Al entrar en el nave Devastador, Mace Windu fue recibido por una escena caótica de libertinaje. El aire era espeso con el olor acre de los narcóticos ilegales, y los pasillos con poca iluminación estaban llenos de los sonidos disonantes de la juerga.
Los devastadores, extendidos por el suelo, estaban enredados en un estupor inducido por las drogas, su fisiología alienígena reaccionó salvajemente a las sustancias que habían consumido. Las jeringas y los viales usados estaban dispersos como confeti, un testimonio de los excesos de su fiesta alimentada por drogas. Algunos de ellos habían tomado claramente una sobredosis, se estremecían y convulsionaban, al borde de la muerte.
En las esquinas de la habitación, se formó polvo de color negro en líneas, un narcótico de otro mundo que se asemeja a la cocaína, haciendo más hincapié en el abandono imprudente que invadió la nave.
Windu se arrugó la nariz ante la horrible vista, sus sensibilidades Jedi repelidas por la escena que se desarrollaba ante él. "Asqueroso..." pensó.
En medio del caos, Yondu, con su distintivo parpadeo de mohawk electrónico, se acercó, flanqueado por un gran grupo de cazadores armados y claramente intoxicados. Sus ojos brillaban con un fervor maníaco, una combinación de euforia inducida por la sustancia y la emoción de la violencia inminente.
"¡Bienvenido a la fiesta, monje!" Yondu arrastró sus palabras, una dura risa que se escapó de sus labios. "Nos trajiste una nave y ese palo tuyo de lujo. ¡No es tan dulce de tu parte! Los haremos un buen uso, no te preocupes".
Los Devastadores se hicieron eco de la risa de Yondu, sus movimientos erráticos y su discurso incoherente que traicionaban el alcance de su intoxicación.
Windu, sin embargo, no se inmutó. La Fuerza lo guió con un sentido de urgencia más profundo en la nave. Ignorando las bromas de Yondu y el clamor a su alrededor, el Maestro Jedi presionó hacia adelante, su sable de luz tarareando en su mano, arrojando un brillo violeta en los pasillos tenuemente iluminados.
"Parece que el monje no está interesado en unirse a nuestra diversión", comentó Yondu, su diversión se convirtió en irritación. "Chicos, vamos a darle una buena bienvenida a Devastador, ¿de acuerdo?"
Cuando Yondu emitió el mando, los Devastadores armados, sus armas, una colección no coincidente de blásters rescatados y armas improvisadas, llamaron la atención. Algunos de ellos se equivocaron con sus armas de fuego, claramente demasiado intoxicados para operar un arma de fuego.
Windu, sintiendo la amenaza inminente, aceleró su ritmo. Sus sentidos altamente entrenados le advierten del ataque que está por venir.
"¡Abre fuego!" Yondu ladró, su frustración se convirtió en ira mientras Windu avanzaba, la fuerza impulsaba cada uno de sus movimientos.
Los Devastadores, en su estado de embriaguez, siguieron las órdenes con un entusiasmo caótico. Los pernos Blaster se rayaron por el aire, creando pernos de energía de pared. Windu, un desenfoque de agilidad Jedi, desvió hágilmente los disparos entrantes con su sable de luz, cada uno de sus movimientos es un testimonio del dominio de su oficio.
Sabiendo que no podía llegar a su destino sin lidiar con los Devastadores intoxicados, Windu tomó una decisión rápida. La Fuerza lo guió con un sentido de urgencia, un susurro en su mente instándolo a terminar esto rápidamente. Al instante, decidió eliminar todos los obstáculos y apresurarse hacia su objetivo final.
Mientras los ráfagas navegaban hacia él, Windu se movía como el viento. Esquivando y desviando, redirigió los tornillos de vuelta a los Devastadores con precisión. Los pernos desviados encontraron sus marcas, derribando a los piratas intoxicados uno por uno.
El brillo violeta del sable de luz de Windu bailó a través de la escena caótica, un faro de orden en medio del libertinaje de los Devastadores. Mientras cerraba la distancia, los Devastadores armados con una variedad de espadas, lanzas y armas improvisadas se apresuraron contra él.
Windu, un duelista experto, manejó los ataques cuerpo a cuerpo entrantes con delicadeza. Con un simple balanceo de su sable de luz, cortó sin esfuerzo las armas de los Devastadores. Sus ojos se abrieron de par en conmoción cuando sus armas se volvieron inútiles contra la espada de energía imparable de los Jedi.
Los Devastadores, no acostumbrados a enfrentarse a una fuerza tan poderosa como un Jedi, se encontraron en desventaja. Antes de que pudieran reaccionar, Windu continuó su avance, su sable de luz una fuerza imparable contra los aparentemente débiles intentos de detenerlo.
En cuestión de momentos, los Devastadores sin armas se mantuvieron indefensos ante él. El sable de luz de Windu bailó por el aire, un golpe mortal que dejó un rastro de enemigos caídos a su paso.
Los Devastadores restantes, ahora plenamente conscientes de la verdad detrás de las leyendas Jedi, no podían comprender la rapidez y precisión con la que Windu envió a sus camaradas. Habían escuchado historias increíbles sobre los Jedi, pero las habían descartado como cuentos de hadas, un error que ahora lamentan.
En este punto, la mitad de los hombres de Yondu yacían derrotados, con sus cuerpos dispersos por el suelo. El pánico se apoderó de Yondu mientras observaba la decimación de su tripulación. El mohawk electrónico encima de su cabeza parpadeó con alarma, reflejando el caos que se desarrolló ante él.
Windu, inquebrantado por el caos, cerró los ojos con Yondu. La Fuerza pulsó a través de él, un recordatorio constante de la tarea urgente que le esperaba en lo profundo de la nave Devastador. Sin decir una palabra, Windu se adelantó, su sable de luz preparado para un golpe mortal.
En su estado plagado de drogas, el pánico de Yondu se transformó en un frenesí desesperado. Al darse cuenta de la gravedad de la situación, dejó salir un fuerte silbato, activando su mohawk cibernético e invocando la flecha en su cadera.
Al instante, la flecha se encendió con un brillo rojo brillante, disparando hacia el Jedi. La flecha bailó por el aire, guiada por el silbato de Yondu, apuntando al Maestro Jedi con una precisión mortal.
Los ojos de Windu se abrieron de par en par a medida que se acercaba el arma peculiar. En un movimiento rápido, eludió la flecha, que pasó por delante de él y golpeó un gran bote cerca. El impacto desencadenó una violenta explosión, enviando ondas de choque a través del pasillo, casi sacando a Windu de los pies.
Recuperando su equilibrio, el Maestro Jedi se preparó para la inminente avalancha de pernos de bláster de los Devastadores restantes.
En medio del caos, la risa de Yondu resonó a través del aire lleno de humo. "Pensasrte que podrías ir a la mierda con los Devastadores y vivir, ¿verdad?" se burló.
Ignorando las burlas de Yondu, Windu desvió hástilmente los pernos de los bláster entrantes con su sable de luz. Cada uno de sus movimientos es rápido y preciso, redirigiendo los proyectiles de energía de vuelta a los intoxicados Devastadores. La caótica sinfonía de disparos y zumbido de sable de luz llenó el aire.
Mientras Yondu silbaba una vez más, la flecha regresó, apuntando a la espalda de Windu, una sonrisa victoriosa en su cara azul. Pero tristemente para Yondu, su oponente sintió el peligro inminente. Y con una levitación bien oportuna de un trozo de chatarra de la explosión anterior, Windu desvió la flecha, enviándola a disparar en otra dirección.
La sonrisa de Yondu se tambaleó mientras la flecha se desvía de su curso. Aprovechando la oportunidad, Windu lanzó el mismo trozo de chatarra a Yondu, que lo golpeó en el pecho, golpeándolo contra una pared.
Con Yondu momentáneamente fuera de la imagen, Windu cerró la distancia entre los molestos Devastadores, que continuaron disparando en su dirección. Su sable de luz bailó por el aire, despachando rápidamente a los Devastadores restantes en su camino. Sus cuerpos se arrugaron hasta el suelo, con sangre reclinándose debajo de ellos.
Volviéndose hacia Yondu, Windu cerró los ojos con el líder de Devastador. Asustado, enojado y desesperado, Yondu reanudó su silbido, desatando su flecha a través de la nave. Las explosiones estallaron a su paso mientras Windu, con los ojos cerrados, confiando en sus agudos sentidos y su conexión con la fuerza para esquivar cada ataque mortal.
"¡Quédate quieto, escoria Jedi!" Yondu gritó, la frustración evidente en su voz mientras intentaba desesperadamente conseguir un golpe. Pero Windu se mantuvo firme, aparentemente intocable, con su forma en constante movimiento.
La frustración se convirtió en ira a medida que los intentos de Yondu seguían fallando. "¡Ya muere!" gritó, su silbido se intensificaba. La nave se hizo eco con los sonidos de la destrucción mientras las explosiones estallaban desde cada esquina.
En medio del caos, Windu, con los ojos todavía cerrados, sintió el momento perfecto. La flecha se materializó de nuevo, dirigiéndose directamente hacia él. Con un movimiento calculado, levantó su sable de luz, permitiendo que la flecha se hundiera en su hoja violeta. La espada de energía consumió la flecha, derritiéndose en cuestión de segundos.
Al mismo tiempo, Yondu gritó en agonía mientras el mohawk cibernético encima de su cabeza se cortocircuitaba. Las corrientes eléctricas surgieron a través de su cuerpo, haciendo que se desmoronara hasta las rodillas. Windu, sin nada que se interpusiera en su camino, se acercó al ahora vulnerable líder Devastador.
El pánico llenó los ojos de Yondu mientras luchaba desesperadamente por un bláster cercano, una de las manos frías y sin vida de sus hombres que todavía agarraba el arma. Justo cuando lo cogió, un sable de luz púrpura descendió, cortando su mano extendida. El grito agonizado de Yondu llenó el aire mientras agarraba su brazo cortado.
Windu, su mirada fría e inquebrantable, miró hacia abajo al líder desarmado de Devastador que lo miró, con los ojos llenos de odio. "Maldito monje-"
Después de haber escuchado un lenguaje más que suficiente para un día, el Maestro Jedi balanceó su sable de luz, separando limpiamente la cabeza de Yondu de sus hombros. El cuerpo sin vida se arrasó hasta el suelo, y el silencio se asentó sobre el caos que había consumido la nave Devastador.
Después, Windu se quedó solo, rodeado de los restos de la batalla, con los ojos más profundamente atraídos hacia los oscuros pasillos del desconocido nave Devastador.
Siguiendo la guía de la Fuerza, Windu pisó los cuerpos de los Devastadores derrotados, navegando más profundamente en los pasillos poco iluminados del nave. El aire era pesado con un hedor sucio, pero Windu se mantuvo enfocado en el tirón urgente que lo guiaba. Mientras se movía a través de los pasajes laberínticos, finalmente llegó a la prisión del nave.
Dentro de los confines oscuros, fríos y apestosos de la prisión, Windu descubrió a un niño. Cubierto de suciedad, con un cuerpo reducido a piel y hueso, el joven llevaba los claros signos de inanición prolongada. Las cicatrices adornaban su frágil forma, testimonios del abuso inimaginable sufrido a manos de los Devastadores que Windu acababa de matar.
El niño, con los ojos bien abiertos con una mezcla de miedo y esperanza, miró a Windu mientras tartamudeaba: "¿Estás aquí para salvarme?"
El corazón del Maestro Jedi se hundió al ver al niño que sufría. Con una determinación solemne, pasó su sable de luz a través de las rejas de las celdas de la prisión, enviándolas a tocar el suelo. Al entrar, Windu se bajó la capucha, revelando su expresión severa pero compasiva.
Cuando se reveló su cara, los ojos del niño parecían ensancharse por un momento. "¿Eres un Jedi?" preguntó el chico, una mezcla de curiosidad y asombro en su voz.
"Sí", afirmó Windu, con su voz profunda resonando con tranquilidad. "Soy el Maestro Jedi Mace Windu. ¿Cuál es tu-"?
Antes de que pudiera continuar, el niño de repente se amordazaba, su frágil marco convulsionando mientras vomitaba. La comida podrida, un sustento cruel proporcionado por los Devastadores, rociada en los zapatos de Windu.
Al dar un paso atrás en el disgusto, Windu miró su calzado sucio, momentáneamente rechazado por el recordatorio del sufrimiento del niño. Sin embargo, rápidamente dejó de lado su propia incomodidad, centrándose en el niño que había soportado dificultades inimaginables.
Peter, recuperándose de su expulsión involuntaria, miró hacia arriba con una expresión de disculpa. "Lo siento", murmuró, con la voz débil.
"No es culpa tuya", le aseguró Windu. "Vamos a sacarte de aquí".
A medida que las palabras salían de los labios de Windu, los ojos del niño comenzaron a caer, el agotamiento finalmente pasó factura. Al caer inconsciente debido a su condición extrema, su frágil forma se desplomó contra el suelo frío de la celda de la prisión.
Con un sentido de urgencia, Windu levantó suavemente al niño inconsciente en sus brazos. Al salir de la prisión, Windu acunó a Peter, decidido a llevar al joven sobreviviente a un lugar seguro y curar las heridas infligidas por los Devastadores.