Septiembre 2, 1945.
Siempre he pensado que no soy tan fuerte, pero siempre hay algo que me empuja hacia adelante.
Estoy harta de tratar de curar heridas que nunca sanaran.
He vivido toda mi vida llena de dudas. He estado viviendo en una terrible y oscura soledad porque no quiero perdonar y no puedo olvidar.
Desde que puedo recordar, siempre he estado atenta a cada victoria y derrota que he enfrentado. Pero creo que es tiempo de perdonar y olvidar, tiempo de dejar ir, ahora que ya no tengo nada que perder.
¿Qué no entiendes de lo que hablo? Me estoy dando por vencida.
¿Aún no sabes por qué lo hago? He estado persiguiendo conejos a través de un agujero, cuando nací para ser la tortuga. Nací para estar sola.
Ahora tengo que definir mi vida. Dejar el pasado atrás.
Ya no quiero esta vida, he tenido suficiente, la estoy dejando ir. No quiero detener, borrar o rebobinar todo lo que he vivido, ni todos los pensamientos que me persiguieron durante años y perseguirán toda mi vida.
Y no lo voy a negar. He cometido grandes errores en mi vida, pero estoy segura de que bien valieron la pena, porque al final el camino es largo y es todo lo que viviste lo que te hace fuerte. Siempre te encontraras con subidas, pendientes, curvas y zanjas.
Es por eso que quiero aprender a perdonar.