Eran las 20:00 de la tarde, todos estábamos a punto de empezar la clases, el primer año de universidad y los nervios nos estaban matando así pues se les ocurrió la brillante idea, por definirla de alguna forma, de ir a la fiesta de una fraternidad.
Allí estábamos los tres, Damian, Diego y yo, David.
Damian es mi amigo desde los 3 años, somos inseparables, aunque los gustos por las chicas y demás sean distinto somos casi como hermanos.
Luego está Diego, lo conocemos de primer año de la ESO, y aunque es un ligón y a veces un mujeriego con las chicas es un gran amigo.
Nosotros conocíamos a un chico de la fraternidad ya que era el primo de Damian, que por increíble que parezca ni se parecían, ya que resultó que Nathan era un vividor y un mujeriego, en cambio Damian, era un chico bastante más respetuoso con las mujeres que nosotros.
Al entrar pudimos ver lo que sería para nosotros el paraíso.
Chicas de 20 años o más bailado con poca, muy poca ropa, alcohol por todos lados y la música fuerte que hasta temblaba el suelo.
Nathan se dirigió a nosotros nos miró y gritó.
—¿Queréis formar parte de nosotros? —Dijo algo bebido.
A lo que nosotros contestamos...