Después del accidente de la nave, la tensión entró como una espesa niebla, mientras se sacudía un punto de silencio entre los Jedi y los invasores.
Junto al Gran Maestro Yoda, Peter se paró en el suelo, con los ojos abiertos ante el espectáculo que se desarrollaba ante él, dos miembros de la orden negra, los Niños de Thanos, un equipo de élite compuesto por individuos poderosos que usaron sus habilidades para servir a su padre adoptivo.
Peter ni siquiera tuvo tiempo de registrar la llegada de Gamora, parecida a un niño, su mirada se aferró a las dos potencias que tenía ante él.
Pero no se detuvo ahí...
Desde los restos de la nave, siguiendo poco después de los hijos del Titán Loco, un mar de humanoides, alienígenas parecidos a insectos, soldados Chitauri, se adelantó hacia adelante, blandiendo sus armas,
Por suerte, así como apareció el Chitauri, también lo hicieron los Jedi. Desde la entrada del templo, surgió una legión de guardias de bata blanca, formándose alrededor de Peter, Yoda, Nebula y Dooku, sus sables de luz amarillos proyectando un brillo brillante, formando un marcado contraste con las oscuras y monstruosas criaturas frente a ellos.
Viendo esto, Peter estaba empezando a sentirse mejor sobre sus posibilidades: "Pero todavía tendremos que lidiar con dos miembros de la orden negra..." Echó un vistazo a Corvus y Proxima, con aprehensión y un poco de miedo que comenzaron a estar bien en él.
Echando un vistazo a Yoda, Peter puso todas sus esperanzas sobre los hombros de su pequeño Maestro, sabiendo que esta batalla sería mucho más difícil que su encuentro con Ronan, que probablemente pueda ser considerado un pequeño a los ojos de la Orden Negra.
En medio de este conflicto cada vez mayor, Nebula y Gamora compartieron un momento, sus intensas miradas entrelazándose en medio del caos, una tormenta de emociones girando entre ellos.
Gamora, ignorando los ejércitos en formación y la creciente tensión, dio un paso adelante. "Nebula", comenzó, con su voz más suave de lo habitual, "Pensé que nunca te volvería a ver..."
"Sí, bueno, esperaba no volver a verte nunca más, pero todos no podemos conseguir lo que queremos..." Nebula respondió con dureza.
Gamora se estremeció: "Está bien, puede que me lo haya merecido..."
"¿Puede que lo haya?" Nebula preguntó, con la frente levantada en cuestión.
"Muy bien, definitivamente me lo merecía", admitió Gamora, con un triste ceño fruncido en su cara. "Mira, lo siento mucho por..."
"Ugh..." Nebula no pudo evitar gruñir, interrumpiendo a su hermana, su voz se eleva lentamente. "¿Por qué estás aquí? ¡Solo quiero vivir mi vida en paz! ¿No puedes dejarme en paz?
"Sabes que no podemos hacer eso..." Gamora respondió negativamente. "El padre ordenó que te trajeran de vuelta. No podemos irnos sin ti. Solo vuelve con nosotros y nadie tiene que salir herido, te lo prometo". Su súplica fue sincera, un marcado contraste con la frialdad que había definido su relación durante años.
Gamora continuó. "No quieres que tus amigos mueran, ¿verdad? Vamos a casa antes de que esto empeore más de lo que ya es..."
Nebula, visiblemente desgarrada, disparó una mirada sospechosa a Gamora. "¿Casa?" se regaba. "¡Prefiero morir que volver a ese infierno!" La angustia en su voz era evidente, como resultado de años de dificultades.
Fue entonces cuando Peter intervino, con su voz firme y tranquilizadora. "Nebula, no tienes que ir a ningún lugar que no quieras. Te protegeremos". Dijo mientras se giraba para echar un vistazo a Yoda. "¿No es así?"
Inmediatamente, el pequeño Gran Maestro golpeó su bastón en el suelo de piedra. "Protégete, lo hará el Jedi, hmm".
En respuesta, los guardias Jedi no ofrecieron palabras, pero sus acciones hablaron mucho. En un acuerdo silencioso, pero claro, apretaron su agarre sobre sus sables de luz, la fuerza irradiando de ellos en oleadas.
El zumbido de sus cuchillas llenó el aire, una promesa resonante de protección. Se adelantaron, un sólido muro de determinación y coraje, su alineación y preparación para la batalla claras en sus posturas constantes y expresiones enfocadas.
Pero a pesar de la seguridad de Peter y los Jedi, la determinación de Nebula vaciló mientras consideraba las posibles consecuencias de su negativa. Corvus Glaive y Proxima Midnight, ambos formidables maníacos, estaban listos para desatar la muerte misma si se resistía. La idea de que tal cosa le sucediera a los Jedi pesaba mucho sobre ella, una carga que no estaba segura de que estuviera dispuesta a soportar.
Justo cuando Nebula estaba a punto de ceder y entregarse, la voz burlona de Proxima le ralló los oídos. "Oh, querida Nebula, todavía tan ingenua como siempre, ya veo. ¿Pensaste que Gamora de repente cambió de opinión?" Su cruel risa resonó, llamando la atención hacia ella. "¡Absolutamente no! Simplemente está aquí para recuperar su saco de boxeo. Desde que desapareciste, he asumido tu papel como su compañero de combate. Y he saboreado cada momento". Proxima se jactaba, un orgullo retorcido en su voz.
La mirada de Nebula se desplazó hacia Gamora, notando ahora la forma en que la postura de su hermana se endureció, la verdad inconfundible en sus ojos.
Se dio cuenta de repente. Los moretones y cortes que adornan el cuerpo de Gamora, que inicialmente se suponía que eran el resultado del accidente, contaron una historia diferente tras una inspección más cercana. Se estaban curando, lo que sugiere que no eran tan recientes.
El corazón de Nebula se hundió cuando las piezas cayeron en su lugar. Gamora, siempre era el vencedor en sus combates, ahora se enfrentaba a un oponente nuevo y más poderoso. Y ahora, quería que Nebula regresara no por amor fraternal, como parecía retratar, sino por el deseo de escapar de las palizas de Proxima.
Se di cuenta de que era una píldora amarga para tragar. Los ojos de Nebula se endurecieron mientras se enfrentaba a Gamora, su voz lizada con un nuevo desafío. "No te preocupas por mí en absoluto, ¿verdad?" Preguntó, aunque sonaba más como una acusación.
Los ojos de Gamora se abrieron de par en par, la verdad de las palabras de Nebula golpeando demasiado cerca de casa. De hecho, se había cansado de enfrentarse a un oponente más fuerte y vicioso, y esperaba enfrentarse a Nebula de nuevo, pero también quería que su hermana volviera.
Cuando Nebula desapareció, comenzó a darse cuenta de lo mucho que descuidó su relación. Esta realización trajo una profundidad de arrepentimiento y un anhelo de redención.
Gamora entendió ahora, más que nunca, que las batallas que libraron entre sí bajo la atenta mirada de su padre les habían robado la oportunidad de ser realmente hermanas. Ya no se trataba solo de ganar; se trataba de recuperar lo que habían perdido, una oportunidad de construir un vínculo genuino una vez más.
"No, sé que es difícil creerme, pero en realidad no es así, ¡lo juro!" Gamora lo negó, pero su hermana no parecía creerle. Sus ojos, una vez llenos de desafío, ahora brillaban con una tristeza tácita.
Peter frunció el ceño mientras sintió lo desconsolado que parecían estar Gamora y Nebula por esto. "Si sobrevivimos a esto, trataré de ayudarlos de alguna manera...", pensó, sintiéndose mal por las hermanas.
"Tienes razón, no te creo..." Admitió Nebula, su voz apenas por encima de un susurro mientras tomaba su decisión, mirando hacia atrás a Peter. "Pero tampoco puedo dejar que los mates a todos",
Peter se adelantó, su comportamiento lúdico habitual se vio ensombrecido por la gravedad de la situación. "Oye, Nebula", comenzó, con su voz seria, pero reconfortante. "Tenemos esto, ¿de acuerdo? No hagas nada precipitado. Somos más duros de lo que parecemos, especialmente Yoda. No tienes que sacrificarte por nosotros..."
Nebula se detuvo, su fachada estoica se derrumbó por un momento mientras miraba a los ojos de Peter. "Sí, lo hago", sonrió tristemente, su voz mezclada con determinación y angustia. Ella dio un paso vacilante hacia Peter, como para ofrecer un último adiós.
Pero antes de que se pudieran intercambiar más palabras, la dura risa de Corvus Glaive perforó el momento sombrío, su diversión escalofriante hasta los huesos. "Oh, qué pintoresco", se burló, su mirada cruel barriendo el grupo. "Pero no finjamos que esto cambia nada. Has hecho tu elección, sí, pero nosotros... nunca acordamos perdonarles la vida".
La sangre se drenó de la cara de Nebula cuando la intención de Corvus se hizo clara. La esperanza de que su sacrificio pudiera salvar a sus nuevos amigos se desperó en un instante.
Gamora, de pie frente a su hermana, se volvió hacia sus hermanos mayores. "¿No podemos llevarla e irnos? Nuestro barco ya está lo suficientemente dañado como está. Deberíamos irnos antes de que aparezca alguien más...", argumentó.
Corvus se volvió hacia Gamora, su expresión de sorpresa simulada. " querida, ¿desde cuándo decides lo que hacemos? Parece que te olvidas de tu casa. Las órdenes de mi padre eran claras, y no incluían perdonar a nadie aquí".
El desafío en los ojos de Gamora no vaciló, pero darse cuenta de que ella era impotente para cambiar su destino fue una píldora amarga para tragar.
Peter se puso delante de Nebula, su sable de luz se encendió en su mano. "No iba a dejar que te la llevaras de todos modos, así que esto funciona para mí", declaró, con su voz firme, aunque su corazón se aceleró de miedo y anticipación.
El Maestro Yoda, callado hasta ahora, asintió con la cabeza. "Listos, los Jedi lo están. Proteger a los inocentes, debemos. Lucha, lo haremos". Dijo, dando un paso al lado de Peter cuando su sable cayó en su mano, encendiendo con una luz esmeralda.
Los guardias Jedi, sintiendo la inminente batalla, se reposicionaron, con sus sables de luz listos. El aire estaba cargado con la fuerza de su determinación colectiva, un marcado contraste con las oscuras intenciones de sus adversarios.
Peter respiró hondo, de pie hombro con hombro con los Jedi. "Dios, espero no estar sobreestimando lo fuerte que es Yoda..." pensó, con su mente calmándose mientras se resignaba a lo que estaba por venir. Sin embargo, sin importar las probabilidades, se mantendrían juntos, luchando por lo que era correcto.
Frente a ellos, Corvus y Proxima estaban de pie con gracia depredadora, sus armas brillando a la luz del sol poniente. Su mirada fija en sus oponentes, su intención clara y letal.
Los soldados Chitauri, una masa hirviendo de malicia alienígena, se prepararon detrás de sus formidables comandantes, su número superando con creces a los Jedi.
El primer movimiento fue casi imperceptible, un mero cambio de peso, pero puso en marcha la cascada. Con las armas preparadas, tanto Corvus como Proxima saltaron hacia adelante con gracia letal, sus movimientos se difuminaron mientras pretendían golpear el corazón de su oposición.
Sin embargo, lo que vino después se grabaría para siempre en la mente de aquellos que lo dieron testimonio.
El maestro Yoda, el epítome de la serenidad en medio del caos, simplemente extendió una mano, con los dedos extendidos en un gesto de determinación inflexible. El aire a su alrededor parecía condensarse, una distorsión visible que se ondulaba a través de la atmósfera como si la realidad en sí estuviera doblada a la voluntad de la Fuerza.
Y luego, con un poder que contradecía su pequeña estatura, Yoda desató una ola de energía telequinetica tan potente, que parecía que la esencia misma de la Fuerza había sido aprovechada y dirigida con una precisión que era a la vez impresionante y aterradora.
Corvus y Proxima, atrapados con la guardia baja, se encontraron repentina y violentamente repelidos. Era como si hubieran sido golpeados por un meteorito invisible, una fuerza invisible de tal magnitud que los envió a retroceder con una fuerza explosiva.
*¡BOOM! *
El sonido de sus cuerpos retorciendo y agrietándose llenó el aire mientras se lanzaban hacia atrás, impactando el casco de metal de su barco con una explosión similar a aplaudir.
En medio del repentino silencio que siguió, Peter se quedó de pie, con la boca abierta, con los ojos muy abiertos de incredulidad mientras los veía desaparecer en los restos de su barco, dejando agujeros abiertos en su casco.
Al recuperarse de su conmoción inicial, Peter no pudo evitar dejar salir un silbato bajo, admiración y alivio mezclándose en su voz. "Maldita sea...", murmuró.
A su lado, Yoda sonrió, su mirada se volvía hacia su sorprendido padawan. "Impresionado, ¿lo estás, hmm?" Preguntó, disfrutando de la mirada tonta en la cara de su estudiante.
Peter no pudo evitar burlarse mientras respondía, imitando a su maestro: "¿Presumido, lo eres, hmm?"
A su alrededor, los guardias Jedi se enfrentaron a los Chitauri, que se indignaron por el repentino ataque a sus comandantes. Los sables de luz amarillos de los Jedi cortaban por el aire, tallando caminos de luz a través del enjambre malévolo que descendía sobre ellos.
Mientras tanto, Nebula y Gamora chocaron con una intensa ferocidad. Cada golpe, cada bloque, estaba imbuido del peso de su pasado compartido, una danza de dolor y poder. "No tienes que hacer esto, Nebula", gritó Gamora, con la voz apretada de emoción mientras bloqueaba una patada particularmente viciosa.
La respuesta de Nebula fue un ceño fruncido, sus ojos traicionando la confusión en su interior. "¡Cállate! ¡Deja de fingir que te importa!" dijo, justo antes de lanzar a su hermana.
Cuando comenzó la batalla a su alrededor, el comportamiento de broma de Peter y Yoda de repente se volvió serio cuando su atención se trasladó al barco estrellado, viendo cómo dos figuras de aspecto muy enojado salían corriendo.