bounded spirit ⋄ stiles stili...

By eternitear

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Terminado. En edición. [Teen wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes. Obviamente exceptuando al q... More

Playlist
Prólogo.
Capítulo 1. "Beacon Hills"
Capítulo 2. "¿Esteroides?"
Capítulo 3. "Insolente"
Capítulo 5. "Frustración"
Capítulo 6. "Buena acción"
Capítulo 7. "La bête"
Capítulo 8. "Inesperada confusión."
Capítulo 9. "Desastre"
Capítulo 10. "Whiskey"
Capítulo 11. "Anticipación"
Capítulo 12. "Incertidumbre"
Capítulo 13. "Luna Llena"
Capítulo 14. "Métodos."
Capítulo 15. "Drama"
Capítulo 16. "Suerte"
Capítulo 17. "Temor"
Capítulo 18. "Egoísta"
Capítulo 19. "Acto irracional"
Capítulo 20. "Espera lo inesperado"
Nota de la autora y próximo libro.
Personaje: Ariel Rowe

Capítulo 4. "Animadora"

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By eternitear

Luego del partido Allison había ido a mi casa y eventualmente se hizo tan tarde que terminó quedándose hasta el domingo por la mañana. Mi padre había estado tan sorprendido de que trajera una amiga a casa que parecía fuera de juego sin saber qué hacer, rondando por el living, hasta que le dije que necesitábamos tener una charla muy femenina e íntima. Eso pareció espantarlo porque apenas se presentó medio segundo cuando llegaron las pizzas que habíamos pedido.

Lo que comenzó como una excusa terminó haciéndose realidad, porque durante unas buenas dos horas tuve que escuchar sobre la sonrisa de Scott, y qué linda que era, y cada detalle de cuando se habían besado, y cómo le agradaba y bla, bla, bla. Me alegraba por ella, pero le agradecí a cada Dios que podía recordar cuando logré cambiar el tema.

Después de un fin de semana relativamente bueno, antes de ir a dormir, había oído a mi padre hablar por móvil. Tenía una especie de sensor interno que parecía haber desarrollado con los años para cuando se trataban de llamadas de su trabajo, y la mayoría de las veces me moría por saber cuál era el siguiente caso o qué había sucedido. Veía demasiado La Ley y el Orden y CSI.

Pero aquella vez me terminé enterando, -teniendo que atar unos cuántos cabos sueltos por escuchar la mitad de la conversación- que Derek Hale había terminado en prisión, para salir un poco después. No tenía ni idea de por qué, pero aquello me dejó lo bastante asustada como para no querer saber sobre el tema. La próxima vez que lo viese me iba a asegurar de tener un taser, un spray de pimienta, o una sierra eléctrica.

Supuse que gracias a eso, mis cambios de humor decidieron dar sus giros repentinos y la noche anterior de ir al instituto me costó muchísimo dormir, para terminar teniendo pesadillas sobre pasillos oscuros y una silueta en particular que iba de aquí para allá muy serena. En el sueño, extrañamente, aquella silueta no me daba miedo, pero estaba bastante perturbada al despertarme. No solía tener pesadillas... ni muchos sueños en general.

Quedé aún más perturbada al ver mis notorias ojeras. Para colmo, había atrasado la alarma más veces de las que había creído, y apenas pude vestirme cuando escuché la bocina del Jeep de Stiles. Me lavé la cara y refunfuñé al ver la maraña que era mi pelo, así que tuve que perder otro minuto buscando un gorro para ponerme, porque no había manera de que mi melena se comportase en esa mañana.

Ya que no había tenido la oportunidad de desayunar le pedí a Stiles si podíamos pasar por una cafetería antes de ir al instituto, y aquello causó que llegásemos ambos tarde.

Debí de haber tenido una especie de aura oscura, o mi mal humor era muy notorio porque varios me echaban unas miradas condescendientes, y otros me evitaban. Stiles había intentado entablar conversación en el viaje pero desistió después de que le respondiese como el dragón Smaug.

Me sentí mejor después de la primera clase, cuando el café comenzó a hacer efecto, pero mi mal humor todavía no se había disipado del todo y mantuve la cabeza baja para evitar tener que comunicarme con los seres humanos. No exageraba. No era una compañía muy agradable cuando me salteaba el desayuno y tenía hambre.

Estaba yendo hacia la clase de química cuando los altavoces comenzaron a sonar, y se escuchó una voz.

"Atención, estudiantes, soy su director. Sé que todos se están preguntando sobre el accidente que ocurrió anoche en uno de nuestros autobuses. Mientras la policía intenta determinar qué sucedió, las clases procederán según lo establecido."

¿Había habido un accidente en uno de los autobuses? No había notado nada por haber llegado tan apresuradamente. Comencé a caminar nuevamente hacia el aula, preguntándome cómo podría haber ocurrido un accidente en la noche, en un autobús escolar.

Casi no había alumnos todavía ya que no había sonado el segundo timbre que causaba que todos se apresuraran, así que en vez de sentarme al frente –como haría normalmente en química- me encaminé al asiento más alejado. No tenía sentido que intentase comprender algo de la clase ese día.

Después de haberme distraído durante una indeterminada cantidad de tiempo, noté que el pizarrón estaba ya lleno de uniones químicas y cosas de las que definitivamente parecían taiwanés para mí. Ni siquiera había abierto mi cuaderno de apuntes, así que abrí el libro para simular que estuviese haciendo algo, y me puse mis auriculares, disimulándolos lo más posible.

Casi terminaba de copiar la maraña de cosas del pizarrón, cuando sentí alguien a mi lado, y un cuaderno medio tapó el mío de un golpe.

Estaba echando chispas por la mirada, preparada para decir algo, pero vi que era Stiles quién se había sentado a mi lado. Enarqué las cejas, y él dijo algo que no llegué a oír, por lo que me quité los auriculares. Iba a decir algo otra vez, pero una chica que no conocía saltó de su silla, y exclamó: -¡Hey! ¡Creo que encontraron algo! –Al tiempo que se aproximaba a las ventanas.

La clase entera les siguió, y en un abrir y cerrar de ojos todos estaban apiñados contra las ventanas para intentar ver qué había sucedido. Me acerqué unos pasos, para ver que no muy lejos de nos encontrábamos había una ambulancia con sus puertas abiertas, y tres policías con un paramédico llevaban a un hombre en una camilla. No se le veía muy bien desde allí, pero repentinamente se levantó, lanzando un grito de horror, casi cayéndose de la camilla. Parecía mayor, y tenía el rostro manchado de sangre.

Estaba bastante aturdida, y volví a mi asiento rápidamente. No tenía ni la menor idea de qué le había sucedido a aquél pobre hombre. Otra cosa para agregar a la lista de "Ariel no comprende nada", y como plus, algo más para empeorar aquél día.

La clase no se demoró mucho en terminar, y fui como alma que lleva al diablo hacia la cafetería. Estaba famélica.

En la fila, Allison se acercó a mí con su habitual sonrisa radiante, que cambió a una mueca de sorpresa en cuanto me observó bien.

-Hey. ¿Qué ha sucedido? - Me preguntó casualmente, inclinando la cabeza.

-Nada. - Murmuré, y tomé una bandeja al avanzar en la fila. - Me he levantado con el pie izquierdo, o tal vez aquellos años de mala suerte por romper espejos han comenzado a hacer efecto.

-Estoy preguntando en serio, Ariel.- Respondió con un tono desaprobatorio.

Suspiré, e iba a pasarme la mano por el pelo pero recordé que tenía el gorro. –Lo sé, lo sé. No ha sucedido nada, sólo es un mal día, supongo.

-Oh. –Musitó, y asintió con la cabeza. –Bueno, ¡Anímate! Sólo nos queda la mitad del día de clases.

Bueno, ella tenía un punto. Quería llegar a casa y no hacer nada más que holgazanear. Me dirigí hacia la mesa donde nos sentábamos usualmente, pero me detuve al instante, porque no vi a nadie allí. ¿Huh? Allison se chocó con mi hombro y atajé en el momento justo a su botella de agua antes de que se cayese.

Eché un vistazo alrededor, y creí estar alucinando al ver a Lydia sentarse en donde estaban... ¿Stiles y Scott?

-Allison. ¿Qué hace Lydia...? –Pregunté, asombrada.

Ella se encogió de hombros, y me hizo un gesto con la cabeza para que la siguiese. –Le dije que podríamos sentarnos juntos.

Me dejé caer en la silla en medio de un bostezo, y observé cómo las miradas de Scott y Stiles iban de Lydia a Allison y a mí como si fuéramos de otro planeta. Otros tres chicos más se sumaron, y Jackson llegó último.

-Levántate. –Le dijo sin más a uno quien no conocía, que estaba al lado de Lydia.

-¿Por qué nunca le pides a Danny que se levante?

-Porque yo no me quedo mirando el escote de su novia. –Le respondió Danny, quien era el mejor amigo de Jackson, con una sonrisa torcida. El otro chico se levantó finalmente, yéndose a sentar al otro extremo de la mesa, dejando el asiento libre para Jackson. –Así que, escuché que están diciendo que fue algún tipo de ataque animal. Probablemente un puma. –Prosiguió Danny, mientras jugaba con la manzana que sostenía.

Tardé unos segundos en darme cuenta de qué estaba hablando, y presté un poco más de atención a la conversación.

-Yo escuché que fue un león de montaña.

-Un puma es un león de montaña. –Lydia le corrigió a Jackson de forma automática, y luego frunció el ceño, como si en realidad no lo supiera -¿No es así?

-¿A quién le importa? El tipo probablemente es algún vagabundo idiota que se va a morir de cualquier manera. –Contestó, sin ni la más mínima pizca de amabilidad.

Había veces que me daban ganas de darle un buen golpe. Y no estaba bromeando.

-En realidad, acabo de enterarme de quién es. –Stiles se unió a la conversación. –Miren.

Acercó su móvil al centro de la mesa, pero como me encontraba frente a él, no había manera de que viese el video, aunque sí podía oír qué decía.

"... El departamento del Sheriff no especulará con los detalles del incidente, pero confirmó que la víctima, Garrison Meyers, sí sobrevivió al ataque. Meyers fue llevado al hospital local, donde permanece en condiciones críticas."

-Y-yo conozco a ese tipo. –Farfulló Scott, claramente preocupado. Me sentía como en un partido de tenis, mirando de aquí para allá cada vez que alguien hablaba.

-¿En serio? –Pregunté, sin aguantar la curiosidad.

-Sí, cuando vivía en lo de mi padre y solía tomar el autobús. Él era el conductor.

Oh, hombre. Aquello seguía causándome escalofríos. ¿Ser atacado por un puma? ¿Y en un autobús escolar? Sí que no estaba más en Arizona.

-¿Podemos hablar de algo un poco más divertido, por favor? –Preguntó Lydia, y le agradecí mentalmente por ello. –Como... ¡Oh! ¿A dónde iremos mañana por la noche? –Se dirigió a Allison, -Dijiste que tú y Scott iban a salir mañana por la noche, ¿Verdad?

-Uhm... estábamos pensando en qué podríamos hacer. –Le respondió, como quien no quiere la cosa.

-Bueno, yo no voy a quedarme otra vez en casa mirando videos de Lacrosse, así que si los cuatro vamos a salir, vamos a hacer algo divertido.

-¿S-Salir? ¿Los cuatro juntos? –Repitió Scott. Él tampoco parecía muy entusiasmado por la idea. -¿Tú quieres salir? Como... ¿Nosotros y ellos?

Allison se encogió de hombros. -Sí, ¿Por qué no? Suena divertido.

-¿Sabes qué más suena divertido? –Dijo Jackson, con el mismo tono irritante que había tenido desde que comenzó a hablar. –Apuñalarme a mí mismo en la cara con este tenedor.

Lydia le quitó el tenedor de las manos rápidamente, y noté por el rabillo del ojo a Stiles que hacía un ademán con las manos, poniendo los ojos en blanco. Casi se me escapa una risa.

-¿Qué tal el bowling? –Siguió hablando Lydia. –A ti te encanta.

-Sí, con oponentes de verdad. –Respondió Jackson. Él en serio se estaba ganando un golpe en sus partes privadas.

Allison se inclinó en la mesa para observarlo sonriente, con una ceja enarcada. -¿Cómo sabes que no somos oponentes de verdad? –Luego observó a Scott. - ¿Tú puedes jugar a los bolos, verdad?

-Algo así. –Dudó él, frunciendo el ceño. Oh, aquello era una completa y total mentira. Se veía a millas.

-¿Es algo así, o sí? –Inquirió Jackson, apoyando sus brazos sobre la mesa.

-Sí. De hecho, juego muy bien. –Le respondió Scott, clavándole la mirada.

Ahora todo se estaba transformando en una competición de testosterona. Esta era uno de los almuerzos más divertidos de la historia. Dejé de prestar atención a la conversación que de cualquier manera no prosiguió mucho, porque apenas había tocado mi comida y casi se nos terminaba la hora. Me las arreglé para engullir todo antes de que sonara el timbre, y me dirigí con Lydia a nuestra clase siguiente, prácticamente rezongando.

***

Mi suspiro de alivio cuando terminaron las clases fue monumental, y me faltó muy poco para ser la primera en salir del aula. Mientras caminábamos hacia los casilleros Allison nos encontró, y ella y Lydia comenzaron a conversar sobre no sé qué cosa de cuando iban a tener su competición de testosterona, o mejor dicho cita doble, y yo me encargué de deshacerme de la mayoría del contenido de mi bolso descuidadamente en el casillero.

-¿Ariel?

-¿Sí? –Respondí distraídamente.

-Pregunté qué te vas a poner mañana en la noche.

Era Lydia quien preguntaba, y enarqué las cejas sin entender. -¿Mañana? ¿Huh? Ohhh, no, no voy a ir. No seré la... quinta en discordia. Nope.

-Oh, vamos, sólo iremos a jugar al bowling.

Cerré la puerta del casillero. -De ninguna manera. –Me negué.

-Podrías venir con Stiles. –Ofreció Allison, y puse los ojos en blanco.

-¿Lo han invitado, siquiera? Chicas, no voy a ir a su extraña doble cita. Ya tengo planes.

-¿En serio? –Me preguntó Lydia, repentinamente interesada. -¿Qué harás?

-Netflix. Pizza. ¿Qué mejor plan que ese?

Allison comenzó a reírse a carcajadas, y Lydia me observaba como si estuviese muy decepcionada, pero al menos desistieron en convencerme de ir con ellas. Además, era pésima jugando a los bolos.

Después de despedirme de ellas me dirigí hacia el estacionamiento, casi olvidando que ahora volvía con Stiles. Mi poco rastro de buen humor decayó cuando no vi su Jeep por ningún lado. Oh, rayos, ¿Había tardado mucho, o él también se había olvidado? No tenía ganas de volver caminando, ni quería molestar a mi padre que sabía que estaría ocupado con todo el asunto del accidente del hombre en el autobús.

Esperé unos diez minutos, hasta que me rendí, y pensé que probablemente Stiles había tenido alguna emergencia o algo, y mi móvil se había quedado sin batería por haber estado casi todo el día escuchando música. Comencé a caminar prácticamente dando golpes al suelo, y había hecho casi cincuenta metros, cuando escuché unos bocinazos y me giré, viendo al Jeep azul acercándose a mí. Oh, gracias a Dios, Visnú, y Buda.

-¿Qué sucedió? –Le pregunté una vez estuve arriba.

-Sólo fui a un lugar rápidamente.

Asentí con la cabeza, y me quité el gorro para pasarme la mano por el pelo algo enredado. –Qué día. –Murmuré, soltando un suspiro.

Él se agachó un poco sin quitar la vista de la carretera, y rebuscó a tientas algo en su mochila, que estaba sobre el suelo del Jeep. Luego de unos segundos, me tendió dos paquetes de las gomitas de frutilla que había comido antes en el hospital.

Me sorprendí tanto que no hice más que quedármelo observando como una idiota. Reaccioné cuando movió la mano que sostenía los paquetes frente a mi rostro, y los tomé algo dubitativa.

-Uhm... -Murmuré. –Gracias.

No había sido mi intención pero lo que dije sonó más como una pregunta que otra cosa, y Stiles se rió quedamente.

-El otro día dijiste que el azúcar te ayudaba con el mal humor, ¿Verdad?

Enarqué las cejas aún más, y sonreí un poco. -¿Lo hice? Bueno, yo... en realidad no recuerdo la mitad de lo que digo la mayoría de veces.

-De cualquier manera, espero que en serio ayuden. Hoy en la mañana, voy a ser sincero aquí, me asustaste un poco. No, no un poco, creí que ibas a incendiar mi Jeep sólo con tu mirada.

-¡Hey! –Exclamé, y le di un golpe en el hombro frunciendo el ceño, pero mi sonrisa se ensanchó. –Gracias.

El azúcar –como la mayoría de las veces- sí me ayudó con el mal humor, y me alegré de ya estar llegando a casa. Después de una larga ducha me concentré en hacer la cena, y anotar las cosas que hacían falta, porque el refrigerador estaba extrañamente vacío. Una vez terminé, estaba tan cansada que podría haberme dormido en el sillón esperando a que mi padre llegase de una vez, pero bien sabía que no iba a suceder.

Mi mala suerte no pareció acabarse con el día, porque apenas apoyé la cabeza en la almohada, la misma pesadilla que había tenido la noche anterior. Ésa vez me desperté a la mitad de la madrugada, y no pude volver a dormirme hasta media hora después. Otra vez, no tenía un miedo en especial, no sabía por qué creía que era una pesadilla. Tal vez por el pasillo oscuro y la silueta que cada vez se parecía más a un hombre, o una mujer muy corpulenta. Había tenido algún sueño que otro recurrente antes, pero no de ese... tipo. Sabía que ver tantas películas de terror iba a hacerle mal a mi salud mental algún día.

Al menos aquélla mañana me desperté a tiempo para poder prepararme adecuadamente, y no estaba de mal humor... o no más del normal. De lo único que tenía que preocuparme eran de mis ojeras, pero no era algo tan inusual.

La mañana pasó tranquilamente, y en el almuerzo volvimos a sentarnos con Scott y Stiles. La conversación no varió para nada, con el tema de su cita doble, dejándonos a todos los demás en la mesa algo incómodos. Danny y los demás que se sentaban normalmente con nosotros pero apenas conocía habían decidido salir en la noche y me preguntaron si me quería unir, pero no accedí de inmediato. Me agradaban las fiestas, pero no estaba muy segura. Seguía con mi plan de Netflix y pizza.

-¿Vendrás a la casa de Allison, o tendremos que pasar a buscarte? –Me preguntó Lydia de la nada.

-¿Qué quieres decir?

Ella me observó, sonriente. –Para ir a los bolos.

-Oh, Dios santo, Lydia te dije que no iré.

-Vendrás.

-No.

-Vendrás.

Eso se repitió unas cinco veces hasta que Scott, Stiles y Jackson nos callaron al mismo tiempo, con la misma expresión. Lydia les lanzó una mirada asesina, pero yo comencé a reírme de tal manera que la mayoría se terminó contagiando, y nuestra pequeña discusión terminó en empate.

Aparentemente, ella creyó que había ganado aquella discusión, porque estaba saliendo de mi casa para ir hacia el garaje, cuando vi al auto de Lydia acercarse sospechosamente hasta mi casa.

Me crucé de brazos, mientras observaba cómo frenaba casi frente a mí. La ventanilla bajó lentamente, revelándome a Lydia, en efecto, quien me observaba sonriente.

-¿Se perdieron? –Pregunté, con la voz más inocente que pude lograr.

-Eso deseas. Vamos, súbete. No, espera, no con eso puesto. ¿Y qué son esas ojeras?

Puse los ojos en blanco de tal manera que cualquiera me hubiese creído poseída. –Te dije que tenía planes.

-Ariel, no voy a dejar que te quedes en casa sola, comiendo pizza y mirando películas depresivas como una perdedora. Estoy haciéndote un favor.

-Ok. Primero, me siento total y completamente ofendida. Mirar películas y comer pizza es como un deporte para mí. Y segundo... -Me mordí el labio al ver que en realidad no tenía un segundo punto, y dije la primer mentira que se me vino a la mente. –No estaré sola. Justamente estaba yendo hacia la casa de Stiles. Desde que prefirieron dejarnos fuera para tener eso llamado, ugh, cita, decidimos hacer nuestra propia fiesta de consuelo.

-¿Vas a tener una cita con Stiles?

Intenté reírme y toser al mismo tiempo, lo que resultó en un bufido extraño y en que me ahogase. Luego de que terminé de toser unas cuantas veces, intenté recuperar el aire, apoyándome contra su auto. –No, idiota. Comeremos pizza, y miraremos películas depresivas. Seremos perdedores.

Lydia me observaba como si hubiese perdido un tornillo. Podía verla dudando su decisión de hacerme su amiga en su mirada. No sé qué decidió, pero arrugó su nariz, enarcando una ceja. –Sí... no, realmente no te creo. Ariel, vas a venir con nosotras.

Otra vez me sentía ofendida, porque como había demostrado hacía menos de unos segundos, era una gran mentirosa. No sabía si era algo de lo que sentirme orgullosa, -como lo estaba- pero me daba igual. Así que decidí probar mi mentira, y me encaminé hacia la casa de Stiles, todavía carraspeando por mi previo ataque de tos.

Toqué el timbre preguntándome qué demonios iba a decirle, pero antes de que se me ocurriese algo, la puerta se entreabrió. Él sostenía una lapicera roja con la boca, y tenía una expresión de extrema confusión en el rostro.

-¿Ar- Comenzó a hablar, pero se le cayó la lapicera de la boca, e hizo una maniobra bastante extraña para atajarla.

Comencé a reírme, y apoyé mis manos sobre mis caderas. -¿Recuerdas que íbamos a ver películas, y eso? Bueno, aquí estoy. –Le guiñé un ojo, moviendo ligeramente mi cabeza para señalar hacia el auto de Lydia.

Si fuese posible, pareció aún más confundido, mientras su mirada pasaba del auto a mí varias veces.

-No parezcas tan sorprendido o no me van a creer. –Farfullé entre dientes, intentando que mi expresión fuera lo bastante obvia.

-¿Películas...? ¡Oh, sí! Sí, sí, tienes razón. Películas. Claro. Seguro.

Solté un suspiro de alivio, y me volví hacia el auto. -¿Me crees ahora? Vete a tu cita, vamos. Deja a los perdedores, podrías contagiarte. –Dije, y observé como Lydia fruncía el ceño, y finalmente aceleró el auto, pasando ya a bastante velocidad frente a nosotros.

-¡No te salvarás la próxima! –Escuché la voz de Allison amenazándome antes de que desapareciesen.

-Oh, mierda. Lo siento, y gracias por eso. Creí que iba a tener que ir después de todo. –Dije, negando ligeramente la cabeza.

-¿Me has usado como excusa?

Me giré para verlo, sin poder fingir que realmente lo sentía. –Uh... Sip. Fue lo primero que se me ocurrió. Te debo una. A decir verdad, te debo varias. Es tu culpa, siempre apareces en el momento preciso.

-¿Y cómo se supone que es mi culpa? Oh, ¿Y acabas de llamarnos perdedores?

Tal vez debería dejar de balbucear cada vez que abría la boca. Inhalé larga y tendidamente, antes de explicarle lo que había acabado de suceder. Finalmente dejó de parecer tan confuso, y asintió lentamente una vez terminé de hablar. –Me alegra haber ayudado con una buena causa.

Él hizo el típico saludo militar, y comenzó a cerrar la puerta, pero algo se me ocurrió. -¡Espera! Podríamos hacer mi mentira una verdad. ¿Por qué no vienes?

-Uhm...

-Estoy hablando en serio. En realidad, me aburría como una morsa.

Él lo pensó unos segundos y luego se encogió de hombros. –Entonces estábamos en el mismo caso. Cualquier cosa suena mejor que tarea en este momento.

-¡Yay! Ven, entonces. –Exclamé, mientras me volvía a encaminar hacia el garaje. – Estaba a punto de buscar un par de cajas de la mudanza que no tenía idea de que quedaban.

Cuando me las arreglé para abrir la puerta del garaje noté que no eran sólo un par de cajas, sino que había seis, y no tenía ni idea de qué había en ellas. Stiles me ayudó con ellas y de alguna manera las llevamos hacia la casa en un viaje.

-Honestamente, odio esta parte de las mudanzas. Ni siquiera sabía que todavía quedaban más cajas. Si veo otra de éstas, creo que me va a dar algo. –Murmuré más para mí misma, mientras dejaba la última caja en el living.

-¿Qué hay en ellas? –Respondió él, mientras miraba a su alrededor.

-Tampoco lo sé. Pero, vamos a averiguarlo.

Me senté sobre el suelo, y saqué la cinta de la caja más cercana con las uñas, con más curiosidad de la que esperaba.

Descubrí que estaba llena de cuadros con fotografías que reconocí vagamente. En nuestra antigua casa solían estar por todos lados, pero estaba tan acostumbrada a ellas que casi me había olvidado que las teníamos. Comencé a quitarlas, riéndome un poco de algunas. Eran las típicas fotos que le sacan a uno de pequeño, haciendo alguna tontería.

-Ésos son varios cuadros. –Escuché a Stiles detrás de mí, mientras tomaba uno para inspeccionar la imagen.

-Sí. A mi madre le encanta llenar la casa con decoraciones. De hecho, termina todo tan abarrotado que muchas veces mi padre y yo tenemos que guardar algunas cosas sin que ella lo note.

-¿Es ella? –Preguntó, mostrándome el cuadro que sostenía. La fotografía la mostraba abrazando a mí tía en Arizona.

Asentí, soltando un suspiro. –Así es. Eso fue hace bastante tiempo.

-Creo... creo que nunca la he visto por aquí. ¿También trabaja mucho como tu padre y el mío?

-Podrías decir eso. Ella es diseñadora. Hace casi un año que está de viaje, y nos visita cada tanto.

-Oh.

Hacía unos días que no había oído nada de ella. Stiles pareció notar la amargura en mi voz, porque no dijo nada más, y continuó mirando distraídamente las fotografías que iba dejando desordenadamente fuera de la caja. Me estaba riendo de una en la que tenía aproximadamente cinco años y estaba escondida detrás de una enorme montaña de nieve, cuando Stiles soltó un pequeño sonido de sorpresa.

-¿Qué? –Pregunté, frunciendo el ceño. Observaba una foto con las cejas muy enarcadas.

-¿Eras animadora?

Me levanté de un salto del suelo y le quité el cuadro en un abrir y cerrar de ojos, lanzándolo de vuelta al fondo de la caja. -¿Animadora? ¿Yo? Por favor.

-Creo haber notado el uniforme muy bien. –Dijo con un tono de humor.

Tapé mi rostro, lanzando un gruñido. –Eso se suponía que era algo que nadie debería ver. Nunca. Voy a tomar esa imagen y enterrarla en el jardín.

Él comenzó a reírse, pero levantó sus manos en señal de rendición después de ver mi mirada psicópata. –Le dices a alguien, y mejor que comiences a correr.

-Tu secreto está a salvo conmigo.

-Y eso incluye a Scott también.

Él alzó una mano e hizo un gesto bastante extraño. –Palabra de Scout

-Estoy segura de que ese no es el saludo de los Scout. –Dije, enarcando las cejas.

-¿Así que también eres una Scout?

Me lo quedé observando, y solté un suspiro. –No voy a hablar más. Olvida las fotografías, vamos a hacer lo que dije... mentí que íbamos a hacer. Películas. Y quiero mi maldita pizza.

Luego de llamar a la pizzería, nos pasamos alrededor de unos quince minutos sin decidirnos por qué película ver. Ninguno de los dos queríamos ver algo de terror, a mí no me agradaban exactamente las de acción, y las de comedia parecían insulsas.

-¿Y qué sobre Los juegos del hambre? –Pregunté, mientras seguía revisando el catálogo de Netflix con el control de la televisión.

-Uh, no lo sé. No la he visto.

-No la has... ¿¡No la has visto!? -Exclamé. - Dios mío. Ni siquiera podrás decidir. La veremos.

Antes de que pudiera responder puse la película. Me levanté para cerrar las cortinas, ya que el sol daba casi directamente en la pantalla. No nos tomó mucho para estar tan concentrados en la historia, y apenas oí al repartidor de pizzas golpear la puerta.

-Entonces... espera, no comprendo algo. ¿Por qué el chico ese no se ofreció en lugar de... uhm...?

-¿Peeta? –Inquirí con la boca llena de pizza.

-Sí.

-No podía. ¿No lo ves? Tendría que cuidar de la hermanita de Katniss.

Él asintió, pero seguía con el ceño fruncido. No pasaron ni cinco minutos, cuando volvió a hablar. –Pero, no, espera. No tiene sentido. La madre la hubiese cuidado eventualmente. Si era su amigo, debería haberse ofrecido también.

Mordí la esquina de mí labio, considerando su opinión. –No lo sé. ¿Te ofrecerías tú en un certamen en el que tienes que pelear a muerte?

-Si eso hubiese querido decir poder ayudar a mi amigo, sí. Aunque una vez allí probablemente sería el primero en morir. O trataría de convencer a todos con una razón por la cual deberían dejarme vivir.

Me reí por su ocurrencia, y tomé otra porción, luchando un poco con el queso que no hacía más que estirarse. –No creo que eso funcionaría.

A la mitad de la película, ya habíamos terminado la pizza, Stiles estaba muy enfocado en la película, y yo... bueno, yo casi me estaba durmiendo. Ya había dormido mal las últimas dos noches, no es que fuese mi elección. No sabía qué hora era, pero ya había oscurecido del todo, y no habíamos encendido las luces, así que lo único que iluminaba el living era la pantalla de la televisión.

-Hey, ¿Ariel?

Parpadeé unas cuántas veces, sintiéndome completamente confusa durante unos segundos, antes de darme cuenta de que me había dormido. Di un enorme bostezo, y me senté en el sillón, restregándome los ojos. –Ugh. Me dormí.

-Sí, lo noté.

Parpadeé una vez más, viendo a Stiles a mi lado. Espera, ¿Qué? -¿Qué haces...? Oh. Ohhh. –Murmuré, recordando todo el asunto de la película. –Lo siento. Creo que estaba cansada.

-No es problema. La película acaba de terminar, y ni siquiera había notado que te habías dormido. ¿Otra vez tuviste problemas para dormir ayer?

Él parecía preocupado, y yo seguía algo confusa, como siempre sucede cuando te duermes sin quererlo, y luego crees que despiertas en otro siglo. –Sí. Sólo tuve por segunda vez una estúpida pesadilla. Sin embargo, ésta vez no. Creo que mi subconsciente quiere jugarme una mala pasada. O quizás es por la mudanza, nueva casa y eso.

Bien, ahora estaba balbuceando. Necesitaba unas cuantas horas de sueño, seguidas preferiblemente.

-No lo sé, yo no- tú nunca me has dicho por qué te has mudado aquí, ahora que pienso en ello. – Enarcó las cejas, observándome.

Bostecé otra vez, inclinando el rostro. –No, no lo hice. No le he dicho a nadie en realidad, es un poco... uhm... bueno, no es una linda historia.

Stiles comprendió mi incomodidad al instante, o prefirió no preguntar, porque desvió la mirada, asintiendo una vez. –Entiendo.

No me agradó para nada el cambio abrupto de conversación, ni recordar por qué nos habíamos mudado, así que me restregué los ojos una vez más, y tomé el mando de la televisión, volviendo al catálogo de películas. –Esto sí me agrada, ¿Sabes? No tenía muchos amigos en Arizona. Por eso me alegra haberme mudado. Suena triste, lo sé, pero es verdad. Así que, me alegra que seamos amigos, Stiles. –Dije sin más, sonriendo un poco. No sabía de dónde tanta sinceridad de mi parte, pero era la verdad.

Comenzó a decir algo, pero se quedó en medio de la frase, observando detrás de mí, con una expresión algo aterrada. Me giré de inmediato, para encontrarme con mi padre. Él por su parte tenía una mirada algo amenazadora, y fruncía un poco los labios. Puse los ojos en blanco, sabiendo que el padre sobreprotector iba a aparecer en cualquier momento, así que me levanté de a la velocidad de la luz, y comencé a hablar.

-¡Hola, papá! ¿Cómo va todo? Nosotros- nosotros justamente estábamos terminando de hacer un trabajo súper importante del instituto, ¿Es muy tarde?

Enarcó las cejas por mi repentino ataque de energía, y soltó un suspiro, dejando sus cosas en la pequeña mesa del living. Su mirada de padre-sobreprotector había desaparecido, así que mi pequeño discurso pareció funcionar. –Sí, lo es. ¿Acaso ustedes dos saben que hay toque de queda? Él no debería estar aquí tan tarde.

-Él vive aquí al lado, papá. –Murmuré, poniendo los ojos en blanco.

-Lo sé, pero aun así. Lo siento, ha sido un día largo.

Casi me reí por lo que había dicho. –Dímelo a mí. ¿Qué ha sucedido?

-Bueno... Aquél hombre, el del accidente. Ha muerto hace unas horas, y todavía no sabemos qué es lo que ha sucedido en realidad. No había ningún testigo, así que... sí. –Se pasó los dedos en el puente entre los ojos, apretando durante unos momentos, antes de mirarnos.

No supe qué decir a eso, pero Stiles repitió mis acciones anteriores, levantándose precipitadamente. -¿En serio? Oh, Dios- ¿Qué? Woah. Acabo de recordar algo. Yo-yo, tengo que irme. Como, muy rápido. ¡Adiós, señor Rowe! ¡Te veo luego, Ariel!

Apenas terminó su frase, oí cómo la puerta de entrada se abría y se cerraba rápidamente. Me quedé algo perpleja unos segundos, y luego me encogí de hombros.

-¿Él siempre es así? –Me preguntó mi padre, sentándose pesadamente sobre el sillón.

-Mmhm. Sip.


_________

(N/D/A): Casi 400 lecturas! Gracias gracias gracias <3 Voten y comenten! Me agrada mucho leer opiniones :D (Perdón si el capítulo es medio de relleno, ya se viene el drama. Por que a m o el drama.)



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