El supermercado se quedó vacío. A Toni todos los días pasaba igual: en determinados momentos había una avalancha de clientes para los que no daba abasto, mientras que en otros le hubiera dado tiempo a leer El Quijote en el tiempo que pasaba entre que atendía a una persona y llegaba la siguiente. «Ventajas de trabajar en un pueblo pequeño», pensaba él en lo que había terminado por llamar horas felices.
Pues bien, allí estaba en su primera hora feliz del día. Desde que Mabel había salido con su compra de coca cola y sus patatas (de queso, buena elección) no había podido dejar de pensar en ella.
Tras el incidente con su madre y lo que pasó en la biblioteca se sentía en deuda con Mabel. Su madre la había tratado muy injustamente, como solía hacer con todo y con todos los que no se ajustaban a la particular lente con la que solía observar la vida de los demás... En ocasiones se sentía muy identificado con Norman Bates, el protagonista de Psicosis.
En más ocasiones de las que le hubiera gustado.
Se deshizo del pensamiento con una sacudida de cabezay se entregó a su pasatiempo favorito: cerrar los ojos y conseguir un nuevorecord en memorización de artículos en venta por estantería.