Luke.
Iban a ser las dos de la mañana y yo estaba temblando, tenía frío y los brazos de Michael no mantenian el calor, estaba con su chaqueta y sus brazos me rodeaban. Había una "reunión" en la playa después de que las carreras terminaran, así que estamos aquí ahora, frente a una fogata en la playa con chicos y chicas drogadas y ebrios.
—¿Quieres más? —me preguntó Michael dandome una botella de cerveza.
Me encogí de hombros y tomé la botella.
—¿Estás en condiciones de conducir? —le pregunté después de tomar un gran sorbo.
—No —respondió riendo—. ¿tendras problemas si pasamos la noche aquí?
—Claro que no.
Y la verdad es que no tendría problemas por no llegar a la casa, lo único que quieren que yo desaparezca lo más pronto posible de ese lugar, obviamente no pueden mandarme a la calle porque soy menor de edad y todos los cargos irian contra mi tía.
Seguí tomando pequeños sorbos de la botella, hasta que rápidamente quedó vacía.
—Michael —lo llamé, él me miró y moví la botella frente a él.
—¿Otra? —preguntó?
Asentí y él llamó a uno de de sus amigos para que le diera dos botellas más.
Los chicos que tenían más alcohol en su cuerpo comenzaron a tocar la guitarra y cantar rock antiguo, no sonaba tan mal y me dieron ganas de cantar a mi también, me sabía todas las canciones que ellos tocaban y Michael cantó algunas junto a ellos.
Las chicas estaban todas hablando animadamente entre ellas y yo estaba viendo fijamente el fuego, cantando en mi mente casa canción que me sabía.
—Estás temblando —dijo Michael sacandome de mis pensamientos.
—No es nada —me encogí de hombros.
Lo miré y tenia las mejillas rojas, ojos hinchados y labios completamente rojos por el frío y el alcohol, no lo sé.
—¿Tienes sueño?
—Un poco.
—No te duermas aún —hizo un puchero—. Vamos a camiar.
—De acuerdo.
Antes de poder levantarme, él comenzó a besarme, sus labios se movían discordinados junto a los míos, su lengua recorria toda mi boca y mis manos solo querían tocarlo.
—Vamos —dijo cuando se separó.
Me levanté junto a él y nos alejamos del ruido y el olor a alcohol.
Comenzamos a caminar por la orrila de la playa, sin mojarnos porque si lo haciamos íbamos a terminar congelados, así que tratabamos de estar lo más lejos del agua. Michael movía nuestras manos, yo iba mirando el suelo, trantando de que sueño desapareciera ahora.
—Podríamos ir a un lugar a domir —dice Michael—. Pero perdí mi billetera. Lo siento.
—No importa —suspiré—. ¿La arena es comoda?
—Seguro —respondió.
La moto de Michael había quedado a cargo de Calum y por eso estaba tan tranquilo aquí.
Nos sentamos cerca de unas rocas, me acomodé bien y suspire cansado, los brazos de Michael me atraparon y quedé con mi cabeza sobre su pecho, pasé mis brazos por su torso y me abracé a él.
—¿Estás más comodo? —preguntó.
—Si —susurré.
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Sentía unos dedos masajear mi cabello, y una respiración tranquila, abrí mis ojos y los cerré nuevamente. Me acurruqué más cerca de Michael y lo escuché soltar una risa.
—Buenos días —dijo divertido.
—Hola —respondí con la voz ahogada por su camiseta.
—Calum me llamó hace unos minutos, dice que tiene dinero y me prestara, así que podremos desayunar antes de volver a casa.
—Eso suena genial.
Él me llevaba en su espalda, no tenía ánimos de caminar, mi cuerpo me dolia y parecia que mi cabeza iba a explotar en cualquier momento. Como siempre en la playa esta nublado temprano, así que el sol no iba a ser un problema con mi dolor de cabeza.
—No pesas nada, Luke —comentó Michael—. Eres como una pluma.
—Es porque soy más pequeño —dije—. Tu eres como un monstruo gigante.
—Oh, entonces tu eres una hormiga.
—Algo así.
En serio, Michael era mucho más alto que yo, al parecer todas las personas son más altas que yo.
Apenas le llego al pecho a Michael y entre las chicas, ellas con sus tacones tamañano edificio me pasan y me siento aún más pequeño.
Mi ex novio era mucho más alto, su cuerpo estaba bien trabajado y yo me sentía mal cada vez que discutiamos y él me atrapaba antes de que yo diera un paso fuera de su departamento, después de eso arreglabamos todo y podíamos volver a ser felices así.
—¿Quieres hacer algo malo? —me pregunta Michael.
—¿Qué cosa? —pregunté.
—Bueno, necesitamos ropa limpia —comenzó—. Así que tendrás que usar tus encantos y yo tomaré la ropa.
Me dejo en el suelo y se puso frente a mi.
—¿Qué? Michael, no puedo hacer eso. Está mal.
—Pero es por una buena causa —se encogió de hombros—. No es la primera vez que lo hago.
—Pero yo no voy a hacer eso —respondí—. No voy a robar nada.
—Tu no lo harás, solo vas a distraer, yo tomaré las cosas.
—¡Es lo mismo! —exclamé fuerte—. No lo haremos.
Comencé a caminar lejos de él, enojado, si lo estaba. No pensé que Michael fuera de esas personas, digo, le gusta beber, salir de fiesta e incluso drogarse, pero yo nunca me imaginé que me pediria robar con él.
Sentí sus brazos en mi cintura y me detuvo.
—Déjame, Michael —pedí cruzandome de brazos.
—No —susurró en mi oído—. No te enojes, Luke. No lo haremos si eso es lo que quieres.
—¡Claro que es lo que quiero, tonto!
Lo escuché reir en mi oído y luego me subí a su espalda nuevamente. Ya se me había pasado el enojo con él, así que podia volver a hablar normalmente y había cambiado el ceño fruncido por mi sonrisa.
Calum nos estaba esperando en el estacionamiento de una cafeteria, le dio el dinero a Michael y luego se fue.
—Tu amigo es raro —le dije cuando entramos al local.
—¿Por qué lo dices?
—A veces lo veo muriendo de risa, pero luego está demasiado serio que asusta.
Michael soltó una carcajada.
—Es raro, si —estuvo de acuerdo—. Pero si lo conoces más, encontraras completamente normal eso.
—Bueno, tal vez si.
Estamos y enseguida recibimos miradas raras de las personas en el lugar, claro, dos chicos con probablemente ojeras enormes, olor a alcohol, cigarrillos y humo, además llenos de arena no iban muy bien con el lugar. Claro que no.
La cajera nos dio una sonrisa fingida en todo momento y luego un camarero nos llevó nuestro desayuno.
—Si no tuviera hambre, te juro que me largo de aquí —dijo Michael.
Asentí de acuerdo con lo que había dicho y tomé un sorbo de mi café, necesitaba cafeina ahora. Eso también me ayuda a aliviar el dolor de cabeza y no necesito aspirinas, me ayuda a estar más atento y no quedarme dormido en cualquier lugar.
—Hay una fiesta en la casa de Calum —dijo Michael—. Ya sabes, por su hermana ¿quieres ir conmigo?
—¿No se va molestar? No me conoce y–
—No —me interrumpió Michael, estaba jugando con una servilleta—. No me lomesta, creo que le podrías caer bien, ella ama a todo el mundo. Completamente distinta a Calum.
—Entonces creo que podria ir...
Michael sonrió y comenzo a hablar sobre el día de la fiesta, como siempre, nos iremos en su moto y si está muy borracho como para conducir nos quedaremos en la casa de su amigo, se concen desde pequeños y que son como hermanos. Yo nunca he tenido un amigo o amiga así. Jamás he tenido a nadie.
—¿Te parece dar un pequeño paseo antes de irnos? —me preguntó Michael.
Él se estacionó y bajamos, habíamos llegado al centro comercial. Iban a ser las cuatro de la tarde y no habíamos amorzado, nuestros celulares estaban apagados, Michael me aseguró que su madre se estaría volviendo loca porque no contesta sus mensajes ni llamadas, por mi parte no me importa, nadie esta preocupada por mi.
—Deberías llamarla —le dije antes de entrar—. Y decirle que se te ha descargado el celular.
—No creo que este tan preocupada —se encogió de hombros—. Siempre hago esto, hay veces que he llegado a los dos días. Vamos.
Suspirando, tomé su mano y las puertas se abrieron, había mucha gente en el área de comida, eso tenía a Michael inquieto y molesto, me decia que tenia hambre cada dos minutos. Se puso a pelear con una mujer que entró a la fila, ella estaba esperando también, pero fue al baño y su novio casi le rompe la cara a Michael.
—Ya faltan tres personas —lo tranquilicé—. Calmate.
—Si, lo sé —suspiró—. Pero ese niño está haciendo que la fila sea eterna.
Había un niño con su madre de los primeros, y no sé que tiene que ver lo que dijo Michael con ambos.
Con nuestras bandejas fuimos hasta una mesa, Michael ahora estaba sonriendo y ya no peleaba con todo el mundo.
Debo admitir que no tengo hambre y esta comida grasosa le hará mal a mi cuerpo, aumentando mi peso y niveles de grasa. Ya estoy con muchos kilos de más y en serio necesito comer menos, pero si sigo saliendo con Michael de esta forma terminaré aún más gordo y él se alejara.
—¿No te gusta? —me preguntó Michael señalando mi hamburguesa.
—Si —susurré.
—¿Por qué aun no empiezas a comer? —levantó una ceja.
—Lo siento.
Tomé la hamburguesa en mis manos y le di un pequeño mordisco, pero eso no hizo que Michael apartara sus ojos de mi, sino hasta que le di una mordida más grande él volvió a su comdia, luego al ver que no estaba comiendo otra vez, sus ojos no dejaron de verme hasta que acabé con todo.
¿Como se ha enterado? Tal vez me vio y escuchó algo.