Educando a la futura princesa...

By Emina02

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Tras una típica vida sin preocupaciones por el futuro, nuestras protagonista tiene que enfrentarse a una inev... More

IMPORTANTE
Libro 2!!
CAPITULO 1: "El comienzo"
CAPITULO 2: "Propuesta"
CAPITULO 3: "Destino o Karma"
CAPITULO 4: "Un paseo en la fuente"
CAPITULO 5: "¡Buen apetito!"
CAPITULO 6: "Los gatos y los ratones"
CAPITULO 7: "Game Center"
CAPITULO 8: "Cena y mentiras como postre"
CAPITULO 9: "Grupo de idiotas"
CAPITULO 10: "You're an idiot"
CAPITULO 11: "Un Secreto Problemático"
CAPITULO 12: "Conversaciones De Pasillo"
CAPITULO 13: "Castigo"
CAPITULO 14: "Fanática loca"
CAPITULO 15: "Corredores y pasadizos"
CAPITULO 16: "Cita y parejas"
CAPITULO 17: "Como por primera vez"
CAPITULO 18: "Comidas y visitas"
CAPITULO 19: "La cita perfecta"
CAPITULO 20: "Idiota sin remedio"
CAPITULO 21: "Cine y bodas"
CAPITULO 22: "Juntas de consejo"
Muy importante
CAPITULO 23: "Zeth y apuestas"
CAPITULO 24: "La chica que necesitamos"
CAPITULO 25: "La chica 2A"
CAPITULO 26: "Aniversario"
CAPITULO 27: "Baile Real"
Un enlace ingenioso
CAPITULO 28: "Salto en el tiempo"
CAPITULO 29: "Feliz cumpleaños"
CAPITULO 30: "San Valentín"
CAPITULO 31: "Parque de diversiones"
CAPITULO 32: "Conversemos y riamos"
CAPITULO 33: "Sin un gatito"
CAPITULO 34: "Dos veces"
CAPITULO 35: "Doppelgänger"
CAPITULO 36: "Decisiones"
CAPITULO 37: "¡Mierda!"
CAPITULO 38: "Soluciones"
CAPITULO 40: "Amistades"
CAPITULO 41: "Salida en grupo"
CAPITULO 42: "Días de juventud"
CAPITULO 43: "Verdad o Verdad"
CAPITULO 44: "De princesa a Hada"
CAPITULO 45: "La decisión de Romeo"
CAPITULO 46: "Romeo y Julieta"
CAPITULO 47: "El viaje"
CAPITULO 49: "Somebody call me wrong"
CAPITULO 48: "Somebody call me right one"
CAPITULO 50: "La princesa de la torre"
CAPITULO 51: ¡Por Helios!
CAPITULO 52: "La chica del cuento"

CAPITULO 39: "La hoja de la reglas"

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By Emina02

OSIRIS BANNETT

Oprimí la pluma más en hoja de mi libreta haciendo gabatos que rompían por donde pasaban, Bastet estaba exponiendo el tema express que nos había asignado el profesor unos días antes, junto a Gray y Juan.

La voz del pelinegro sonaba en todo el aula, pero no dirigí mi mirada hacia ninguno del frente, solo veía mi libreta y las línea que hacia sobre ella, si alzaba mi mirada a la izquierda vería lo embobado que estaría Dylan con Bastet, seguro sonreía mientras la miraba.

No me molesté en ver eso tampoco, pero me ponía ansiosa el solo pensar que él había desarrollado sentimientos por ella, que habían creído que estaban comprometidos, que solo amenazándolo había aceptado su compromiso conmigo.

Solté el aire que estaba conteniendo y me tranquilicé, alejando la pluma del pozo que estaba haciendo en la hoja, traté de pensar en los jardines de la casa en Calais, en mi habitación....

No. En eso no.

El jardín.

Las flores en primavera o la nieve en invierno.

En verano.... No, verano no.

Otoño. Las hojas en otoño y las luces de la ciudad, en el mar...

No, el mar no.

Aspiré y me repetí nuevamente:

"Prohibido perder la calma, Regla 5: Osiris tiene prohibido perder la calma"

Subí la mirada, ya más tranquila hasta la pizarra, deje mi pluma a un lado y cerré la libreta.

Me topé con los ojos desinteresados de Gray y lo vi mostrar por unos segundos fastidio.

Trague saliva y volví a tomar aire.

― Quizas si le lanzas un beso seas menos obvio ― escuché murmurar a Mikaru, y ambos fingieron que yo no escuchaba nada de su plática.

― ¿Te atreves a hablar de obviedad?

― ¿Son conscientes que la prometida del príncipe está aquí? ― les pregunte inclinando mi cabeza hasta ellos.

Me miraron con incomodidad antes de erguirse y volver a una posición perfecta, digna de una corte. Mikaru no había mostrado ni una pisca de simpatía o ganas de una buna convivencia, tampoco es que lo esperara, pero al menos, me gustaría un poco de respeto.

Cuando me levanté de mi asiento al terminar el día de clases, esperé a que Dylan caminara conmigo, Mikaru y Oliver habían decidido irse por su lado de inmediato y como desde que llegue, el ambiente estuvo cargado de mutuo resentimiento.

Al llegar al palacio, simplemente se fue por el pasillo de la segunda planta en dirección al ala oeste del castillo, hacia su habitación, yo tomé otro rumbo sin mirarlo siquiera.

Fui al salón de baile de la planta baja, Agatha estaría esperándome ahí como todos los días desde que llegué al país. La adulta de pelo oscuro y expresiones duras me examinó al entrar.

Me incliné para mostrarle mis respetos y deje mi bolsa con sumo cuidado sobre un perchero, el amplio salón siguió mis pasos con su eco.

― ¿Cómo te fue hoy?

― Perfectamente ― le respondí con la voz más calmada y dulce que pude sacar.

Agatha ha estado enseñándome todo lo que se necesita para ser una princesa y reina, desde que tengo memoria. Desde entonces había vivido en una enorme casa en Calais, Francia. Encerrada ahí sin poder ver más allá de los muros que limitaban la propiedad, con una lista de reglas que tenía que seguir a la perfección, esperando pacientemente a que mi destino llegue para cumplirse.

Lo primero que aprendí a leer formalmente fue una hoja gruesa, con flores en los bordes y el sello real.

Reglas de convivencia, para una buena educación y formación. Osiris Bannett, debe cumplirlas hasta que pueda viajar a Soleil para casarse con el príncipe Dylan.

Regla 1: Osiris tiene prohibido salir de los límites de la propiedad.

Regla 2: Osiris tiene prohibido acercarse a los muros.

Regla 3: Osiris tiene prohibido relacionarse con las personas en la casa más de lo necesario.

Regla 4: Osiris tiene prohibido faltar a sus clases de formación de lunes a sábados.

Regla 5: Osiris tiene prohibido perder la calma, alzar la voz o comportarse de forma impertinente.

Regla 6: Osiris tiene prohibido llamar "abuelo" al rey.

Osiris esto, y Osiris aquello.

Solo quería tener un perrito e ir al parque como los demás niños de mi edad y no había visto jamás a ninguno.

― ¡Osiris concéntrate! ― Me regañó la señorita Agatha mientras me veía tambalear con libros en mi pequeña cabeza.

― Es complicado ― le dije nerviosa mientras trataba de ocultar que el cualquier momento los dejaría caer y que mis cortas piernas temblaban.

Con seis años, debía de mantener una postura perfecta al caminar y andar, pisar con suavidad y no hacer movimientos bruscos.

― ¡Deje de quejarse y concéntrese! ― espetó molesta.

Gracias a mis movimientos hechos para no tirar los libros, tropecé con mis pies y caí de rodillas en el piso pulido del salón de la gran casa.

Comencé a llorar cuando el dolor recorrió todo mi cuerpo pero la señorita Agatha se molestó aún más.

― Usted está aquí para aprender, no para holgazanear, levántese y deje de perder el tiempo, el país no acepara menos que perfección de su reina.

Me levanté como pude, sacudí mí vestido de holanes rosas y limpie mis lágrimas, para poder poner otra vez los libros en mi cabeza.

Ese día, a la edad de 6 años, aprendí lo que significaba para mí aquella hoja que me había hecho aprender de memoria.

Un año después, cuando el rey fue a visitarnos a Francia para ver nuestro progreso, salí corriendo de la clase de pintura que estaba tomando con mi obra en las manos. Quería mostrársela con las mismas ansias que me provocaban el ver por mi ventana el mar a lo lejos.

Regla 7: Osiris tiene prohibido correr por la casa.

Tras repetirme mentalmente esa regla, desaceleré y camine con una gran sonrisa por los pasillos, hasta el despacho del rey.

Varios empleados inclinaron sus cabezas al verme pasar, pero con solo 7 años, mi altura aun me permitía verlos, pero ellos jamás me veían a mí, no me importó mucho en ese momento, estaba feliz por ver a quien aún llamaba abuelo en mi mente.

Cuando estaba frente al despacho subí mis manos a la perilla para poder abrirla, tuve que usar ambas y el dibujo se arrugó un poco, aun asi, estaba feliz por qué él lo viera.

― Osiris ― El hombre frunció al seño al verme.

― Hice un dibujo para ti ― le comenté emocionada ― Use los colores más brillantes para tu corona ― extendí la mano para que lo viera pero antes de eso cerró los ojos masajeándose el puente de la nariz.

― ¿Cuál es la regla número ocho Osiris?

Cuando me preguntó eso, bajé mis manos decepcionada y le miré con tristeza, él se acomodó en su asiento y me miró con dureza.

Regla ocho: Osiris tiene prohibido molestar al rey mientras está de visita.

Asintió al oírme recitarla.

― Lo lamento, no era mi intencion molestarte, abuelo.

Sus ojos se volvieron fríos y su cuerpo completo se tensó, me miró con molestia.

― No soy tu abuelo, soy tu rey y debes tratarme con ese respeto.

― Lo siento, rey ― retrocedí asustada y triste por su actitud, abracé mi dibujo tan fuerte como pude y salí del lugar.

Evite arrastrar mis pies o llorar en todo el camino hasta mi habitación. Cuando llegue, abrí uno de los cajones de mi escritorio blanco.

― Quizas lo pueda ver después ― murmuré metiendo mi preciado dibujo.

Ahí guardaba decenas de dibujos y pinturas que quería mostrarle al abuelo cuando él tuviera tiempo.

― Espero que sea pronto, no me queda mucho espacio.

Al año siguiente de eso, supe que nunca le mostraría mis dibujos a nadie, me dijeron el Rey había muerto.

Pedí explicaciones, pero el señorita Agatha no hizo más que irritarse por mi actitud. Le pedí que me dejara ir al velorio, que quería despedirme; pero me recordó la novena regla.

Regla 9: Osiris tiene prohibido el contacto con el exterior de la casa hasta cumplir 17.

Con eso, me dijo, quedaba claro que el rey tampoco estaría de acuerdo en dejarme salir.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escucharla y camine rápido para llegar a mi habitación, todo para no quebrantar la séptima regla, como de costumbre, ningún empleado se atrevió a mirarme en el camino.

No me atreví a azotar la puerta aun cuando tenía ganas, pero lo primero en lo que pensé fue en los dibujos que había acumulado por años, guardados cuidadosamente en mi escritorio.

Con lágrimas en mis ojos los saque todos, sin importar que los dañara y los tire por el ventanal de mi alcoba. No quería verlos más, él nunca los vería, había desperdiciado mi tiempo por nada.

Quería salir, quería saber, quería poder llorar sin estar preocupada porque alguien me viera. Después de unos minutos llorando sostenida del barandal de pequeño balcón, salí corriendo al patio desesperada por recuperar todos los dibujos que seguramente volaban con el viendo de otoño, pase horas reuniéndolos todos y termine agotada, mucho de ellos estaban rotos y arrugados, pero aun asi los guarde todos en una caja que deje en mi armario.

Cada día, cada noche, no hacia mas que preguntarme porque había acabado asi, porque mis padres no me querían, que había hecho mal. Pero ninguna de esas preguntas tuvieron respuestas, nada de eso podía hacer frente a la regla número diez.

Regla 10: Osiris tiene prohibido peguntar sobre su familia.

Por las noches, en mi infancia, me imagina siendo rescatada por mis padres en un helicóptero, ellos me sacaban de ahí me llevaban a vivir lejos, en una isla, donde teníamos una casa y comíamos cocos y dulces. Por la mañana, me enfrentaba a la realidad, de que eso jamás pasaría.

Seguí obedientemente cada una de las reglas, por los siguientes años, en aquella hoja.

Regla 11: Osiris tiene prohibido el canal de espectáculos.

Regla 12: Osiris tiene prohibido estudiar artes marciales.

Regla 13: Osiris tiene prohibido ingerir dulces, a menos que se le autorice.

Regla 14: Osiris tiene prohibido pendenciar demostraciones violentas.

Regla 15: Osiris tiene prohibido perderse el canal de política.

Tenía ensayado en mi mente todas y cada una de esas normas, eran como leyes en mi vida.

Cuando tenía 15 años, las clases de Ballet se hicieron más pesadas, las actividades físicas más agotadoras.

Asi que cunando la señorita Agatha me pidió hacer un "Petit Assemble", que en cualquier momento hubiera resultado como caminar para mí, mi tobillo se dobló al tocar el suelo y caí de rosillas en el piso, en un eco que hizo cerrar los ojos a la empleada que aguardaba órdenes.

Gruñí cuando sentí el dolor, pero de inmediato me di cuenta de mi error.

Me levanté rápidamente del suelo y trate de enderezarme; pero mi pie no resistió el peso que le puse y perdí el equilibrio, provocando otra caída.

― Patético.

Después de decir eso, salió del salón dando por terminada la clase.

La empleada que estaba parada en la puerta me ayudó a levantarme, tenían prohibido decirme sus nombres, asi que en mi infancia los nombre a todos e mi mente, ella era Nuage, era el nombre más genial que se me ocurrió a los cuatro años, significaba nube en francés.

Nuage me llevó a mi habitación y me ayudó a sobarme el tobillo y colocarme una venda en el para descansar. Gracias a mi accidente, ya no tendría más clases ese día, un brillante sábado de verano.

Descanse mi cuerpo el resto del día y tomé un baño de burbujas relajante, los domingos, los tenia libres, asi que después de prácticas de seis de la mañana hasta seis de la noche, de lunes a sábado, descansaría.

Con quince años de vida, jamás había tenido un telefono, una mascota, un amigo, una cita, una pelea, un novio...

La señorita Agatha insistía en que todas esas cosas eran distracciones mundanas.

Pero había algo que si tenía, una cámara, el rey me la había regalado antes de morir y era mi tesoro más preciado, aun si las fotos solo eran de cosas que veía dentro de la casa, de los jardines y las floras en primavera o invierno.

Tambien, guardaba fotos del mar más allá del muro, tomadas desde mi balcón, podía sentir con esa imagen, como la arena tocaba mis pies y la brisa salada golpeaba mi piel, aunque nada de eso era suficiente.

El siguiente día, mi rutina era igual que siempre, me levante al alba, me aseé y arregle para estar presentable, bajé a desayunar conmigo misma y me platique en voz alta mis planes.

Hablar conmigo misma, era una forma de mantenerme cuerda y tranquila, y algo que no prohibía ninguna de las reglas.

Aunque quizas había una que la señorita Agatha insistiría en que lo indicaba.

Regla 16: Osiris tiene prohibido hacer algo que no muestre más que perfección.

Una reina loca no mostraba perfección.

Pero ese día tenía un plan, aquel domingo de inicios de veranos seria el cambio que necesitaba en mi vida, una muestra de valentía, esperanzas de que todas mis clases y el trabajo duro valdrían la pena.

― Merci beaucoup, Nuage (Muchas gracias, Nuage) ― mi agradecimiento hizo que la empleada sonriera, pero no respondió nada ― Aujourd'hui sera une belle journée. (Hoy será un día grandioso)

Fui a mi habitación y tomé una pequeña bolsa en la que había colocado mi cámara y algunos euros que había recolectado en mi vida. Camine con confianza por los pasillos y el jardín, con una sonrisa y el corazón agitado, pero todo eso se desvaneció al ver el muro frente a mí, de dos metros de alto.

En esa parte de la casa, había pilas de objetos amontonados, era un espacio olvidado por los trabajadores, lo había vigilado durante un tiempo antes de que se me ocurriera la idea de salir a ver un poco.

Pero ahí estaba, a solo unos metros de una probada de libertad, quince años después de mi nacimiento, por fin podría respirar el aire fuera de la casa.

Aspire un poco de aire, como si fuera valor y escale por la pila de objetos, maderas, cajas, muebles, un ropero sin puertas. Eso solo me llevó a poder tener los ojos a una altura suficiente para ver las casas cercanas, grandes y brillantes, aunque no tanto como mi jaula.

Me sostuve del lecho del muro y aplique toda la fuerza que reuní en mis brazos para subirme, del otro lado no había nada que me ayudara a bajar, asi que a dos metros del suelo, pensé en lo mala que era la idea.

La casa era un lugar seguro, la casa era mi hogar, el exterior era un peligro, era desconocido.

Intente retroceder para poder ver a mi espalda y regresar por donde había venido. Pero la idea de que estaba más cerca del mar que nunca, llamó mi atención. Estire mi pierna y mi pantalón raspó en el fino del muro.

Mi mano tembló y perdí el agarre, mi cuerpo me llevo hacia el frente, hacia la acera de la calle, en ese segundo, que era más lento cada vez que lo repaso en mi mente, pude ver a un chico que se apresuraba, con las manos extendidas, hacia el lugar perfecto para agarrarme.

Ambos caímos y nos golpeamos en el piso, pero mi muerte había sido pospuesta hasta nuevo aviso.

Me levante tan deprisa como el mareo me lo permitió, mi corazón estaba acelerado y puede ver al chico que estaba frente a mí. La primer persona que había visto de mi edad. Ojos claros y brillantes, cabello alborotado y oscuro, sonrisa perfecta y dientes brillantes.

― Les dimanches sont de bons jours pour s'évader? (¿Los domingos son un buen día para escapar?)

Él se estaba sobando el cuerpo intentando aliviar el dolor, pero sus ojos y movimientos se detuvieron como una imagen cuando me vio.

Su rostro parecía no creer lo que veía, como una alucinación, y yo sentía lo mismo al verlo a él. No podía creerlo, mi primera persona además de los empleados, mi primer chico, mis primeras bocanadas de aire exterior.

― ¿Quién eres? ― Su pregunta en español me tomó desprevenida, pero igual le sonreí feliz ― Qui es tu?

― Tambien sé español ― le respondí con más emoción de la que debía ― Mi nombre es Osiris, es un placer conocerte.

Le extendí la mano en un saludo, pero aun cuando dudó, me correspondió. Asumí, entonces, que la gente normal no se saludaba asi.

― ¿Osiris? ― Su pregunta vino acompañada de un gesto de duda.

― Como el dios egipcio ― respondí divertida, tratando de no arruinar mi primera conversación ― Dios y rey, murió ahogado en el rio Nilo por órdenes de su hermano Zeth...

Mientras hablaba me di cuenta de que no era el hilo de conversaciones adecuada al ver su expresión de desconcierto.

Reí nerviosa y pasé mis algunos mechones de mi cabello tras mi oreja.

― Osiris ― repetí.

Después de un silencio incomodo en el que crei que el huiría de mí, lanzó una risa profunda y divertida que me dio un gran alivio.

― ¿No era su hermana la diosa Bastet? ― preguntó con una sonrisa.

― No, no ― negué rápidamente ― Eran Isis y Neftis.

― Entiendo ― murmuró sin quitar su expresión contenta ― Mi error.

Mi corazón estaba agitado por oírlo hablar y verlo divertido, simplemente mis mejillas se habían congelado en una sonrisa y no podía dejar de verlo.

― No sabía que en esta casa vivía alguien de tu edad ― vio el muro y luego regreso su vista a mí ― ¿No sales mucho?

― En realidad tengo prohibido salir ― murmuré incomoda.

― Entiendo porque saltabas entonces, Iris.

Mis mejillas se sonrojaron al escucharlo llamarme por un apodo, la había visto en la televisión algunas veces, eso hacían los amigos.

El tambien se presentó y después de una pequeña conversación, me ofreció a hacerme un recorrido por las calles cercanas, me dijo que él no vivía lejos de ahí y que me había visto dudar encima del muro y por eso se había acercado.

Me llevó a un parque cercano donde me dejó comer el mejor helado del mundo. Aun cuando yo le conté que eso rompía la regla trece.

Me pidió que me olvidara de esas reglas y disfrutara del aire fresco y un manjar azucarado.

Tomé muchas fotos del camino y del todo lo que veía, feliz de poder retratar algo más que el interior de la casa.

Tenía un nuevo amigo, alguien que me tenía un apodo y me sonreía al hablar, me contaba todo pacientemente y se alegraba ante mis preguntas.

Tambien le tome muchas fotos a él ese día, quería que quedara tantos recuerdos como fueran posibles de su existencia, una prueba de que eso en verdad había ocurrido y que él realmente era posible.

Ese día elegí mi fotografía favorita, él, sentado en un columpio mirando el sol que se filtraba por el follaje de los arboles con un cono de helado en las manos.

Hablamos de muchas cosas, de su vida, de la mía, de sus gustos y de los míos.

No deseaba que el día se terminara, pero aun asi, llegó a su fin. Me ayudó a cruzar el muro, colocamos un contenedor de basuras en ese lugar para poder hacerlo, y aun cuando deseaba que el tiempo se congelara en ese preciso momento, tuve que volver al interior de una jaula.

La semana siguiente fue tan pesada como de costumbre, pero siempre podía volver a mi habitación en las noches y revisar las fotografías en mi cámara, no me atreví a imprimir ninguna por miedo a que la señorita Agatha las encontrara, asi que mi cámara era mi única confidente.

Para el siguiente fin de semana, se me ocurrió la idea de que quizas, él estuviera ahí otra vez, que quizas a él tambien le había gustado tanto como a mi estar juntos. Asi que volví a esa sección de muro para intentar saltar.

Ahí estaba, recargado a pared, con una camisa azul sobre una playera blanca y unos jean azules. Era una vestimenta normal en jóvenes de todo el mundo.

― Sabia que volverías, Iris ― Me extendió la mano para indicarme que bajara hacia donde estaba él, y esta vez lo hice con más confianza ― Conseguí boletos para el cine ¿te gustaría ir?

Mi respuesta no llegó a pesar de que moví mis labios, pero tampoco sabía cuál seria.

― Jamás he ido al cine.

― Tranquila, todo estará bien. Te encantará.

Cada domingo de ese verano, sin falta él me lleva a un lugar nuevo, me contó del lugar en el que nació, al otro lado del paso de Calais, tambien arrojábamos cartas por el muro para comunicarnos entre semana.

Él se convirtió en:

Mi primer amigo.

Mi primer contacto con el exterior.

Mi escape de la jaula.

Mi primer amor.

No sabía bien que era eso al principio, como una persona que solo leyó de eso, no sabía distinguirlo. Pero fue inevitable no sentir eso por aquel héroe que me había rescatado, como una princesa en una torre custodiada por un dragón.

El último domingo que salimos, fue el único que quisiera borrar de mi memoria.

Las vacaciones se terminaban y el me había dicho que tendría que volver a su casa en Dover, lo que significaba una despedida definitiva, al final del día, cuando me ayudaba a saltar el muro, fui descubierta fuera de la casa por la señorita Agatha. Su rostro mostró una furia indescriptible, su cuerpo se tensó y la mano que sostenía se preparó para sacar su furia.

― Puedo explicarlo ― me bajé del contenedor y me acerqué a ella.

― Asi que es verdad que has estado saliendo.

― Ella solo quería conocer un poco ― el chico se adelantó a mí y apoyó su mano en mi espalda para animarme ― Nada malo pasó.

Pero esas palabras solo la hicieron enojar más.

― ¿Tú fuiste el culpable de esta desobediencia? ― le preguntó alzando la voz, pero sin atreverse a gritar ― ¿Quién se supone que eres?

― No, el no tuvo la culpa de nada. Yo solo quería conocer....

― ¡No tienes permitido responder Osiris! ― exclamó enojada en mi dirección, y la fusta en su mano hizo un sonido agudo al cortar el aire frente a nosotros.

Me asusté por ese gesto y cerré los ojos al sentir la brisa que provocó.

― Estas en graves problemas Osiris.

Me tomó del brazo y me llevó a jalones por la acera de la casa.

Vi como él intentó detenerla, pero se detuve cuando yo le rogué con la mirada que no hiciera nada, me miró con tristeza pero no intervino.

La señorita Agatha me lastimaba el brazo por la fuerza que implementaba y logro sacarme algunos quejidos en el camino, sus jalones y empujones no se detuvieron hasta que me tiró en el piso de mi habitación.

― ¡Tienes prohibido salir de la habitación a menos que sea por tus clases! ― Esta vez sí gritó, tan fuerte como para dejar sus palabras gravadas en mi cabeza.

― Por favor ― le suplique con los ojos cristalizados, pero ella ni se inmutó.

― Además, ya no tendrás descanso los domingos, estudiaras todos los días durante los próximos dos años.

― Pero enfermaré otra vez, las regla número cuatro dice...

― Pero eres mucho para esas reglas ¿No? Te atreviste a desobedecerlas...

― Po favor, no lo haga, obedeceré todo, haré lo que quiera, no saldré jamás de la casa...

Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos e intenté limpiarlas cuanto antes para no enfurecer más a mi institutriz.

― Esto te lo buscaste tú.

Azotó la puerta en cuanto salió y yo me quedé sola llorando en el piso, los mechones ondulados de mi cabello se veían enredados y revueltos, mis manos estaban rojas y mi vista nublada.

― No quiero vivir asi ― murmuré mientras me pegaba a mi cama y abrazaba mis pierna pegándolas a mi pecho ― No lo soporto.

No quería nada de eso, yo nunca lo había deseado. Que mi vida fuera decidida por un par de adultos egoístas, que mis acciones, mi mente, mis gustos, todo dependieran de lo que era mejor para una persona que solo había visto en fotos.

Estaba harta de ser criada para casarme, de ser formada al gusto del alguien más, se solo seguir ordenes, quería tomar mis decisiones y elegir a mis amigos, a mi novio, a mi esposo...

Las lágrimas saladas y calientes escurrieron en mis rodillas y mojaron mi cabello, lloraba en silencio solo para no escuchar mis propios lamentos.

― ¿Estas bien, iris?

La pregunta resonó en la habitación, y no quise alzar la vita para descubrir que mi imaginación me estaba jugando una broma, no quería desilusionarme más de mi vida.

Ver solo un cuarto solo y vacío, cuatro paredes cerrándose y ahogándome, quitándome el poco aire que se me estaba permitido, limitando mis movimientos, guardándome como una muñeca en una vitrina que solo debía ser exhibida.

― ¿Ahora me ignoraras, Iris? ― Su tono era burlesco, divertido.

Subí la mirada hasta el balcón para ver a un chico borroso, pero obvio que se trataba de él.

― ¿Estas llorando? ― preguntó alarmado, bajando los pies del barandal ― ¿Ella te hizo algo?

Me levanté de mi lugar y corrí hacia él, lo abracé por el cuello y él respondió rodeando mi cintura.

Se preocupaba por mí, genuinamente le interesaba si yo estaba feliz o triste, si lloraba o sonreía, a él le interesaba lo que yo quería, lo que deseaba.

Me sentía feliz de tener alguien asi en mi vida, de conocerlo, y todo lo que pasara después son importaría, porque nada quitaría todo los recuerdos con él, sus palabras y sus acciones, nada de lo que la señorita Agatha me hiciera me lo quitaría a él.

― Gracias por venir.

― Por supuesto que vendría, estaba muy preocupado, ¿Realmente todo está bien? ¿Deberíamos hacer algo?

― Ahora todo está bien ― le aseguré con una sonrisa.

Nos deparamos bajo el sol poniente, y el sostuvo mi rostro entre sus manos, limpiando mis lágrimas.

― Realmente me duele verte asi, Iris, no deberías estar encerrada aquí.

― Esta bien ― mantuve mi sonrisa, pero por su expresión sabía que no la creía real ― Ya me acostumbre.

― Eso es aún peor.

Su voz ronca y triste, me causaron escalofríos, como una corriente eléctrica que subía por toda mi espina dorsal.

― Gracias por todo lo que hiciste estos meses, fui realmente feliz y siempre te recordaré de ese modo ― me aferre a sus antebrazos, como si con eso pudiera retenerlo a mi lado para siempre.

Hubo una gran pausa entre nosotros, y el agarre en mi mejilla fue más firme, se acercó a mi lentamente, midiendo el terreno y yo me dejé llevar por el instinto y tambien me acerqué, pero a solo un par de centímetros del otro, el golpe de la puerta contra la pared nos alejó de inmediato.

Estábamos en el pequeño balcón, las cortinas del ventanal rosaban mis tobillos y él se encontraba sentado en el barandal de concreto.

― ¡Realmente eres una persona terca! ― Exclamó Agatha caminando hacia nosotros me puse frente a él para cubrirlo inútilmente, en un acto de valentía ― Solo entenderás por las malas ¿No es asi?

Me tomó de la muleca con fuerza y cuando intente escaparme golpeo rostro con el dorso de la mano, un dolor profundo recorrió mi mentón y podía sentir mi piel hincharse por el dolor.

El chico intentó bajar del barandal para detener a Agatha quien amenazaba con un segundo golpe directo con su fusta en mis piernas, pero ella lo empujó fuerte hacia atrás y resbaló del balcón precipitándose contra el suelo cuatro metros abajo.

― ¡NO! ― Mi grito creo eco en la habitación, un lamento desgarrador que hizo retroceder a la mujer.

Me levante del suelo y corrí a asomarme por el balcón, el chico estaba más abajo, con el pelo alborotado y mojado por la sangre que manchaba el césped. Mas lagrimas cayeron, mi garganta se cerró, la sentía seca, lo llamé por su nombre como si eso fuera a solucionarlo todo, apretaba el barandal con fuerza para ayudarme a sostener, mientras intentaba procesar lo que pasaba.

― Él se lo buscó ― le oí decir con frialdad ― Aunque debo admitir que esto no me lo esperaba.

No parecía importarle en lo más mínimo lo que había hecho, la atrocidad de la que había sido autora, mi respiración comenzó a acelerarse para alcanzar a los latidos de mi corazón.

― ¡Eres un monstruo! ― le grité desesperada.

Esa acusación sacó todo el odio acumulado, la desesperación, el miedo, la angustia.

― Tengo que llamar a una ambulancia ― murmuré para mí misma y salí corriendo, pero ella me tomó del brazo para detenerme.

― Tú eres la causante de todo esto, Osiris, recuérdalo.

Y con esas palabras en mi cabeza, me permitió salir.

La ambulancia vino y se lo llevaron al hospital, uno pensaría que habría justicia en el mundo, que las personas recibirían su merecido, pero para las personas con dinero, las leyes solo eran un viejo chiste que se contaban entre amigos.

El chico de verano y sonrisa encantadora quedó en coma.

Sus padres tuvieron que posponer su regreso a Dover y quedarse en Calais un tiempo más, de vez en cuando me escapaba de la casa y visitaba el hospital, al regresar la señorita Agatha la tomaba contra mí y algunas veces, hasta utilizaba su fusta para marcar mi espalda baja.

Pero se lamentaba diciendo que una reina no debía poseer marcas y hacia que las empleadas me curaran de inmediato.

El día que despertó del coma yo estaba ahí, en las sillas metálicas del pasillo, con un suéter rosado y unos lentes oscuros, frotaba mis rodillas, ansiosa por ver salir a sus padres para poder entrar a verlo otra vez, no quería que ellos me vieran. No quería explicar quién era yo.

Se escuchó un alboroto dentro y yo me levanté asustada.

Podía escuchar la conversación y ver por el cristal lo que ocurría.

El doctor había entrado e intentaba tranquilizarlo, estaba alterado.

Le hicieron preguntas sobre datos personales, su nombre, sus padres, y donde se encontraba.

― Quelle est la dernière chose dont vous vous souvenez? (¿Qué es lo último que recuerdas?) ― el doctor anotaba cosas en sus pales mientras lo escuchaba hablar.

― J'étais dans ma chambre, déballant après le voyage de Dover. (Estaba en mi habitación, desempacando después del viaje desde Dover) ― Miró a todos lados y por miedo a que me viera me hice a un lado para escóndeme en la parte solida de la puerta ― Qu'est-ce qui se passe? (¿Qué es lo que sucede?)

Sus padres miraron con preocupación al hombre de bata blanca.

Lo oí decir que pérdida de memoria a corto plazo, que probablemente recobraría los recuerdos con el tiempo, pero que nada era seguro, que tenía que estar asistiendo a chequeos y debían hacer algunas pruebas.

Tomé la perilla de la puerta, para entrar, mi mano estba temblado, mi cuerpo entero lo hacía; pero aun después de respirar no pude encontrar el valor para dar el siguiente paso.

Mi mente no dejaba de repetir las palabras de la señorita Agatha, todo había sido culpa mía, yo era la responsable.

Vi la mano del chico tomar las flores que yo había dejado en la mesa junto a su cama, eran Dalias Rojas y nomeolvides azules, en el lenguaje de las flores las primera era un "Gracias por tu ayuda, por estar siempre a mi lado", y las segundas, la promesa de siempre recordarlo.

Era irónico pensar, por el contrario él no me recordaría más.

― ¿Ustedes las trajeron?

― No ― su madre se apresuró a quitarle las flores pero no la dejó ― Siempre hay flores aquí cuando venimos.

Su expresión confundida aumento cuando vio la fotografía que había dejado, mi favorita, él, sentado en un columpio mirando el sol que se filtraba por el follaje de los arboles con un cono de helado en las manos.

Ese era el adiós definitivo.

Metí las manos en las bolsas de mi suéter rosas y salí del hospital con la mirada en el suelo.

El destino que nos había unido, se había cortado de una manera busca y trágica, y pensé que realmente mi vida sería la que los demás decidieran, no podía opinar o querer algo, tenía que obedecer, si obedecía, nadie saldría lastimado.

Y fue lo que hice cada momento después de eso, aun parada frente a Agatha otra vez, siendo inspeccionada con el uniforme de Dream High, después de sentirme un monstruo perverso y sucio, me erguí ante su mirada.

Los empleados del palacio tenían prohibido entrar al salón de baile mientras nosotras estuviéramos ahí.

Ella se acercó lentamente, con la postura recta y la gracia de una gacela, traía los brazos cruzados y la fusta en su mano se alzaba como un hasta amenazante. Cuando estuvo lo suficientemente cerca goleó el piso, cerca de mi zapatilla derecha, haciéndome tensar al instante, pero no cerré los ojos.

― ¡Tu medias no están alineadas! ― exclamó con dureza ― ¿Crees que este país aceptará menos que la perfección de una reina?

― Por supuesto que no ― le dije acomodando las mencionadas de inmediato ― Fui descuidada.

― Por supuesto que lo fuiste, Osiris.

Debía mantenerme perfecta, debía obedecer, tenia que hacer todo lo que ella me pidiera, debía volverme el mismo monstruo que era ella.

― ¿Has avanzado con el príncipe?

― Él no está interesado en...

El sonido del aire cortado por la fusta me interrumpió.

― Pues has que se interese, Osiris, no desperdicie diecisiete años de mi vida contigo para nada ― Me miró con el mentón en alto ― Siempre puedes volver a utilizar tu sangre como amenaza...

― Pero no quiero... ― suplique con los ojos cristalizados y alcanzando a ver su silueta borrosa.

― ¿Estas segura? ― me preguntó colocando la punta de su fusta en mi barbilla ― Aun puedo deshacerme de ese chico tuyo del que tan enamorada dices estar.

Apreté mis puños con fuerza suprimiendo mis sentimientos de repulsión y enojo.

― Lo hare.

― Esa es la actitud.

Debía hacerlo, aun si me asqueba, tenía que hacerlo por él, debía protegerlo.

Era lo único que tenía, él era el único al que tenía, era el único que se había preocupado por mí, que me mostró el mundo, que se escapó conmigo, el único que me tendió la mano cuando el mundo me dio la espalda.

No podía dejar que nada le pasara a Gray, aun si el mismo me odiaba, me mantendría firme.

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El capitulo mas largo hasta ahora, pero no me parecido chido cortarlo XD tiene mil  quinientas palabras mas de lo habitual, si me pasé de lanza la verdad.

Para ser sincera, me debatí mucho el mencionar a Gray en este capitulo pero dije, bueno, es ahora o nunca.

Pará los que estén sorprendidos de que ellos dos se conocieran antes... ¿No notaron que Osiris llama a Gray por su nombre aún cuando se supone que es la primera vez que se ven? Pueden regresar al capítulo 34 si tiene curiosidad.

Preguntas:

1.¿Cual es su opinión de Osiris tras lo que leyeron?

2. ¿Qué piensan de Gray?

3. ¿Qué opinan de Agatha?

Osiris se aventó una biblia con su historia, XD

Me gusto mucho el test que hice en el anterior capitulo, fue divertido de leer asi que les dejo otro.

Test de memoria:

1. ¿Qué edad tenia Dylan cundo sus padres murieron? (pueden adivinar sin problemas)

2. ¿A que edad Gray regresó a Inglaterra?

3. ¿De donde son los padres de Fonn?

4. ¿En que año Dylan se volvió presidente del consejo? (hay una historia buena de esto en realidad, aunque no se si lo voy a incluir. Sobre lo que pasó en esa epoca)

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