bounded spirit ⋄ stiles stili...

By eternitear

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Terminado. En edición. [Teen wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes. Obviamente exceptuando al q... More

Playlist
Prólogo.
Capítulo 1. "Beacon Hills"
Capítulo 2. "¿Esteroides?"
Capítulo 3. "Insolente"
Capítulo 4. "Animadora"
Capítulo 5. "Frustración"
Capítulo 6. "Buena acción"
Capítulo 7. "La bête"
Capítulo 8. "Inesperada confusión."
Capítulo 10. "Whiskey"
Capítulo 11. "Anticipación"
Capítulo 12. "Incertidumbre"
Capítulo 13. "Luna Llena"
Capítulo 14. "Métodos."
Capítulo 15. "Drama"
Capítulo 16. "Suerte"
Capítulo 17. "Temor"
Capítulo 18. "Egoísta"
Capítulo 19. "Acto irracional"
Capítulo 20. "Espera lo inesperado"
Nota de la autora y próximo libro.
Personaje: Ariel Rowe

Capítulo 9. "Desastre"

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By eternitear

Sangre oscura comenzó a caerse de su boca, y algo lo levantó en vilo del suelo. Una bestia enorme estaba detrás de él, con sus garras clavadas en su espalda, y nos observaba con ojos brillantes y refulgentes. Era idéntico al animal que había visto en el videoclub, y en el libro de Allison. El alfa.

Sentí la mano de Stiles aferrarse a mi brazo y arrastrarme de allí, quitándome de mi miedo paralizante. Los tres comenzamos a correr como alma que lleva al diablo hacia el instituto, escuchando un gruñido horroroso, y un golpe fuerte.

Nos metimos al instituto a toda velocidad y cerramos las puertas de un golpe.

-¡Ciérralas! ¡Ciérralas! –Exclamó Scott, aferrándose a la manija.

-¡¿Tengo pinta de tener una llave!?

-¡Agarra algo!

-¿¡Qué?!?

-¡Lo que sea!

Stiles Observó a Scott y se levantó de un salto para observar por la pequeña ventana de la puerta.

-¿¡Qué demonios estás haciendo?! –Grité tomando el dobladillo de su camisa, tirando hacia abajo.

-¿Qué...? –Scott se levantó para observar por la otra ventanilla, y comencé a maldecir.

-¡¿Están locos?!

-No, Stiles, no, no lo hagas.

-Sí. –Stiles abrió la puerta y salió en un abrir y cerrar de ojos. Mi corazón se detuvo. Oh dios mío. Me levanté del suelo y comencé a abrir la puerta, pero Scott me paró de inmediato, poniendo un brazo delante de mí y tirándome hacia atrás.

-Ni se te ocurra.

-¿Es que no has visto? ¡Acaba de salir! ¡Allí afuera hay un monstruo de dos metros, Scott!

-¡Lo sé!

Scott continuó impidiéndome que saliera, y era mucho más fuerte que yo. Me asomé a la ventana para observar a Stiles, quien bajó los escalones hasta donde estaban su pinza. Oh, ¡Por todos los cielos!

Un movimiento detrás del Jeep de Stiles llamó mi atención, y proferí un grito al mismo tiempo que Scott. El alfa.

-Vuelve, ¡Vuelve, Stiles! –Exclamó el, golpeando las puertas frenéticamente, y él se giró hacia nosotros, confundido.

El alfa comenzó a correr hacia Stiles, y junté todas mis fuerzas para evadir a Scott, quien igualmente no me permitió salir. Stiles corrió hacia nosotros y entró en un abrir y cerrar de ojos, enganchando los mangos de la pinza en la puerta.

Ambos se asomaron por la ventana, y yo sentí que podía volver a respirar otra vez.

-¿Dónde está? ¿A dónde ha ido? –Preguntó Scott, y Stiles sacó su linterna, alumbrando hacia afuera.

No parecieron encontrar nada, porque se alejaron lentamente de la puerta. Scott nos observó, agitado. - ¿Eso no aguantará, verdad?

-Probablemente no.

Me giré hacia Stiles sintiendo que la sangre me hervía, y me acerqué a él para comenzar a darle golpes. -¿¡Es que has perdido la jodida cabeza?! ¿¡En qué estabas pensando!? –Chillé, y Stiles intentó cubrirse con sus brazos.

-¡Ow, ow, Hey! ¡Eso duele!

Dejé de dar golpes a diestro y siniestro, y lancé mis brazos a su alrededor, abrazándole. -¡Eres un idiota!

Stiles se quedó petrificado y antes de que lograse reaccionar me separé de él, observándolo completamente enfadada.

-¿Y tú de qué te ríes? –Le dije a Scott, cruzando mis brazos.

-De nada. Nada.

Me giré hacia el pasillo, echando humo. Dos segundos más tarde, Stiles lo alumbró con la linterna, y esta vez ambos tomaron mis brazos para comenzar a correr.

Nos metimos apresuradamente en la primera aula que vimos.

-¡El escritorio!

Comenzamos a mover el escritorio frente al pizarrón, pero Stiles nos detuvo. -¡Esperen, esperen! La puerta no va a mantenerlo afuera.

Scott entrecerró los ojos. -Lo sé.

Me pasé las manos por el pelo, sosteniéndolo fuertemente con mis manos. Aquello era demasiado. Mierda. Mierda. Estábamos jodidos.

-Odio a tu jefe. –Mascullo Stiles.

Scott se inclinó sobre el escritorio. -¿Qué?

-¿Deaton, el alfa? ¡Tu jefe!

-¡No! –Respondió Scott, con una expresión dolida.

-¡Sí! ¡Asesino psicópata hombre lobo!

-¡No puede ser!

-¡Oh, vamos! ¿Él se esfuma, y esa cosa aparece diez segundos después para lanzar a Derek a seis metros en el aire? ¿No es eso un momento conveniente?

-¡No es él!

-¡Chicos! –Grité. -¡No es momento para discutir quién es o no es!

-¡El mató a Derek! –Dijo Stiles, ignorándome por completo.

-No, Derek no está muerto. No puede estar muerto.

-La sangre salía de su boca ¿Okey? Eso no califica exactamente como una herida menor. Él está muerto, y nosotros somos los siguientes.

Scott parecía cada vez más nervioso y comenzó a respirar agitadamente. -¡Okey, sólo...! ¿Qué hacemos?

-Vamos hasta mi Jeep, salimos de aquí, y piensas seriamente en renunciar en tu trabajo, ¿Bien?

Lo había dicho tan decididamente que casi lo hacía parecer fácil. Pero aquella cosa rondando por los terrenos del instituto causaba que quisiera esconderme debajo de una mesa y hacerme un ovillo hasta que todo pasara.

Ellos se acercaron hasta las ventanas y Scott comenzó a intentar abrir una de ellas, en vano.

-No se abren. El colegio tiene control de clima interior. -Explicó Stiles.

-Entonces la rompemos.

-Lo que hará mucho ruido.

Scott observó hacia afuera de un lado hacia otro. –Entonces corremos rápido. Muy rápido.

Al menos se habían dejado de gritar. Me acerqué algo vacilante hacia ellos, y seguí la mirada de Scott hacia donde se encontraba el Jeep, él cual no estaba tan lejos. Había comenzado a creer que el alocado plan de Scott podría no resultar muy mal, hasta que vi que parecía algo extraño.

-¿Stiles, qué tiene el capó de tu Jeep? –Preguntó Scott, claramente habiendo notado lo mismo que yo.

-¿Qué quieres decir? No tiene nada.

-Está torcido.

-¡¿Abollado!? –Soltó, acercándose a Scott.

-No, ¡Quiero decir doblado!

-¡¿Qué demonios!?

Apenas dijo eso una de las ventanas arriba nuestro estalló y nos agachamos a tiempo, cubriendo nuestras cabezas antes de que la lluvia de vidrios nos cayera encima.

Stiles alumbró hacia la cosa que habían lanzado hacia allí, pero no tenía ni la más pálida idea de qué era.

-Esa es mi batería. –Explicó Stiles comenzando a levantarse del suelo, pero Scott y yo lo tomamos de la chaqueta, tirándolo hacia abajo.

-No.

-¡Tenemos que movernos!

Scott frunció el ceño, como si Stiles hubiese perdido la cabeza. Lo que estaba comenzando a parecer. -¡Puede estar justo afuera!

-¡Él está justo afuera!

-Sólo déjame mirar. –Murmuró Scott antes de levantarse y asomarse apenas un poco.

-¿Algo? –Preguntó Stiles al mismo tiempo que yo decía: -¿Está allí?

Scott negó con la cabeza. –No.

-¿Nos movemos ahora?

-Nos movemos ahora.

Se levantaron y comenzaron a caminar hacia la batería del Jeep del Stiles, pero yo no pude moverme. Estaba comenzando a perder el oxígeno otra vez. Sostuve mi pelo con mis puños fuera de mi rostro, intentando contar hasta diez. No podía perder la compostura en aquél momento. Oh, Dios.

-¿Ariel? –Me preguntaron Stiles y Scott al unísono.

-Un segundo. –Murmuré, y mi voz tembló.

Levanté mis rodillas y apoyé mi cabeza entre ellas, intentando acompasar mi respiración. No pasaba nada. No estábamos a punto de ser asesinados por un hombre lobo psicópata. Claro que hacía menos de doce horas no tenía idea de que los jodidos hombres lobo existían. Oh, Dios mío.

-Hey, hey, tenemos que irnos de aquí. –Escuché a Stiles, quién parecía estar frente a mí, pero no pude moverme.

Sentí sus manos en mis hombros. –Vamos a estar bien. Hay que salir de aquí. –Repitió, con voz arrulladora.

Cerré mis ojos fuertemente unos momentos, y alcé el rostro. –Sí.

Comencé a levantarme, felicitándome a mí misma por no haber comenzado a dar gritos, aunque había estado a punto. Nos dirigimos hacia el pasillo y me mantuve entre medio de ellos dos.

-Por aquí. –Susurró Scott, pero Stiles lo tomó por los hombros antes de que se alejase.

-No, no, no, no.

-¿Qué?

-Un lugar sin ventanas.

-¡Todos los lugares aquí tienen ventanas! –Exclamó, señalando con sus manos a su alrededor.

-Un lugar con menos ventanas.

Miré a mí alrededor, intentando pensar en algún lugar que no tuviese ventanas, comenzando a desear que los arquitectos del lugar no hubiesen decidido hacer que todo estuviese tan malditamente iluminado por el sol en el día.

-¡El vestuario! –Dijo Scott.

-Sí.

-Okey. –Murmuré, aunque no tenía idea de a qué vestuario se referían exactamente. Los seguí otra vez, mientras corríamos por los pasillos en penumbra del instituto.

Intenté no enfocarme en otra cosa que no fuesen los sonidos de nuestras pisadas y respiraciones agitadas, hasta que llegamos a donde ellos se dirigían. El lugar era definitivamente un vestuario, y tuve que arrugar mi nariz al entrar allí.

-Este lugar apesta. –Murmuré entrecerrando los ojos.

Stiles hizo una mueca. -Bueno, es el vestuario de hombres.

-Llama a tu padre. –Dijo Scott, y nosotros lo miramos, sin saber a cuál de los dos se dirigía.

-¡A cualquiera!

-¿Y decirles qué? –Preguntó Stiles.

-¡No lo sé, lo que sea! ¡Que hay un escape de gas, fuego, lo que se les ocurra! Si esa cosa que está en el estacionamiento ve el lugar lleno de autos de policía, se irá.

-¿Y qué pasa si no lo hace? ¿Qué pasa si se vuelve como terminator y mata a todos los policías que vea, incluyendo nuestros padres? –Respondió Stiles, haciendo ademanes exagerados con los brazos.

-¡Tienen armas de fuego!

-Sí, y Derek tuvo que ser disparado con una bala de acónito para que siquiera lo detuvieran un poco, ¿Te acuerdas de eso?

-¿No conocen a nadie más que a Derek? –Pregunté. – ¿No lo sé, un súper hombre lobo que pueda ayudar o lo que sea?

-No. No hay nadie más. –Respondió Scott.

-Okey, okey, no sé si eso me tranquiliza o lo hace peor.

-Tenemos... tenemos que... Sólo tenemos que buscar una manera de salir de aquí y simplemente correr.

-No hay nada cerca del colegio por lo menos hasta un kilómetro.

Scott pensó por un momento antes de mirarnos. -¿Y el auto de Derek?

-¡Eso podría funcionar! –Exclamó Stiles, antes de que siquiera pudiese evaluar la idea. –Vamos hacia afuera, sacamos las llaves de su cuerpo, y luego nos vamos en su auto.

-Ugh. –Murmuré, con sólo pensar en el cuerpo de Derek. No podía creer que él hubiese muerto.

-Y a él. -Agregó Scott.

-Está bien. Como sea.

Comenzamos a dirigirnos hacia la salida de los vestuarios, y estuve a punto de abrir la puerta, cuando Scott sostuvo mi brazo con fuerza. –Espera.

-¿Qué? –Pregunté, comenzando a ponerme ansiosa otra vez.

-Creo que oí algo.

-¿Cómo qué? –Preguntó Stiles esta vez.

-Quietos.

Los tres miramos alrededor. Todo parecía estar en su lugar, y no se oía absolutamente nada. Observamos la puerta, y el vidrio que tenía estaba empañado, con una marca extraña. Como si alguien hubiese pasado una mano por allí. Nos alejamos silenciosamente de y Stiles tapó su linterna con la chaqueta.

-Escóndanse. –Dijo Scott muy por lo bajo.

Miré hacia mi alrededor, pero no había exactamente muchos lugares para esconderse, más que bancos que no servirían de nada.

Stiles abrió la puerta de uno de los casilleros haciendo mucho ruido y se metió dentro.

-No, ¡Stiles! –Susurró Scott. – ¡No!

Echamos un último vistazo antes de imitar a Stiles, y fuimos hacia los casilleros restantes. Scott logró esconderse, pero el que elegí yo no se abría. Oh, no. Demonios.

Me fui hacia otro, corriendo la misma suerte que antes, y un mini quejido salió de mi boca. –Chicos, no- Susurré, y noté el picaporte de la puerta girarse, dejándome paralizada. Unos brazos me agarraron y taparon mi boca, arrastrándome hacia atrás.

Stiles me metió en el casillero antes de entrar él y cerrar la puerta. Sólo iba a decir que aquél lugar no estaba hecho para que entrase una persona, y mucho menos dos. Estábamos completamente pegados, y él seguía tapando mi boca, observándome con la mirada alarmada. Escuchamos la puerta abrirse y Stiles tapó su propia boca, cerrando los ojos.

El sonido de un casillero abriéndose y un par de gritos resonaron, haciéndome gritar a mí. Stiles salió como una bala del casillero, chocándose con una persona. -¡Shhh! ¡Shh! ¡Silencio!

Oh, santa mierda, ¿Aquél era el jodido conserje?

-¡¿Silencio?! ¿¡Qué demonios están intentando hacer, matarme!? Ustedes tres, salgan. –Gritó el conserje, señalando hacia la puerta.

-No, no-Comencé a decir, alejándome al lado contrario.

-Sólo escucha por medio segundo, ¿Ok? –Intentó hablar Stiles, pero el hombre comenzó a empujarnos hacia afuera.

-¡Váyanse a la mierda de aquí ahora mismo!

-¡Dios, sólo un segundo para explicar! –Siguió tratando Stiles.

-¡Cállense y váyanse!

Un gruñido apareció de la nada misma y el grito del conserje siendo arrastrado hacia el vestuario nos sorprendió. La puerta se cerró, antes de que el hombre se estrellara contra la puerta y se viera la silueta de su rostro y sus manos, manchando la ventana con sangre.

Scott intentó abrir la puerta, pero Stiles lo sacó de allí y comenzamos a correr por tercera vez en la noche.

-¡A la salida! –Intenté decir lo suficientemente alto para que me oyeran, y me siguieron hasta allí, pero nos dimos contra la puerta que parecía estar bloqueada.

Me tapé la boca para que no se oyera mi quejido, porque las manijas de la puerta me habían dado justo donde mi cuchillo estaba escondido. Estaba segura de que me había hecho un maldito corte allí.

-¿Qué demonios? -Pregunté, al ver que seguían intentando abrir la puerta y ésta no cedía.

Scott se asomó por la rendija que llegaba abrirse. –Es un contenedor de basura. Lo empujó al frente de la puerta para encerrarnos dentro.

Stiles comenzó a empujar la puerta con veracidad, aunque no estaba logrando mucho más que hacer demasiado ruido. -¡Vamos, ayúdenme! –Exclamó Stiles, pero Scott prácticamente lo alzó para sacarlo de allí.

-¡Para!

Nos alejamos de allí, dejando de correr por una vez. Mis piernas habían comenzado a doler al igual que mi brazo, pero no era momento de pararme a revisar. Estábamos perdidos.

-No voy a morir aquí. No voy a morir en el colegio. –Comenzó a decir Stiles, moviendo la linterna para todos lados.

-¡No vamos a morir! –Gritó Scott, deteniéndose por un segundo hasta que los alcancé.

-Sigue repitiendo eso y tal vez se hará realidad. –Murmuré entre dientes. El maldito dolor no se detenía.

-Dios, ¿Qué es lo que está haciendo? ¿Qué es lo que quiere? –Stiles se quejó, observando hacia atrás mientras caminaba.

-¡A mí! Derek dice que es más fuerte con una manada.

-Oh, perfecto. Un hombre lobo psicópata a quien le va el trabajo en equipo. Eso—eso es hermoso. –Se burló Stiles.

Puse los ojos en blanco, chocándome contra Scott sin haber notado que se habían detenido. –Oh, sí. Y su manera de pedirte que te unas a su jodida manada es encerrándote en la maldita escuela, y—

Los observé, cayendo en cuenta de que parecían aterrorizados. Me giré lentamente hacia las ventanas y tapé mi boca antes de que un grito se me escapase. El alfa estaba en el techo del instituto observándonos, y comenzó a correr hacia donde nos encontrábamos.

-Oh, Dios, oh Dios-

Corrimos otra vez, no haciendo más de un metro cuando el estallido de las ventanas rompiéndose y los gruñidos del alfa se oyeron detrás de nosotros. La jodida cosa nos estaba siguiendo. Abrimos las puertas de las escaleras de emergencia, y bajamos hacia otro pasillo que no reconocí, ya que nunca había estado en esa parte del instituto, pero de cualquier manera no me importaba. Ya no tenía idea a dónde estábamos yendo, y ni siquiera parecía un lugar en donde los alumnos debían ir. El lugar estaba aún menos iluminado que los pasillos anteriores, pero continuamos corriendo hasta que Scott dobló hacia un estrecho lugar con casilleros antiguos.

Nos mantuvimos escondidos allí, intentando no hacer mucho más ruido del necesario. Scott se asomó unos segundos, y volvió a esconderse de inmediato, al momento que el gruñido del alfa se oía. Oh dios mío de mi vida.

-¿Qué? –Farfullo Stiles.

Scott señaló con la cabeza al otro lado de los casilleros -Vayan.

Nos dirigimos hacia allí, y seguía sin tener idea de en dónde estábamos. Una cosa de la cual no sabía qué era soltó un vapor, lo que me hizo creer que estábamos cerca del sótano o algo así.

-Okey, tenemos que hacer algo. -Dijo Stiles, agitado.

-¿Cómo qué?

-No lo sé. Matarlo, herirlo, infligirle angustia mental. Algo.

Otro gruñido más fuerte nos sobresaltó, y di un salto hacia atrás. Stiles alumbró al pasillo que parecía desierto, y metió una mano en su bolsillo, causando un ruido de llaves.

-Espera un minuto, no-

-Shhh. –Le acalló Stiles a Scott, y sacó sus llaves.

Eso me dio una idea. Saqué el cuchillo de debajo de mi manga, viendo que estaba manchado de sangre, pero lo ignoré. Sostuve el mango con el filo hacia abajo y alcé el brazo, esperando.

-¿Qué demonios? –Murmulló Scott, y golpeé su hombro.

-¡Shh! ¡Sé lo que hago!

... O eso esperaba. Había practicado con cosas en movimiento, pero hacía muchísimo tiempo. Una silueta apareció al otro lado del pasillo, y Stiles tiró sus llaves hacia la habitación que teníamos al lado. El alfa gruñó ruidosamente, corrió como un rayo hacia allí, y le lancé el cuchillo antes de que ellos me tiraran hacia atrás. Stiles cerró la puerta de la habitación y se puso sobre ella. -¡Ese escritorio, vamos traigan el escritorio!

Scott comenzó a empujar el escritorio de metal que señalaba Stiles, y no parecía en muy buen estado, pero lo pusimos sobre la puerta. Comenzaron a sonreír triunfantes, como idiotas, y la puerta se abrió unos centímetros empujando el escritorio hasta la pared, sin lograr nada. Estaba encerrado.

Me permití dar una bocanada de aire, sintiéndome un diez por ciento menos nerviosa. Tal vez no íbamos a morir brutalmente asesinados después de todo.

-¡Vamos, pasa hacia aquí, apúrate! –Instó Stiles a Scott, que se había quedado del otro lado del escritorio.

-¿Qué...?

Echó un vistazo a la puerta, y dio un salto hacia donde estábamos nosotros.

Me apoyé contra la pared, intentando recuperar el aliento, y Stiles se acercó hacia la puerta de la habitación donde el alfa estaba encerrado. Oh, iba a comenzar a darle golpes otra vez.

-¿Qué estás haciendo? –Gritamos Scott y yo al mismo tiempo.

Stiles se giró, como si no estuviese haciendo nada malo. -¡Sólo quiero echarle un vistazo!

-¡Ya lo has visto! ¡Un monstruo grande, peludo y espantoso que nos ha estado persiguiendo durante veinte minutos, Stiles! –Chillé.

-Miren, está atrapado, ¿Okey? ¡No puede salir!

-¿Estás loco?

Stiles nos ignoró por completo y se subió al escritorio para mirar por la ventana de la puerta, alumbrándola con la linterna.

-Sí, eso es, te tenemos—

-¿Puedes callarte? –Ordenó Scott.

-¡No estoy asustado de esta cosa!

El alfa se abalanzó hacia la puerta dándole un golpe, y Stiles dio un respingo hacia atrás, casi cayéndose del escritorio.

-¡No me asustas! –Canturreó, y maldecí no tener otro cuchillo para lanzárselo a él. -¿Okey? Porque tú estás allí, y nosotros aquí. No vas a ir a ningún—

Unos ruidos de algo como si se estuviese rompiendo lo silenciaron. Desde la ventana se veía cómo pedazos del techo de la habitación caían, y unos pasos resonaron arriba. Observamos el techo, y las pisadas resonaron sobre nuestras cabezas. Stiles alumbró en donde parecían prevenir, donde unos paneles del techo se cayeron haciéndose añicos contra el suelo.

-Stiles, voy a matarte. –Mascullé, y comenzamos a correr otra maldita vez. Antes de que saliéramos del sótano, Scott puso su brazo delante de Stiles y de mí, deteniéndonos. -¡Esperen! ¿Escuchan eso?

-¿Escuchar qué? Scott, tenemos que largarnos de aquí antes de que—

-Es como un celular.

Stiles frunció el ceño. -¿Qué?

-Conozco esa melodía. Es el celular de Allison.

Mi corazón dio un vuelco. -¿¡Allison?! No puede ser, Scott, ¿Qué haría ella aquí?

-La llamaré. –Murmuró Stiles, sacando su móvil del bolsillo de sus jeans. Yo había dejado el mío en mi mochila, la cual estaba en el Jeep roto de Stiles. Perfecto.

Me puse delante de Stiles. -Pon el altavoz.

Apenas sonó el tono de espera una vez, cuando Allison atendió. -¿Stiles?

-Soy yo, ¿Dónde estás?

-Estoy en la escuela, buscándolos. ¿Por qué no fueron a mi casa?

Oh, no, aquello no podía estar pasando.

-¿Dónde estás ahora? –Preguntó Stiles, tan consternado como yo.

-¿En el primer piso?

-¿Dónde? ¿Dónde exactamente?

-En las piscinas.

Allison parecía cada vez más extrañada, y yo sentía que iba a perder los nervios.

-Ve hacia la entrada. –Le mandó Stiles. –Ve ahora.

-Okey, okey, ya voy.

Stiles cortó la comunicación, y los tres nos observamos con la misma expresión confusa y cansada. Aquello no hacía más que empeorar, y para colmo Allison había aparecido de la nada.

-Vamos. –Gruñó Scott, y comenzó a correr. Stiles y yo soltamos un suspiro antes de seguirlo.

No tardamos mucho en llegar allí, y Scott abrió las puertas del vestíbulo, donde estaba Allison esperándonos.

-¿Ariel? –Preguntó, visiblemente sorprendida de verme allí.

-¿Por qué viniste? ¿Qué estás haciendo aquí? –Le preguntó Scott, salvándome de tener que inventar una respuesta.

Allison nos observó, estupefacta por completo. -¿Porque me lo has pedido?

-¿Yo te lo pedí? –Repitió Scott, y Allison sacó su móvil, mostrándoselo.

Había un mensaje, que decía; Encontrémonos en el colegio. URGENTE. –Scott.

Observamos a Allison sin decir una palabra.

-¿Por qué tengo la sensación de que no mandaste este mensaje? –Preguntó ella.

-Porque no lo hice.

-¿¡Tú manejaste hasta aquí?! –Saltó Stiles, acercándosele.

-Jackson lo hizo.

Llevé mis manos hacia mi rostro, sin poder creer lo que estaba oyendo. -¿Jackson está aquí? –Preguntó Scott, cada vez más preocupado.

-¡Y Lydia! ¿¡Qué está sucediendo?! ¿Quién envió este mensaje?

Su móvil comenzó a sonar antes de que volviera a enseñárnoslo, y atendió. -¿Dónde estás?

Las puertas de la entrada se abrieron, y Lydia y Jackson aparecieron. Oh, mierda. Mierda. Lydia me observó acusadoramente, cruzándose de brazos. –Finalmente. ¿Podemos irnos ahora? Ariel, estuve llamándote durante media hora—

Unos ruidos en el techo la interrumpieron, y nuestras miradas se dirigieron al techo. El alfa. El alfa estaba allí.

-¡Corran!

Comencé a correr tan rápido como mis piernas me lo permitían, siguiéndolos, e intentando no darme vuelta para ver si el alfa nos estaba persiguiendo. Podía oír sus fuertes pisadas, pero no quería asegurarme, ni quería que Allison, Lydia, o Jackson vieran qué nos estaba persiguiendo. Así que, comencé a gritar.

-¡Vamos, vamos, corran! –Exclamé, y Stiles me observó con nerviosismo, antes de girarse. No debió ser bueno lo que vio, porque comenzó a repetir lo que yo estaba diciendo.

Fueron directo a las puertas de la cafetería, y apenas pusimos un pie dentro se apresuraron a cerrar las puertas con cada perilla que pudieron encontrar.

-¡Ayúdame a poner esto frente a la puerta! –Gritó Scott a Jackson, moviendo uno de los congeladores próximos. Estaba a punto de ayudarles, cuando Stiles comenzó a gritar.

-Scott, espera, no aquí.

-¿Qué fue eso? –Preguntó Allison, observando alrededor, con los ojos como platos. -¿Scott, qué fue eso?

-¿Qué salió del techo? –Le siguió Lydia, pasando su mirada de Scott, a Stiles, y a mí.

-¿Podrían ayudarme? –Les evadió Scott, todavía empujando el congelador. -¡Las sillas, apilen las sillas!

Nos apresuramos a las sillas más próximas, comenzando a apilarlas frente a la puerta.

-Chicos... ¿Podemos esperar un segundo?

Observé a Stiles nuevamente, sin comprender qué era lo que le sucedía. Él estaba observando a las ventanas... que cubrían toda la pared frente a nosotros. Oh, mierda. Solté las dos sillas que estaba sosteniendo.

-Hey, esperen, esperen-

-¡Esperen un segundo! –Gritó Stiles, pero no escucharon. Allison tomó las sillas que había dejado, siguiendo con la inútil tarea de ponerlas frente a la puerta.

-Chicos... -continuó. -Stiles hablando. ¿¡Hola!?

Perdí la paciencia, y puse dos dedos en mi boca para dar el silbido más fuerte que pude. Allison, Lydia, Jackson y Scott se quedaron petrificados en medio de lo que estaban haciendo, y se giraron para mirarnos.

-¡Okay, buen trabajo! Realmente, precioso trabajo, chicos. Ahora, ¿Qué hacemos con la pared de ventanas de seis metros? –Stiles señaló con los brazos abarcando las ventanas.

-¿Puede alguien decirme qué está pasando aquí? Porque me estoy volviendo loca, –Se quejó Allison, mirando hacia Scott. – y me gustaría saber por qué. ¿Scott?

Él frunció el ceño, sin tener idea de qué decir. No es como si nosotros supiéramos exactamente qué estaba sucediendo tampoco. Se alejó hasta una mesa, dándonos la espalda.

Los tres nos observaron, esperando una respuesta, y miré a Stiles, nerviosamente. No sabía qué demonios podríamos decir. Claramente un hombre lobo que quiere asesinarnos no era una buena idea.

-Alguien mató al conserje. –Dijo Stiles, sin previo aviso. Lo fulminé con la mirada, intentando que los otros no me vieran. ¿Qué demonios?

Lydia nos observó, con el miedo grabado en el rostro. -¿Qué?

-Sí. El conserje está muerto.

-¿Stiles? –Murmuré entre dientes, acercándome a él.

Allison parecía a punto de perder los nervios, y volvió a mirar a Scott, que seguía de espaldas a nosotros. -¿De qué está hablando? ¿Es una broma?

-Que, ¿Quién lo mató? – Ahora había sido el turno de Jackson de hacer preguntas, y tuve ganas de golpear mi cabeza contra algo.

-No, no, no, no. –Farfulló Lydia. -Se supone que esto se acabó. El puma mató-

-No, ¿No comprendes? Nunca hubo un puma. –Jackson le interrumpió.

-¿Quién fue? ¿Qué es lo que quiere? ¿Qué está sucediendo? ¡Scott! – Le siguió Allison.

Oh, por Dios, la situación no podía ponerse peor. Miré hacia Scott, quien estaba exactamente igual que Stiles y yo. Sin idea de qué decir. No sabía por qué todos le hacían a él las preguntas, como si él tuviese la culpa de lo que pasaba, y comenzaba a molestarme.

-No lo sé. –Dijo. –Yo-yo sólo... si-si salimos de aquí, va a matarnos.

-¿A nosotros? –Exclamó Lydia. -¿Va a matarnos a nosotros?

-¿Quién? ¿Quién es? –Exigió Allison, y me giré hacia ella, frunciendo el ceño.

-¡No sabemos, Allison! ¿Okey? ¡Nosotros tampoco sabemos qué sucede aquí!

Allison se alejó un paso por mi repentino comentario, y me arrepentí de inmediato.

-Derek. –La voz de Scott detrás de mí habló, y me di vuelta sobre mis pies, sin creer lo que había acabado de decir. – Es Derek Hale.

Miré a Stiles, para confirmar si lo que había oído era verdad. Y eso parecía, porque observaba a Scott, exasperado.

-Esperen, ¿Derek mató al conserje? –Preguntó Jackson, y a juzgar por su expresión, no parecía creérselo.

Oh, perfecto, no sólo tendríamos que fingir una mentira monumental, sino que Jackson no iba a tragárselo.

Allison, al contrario, sí pareció creerlo. -¿Están seguros?

-Le vi. –Respondió Scott.

-El pum-

-No, Derek los mató. –Siguió, interrumpiendo a Lydia.

-¿¡A todos!?

-Sí, empezando por su propia hermana.

Aquello se estaba saliendo de lo que podíamos manejar. Me alejé unos pasos de allí, apoyándome sobre una mesa. Estaba a punto de quitar mi molesto pelo de mi rostro, cuando observé un hilo de sangre que caía por ella. Oh, demonios, justo lo que necesitaba. Bajé la manga de mi sweater para cubrirlo, antes de que alguien más lo viera.

-¿Y el conductor del autobús? –Escuché que decía Allison.

-Y el chico del videoclub, ¡Ha sido Derek todo el tiempo! Y está aquí con nosotros–Le cortó Scott, y me giré para observarlos. Al menos parecían creérselo. –Si no salimos ahora, ¡Va a matarnos a nosotros también!

Lydia y Allison se quedaron en silencio sin mover un músculo, como si estuviesen en shock, pero Jackson era otro tema. Parecía enfurecido.

-Llamen a la policía. –Ordenó.

Di un respingo, comenzando a negar con la cabeza. –No. –Dije, y Stiles me siguió un segundo después, diciendo lo mismo.

Jackson nos observó sin entender, o sin darle importancia. -¿Qué quieren decir con "no"?

-¡Quiero decir, no! ¿Quieres oírlo en español? ¡Noh! – Casi le gritó Stiles, haciéndole frente. – Miren, Derek mató a tres personas, ¿Okey? No sabemos con qué está armado.

-Tu padre está armado con el departamento de policía entero. ¡Llámalo!

-Yo llamaré. –Dijo Lydia, y di un salto de donde estaba, acercándome a ella.

-¡No! Lydia, espera, por favor-

-Hey. -Jackson puso un brazo delante de mí, deteniéndome y me giré hacia él, angustiada.

Ella sacó su móvil y comenzó a marcar, sin darme atención, y yo volví hacia donde estaba antes, empujando a Jackson, enfadada. Mierda. Mi padre no podía venir aquí. No después de... oh jodida mierda.

-... sí, estamos en el instituto de Beacon Hills. Estamos atrapados, y necesitamos que... pero-

Lydia se quitó el móvil del oído para observarlo. –Me cortó.

-¿La policía te cortó? –Preguntó Allison, como si se lo hubiese inventado.

-Dijo que recibieron una pista, advirtiéndoles que iban a ver llamadas de broma sobre irrupciones en el colegio. ¡Dijo que si vuelvo a llamar van a rastrear la llamada y arrestarme!

-¡Okey, entonces llama de nuevo!

-No, ellos no rastrearán un celular. Y enviarán una patrulla a tu casa antes de que envíen a nadie aquí. –Explicó Stiles, y un torrente de alivio me inundó. Tal vez no tenía mucho sentido, pero prefería salir de allí sola antes de que volviesen a herir a mi padre.

-¿Qué dem- qué... qué es esto? –Tartamudeó Allison, llevándose las manos a la cabeza. -¿Por qué Derek quiere matarnos? ¡¿Por qué está matando gente?!

Todos se giraron hacia Scott. -¿Por qué me están mirando a mí?

-¿Él es quién le envió el mensaje a ella? –Le preguntó Lydia.

-¡No! Quiero decir- no lo sé-

-¿Él es quién llamó a la policía? –Continuó Allison, interrumpiéndole.

-¡No lo sé! –Gritó Scott, finalmente perdiendo los estribos.

Ella pareció dolida de inmediato, y lo observó con la mirada herida, presionando los labios fuertemente. Oh, ahora iba a enfadarse. Genial.

-Okey, ¿Por qué no nos calmamos un poco aquí, eh? –Habló Stiles, poniendo los brazos sobre los hombros de Scott, y lo trajo hacia donde yo estaba.

Scott parecía enojado. Enojado en serio.

-Okey, primero que todo, enviar a Derek al frente, bien hecho. –Murmuró Stiles una vez llegaron.

-¡No sabía qué hacer, tenía que decir algo! Y si está muerto, entonces- entonces no importa, ¿Verdad? Excepto que si no lo está—Susurró lo más bajo que pudo, girándose hacia Allison. –Oh, Dios, acabo de gritarle como si-

-Ella lo superará-

-Sí, y debería disculparse también. Sabe que no es tu culpa lo que está sucediendo aquí. –Farfullé entre dientes interrumpiendo a Stiles, sin poder evitar sentirme un poquito molesta.

-Hey, tenemos problemas más grandes aquí, por ejemplo, ¿Cómo salimos de aquí vivos?

-¡Pero estamos vivos! Él ya nos podría haber matado. Es como si nos estuviera acorralando, o algo.

-¿Entonces qué, quiere comernos a todos al mismo tiempo? –Preguntó Stiles.

-Pues me encargaré de que se atragante. –Murmuré por lo bajó, y él me miró con exasperación.

-¿Qué? Si tú puedes ser sarcástico, yo también.

-¡No es eso! –Saltó Scott. –Derek dijo que quiere venganza.

Stiles lo observó. -¿Contra quién?

-¿Contra la familia de Allison?

Enarqué una ceja, sin comprender en lo más mínimo lo que había dicho. -¿La familia de Allison?

-Explicaremos eso después-- si salimos vivos, claro. Tal vez de eso se trataba el mensaje.

Scott no pareció seguirle.

-Alguien tuvo que haberlo enviado.

-¡Okey, idiotas! –Exclamó Jackson repentinamente, acercándosenos. –Nuevo plan. Stiles llama a su inútil papá, o tú, Ariel, como si importase, y les dicen que envíen a alguien con un arma y puntería decente. ¿Estamos bien con eso?

Solté un bufido, y cerré mis manos en puños, acercándome a él preparada para decirle unas cuantas cosas, pero Scott me detuvo. -¡Tiene razón! –Nos dijo, clavando su mirada en nosotros.

-No voy a observar a mi padre siendo asesinado. – Dijo Stiles con la voz calma y seria.

-¡Muy bien, dame el teléfono! –Le gritó Jackson, tomándolo por los hombros, pero Stiles hizo un movimiento rápido, y le dio un golpe de lleno en su rostro.

Yo me limité a mirar, sin molestarme en moverme. Con lo impulsiva que era, sería una hipócrita si diría que no hubiera hecho exactamente lo mismo.

-¡Jackson! –Profirió Allison, saliendo disparada hacia él, que había caído al suelo. -¿Estás bien? Hey... ¿Estás bien?

Se giró hacia Stiles, Scott y a mí, boquiabierta, con la mirada acusadora. Ella estaba comenzando a ponerme de los nervios. Stiles sacó su móvil, y no vi el punto de detenerle. Ya no sabía qué hacer.

-Hey, papá, soy yo... y es tu correo de voz. Mira, necesito que me devuelvas la llamada. Ahora. Ahora mismo.

Unos golpes comenzaron a aporrear las puertas bloqueadas por las sillas y el congelador, y Lydia, quién seguía allí, comenzó a correr hacia nosotros. Sentí cómo la sangre se me helaba.

-Papá, estamos en el colegio, ¿Okey? Estamos en el colegio.

Stiles cortó la comunicación, y la puerta comenzó a salirse de sus goznes con la cantidad de golpes que estaba recibiendo.

-¡Oh, dios! –Gritó Lydia escondiéndose detrás de mí y de Jackson. Abracé sus hombros instintivamente, intentando reprimir mis propios gritos.

-La cocina, la puerta de la cocina va hacia las escaleras. –Dijo Stiles, sin despegar su mirada de la puerta.

Scott negó con la cabeza. -¡La que sólo va hacia arriba!

-Arriba es mejor que aquí.



Luego de salir disparados a toda velocidad hacia donde Stiles había sugerido, nos metimos a la primera aula que pudimos entrar. El alfa nos estaba persiguiendo claramente, ¿o debería decir Derek? Y nos quedamos tan inmóviles como pudimos, mientras se oían unos pasos extraños. Intenté lo mejor que pude ignorar los gruñidos inconfundibles. No sabía qué pensarían Jackson, Lydia y Allison de aquello. Tal vez con un poco de suerte no le darían especial atención.

Me encontraba detrás de Scott y Stiles, y sentía cómo el borde de una mesa se me clavaba en la espalda. Una sombra pasó por la ventanilla de la puerta. Nos quedamos tal como estábamos, sin proferir sonido alguno, hasta que no hubo más señales del alfa.

Dejé salir el aire que estaba reteniendo, y sentí cómo la adrenalina de la última media hora se esfumaba inquietantemente rápido de mi cuerpo. Intenté aferrarme a ella, ya que era lo que me mantenía alerta y sin comenzar a gritar como una trastornada.

-Jackson, ¿Cuántas personas entran en tu auto? –Susurró con urgencia Scott.

-Cinco, si alguno se sienta en el regazo de alguien.

-¿¡Cinco!? ¡Casi ni yo quepo atrás! –Le refutó Allison, intentando no subir la voz, susurrando igual que ellos.

Oh, perfecto, así que el lujoso Porsche de Jackson no servía más que para eso; ser lujoso.

-No importa. No podremos salir sin atraer atención. –Interrumpió Stiles antes de que soltase un comentario no muy apropiado.

-¿Y qué sobre esto? -Scott estaba señalando a una puerta del aula, que no había notado antes. – Esto lleva al techo, podremos bajar por la escalera de incendios hasta el estacionamiento en segundos.

Nos dirigimos hacia ella velozmente, pero ésta estaba claramente cerrada.

-Eso es un cerrojo. –Murmuró Stiles.

-Podremos abrirla por más que no tengamos la llave. Si alguien golpea el cerrojo con la fuerza justa, se romperá. –Susurré, mirando hacia Scott. Si todas las películas y libros que conocía sobre hombres lobo tenían algo de verdad, esperaba que ello fuera que tuviesen súper-fuerza.

Stiles tomó por la chaqueta a Scott, que no parecía habérselo pensado dos veces y estaba observando la puerta como si fuese a darle un golpe. -Eso hará demasiado ruido.

Un segundo después, Scott alzó la mirada esperanzada. –El portero tiene una llave.

-Quieres decir que su cuerpo la tiene. –Corrigió Stiles.

-Puedo conseguirla. –Scott se acercó hacia nosotros, susurrando aún más. –Puedo encontrarla por el olor, la sangre.

-Bueno, hey, eso suena como una idea increíblemente terrible, ¿Qué más tienes?

La voz de Stiles derrochaba sarcasmo, y Scott parecía estar por perder la paciencia una vez más. –Voy a conseguir la llave.

-Scott, ¿hay que recordarte que el al-?

Dejé de hablar, porque no me estaba oyendo de cualquier modo. Se acercó hacia la puerta de salida del aula, donde se encontraba Allison.

-¿Hablas en serio? –Le preguntó ella, frunciendo las cejas preocupadamente.

-Bueno, es el mejor plan. Alguien tiene que conseguir la llave si queremos salir de aquí.

-¡No puedes salir allí desarmado!

Scott tomó algo del pizarrón. Era uno de los punteros que utilizaban los profesores. Estaba segura que lo que único que conseguiría con eso era que el alfa se le echase a reír en la cara, si es que podía hacer eso. Yo le había lanzado un cuchillo y aparentemente no le había hecho ningún daño.

Todos observamos a Scott con la misma expresión exasperada, y él puso los ojos en blanco. –Bueno, es mejor que nada.

-Tiene que haber algo más. –Dijo Stiles, y se giró para observarme. Sabía que estaba pensando en mis cuchillos, pero negué ligeramente con la cabeza.

-Lo hay. –Dijo Lydia, y la observé, sorprendida. Ella estaba observando una de las vitrinas del aula, donde había interminables frascos y recipientes con químicos.

-¿Qué vamos a hacer, tirarle ácido? –Le farfulló Stiles.

-No. Como una bomba de fuego. Ahí está todo lo necesario para hacer un cóctel molotov auto-inflamable.

-¿Auto inflamable...?

-Cóctel molotov. –Finalizó ella.

-¿Quieres decir como en los videojuegos? –Murmuré estúpidamente.

Ella asintió, enarcando una ceja. –Supongo. ¿Qué? –Preguntó, y noté todos la miraban como si le hubiesen crecido dos cabezas. –Lo leí en algún lado.

Estaba mintiendo. Honestamente, no comprendía por qué Lydia se empeñaba en parecer una Barbie hueca, porque estaba claro que no lo era.

-No tenemos una llave para eso tampoco. –Respondió Stiles, señalando la vitrina.

Antes de que alguien dijese nada más, Jackson golpeó con su codo el vidrio, rompiéndolo. Oh, bueno. Aquello serviría. Al menos no había hecho tanto ruido.

Lydia no tardó en poner manos a la obra, y me perdí más o menos en la mitad del proceso. Ella debió ver algo en mi rostro, porque me observó condescendiente. -¿Qué? Esto no es letal. Al menos no mucho.

-Sé cómo funciona. Sólo que conocía la forma más... tradicional de crearlo. –Murmuré, siguiendo con mi mirada sus manos que mezclaban los ingredientes. Y la verdad es que sí era letal. Pero no podíamos pararnos a pensar en un método menos agresivo por el momento.

-¿Y cómo es eso?

Entrecerré los ojos. -Estoy segura de que ya lo sabes.

Ella no se dio por aludida, y su expresión pasó a ser ansiosa. –Jackson, pasame el ácido sulfúrico.

Mis nervios volvieron a hacerse presentes en cuanto Lydia terminó con ello, y le pasó el frasco a Scott.

-No. –Dijo Allison de la nada. –No, esto es una locura. No puedes hacerlo, no puedes salir.

-No podemos sólo sentarnos aquí a esperar a que Stiles tenga que revisar sus mensajes. –Respondió él.

-Podrías morir. ¿No entiendes eso? –Se le acercó por sobre la mesa, pero sabía que era inútil cualquier esfuerzo que hiciese para mantener a Scott allí. –Él ha matado a tres personas.

-Y nosotros somos los siguientes. –Dijo Scott. –Alguien tiene que hacer algo.

Se acercó hacia la puerta, y ella corrió hacia él, haciendo un ademán asustado con las manos. –Scott, sólo para. Recuerdas- ¿Recuerdas cuando dijiste que sabías cuándo mentía? -Allison parecía a punto de echarse a llorar. Oh, no. –Pues yo también lo sé. Eres horrible mintiendo. Y has estado mintiendo toda la noche. Sólo... por favor-por favor, no vayas. Por favor, no nos dejes. Por favor.

Scott la observó con una expresión imposible de descifrar, y una lágrima solitaria cayó por la mejilla de Allison. Él nos echó un vistazo antes de girarse hacia la puerta. –Ciérrenla cuando salga.

Ella le tomó del brazo y lo atrajo hacia él para besarle. Tuve que mirar hacia otro lado, porque aquello parecía como si se estuviesen despidiendo, y no podía aceptarlo. Scott iba a estar bien. No podía saberlo, no tenía forma de saberlo, pero lo hacía. Tenía que estar bien.

Apenas se fue, nos quedamos en completo silencio, y pronto aquél se hizo difícil de soportar. Me alejé hacia una mesa contra las ventanas y me senté sobre ella, abrazando mis piernas. La adrenalina ya casi se había esfumado y mis manos habían comenzado a temblar ligeramente, pero sin cesar. No podía detenerlas, y aquello hacía que la herida de mi brazo me doliese. Una mediana mancha de sangre cubría el extremo de mi Sweater, e ignoré el impulso de ver cómo de mal estaba. No era tan grave, al menos. Apoyé mi frente en mis rodillas, repitiéndome que todo iba a estar bien, porque no sabía que más hacer.

-Hey. –Escuché muy cerca de mí, y casi di un respingo. Stiles estaba a mi lado, y me observaba. Tenía las manos en los bolsillos, y toda su postura decía claramente que estaba increíblemente preocupado y nervioso. -¿Qué sucede?

-¿En serio necesitas que te diga qué sucede? –Murmuré, y me arrepentí al instante. –Lo siento. Aquello sonó mejor en mi mente.

-No pasa nada. –Dijo, encogiéndose de hombros. –No luces bien.

-Mira quién habla. –Le respondí, haciendo una mueca. Y era verdad que no lucía muy bien. Parecía horriblemente cansado.

Él puso los ojos en blanco, y se encogió de hombros otra vez. -Sigo esperando que comiences a hiperventilar o a chillar o algo parecido.

Enarqué las cejas. -¿Por qué?

-Bueno... –Su voz se volvió un susurro casi inaudible. –Acabas de enterarte de lo de Scott y Derek, y luego el alfa ha decidido comenzar a jugar a una versión retorcida de las escondidas.

-Me he metido en esto yo solita. Sería hipócrita de mi parte comenzar a perder la cordura ahora. Aunque tampoco esperes que salga allí a gritar "¿¡Quién le teme al lobo feroz!?" porque no lo haré.

El vestigio de una sonrisa asomó a los labios de Stiles, pero tan pronto como la noté, desapareció. –Ya tenemos un suicida en el grupo.

-¿Crees que Scott estará bien?

-Eso espero.

Solté un enésimo suspiro, y me quité el pelo del rostro. Lo que fue un error.

-¿Qué es eso? –Me preguntó él, casi alzando la voz. Observaba con el ceño muy fruncido mi brazo. O más específicamente, la mancha de mi sweater.

-No es nada. –Dije, cruzándome de brazos. –El cuchillo que le lancé al alfa me raspó un poco cuando nos chocamos contra las puertas que estaban bloqueadas.

-Eso no parece producto de un raspón, Ariel. –Dijo, tomando mi brazo a pesar de mis esfuerzos para evitarlo.

-Estoy bien. –Murmuré, aunque mi voz tembló un poco cuando él bajó mi manga y dejó a la vista la herida. No era tan grave, como había adivinado, pero la sangre parecía estar por todo mi brazo. –No es como si pudiese hacer nada. Sé primeros auxilios, además, así que puedo asegurarte de que no voy a morir. –Intenté bromear.

Él me observó algo extrañado. Parecía... como si no me reconociese del todo.

-¿Qué?

-Sabes lanzar cuchillos, primeros auxilios, y tienes unos nervios de acero. ¿Has estado en el ejército o algo por el estilo?

Si no hubiésemos estado en una situación tan trágica, probablemente me hubiese echado a reír como una posesa. –No. Sólo tengo un padre muy paranoico. Y con razón. –Murmuré, señalando a nuestro alrededor. –Siempre termino en situaciones extrañas, ¿Recuerdas? Y a propósito, creo que mi definición de extraño se ha expandido últimamente.

Otra vez aquella casi-sonrisa apareció en los labios de Stiles, y no tardó en esfumarse. Todo volvió a caer en el silencio, y sentí como comenzaba a temblar nuevamente.

Hasta mis dientes castañeteaban ligeramente, por más que intentase evitarlo.

-Para eso. -Me murmuró Stiles, quien no se había movido de en donde estaba. –Me pone de los nervios. O bueno, aún peor.

Intenté hacerlo sin mucha convicción, pero él envolvió sus manos con las mías, que estaban cálidas. Mi corazón se detuvo por una fracción de segundo, y no tuve idea de por qué. Repentinamente, sentí que Stiles estaba muy cerca de mí, y un ligero rubor cubrió mis mejillas. ¿Por qué demonios, de entre todas las cosas que me podían suceder, me estaba ruborizando? Di gracias al cielo de que todo estuviese tan oscuro. Stiles pareció darse cuenta de lo que había hecho, porque soltó mis manos y despegó su mirada de la mía, dirigiéndola a cualquier otro lado.

-No entiendo esto. –Escuché la voz de Allison desde donde se encontraba con Lydia y Jackson. Estaba igual que yo, sentada sobre una de las mesas. –No entiendo por qué él está allí fuera, y por qué nos dejó. Y no puedo... no puedo hacer que mis manos dejen de temblar.

Al menos yo no era la única. Estaba a punto de levantarme para acercarme a ella y decir alguna palabra estúpida de aliento, pero Jackson tomó las manos de Allison, casi como lo que había hecho Stiles conmigo.

-Está bien. Está bien, va a estar bien. –Le repitió él con voz que debía de ser tranquilizante, pero sonó extraña.

¿Por qué demonios él estaba consolando a Allison, ignorando por completo a su novia? Lydia los observó por un segundo antes de hacer como si nada estuviese sucediendo.

-Okey. –Le respondió Allison a Jackson asintiendo con una sonrisa nerviosa. Y no quitó sus manos de las de Jackson.

Tal vez aquello podría resultar no muy extraño, ya que eran amigos, pero estaba fuera de lugar. Me acerqué a Lydia y la rodeé con mis brazos, fulminando con mi mirada la nuca de Jackson. Ella se quedó inmóvil unos momentos, pero luego también me abrazó.

-Jackson, ¿Me has dado el ácido sulfúrico, verdad? –Preguntó repentinamente, y vi que observaba la mesa donde estaban las cosas que había utilizado para el cóctel. –Tiene que ser el ácido sulfúrico, no se encenderá si no lo es.

-Te di exactamente lo que me pediste, ¿No? –Le espetó, enfadado.

Okey, ¿Cuál era su jodido problema?

Lydia se había encogido un poco, claramente sorprendida. Y herida. –Sí. Sí, estoy segura de que lo hiciste.

Cualquiera que no notase su sarcasmo hubiera sido un idiota. Si Lydia no le creía, estábamos en problemas. Una cosa era que a Jackson no le cayese bien Scott, pero que lo dejase ir allí fuera con algo que no le funcionaría para defenderse era demasiado. No quería creerlo.

Un aullido resonó repentinamente y los cinco dimos un respingo, alarmados.

Jackson se tomó el cuello con una expresión de dolor y cayó de rodillas al suelo, comenzando a dar gritos desgarradores. Me quedé pasmada, observándole, y Allison y Lydia se agacharon para sostenerle. En su cuello había unas pequeñas heridas extrañas, en forma de medias lunas.

Stiles y yo nos observamos confundidos, hasta que el aullido se detuvo.

-No, estoy bien. –Se salió del agarre de Lydia y Allison. –En serio, estoy bien.

-Eso no sonó para nada bien. –Le respondió Allison.

-¿Qué tienes en la nuca? –Preguntó Stiles, alargando su mano hacia él, pero Jackson se la quitó de un golpe.

-Dije que estoy bien.

-Ha estado así por días. Él no quiere decirme qué sucedió. –Explicó Lydia.

-¡Como si en realidad te importase! –Jackson volvió a hablarle a Lydia como si estuviese completamente enfadado con ella.

-Hey, no hay necesidad de que seas grosero. –Le dije a Jackson entre dientes, quien me miró como si estuviese a punto de mandarme a cierto lugar, pero desistió.

-Muy bien, ¿Podemos no discutir por medio segundo aquí? –Nos detuvo Stiles, ignorando por completo a Jackson.

Allison se llevó una mano al pelo en gesto nervioso, echando un vistazo a la puerta. -¿Dónde está Scott? Ya debería estar de vuelta.

Dicho y hecho, un crujido sonó en la puerta del aula, y nos volvimos hacia ella, sobresaltados. Mi corazón, que parecía haberse tranquilizado mínimamente, comenzó a latir desenfrenado.

-¡Scott! –Gritó Allison, y corrió hacia la puerta, quitando la silla que habían puesto delante de ella. Intentó abrirla, pero extrañamente no pudo. Giró el picaporte repetidas veces, gritando el nombre de Scott.

-Para. ¡Para! –Exclamó Lydia, y Allison se detuvo finalmente. -¿Has oído eso?

Todos observamos a Lydia sin comprenderle. Nos quedamos en silencio, pero no llegaba a oír mucho, hasta que noté algo. ¿Aquéllas eran... alarmas?

-¡Escuchen!

Corrimos hacia las ventanas, donde ya se podía oír claramente. ¡Eran las sirenas de la policía!

Las patrullas comenzaron a llegar en el estacionamiento, y me inundó tal oleada de alivio que me sentí mareada por unos segundos.


--


El alivio pronto se convirtió en algo parecido a la euforia, más que nada porque no veíamos la hora de salir de allí de una vez. Mis energías se habían esfumado finalmente y me sentí como si estuviese en medio de un trance hasta que puse un pie fuera del instituto. Decir que no quería volver a ver aquél lugar era el eufemismo del siglo.

Allison no había podido abrir la puerta del aula en que nos encontrábamos porque aparentemente y de alguna manera, estaba cerrada. Después me enteré que Scott se había encargado de eso, aunque no estaba muy segura de por qué. La cuestión era que los policías habían conseguido abrirla, y el sheriff apareció junto con otros dos policías, ninguno de los cuales era mi padre. No sabía si debía sentirme aliviada o preocupada por ello. Los policías no nos hicieron muchas preguntas y nos llevaron fuera de allí, pero sabía que la ola de interrogaciones vendría en algún momento. Cuando por fin sentí que mi cerebro se desembotaba no tenía ni idea de en dónde se habían metido Jackson y Lydia, y Allison había recibido una llamada del padre antes de desaparecer también.

Así que me encontraba detrás de Scott y Stiles, frente al sheriff, quién nos miraba detenidamente con una expresión de extrema confusión. Tardé en darme cuenta de que habían estado hablando y yo no había oído nada de nada.

-... vamos a buscar en el colegio, y vamos a encontrarlo, ¿Okey? Lo prometo. –Escuché hablar al sheriff, con voz cansada. Luego su mirada pasó hacia mí, y estuvo a punto de decirme algo, pero alguno de los policías lo llamó. –Quédense aquí. Los tres. –Nos señaló con advertencia antes de alejarse.

-Bueno, sobrevivimos. ¿Saben? Hemos sobrevivido del alfa. Eso es bueno, ¿Verdad? ¿Estar vivos? –Comentó Stiles, apoyándose sobre el barandal de las escaleras donde nos encontrábamos.

-¿En serio? –Pregunté, levantando la vista del suelo. -¿Estás seguro de que no estamos, no sé, alucinando y en realidad el alfa nos encontró y nos está asesinando brutalmente con sus dientes?

Scott y Stiles me observaron claramente pensando que había perdido un tornillo.

-Eso... fue algo detallado. No, estoy bastante seguro de que sobrevivimos. –Me aclaró Stiles.

-Oh. Ohhh. Es bueno saberlo.

-Cuando estábamos en el aula de química, él pasó justo por donde estábamos nosotros. –Dijo Scott súbitamente. -¿No creen que nos escuchó? ¿No creen que sabía exactamente en dónde estábamos?

Stiles y yo cruzamos una mirada fugaz de confusión.

-Bueno, ¿Cómo es que seguimos vivos entonces?

-¡Me quiere en su manada! –Exclamó demasiado alto, y observó a nuestro alrededor para ver si alguien había oído algo. Como nadie pareció darnos atención, soltó un suspiro, luciendo extraño. Casi diría que parecía... culpable. –Pero creo que, primero... -Soltó otro suspiro antes de volver a mirarnos. –tengo que deshacerme de mi otra manada.

Entrecerré los ojos, sin terminar entender qué quería decir Scott.

-¿Qué quieres decir? ¿Qué otra manada? –Preguntó Stiles, cruzando sus brazos. Si era posible, lucía más perdido que yo.

Scott negó ligeramente con la cabeza, aún más culpable. –Allison. Jackson, Lydia... ustedes.

No logré comprender qué quería decir Scott, hasta que Stiles desvió la mirada, contrariado. –El alfa no nos quiere matar. –Dijo.

Scott dejó escapar un tercer suspiro y se giró, dándonos la espalda. –Quiere que yo lo haga. Y eso ni siquiera es la peor parte.

Me llevé una mano a mi frente, frotándome las sienes que habían comenzado a dolerme.

-¿Cómo diablos no es la peor parte, Scott? –Exclamó Stiles haciendo un ademán con los brazos, alzando mucho la voz.

-Porque cuando me hizo cambiar... -Scott hizo una pausa antes de volverse hacia nosotros. –Quería hacerlo. Quería matarte. A todos ustedes.


______________________________________


N/D/A

Otro capítulo largo. No me odien.

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