Over Again. | h.s

By bemyhalfheart

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❝Puedo reparar tu corazón roto y olvidar todo lo que me dijiste. Puedo prestarte piezas rotas, que encajarían... More

Over Again.
Prólogo.
01. "Depresión."
02. "Pánico."
03. "Amnesia."
04. "Complicado."
05. "UCL."
06. "Comienzos."
07. "Inútil."
08. "Amenazas."
09. "Especial."
10. "Vencida."
11. "Mentiras."
12. "Kyle."
13. "Mudanza."
14. "Nosotros."
15. "Dolor."
16. "Cumpleaños."
17. "¿Qué quieres?"
18. "Juegos."
19. "Confusión."
20. "Única."
21. "Deseo."
22. "Advertencias."
23. "Ayuda."
24. "Sentimientos."
25. "Intentarlo."
26. "Noticias."
27. "Terapia."
28. "Te quiero."
29. "Promesa."
30. "Final."
31. Halloween.
32. Juntos.
33. "Amor."
34. "Lo siento."
35. "Interrupción."
36. "Explicaciones."
37. "Mágico."
38. "Sonrisas."
39. "Je t'aime."
40. "Feliz."
41. "Temor."
43. "Navidad."
44. "¡¿Nueva York?!"
45. "Cobarde."
46. "Verdad."
47. "Volveré."
48. "Negociación."
49. "Maravilloso y devastador."
50. "Adiós."
Epílogo.
Agradecimientos.
Más historias: Perdition

42. "Regalos."

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By bemyhalfheart


Los días han pasado, los exámenes terminaron y me encuentro iniciando el primer día del receso de invierno, sintiéndome de lo más victoriosa y triunfante por haber sobrevivido mi primer semestre en la universidad. La Navidad está penosamente cerca de nosotros y ya estoy entrando en pánico porque no tengo ningún regalo. Este año lo pasaremos con Anne y Harry, puesto que Gemma se irá con su novio y tanto los dos Styles como nosotras estaremos solos, así que decidimos juntarnos a festejar.

Así que aquí estoy, preparándome para ir a hacer las compras navideñas al centro comercial con Harry. Mi madre se encuentra en el trabajo, así que eso me da el tiempo suficiente de registrar su habitación en busca de algún posible regalo que yo pueda hacerle. Mi mamá nunca ha sido muy difícil a la hora de obsequiarle algo, pero en este momento estoy en una complicada encrucijada. La bocina de Harry suena en el exterior y me veo obligada a terminar con mi búsqueda. Me coloco las botas y agarro un abrigo antes de salir. Él se encuentra refugiado en el calor de su automóvil mientras yo cruzo el trecho entre el porche y la acera congelándome con una sonrisa. Me abre desde adentro y salto al coche frotándome las manos mientras me inclino para darle un beso en los labios.

–¿Tienes frío?

–No –exhalo una nube de aire helada–. Hace un calor que ni te imaginas. De hecho, ¿por qué has encendido al calefacción?

–Si quieres la apago.

–No es necesario –farfullo pasándome las manos por el pelo mientras lo escucho soltar una carcajada que llena el habitáculo del coche.

–¿Como estas? ¿Me extrañaste?

Si él supiera que estuve toda la última semana pensando en un regalo adecuado para hacerle, no lo preguntaría. Harry siempre fue complicado para estas cosas y el hecho de que todavía no sepa qué obsequiarle me pone los pelos de punta tanto a mí como a mi necesidad constante de mantener todo planificado

–Sólo un poco –le digo sonriendo–. No te imaginas cuánto he pensado en ti.

–Por cierto, hablando de pensar y ya que tú piensas todo, ¿has pensado que...?

–Lo he pensado todo, cariño. Tú mismo lo has dicho.

–¿Y a mí que me vas a regalar?

Palidezco.

–Es una sorpresa.

–No lo sabes –sonríe mostrándome sus adorables hoyuelos. Podría morderlos.

–Estás a dos segundos de sacarme de quicio, basta ya.

–Por si quieres saber, me hacen falta pantalones.

–No te voy a regalar pantalones –frunzo el ceño cruzándome de brazos. Sí, no sé que regalarle, pero no le regalaré pantalones.

–¿Entonces para qué preguntas?

–¡Yo no te pregunté! Tu empezaste a sugerir que te regalara pantalones... Será algo más... especial.

Levanta las cejas con sugestión.

–Especial, ¿de qué tipo?

Me río.

–No es lo que estás pensando, degenerado.

–Bueno, bueno, ¿qué le regalaras a tu madre?

–No lo sé. Estuve pensando en un libro, ¿tú qué crees?

–Pues no lo sé; es tu madre. ¿Y a la mía?

«Un boleto de avión en primera clase al Fin del Mundo.»

–Un suéter.

–Buena idea.

Sonrío con desgano mientras entramos al parque de estacionamiento, conteniéndome de decir cualquier estupidez de la que después me pueda arrepentir. Bajamos del coche y nos adentramos al infernal centro comercial a tope de gente en el que apenas se puede caminar dos pasos sin ser golpeado por una bolsa o un codo. Recorremos varias tiendas en las que yo elijo un suéter color rosa pálido para Anne y una blusa verde esmeralda para Pauline, la mujer de mi padre. Si bien no pasaremos las fiestas con papá y su familia, les regalare algo para mostrarme decente con ellos.

En cuanto a nuestros amigos, decidimos hacer el tradicional Secret Santa (o amigo invisible) para no vernos obligados a regalarle algo a cada uno y gastar una fortuna, y me toco Julie.

Harry se encarga de sus regalos y yo termino de elegir los míos; una chaqueta de piel marrón para mi padre, un libro recopilación de Orgullo y prejuicio, Sentido y sensibilidad y La abadía de Northanger de Jane Austen para mi madre (amante de los clásicos) y unas botas de cuero negro para Julie. Sólo me falta...

–¿Terminamos?

...Harry.

–No. Me falta... Blair –miento. A Blair no le regalaré ni una tarjeta de felicitación.

Miro por encima del hombro de Harry la tienda que se encuentra detrás de él. Varios relojes de distintos tipos, modelos y colores se exhiben frente a mí como la más mágica salvación de todas. Exhalo el aire contenido y le paso el brazo por la cintura mientras nos alejamos poco a poco de la tienda.

–¿Por qué no te vas a Starbucks y compras unos cafés y algo para comer mientras yo busco algo para mi... hermanastra? Estoy hambrienta.

–¿Vas a comprarle algo a Blair?

–Sí, aunque sea un brazalete barato o algo. Somos hermanas, después de todo.

–Pero la odias.

–Se llama espíritu navideño, amor.

Se ríe entre dientes.

–Vale, como tú digas nena. ¿Qué quieres tomar?

Para cuando nos detenemos ya estamos lejos de la tienda y respiro tranquila.

–Lo que tú tomes, mientras tenga cafeína.

Él sabe bien que yo no puedo funcionar sin una buena dosis de ese milagroso líquido oscuro de sabor fuerte y amargo. Me da un beso antes de marcharse y yo hago mi camino hasta la tienda de relojes. Me paso un buen tiempo dentro del lugar debatiéndome entre varios modelos de relojes y enterándome que existen modelos tanto femeninos como masculinos (cosa de la que no tenía conocimiento, porque para mí eran todos iguales, hasta hoy). Termino decantándome por uno plateado cuya maya es de cuero negro, al que pido grabar la frase Always and forever al dorso sobre el metal. Me informan que debo buscarlo en dos días y salgo triunfante de la tienda, satisfecha por finalmente haber terminado mis compras navideñas.

(...)

Harry me está esperando en una de las mesas dobles del Starbucks.

–¿Y? ¿Qué le compraste?

Me encojo de hombros.

–Creo que el espíritu navideño me abandonó porque me acordé de que es una perra y de que la odio y desistí.

Harry suelta una carcajada.

–Bueno, seguro que le gustará saber que la quieres tanto como ella a ti.

–O a su actual novio... –replico dándole un sorbo al café sorprendentemente caliente.

–Déjala en paz. Lo que Blair haga o deje de hacer con su vida amorosa no te incumbe.

–Vale... tienes razón –rezongo apoyando el mentón sobre mi mano derecha y mirando sobre su hombro a una pareja que, al igual que nosotros, ha venido a tomarse un café después de comprar los obsequios.

Evito tocar el tema y preguntarle si me ha comprado algo a mí, porque sé que en cuanto lo pregunte él me dirá algo sobre su regalo y me pondré tan nerviosa que terminaré admitiendo que le compré un reloj. Después de tomar los cafés y comer algo, emprendemos el retorno a mi casa. Lo invito a quedarse hasta la cena y él acepta gustoso, así que me ayuda a bajar los regalos y a guardarlos en el armario atestado de ropa. Bajamos al salón y ponemos una película, pasándonos lo que queda de la tarde tirados en el sofá haciendo absolutamente nada más que ver el televisor por miedo a que mi madre entre en cualquier momento en la casa y nos pille en la más indecorosa e incómoda de las situaciones.

Mientras Harry elije la segunda película decido subir a mi habitación para cambiarme de ropa y ponerme algo menos abrigado, puesto que dentro de la casa hace mucho menos frío y además tenemos un par de mantas abajo. Me quito la ropa y me coloco uno de mis pijamas de invierno, de pantalones largos a cuadros y una camiseta de la LSE. No es lo más sensual del mundo, pero Harry ya me ha visto en todas mis facetas y ésta es la que menos me importa, se acuerde o no. Mientras voy al baño me pongo a pensar en cuándo iré a retirar el regalo de Harry a la tienda. Estamos a 21 de diciembre, lo que significa que tendré que ir el 23 a buscar el reloj.

Un momento. Dije 21 de diciembre, ¿verdad?

Salgo corriendo del baño y me arrojo sobre el calendario que tengo en la mesita de noche. El número subrayado en rojo ni siquiera está cerca de la fecha de hoy. Eso significa que tengo... un atraso de más de una semana.

–Mierda.

Recuerdo con ganas de golpearme que en la cabaña no usamos condón, sin embargo, yo estaba tomando la píldora, por lo que nada podría salir mal. Por otro lado, soy totalmente regular. El período se me atrasó, como mucho, tres días. No nueve.

Comienzo a hacer cuentas. Mis dedos se mueven frenéticamente sobre el calendario, temblorosos, con temor a darme cuenta de que... sí, efectivamente, estaba ovulando el fin de semana en el que fuimos a la cabaña. Y no usamos condón. Pero yo estaba tomando la píldora, y de eso estoy más que segura.

Harry entra a la pieza haciéndome soltar un grito y tirar el calendario de cartón. Lo pateo con el pie debajo de la cama. No quiero que me vea así paranoica por lo que probablemente sea una estupidez. Esperaré a que me llegue el período y, si no, me haré una prueba. Recién ahí se lo diré.

–¿Qué te pasa?

–Nada... no me pasa nada.

De repente me siento como esa vez que estaba teniendo el ataque de pánico cuando me dijeron que Harry podría tener amnesia.

¿Y si estoy embarazada?

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