Over Again. | h.s

By bemyhalfheart

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❝Puedo reparar tu corazón roto y olvidar todo lo que me dijiste. Puedo prestarte piezas rotas, que encajarían... More

Over Again.
Prólogo.
01. "Depresión."
02. "Pánico."
03. "Amnesia."
04. "Complicado."
05. "UCL."
06. "Comienzos."
07. "Inútil."
08. "Amenazas."
09. "Especial."
10. "Vencida."
11. "Mentiras."
12. "Kyle."
13. "Mudanza."
14. "Nosotros."
15. "Dolor."
16. "Cumpleaños."
17. "¿Qué quieres?"
18. "Juegos."
19. "Confusión."
20. "Única."
21. "Deseo."
22. "Advertencias."
23. "Ayuda."
24. "Sentimientos."
25. "Intentarlo."
26. "Noticias."
27. "Terapia."
28. "Te quiero."
29. "Promesa."
30. "Final."
31. Halloween.
32. Juntos.
34. "Lo siento."
35. "Interrupción."
36. "Explicaciones."
37. "Mágico."
38. "Sonrisas."
39. "Je t'aime."
40. "Feliz."
41. "Temor."
42. "Regalos."
43. "Navidad."
44. "¡¿Nueva York?!"
45. "Cobarde."
46. "Verdad."
47. "Volveré."
48. "Negociación."
49. "Maravilloso y devastador."
50. "Adiós."
Epílogo.
Agradecimientos.
Más historias: Perdition

33. "Amor."

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By bemyhalfheart


ADVERTENCIA: Este capítulo presenta contenido sexual explícito. Si lo lees lo haces bajo tu entera responsabilidad. 


Casi un mes después de la fiesta de Halloween y del accidente de Kyle, me encuentro tan estresada que soy capaz de jurar que estoy durmiendo con los ojos abiertos y abrazada a una taza de café. Estamos a un día de terminar el mes de noviembre y los exámenes se acercan junto con una gran pila de cosas por estudiar. Trabajos, ensayos, resúmenes, tareas, cuestionarios; mil y un cosas por hacer todos los días y nada de tiempo. Y, entre medio de todo eso, se encuentra Harry. Y el trabajo. Y mi vida social (que ya no existe).

Entre Camille, que continúa rogando por el perdón de Trevor, y Julie, que sigue peleando con Zayn, se puede decir que la única pareja estable de nuestro grupo somos Harry y yo. Y el hecho de que esté afirmando que nosotros dos somos los más normales de todos... digamos que pone a los demás en una muy mala posición.

Pero es la verdad. Estamos bien, y estamos mejor que nunca. Si bien mi tiempo es casi inexistente por la gran cantidad de cosas que tengo que hacer para la facultad, siempre nos hacemos un hueco para vernos entre semana o aunque sea hablar unos minutos por teléfono. Mentiría si dijera que puedo pasar un día sin hablarle; porque no es así. Mis días comienzan con un mensaje suyo en el buzón deseándome buenos días y terminan con otro dándome las buenas noches y diciéndome que me quiere. Cosas tan pequeñas como ésos mensajes de texto son los que se han convertido en mi cable a Tierra; Harry se ha convertido en mi cable a Tierra. Porque sé que sin él, ya hubiera perdido la cordura.

Soy adicta a él y él es adicto a mí, y así son las cosas. Si tres meses atrás, justo después del accidente, alguien me hubiera preguntado cómo nos veía en un futuro, yo hubiera dicho separados. Resulta, vamos a decirlo sutilmente, que es jodidamente complicado retomar una relación cuando uno sencillamente no reconoce al otro, por no decir imposible. Pero lo hemos hecho, y de qué forma. Y sé que es auténtico, incluso más que antes, cuando Harry estaba condicionado por la culpa y el pasado. Ahora es como si hubiéramos hecho un borrón y cuenta nueva y, de hecho, lo hicimos: él se está permitiendo volver a conocerme, volver a quererme, volver a enamorarse de mí. Y yo simplemente continúo amándolo con el mismo fervor y la misma pasión que tanto nos caracteriza. Porque es así, antes, ahora y siempre: él me pertenece a mí y yo le pertenezco a él.

Y no hay nada más precioso y puro que eso.

(...)

-¿Sabes? Él puede respirar si no le hablas todos los días.

-No le hablo todos los días -gruño-. De todos modos, no es de tu incumbencia.

-Lo es, amor, lo es. Desde que el muy marica te dijo que está enamorado de ti, es de mi incumbencia.

-Dios, ¡eres tan pesado! -gimo masajeándome las sienes con la lapicera entre los dedos.

Entonces me lanza un osito de peluche desde su posición; echado en mi cama cual ballena encallada.

-Podríamos hacerlo oficial, ¿no?

-¿El qué? -levanto una ceja, de cara al papel, volviendo a escribir.

-Esto de que yo te llame amor. Después de todo, hace casi un mes que somos novios oficialmente. De hecho, faltan...dos días.

-Puedes llamarme como se te plazca, Harry -me río.

-¿Puedo llamarte amor?

Me muerdo el labio, sonriéndole a mi cuaderno. -Sí, puedes llamarme amor.

-¿Antes lo hacía?

-No. Bueno, de vez en cuando. No lo sé... no con frecuencia. Me decías de muchas formas.

-Bueno, desde ahora serás amor.

-Me gusta.

Suelto un gritito ahogado cuando la silla se gira de repente, haciéndome dejar un rayón a lo largo de la hoja en la que estoy desarrollando un ensayo para la clase de Economía. Me encuentro cara a cara con su torso, puesto que él está parado frente a mí y yo me encuentro sentada en mi silla giratoria de escritorio.

-¡Harry! -me quejo, pegándole en el abdomen-. Me has hecho estropearlo todo.

Trato de girarme otra vez, pero él sostiene con fuerza la silla, impidiéndome moverme.

Se inclina sobre mí, dejando su rostro a centímetros del mío. -¿Cuándo vas a prestarme la atención que necesito? Hace una hora y media que estoy aquí y has hablado hasta con Kyle, menos conmigo. Todo sin dejar de hacer ese estúpido trabajo práctico.

-Es para mañana, y es un ensayo, no un trabajo práctico. Tengo que terminarlo, y probablemente ahora deberé pasar la hoja porque cierto imbécil ha hecho que le cruce una raya negra por la mitad. Y estamos hablando.

-No seas tan exagerada, ¿quieres? Es una rayita pequeñita.

-Si la miras tapándote los dos ojos -refunfuño-. Quítate.

-No, Lola. No soltaré la puta silla hasta que accedas a venir un segundo conmigo a la cama.

«Bueno... si tanto insistes, Harry...»

Sin embargo, por más que me muera de ganas de ir con él, tengo que terminar el ensayo. -En serio, debo...

Me interrumpe, perdiendo la paciencia. -Joder, luego te ayudaré a terminarlo si quieres, pero date un respiro.

Suspiro, derrotada, y asiento levemente con la cabeza. Nos acostamos en la cama, uno junto al otro, y él me aprieta la cintura con el brazo cuando me da un beso en la nariz.

-Te quiero, ¿te lo dije alguna vez?

Asiento con la cabeza, acercándole la boca a la suya. -Yo mucho más.

Me muerde el labio inferior y tira de él, robándome un jadeo imperceptible. O no. Sonríe antes de besarme; su lengua acaricia la mía con lentitud y suavidad, volviéndome loca. El beso toma un nuevo ritmo, una nueva intensidad, en cuestión de minutos. Me aprieta contra él y lo siento duro contra mi estómago. Mis manos se cierran en un puño contra su pecho, agarrándole la camiseta y él levanta mi blusa, ayudándome a quitármela. Acto seguido, desliza las manos por mi abdomen hasta que sus palmas cubren las copas de mi sujetador y aprietan con delicadeza. Gimo en su boca y él se separa de mí para besarme el cuello mientras siento que mis mejillas se ponen rojas ante lo íntimo del contacto. Me empuja levemente; mi espalda chocando con el colchón y él colocándose sobre mí. Me quita el corpiño y me vuelve a apretar los pechos. Una de sus manos comienza a descender peligrosamente, mientras la otra se coloca junto a mi cabeza para darle estabilidad. Me desabrocha el jean mientras su boca tira de la piel de mi cuello, mordiendo y chupando. Me muerdo el labio y le quito la camiseta para poder pasarle las manos por el perfecto torso trabajado una y otra vez. Me pasa la lengua por el valle de los pechos.

-Dime que pare -sisea contra mi piel ardiente-. Si quieres que lo haga, dímelo.

La cosa es que no quiero.

En un segundo me encuentro añorando su cercanía cuando se arrodilla en la cama para quitarme los pantalones. Me siento desnuda y expuesta y me obligo a pensar que él y yo ya me hemos compartido momentos como éstos. La única diferencia es que ésta es como la primera vez para él, pero no para mí. Se quita sus pantalones y entorno los ojos al ver el bulto que sus bóxers esconden. Desliza sus manos por mis piernas desde mis tobillos hasta llegar al elástico de mis bragas negras y engancha los pulgares, inclinando la cabeza y situándola entre mis piernas, que son como gelatina. Me lame la cara interna del muslo y resoplo, tratando de detener el temblequeo de mis piernas. Joder, cómo lo extrañaba.

Me sonríe antes de continuar con su tarea y me siento desnuda cuando se deshace de mis bragas, quitándomelas por completo. Cierro las piernas más por pudor que por otra cosa, pero él me las abre con la rodilla cuando se inclina sobre mí para besarme una vez más antes de desaparecer entre mis piernas. Elevo las caderas instintivamente y cierro los ojos. Siento su respiración. Su aliento. Su lengua; su jodida lengua.

-Harry... -gimo.

Me agarra de las caderas y me aprieta la piel con fuerza, seguramente dejando marcas para después. Su lengua se mueve febrilmente sobre mi feminidad, dando pequeños golpecitos delirantes. Maldigo y gimo su nombre cuando sus labios encuentran mi punto más débil y chupa con fuerza, succionando y haciéndome perder el control. Una de mis manos se enreda en su cabello y la otra aprieta las sábanas con fuerza, y entonces lo siento frotarme con el pulgar. Mi cuerpo tiembla y mis caderas se mueven incluso bajo la fuerza de sus grandes manos, que siguen sosteniéndome. Probablemente él no recuerde cómo, pero este hombre sabe hacerme perder la cabeza en cuestión de minutos. Me muerdo el dorso de la mano cuando uno de sus dedos me penetra, haciéndome gritar al agregar un segundo.

En lo que parece un instante, su boca y sus dedos me llevan al límite, haciéndome gimotear con fuerza al sentir la presión tan conocida en la parte baja del vientre.

-H-Harry -aviso.

-Lo sé -farfulla con la voz enronquecida, y sé que está sonriendo-. Mírame.

El ritmo delirante que sus dedos y su lengua están llevando dentro de mí comienza a acelerarse en cuanto abro los ojos y lo miro, justo cuando siento que me deshago bajo su toque. El cuerpo me tiembla mientras llego al orgasmo y gimo su nombre entre grititos entrecortados. El corazón me late a mil y se me nubla la vista. Me relajo sobre el colchón, liberándolo todo y cierro los ojos. Siento la mano de Harry sobre mi vientre y, cuando abro los ojos, lo encuentro recostado al lado mío. Me estrecha entre sus brazos y esconde la cara en mi cuello, dejando pequeños besos húmedos.

-Joder... sabes tan bien -casi llora contra el hueco de mi cuello-. Eres tan perfecta para mí, amor.

Le doy una palmada en el brazo y él se ríe entre dientes, sin dejar de besarme. No paso por alto lo último, logrando hacer que mi corazón salte otra vez dentro de mi pecho. Bajo la mirada, comprobando que el bulto en su bóxer no ha desaparecido, sino que, al contrario, probablemente se ha hecho más grande.

«A la mierda.»

Mi mano desciende por su torso desapercibida, hasta que mis dedos se enganchan en el elástico de los bóxers para bajarlos y él sale de su escondite, mirándome con los ojos oscurecidos.

-¿Qué estás haciendo?

Me sonrojo y bajo la mirada. -Voy a...

-Sí, sé lo que vas a hacer, pero... -me encojo de hombros, incapaz de hablar-. No tienes que hacerlo si no quieres, lo sabes, ¿verdad?

-Quiero hacerlo.

Asiente con la cabeza y me da un beso más en los labios mientras me permite bajarle los calzoncillos. Lo tomo con lentitud, sin querer hacer ningún movimiento en falso, y comienzo a mover mi muñeca de arriba abajo.

-Mierda, Lola... -gime, echando la cabeza hacia atrás.

Me incorporo y me pongo a horcajadas sobre sus muslos, dejándolo visible frente a mí cuando acerco la boca. Aún dubitativa, mis labios lo rodean con delicadeza. No obtengo ninguna respuesta de su parte y lo observo; está apretando los puños y mordiéndose el labio. Reúno el valor y el coraje para continuar, metiéndome un poco más de él en la boca, sin dejar de mover la muñeca. Finalmente una catarata de maldiciones acompañada de gruñidos brota de sus labios hinchados y carnosos cuando mi lengua lo recorre de arriba abajo, haciéndome sentir más valiente que antes.

-Joder, justo así... ¡Maldición, Lola!

Tiene los ojos cerrados y los dientes fuertemente apretados, encerrando a su pobre labio inferior. Contengo las ganas de regañarlo y decirle que se hará daño si sigue mordiéndoselo así, pero sinceramente en este momento no puedo.

Mis labios y lengua lo complacen hasta que, finalmente, lo escucho gemir con fuerza, seguido de una explosión caliente que me llena la garganta. Le apoyo la mano en el estómago para incorporarme y él tira de mí. Quedo recostada sobre su cuerpo y somos un enredo de labios, brazos y piernas mientras seguimos besándonos y rememorando lo íntimo de la situación que acabamos de compartir.

Tal vez repitiéndolo.


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