma mirada, confundido. -Scott, tal vez sólo deberíamos irnos.

-Si. -Murmuré, intentando pararme de nuevo, pero Scott me lo volvió a impedir.

-Me trajiste aquí para emborracharme, Stiles. -Dijo él, sin quitarle la mirada al tipo. -Todavía no estoy borracho.

El otro soltó un bufido, alzando la botella, bebiendo del whiskey. Scott se levantó lentamente, caminando hacia los dos tipos. Decir que eran muchos más altos que él, y que eran casi el doble, no importaba, porque Scott de alguna manera lucía tan amenazador como ellos. -Dame la botella.

El tipo que tenía adelante sólo se le rio, sin hacerle caso. No sé qué hizo Scott después, porque estaba de espaldas a Stiles y a mí, pero al tipo se le borró la sonrisa de la cara repentinamente.

-Dame la botella de Jack. -Volvió a decir pausadamente, y vi que una de sus manos se cerraba lentamente, mostrando unas garras enormes. Stiles y yo cruzamos otra mirada alarmada. Oh no, oh no, oh no.

-¿Scott?

El tipo le devolvió la botella, y Scott se la quitó violentamente de la mano para luego lanzarla por los aires, estrellándola contra un árbol que estaba muy lejos. Los tipos no perdieron más tiempo y se fueron pitando de allí.

Me quedé observando el árbol, y luego a Scott, aturdida. Mi cerebro alcoholizado no me permitía comprender la mitad de lo que sucedía. Miré a Stiles otra vez, quien se estaba parando, y me ayudó a hacer lo mismo. Scott se había comenzado a alejar de allí, y nos apresuramos a seguirle.

Si pensar era un problema, caminar era otro mucho peor. Hice lo que pude, dando tumbos cada tres pasos.

-Scott, dime que aquello ha sido por lo de la ruptura. -Le dijo Stiles, pero Scott ni siquiera se molestó en girarse, mucho menos responderle. -O por que mañana es luna llena.

-Chicos, esp-esperen. -Les pedí, ya que iban demasiado rápido. El mundo dio un giro diametral y comencé a caerme hacia un costado. Stiles me atajó en el momento justo, pero el problema es que él estaba igual que yo, por lo que nos caímos los dos al suelo.

-Ouch. -Murmuré, sintiendo un dolor en un costado, y por alguna razón no podía respirar bien. En cuanto mi vista se enfocó, Scott ayudó a Stiles levantarse de encima de mí. Comencé a reírme, ignorando el brazo que Scott me ofrecía para que pudiese levantarme. Una milésima de segundo después sentí como me levantaban por los aires, y me volvían a dejar en el suelo.

-Woah. ¿Me has teletransportado? -Pregunté, mirándome a mí misma.

-Vamos, Ariel. -Respondió con la voz muy seria.

Llegamos al Jeep, no tengo ni idea de cómo, y el viaje fue irracionalmente confuso. Lo único que llegué a comprender es que Scott manejaba, y nos llevó hasta la casa de Stiles, quien no estaba en condiciones de manejar. Luego él se fue, -tampoco tengo idea de cómo- y en aquél momento estaba esperando que Stiles abriera la puerta de su casa. Parecía una tarea muy dificultosa por lo que estaba viendo.

-Oh, Dios mío, dame eso.

Le quité el conjunto de llaves de la mano, y tardé en darme cuenta de que había sido un error, porque ahora no sabía qué llave era la que abría su puerta. Agité el llavero frente a su rostro y el me señaló la correcta, así que luego de tres intentos, logré abrirla.

-¡Oh sí! -Grité, alzando las manos, y el llavero voló hacia el otro lado de la calle. -Ups.

Stiles comenzó a reírse a carcajadas sosteniendo su estómago, inclinándose sobre sí mismo. Me sostuve de la pared unos segundos, y bajé los dos escalones con cuidado, tratando de caminar en línea recta. Mantuve los brazos extendidos a mis costados, intentando hacer equilibrio, y Stiles comenzó a dar carcajadas renovadas. Llegué a las llaves que estaban casi en el medio de la calle y las alcé, dando un grito de victoria. Luego casi me caigo, y esa vez ambos comenzamos a reírnos. Probablemente estábamos haciendo un escándalo y alguien iba a notarnos en algún momento, pero no me importaba. Volví hacia la casa de Stiles haciendo equilibrio, pero sentía que mis pies iban zigzagueando por allí. Tampoco me ayudaba el estar riéndome sin cesar.

-¿Cómo demonios hemos llegado hasta aquí? -Me preguntó Stiles, mientras entrábamos a su casa, que estaba a oscuras. Apenas veía la silueta de él caminando enfrente de mí

-Ni siquiera sé-ni siquiera sé qué hago yo aquí, Stiles.

-Oh. Cierto. -Murmuró, y se detuvo. Estábamos, literalmente, en medio de la oscuridad, y me entró la risita tonta de nuevo. -¿y dónde demonios está el maldito interruptor?

-Creo que esta es tu casa. Si no sabes tú, menos yo.

-Cierto también.

Él comenzó a rondar por allí, -o eso creía- y escuché un par de golpes antes de que una luz se encendiese. Estábamos en medio del living, que se parecía mucho a mi casa. Excepto, claro, que todo lo demás era diferente. Uhm.

-Aparentemente nuestros padres no volvieron todavía.

-Nope.

Stiles se acercó a un sillón próximo a él, y se echó allí, medio tropezando. Eso desató otro ataque de risitas de parte de mí, pero repentinamente Stiles estaba serio.

-¿Qué?

-No terminaste de contar la historia, allí en el bosque.

-Oh.

-¿Entonces?

-¿Entonces qué?

Stiles puso los ojos en blanco y se sentó sobre el sillón. Luego le dio palmaditas al lugar a su lado. -Vamos, sigue. Estoy escuchando.

-Stiles, estoy muy ebria para esto. -Farfullé, encogiéndome de hombros.

-Seh, yo también. Pero no importa. Quiero saber el resto.

Dudé un poco, pero me fui a sentar a su lado. -Ok. ¿Dónde me había quedado?

-Estabas hablando de tu madre.

-Oh, sí. -Asentí con la cabeza de forma ausente. -Bueno uhm...sí. Como ella seguía de viaje, le pedí que se quedase allí hasta que terminase con su trabajo. Me costó un poco convencerla, pero como mi padre también estaba de acuerdo, se quedó allí. Al principio todo estaba bien, el único problema era que era verano y no tenía mucho tiempo libre. Se suponía que mi madre tardaría sólo un par de semanas en venir a casa, pero luego llamó para avisar que tal vez tardaría un poco más. No debió sorprenderme, la verdad, porque ya lo había hecho antes, pero me molestó. Y... bueno, terminé cuidando yo sola de mi padre. Luego terminaron las clases de mi colegio y ella volvió, pero sólo fue por unos días.

Dejé de hablar por unos segundos, pero Stiles no dijo nada. El silencio se me hacía extraño, así que simplemente seguí.

-Luego se fue hacia Italia, y hace casi dos meses que no la veo. -Solté un suspiro, y me quité del rostro el pelo que se me había salido de la colita que me había hecho. -Ni siquiera vino cuando le dijeron a mi padre que lo reubicarían en la policía por su herida, mientras se recuperaba. Me sorprendió cuando prefirió mudarse. Honestamente, creo que mi madre y él están teniendo problemas, pero ninguno de los dos es lo bastante valiente para aceptarlo. No es que sea mi asunto tampoco, ¿Verdad?

Me sentí culpable por haber dicho aquello, pero era lo que pensaba. Como ya no supe que más decir, me quedé callada. Estuve unos segundos mirando el suelo, pero como Stiles tampoco decía nada, lo observé. Él estaba observando un punto fijo de la televisión que teníamos enfrente, la cual estaba apagada.

-Yo sí creo que lo sea. Tu madre te dejó haciendo el trabajo que debió haber hecho ella. ¿Se comunica contigo, o tampoco hablan? -Me preguntó luego de unos instantes.

-Sí, me llama de vez en cuando, pero no puedo evitar enfadarme cada vez que me cuenta cómo le está yendo. Sé que es egoísta, pero realmente no puedo evitarlo. -Fruncí el ceño y alcé mis piernas al sillón, abrazando mis rodillas. -Debes de creer que hago una montaña de un grano de arena.

Stiles se giró hacia mí, enarcando las cejas. -¿Qué? No, no creo eso. De hecho, pienso igual que tú. No creo que su trabajo sea la única razón por la que decida no volver.

Sus palabras me sorprendieron. A nadie que le había contado aquello había sido lo suficientemente honesto como para decirme lo que pensaba en verdad. Normalmente recibía miradas de pena, y me decían que debía comprender a mi madre, después de todo. La mayoría parecía entender que me molestaba tener que cuidar sola a mi padre, lo cual era muy equivocado. Pero ya me había cansado de explicarme a mí misma.

-Sí. -Murmuré, suspirando. -Pero no puedo hacer nada al respecto.

No quería seguir hablando de ella, y mi tono de voz pareció lo bastante obvio, porque Stiles cambió de tema.

-¿Y por qué tu padre decidió venir aquí? ¿O sólo le asignaron un lugar alejado?

-No, él lo prefirió. Es que mi abuela, su madre, solía vivir en Beacon Hills. No la conocí, ya que falleció unos años antes de que yo naciera, pero él siempre me hablaba de ella, así que me pareció justo que quisiese venir al lugar en donde había crecido.

Él asintió con la cabeza, y me observó unos segundos antes de volver a desviar la mirada hacia el frente. Yo volví a mirar hacia el suelo, y nos quedamos en silencio.

Ahora que lo notaba, ya no me sentía ni la mitad de mareada que antes. Toda aquella charla había bastado para ponerme sobria. Me sentía mejor, a decir verdad. Se sentía bien poder haber dicho todo eso, sin que me juzgaran, o me dijesen que no exagerase. La gente podía ser muy cruel y crítica, a veces.

-Mi madre falleció cuando yo tenía diez. -Me dijo él inesperadamente.

Me sorprendió tanto lo que me dijo, que casi di un salto. Lo observé con las cejas muy enarcadas, pero él seguía observando a ningún punto en particular. No me atreví a decirle nada, ni tampoco sabía qué. De alguna manera entendía que él tampoco quería recibir pena o lástima.

-Lo siento, sé que eso fue repentino. Creí que sería justo decírtelo, después de haberme contado tu historia. -Murmuró con la voz muy baja después de un rato, justo cuando creí que no iba a decir nada más.

Sonreí ligeramente, pero debió haber parecido más una mueca. -No tienes que hablarme de ello si no quieres. ¿Somos amigos, verdad? Los amigos se cuentan este tipo de cosas. Así que cuando quieras decírmelo estará bien. Y créeme, el saber que tu mejor amigo es un hombre lobo me basta por ahora.

-¿Por ahora?

Ahí sí que sonreí, y golpeé suavemente su hombro. -Soy más curiosa de lo que es humanamente aceptable, ¿Recuerdas?

Él también sonrió, riendo un poco. -Oh, sí.

Antes de que pudiese reaccionar yo misma, le abracé. No sabía exactamente por qué lo había hecho, pero él no tardó en abrazarme también. No dijimos nada más, y el silencio ya no me molestó. Me permití cerrar los ojos, sintiendo una oleada de... alivio.

Aquél hormigueo extraño que había sentido en mi estómago mucho antes volvió, pero no tenía ganas de prestarle atención por el momento. Creía saber qué me estaba sucediendo, y tampoco quería pensar en ello.

Me separé de él un poco después, y me quité el pelo de la cara que había vuelto a caerse. Allí caí en cuenta de que Stiles seguía inclinado hacia mí, y nuestros rostros quedaron muy cerca. Como, muy cerca. Sentí su suave aliento chocando sobre mi rostro, y mi mente pareció quedarse en blanco. Su mirada estaba sobre la mía, y no hice más que notar sus ojos color avellana, que brillaban ligeramente.

-¿Stiles?

El sentido común pareció volver a mí de un golpe, y ambos dimos un salto, alejándonos. El papá de Stiles estaba frente a nosotros, y parecía total y completamente anonadado.

Pues eso hacía dos de nosotros.

Me levanté apresuradamente y tomé mi abrigo, que en algún momento se había caído al suelo. -Buenas noches, señor Stilinski.

-Buenas noches. -Me respondió, mientras continuaba observándonos como si viniésemos de otro planeta. Luego reaccionó, y dejó la chaqueta de su uniforme sobre una mesita de café. -Es tarde, ¿Qué estaban haciendo?

¿Tarde? Ohhhh no. Me había olvidado por completo la existencia de la hora. Saqué el celular de mi bolsillo del jean, y noté que tenía tres llamadas perdidas de mi padre. Era casi la una de la madrugada.

-Oh, mierda. -Farfullé. -Tengo que correr si no quiero que me castiguen de por vida. ¡Adiós, señor Stilinski! ¡Nos vemos luego, Stiles!

No estoy segura de sí me oyeron, porque ya estaba prácticamente corriendo hacia afuera, y llegué a mi casa en un abrir y cerrar de ojos. El auto de mi padre estaba aparcado enfrente del garaje, y me acerqué a él para comprobar que salía calor de él, así que no debía de hacer mucho que había llegado. Oh, estaba jodida.

Entre a mí casa, pero al cerrar la puerta tuve que apoyarme contra ella para recuperar el aliento que no sabía que se me había ido.

¿Qué, en el nombre del cielo, acababa de suceder?

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