Amor Y Prejuicio

GemTheDark tarafından

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El amor no es siempre color de rosas como todo el mundo lo pinta, no es siempre un romance que tarda años en... Daha Fazla

- Prólogo -
01 - 'El Inglés De Ojos Azules' Parte I
02 - 'El Inglés De Ojos Azules' Parte II
03 - 'Robert'
04 - 'Errático'
05 - 'Angustia'
06 - 'Arte De Magía'
07 - 'Espacio'
08 - 'Deseo'
09 - 'Lo Más Taylor Posible'
10 - 'Pasion'
11 - 'Recelo'
12 - 'Orgullo'
13 - 'Vergüenza'
14 - 'Escándalo'
15 - 'Actuar'
16 - 'Saber Lo Que Quiero'
17 - 'Decepción'
18 - 'Idiota'
19 - 'A Flor De Piel'
20 - 'Cálido Verano'
21 - 'Paz Y Gusto'
22 - 'Enigma'
23 - 'Complétamente Suyo'
24 - 'Pensarlo'
25 - 'Salvaje'
26 - 'Final Del Paraíso'
27 - 'Artífice'
28 - 'Debate Interno'
29 - 'Compleja'
30 - 'Estúpido'
31 - 'Inconscientemente'
32 - 'Romance'
33 - 'De La Misma Forma'
34 - 'Muy Iguales'
35 - 'A Merced'
36 - 'Dolor'
37 - 'Culpa'
38 - 'Seguir'
39 - 'Herida Abierta'
40 - 'Miserable'
41 - 'Dejar De Amarlo'
42 - 'Espectro'
43 - '¿Quién?'
44 - 'Vivir Sin Ti'
45 - 'Gozar Del Presente'
46 - 'Volver A La Vida'
47 - 'Atesorando'
48 - 'Perfecto'
49 - 'Memorable'
50 - 'Dramáticos'
51 - 'No Arruinar El Mañana'
52 - 'Migajas'
53 - 'Mejores Deseos'
54 - 'Brillo'
55 - 'Hasta Luego'
57 - 'Mágico'
58 - 'Hostil'
59 - 'Feliz'
60 - 'Ternura Y Pasión'
61 - 'Pasivo-Agresivo'
62 - 'Apaciguar'
63 - 'Nido'
64 - 'Error'
65 - 'Error Feliz'
66 - 'Despertarlo'
67 - 'Promesa'
68 - 'Atwood/Dawson'
69 - 'Celos'
70 - 'Adulto'
71 - 'Heridas Emocionales'
72 - 'El Uno Por El Otro'
73 - 'Asfixiante'
74 - 'Clan Dawson'
75 - 'Carga Emocional'
76 - 'Temor'
77 - 'Agobiado'
78 - 'Impotencia'
79 - 'Rabia'
80 - 'Proteger'
81 - 'Por Amor'
82 - 'Tonta, Pero Necesaria'
83 - 'Suerte'
84 - 'Lástima'
85 - 'Disfrutable'
86 - 'Embriagante'
87 - 'Amor Genuino'
88 - 'Humillante'
89 - 'Basta'
90 - 'Juntos'
91 - 'Parecidos'
92 - 'Desvergonzado'
93 - 'Amor'

56 - 'Casa'

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GemTheDark tarafından

— Buen día — saludó Robert a los demás pasajeros mientras entraba conmigo a dicho avión, yo miraba a las personas sentadas con semblante desganado, ¿y quién estaría emocionado por pasar ocho horas sentado sin hacer nada entre un montón de extraños?


— ¿Dónde vamos nosotros? — pregunté mirando los asientos en busca de los nuestros.


— Más adelante — dijo Robert apretando mi mano, arquee la ceja algo receloso, aunque rápidamente comprendí adónde íbamos.


Entramos a una parte mucho más lujosa y espaciosa, donde las personas tenían mantas, almohadas, y los asientos casi parecían camas, me quedé asombrado al ver todo eso, y sobra decir que mi lado pobre no dejaba de preguntarse cuánto costaban esos asientos tan lujosos.


— Señor Atwood — dijo Robert coquetamente mientras me indicaba dónde sentarme.


— Esto es bellísimo — dije sentándome del lado de la ventana, observando cómo una suave lluvia empezaba a caer sobre la ciudad nuevamente.


— ¿En verdad creíste que te haría viajar en clase turista? — preguntó sentándose junto a mí para empezar a besarme el cuello, sus besos erizaban mi piel totalmente — Ni loco iba a dejar que mi hermoso chico viaje incómodo.


— Robert — gimotee acariciando su cabello y echando la cabeza hacía atrás — Aquí no por favor.


— Déjame besarte un poco — dijo para tomarme del cuello y darme un hambriento beso al que no dudé en corresponder, sentía a Dawson mucho más impaciente de lo habitual — Ya quiero llegar a casa para cogerte como loco.


— Shh — susurré entre besos — No me hables así que me excito.


— Ay Taylor — dicho esto seguimos besándonos un largo rato, su lengua le hacía el amor a la mía, mientras pasaba su mano por mi cuerpo, explorándolo sin recato alguno, importándole poco que las azafatas pasaran y nos vieran de esa forma.


Repentinamente escuchamos una voz que decía que el avión estaba a punto de despegar, mientras yo me apartaba del cuerpo de Robert por falta de aire.


— ¿Qué sueles hacer para entretenerte al viajar? — pregunté mientras limpiaba un poco de saliva de mis labios.


— Juego Scrabble y leo, pero esta vez tenía ganas de pasar el vuelo entero besándote.


— ¿Ocho horas? — pregunté coquetamente arqueando una ceja.


— ¿Qué tiene de malo? — preguntó de forma incrédula alzando los hombros.


— Me vas a dejar sin sensación en los labios.


— Tan sensible como siempre — susurró empezando a acariciar mis labios con sus dedos — Va a encantarte mi casa.


— Ya quiero conocerla.


— ¿Conocerla? te voy a follar en cada rincón de ella.


— ¿Y si tu ama de llaves nos vé?


— ¿Te parece que a mí me interesa que nos vean? — escupió cínicamente para volver a besarme hambrientamente, Robert era insaciable, eso me encantaba de él.


Seguimos besándonos un largo rato mientras el avión dejaba tierra finalmente, yo sentía mi pantalón algo estrecho, entendía perfectamente porqué, la forma en que Robert me besaba era increíble.


— Mi amor — susurré entre besos — Tengo sed.


— ¿Quieres vino? — preguntó apartándose de ese beso.


— No, algo natural, no quiero beber alcohol tan temprano.


— Bien — dijo para voltear al pasillo, viendo a una azafata que pasaba empujando un carrito — Disculpe, ¿tiene algo de jugo de frutas?


— Sí señor — dijo ella tomando una copa alargada — ¿Moras o melocotón?


— Melocotón — respondió él rápidamente, sonreí al notar que mi novio ya me conocía bastante bien.


Me extrañó que sirvieran el jugo en una copa como si de champaña se tratase, tanta excentricidad me era exagerada, pero solo me limité a tomar dicha copa y agradecer, para darle un gran sorbo a la misma.


— ¿Está bueno? — preguntó Robert mirándome con detenimiento.


— Muy bueno — respondí — ¿Quieres un poco?


— Estoy bien — comentó sonriéndome con ternura, me miraba como si fuese una pieza de arte, cosa que me hacía sonrojar y sentir un poco apenado.


— Llegaremos casi a las tres de la tarde — dije algo pensativo mientras calculaba la hora en que el vuelo acabaría.


— De hecho, allá serían casi las ocho de la noche — afirmó Robert alzando las cejas sutilmente, yo le miré abrumado cuando dijo eso.


— ¡¿Qué?! ¡¿y eso porqué?!


— Cambio de horario, cariño — dijo alzando su mano para ver la hora en el bello reloj de su muñeca — En Londres son las 12:20 justo ahora.


— Carajo, el cambio de horario me va a afectar — suspiré pesadamente dando otro sorbo a mi jugo — ¿Cómo haces cuando vienes a América, no te pesa el cambio?


— Un poco, pero ya estoy adaptado a cambiar de horario constantemente, y a veces mi horario del sueño se ve afectado por mi trabajo.


— ¿En verdad? pero tu cara luce tan... perfecta, como si no perdieras ni media hora de sueño — dije abrumado tocando la mejilla ajena con mi dedo índice. Él empezó a reír sutilmente.


— Me halagas, corazón — tomó mi mejilla para besarme los labios con ternura — ¿Te cuento un secreto?


— Dime — susurré con voz suplicante.


— Presiento que esta semana no voy a dormir, y tú tampoco — jadee levemente cuando él dijo eso, me estaba matando lo mucho que Robert se esmeraba por excitarme.


— Robert basta — dije frotando mi nariz con la de él — Me estoy desesperando.


— Eso me gusta — comentó para llevar su mano a mi pantalón, pero yo rápidamente la aparté.


— ¡¿Estás loco?! — susurré mirándolo con seriedad — ¡Compórtate por favor!


— Entonces deja de ponerme cara de "cógeme" — dijo un poco frustrado mientras miraba a otro lado, yo le miré incrédulo cuando dijo eso.


— ¡Yo no pongo cara de cógeme! — dije frunciendo el ceño, Robert volteó a verme de arriba a abajo.


— Sí lo haces, y esa cara tuya me pone como piedra — miré hacía la ventana tratando de ignorar las palabras ajenas, aunque a mi pantalón le estaba costando mucho trabajo ignorarlas.


— ¿Puedo dormir un rato? — pregunté mirándolo de reojo, él asintió mientras sacaba su celular y lo ojeaba, yo hice un puchero para tomar su brazo suavemente — ¿Me prestas tu brazo?


— ¿Para?


— ... Es que me cuesta dormirme si no siento tu calor — murmuré apenado mientras inclinaba la cabeza, Robert me miró con atención para luego sonreír coquetamente.


— ¿Y luego dices que no pones cara de "cógeme"?


— Cállate — dije para tomar el brazo ajeno y reclinar un poco el asiento, era muy confusa la mecánica, por lo que solo lo incliné un poco y me aferré al brazo de Robert para intentar dormir.


— Descansa cariño — susurró besando dulcemente mi frente — Te despertaré cuando lleguemos.


— Gracias — susurré mientras sentía cómo poco a poco sucumbía ante el sueño, haber madrugado me estaba matando, necesitaba dormir un poco, y con un poco, obviamente me refiero a ocho horas de vuelo.



-


Me sorprende lo mucho que logré dormir en el avión, prácticamente pasé todo el vuelo dormido, y a Robert no le molestó en absoluto, creo que incluso le agradaba que yo durmiera en el avión, para así poder pasar la noche entera despierto con él en cuanto llegáramos.


Mi cuerpo se alertó de repente al sentir unos suaves besos en mi rostro, de inmediato distinguí de quién eran esos besos, por lo que tomé su cuello para besar su boca con deseo.


— Ty — susurró entre besos — Ya estamos llegando.


— ¿En serio? — dije apartándome del beso para tallar mis ojos y voltear hacía la ventana, observando maravillado la hermosa ciudad de Londres, la que a partir de ese momento, iba a ser mi hogar, al igual que el de Robert.


— Bienvenido a Londres — dijo él en mi oído.


— Esto es bellísimo — murmuré observando la ciudad a detalle, tal y como Robert dijo, ya era de noche, había algo de neblina, seguramente por culpa del clima gélido.


En cuanto el avión tocó tierra, un escalofrío recorrió mi cuerpo, estaba extasiado, la idea de una nueva vida me estaba emocionando mucho más de lo que yo habría podido imaginar.


Robert me extendió su mano para irnos, yo la tomé sin dudarlo dos veces, apretándola con fuerza por culpa de la emoción que sentía, ya quería conocer la casa de mi novio, y ni hablar de lo mucho que quería explorar Londres de pies a cabeza.


— Qué frío — dije al bajarnos juntos del avión, ya que apenas puse un pie fuera del mismo, una fuerte y gélida brisa empezó a golpear mi rostro, era un clima al que poco estaba acostumbrado, pero no me desagradaba en absoluto.


— Te acostumbrarás con el tiempo — comentó Robert apretando mi mano y sonriéndome con ternura, le sonreí de vuelta mientras íbamos a buscar nuestro equipaje.


Miraba todo a mi alrededor fascinado, cada cosa que veía me enamoraba, solo en películas y fotos había conocido dicha ciudad, empezar a vivir en ella era todo un sueño para mí.


Recogimos nuestro equipaje y salimos de aquel aeropuerto, el viento soplaba con fuerza, pero la gente parecía adaptada a él, en cambio su servidor, empezaba a temblar como un gatito bebé empapado.


— ¿Tienes mucho frío? — preguntó mirándome con ternura.


— Un poco — respondí abrazándome a mí mismo. De repente sentí cómo mi novio me atraía a su cuerpo para brindarme algo de calor, cosa que me hizo sonrojarme y sonreír levemente por lo bien que se sentía.


— Cuando lleguemos a casa te quitaré el frío por completo — susurró en mi oído mientras frotaba mi cuerpo con sus pesadas manos, mi piel se erizó totalmente, mientras pensaba "¿cómo un hombre tan caliente como él, provenía de un país tan frío como este?" era muy irónico (como todo en mi vida y en nuestra relación) pero ello no hacía que dejara de gustarme esa cínica comparativa.


De repente vimos un auto blanco estacionarse frente a nosotros, y de este mismo se bajó un hombre de cabello rubio que vestía de traje, y dado que se acercó directamente hacía nosotros, imaginé que trabajaba con Robert.


— Bienvenido señor Dawson — dijo aquel sujeto al acercarse a nosotros, no era muy mayor, pero tampoco puedo decir que era de mi edad.


— Es bueno estar en casa al fin, Brighton — mencionó Robert calmadamente mientras estrechaba la mano de aquel sujeto, quien le hizo entrega de las llaves de ese bello auto blanco, que a pesar de ser igual de lujoso que el auto negro de Detroit, me gustaba más el otro.


— Ya le avisé a los asociados que la reunión será el viernes.


— Perfecto, te lo agradezco mucho — dicho esto, Robert tomó las maletas para subirlas al auto, yo miraba todo alrededor, la noche era oscura, pero las luces de esa ciudad la iluminaban de forma muy bella — Brighton, te presento a Taylor Atwood, va a vivir conmigo — me sonrojé totalmente al oír lo que Robert decía, el sujeto rubio se acercó hacía mí para estrechar mi mano cordialmente — Ty cariño, él es Brighton Campbell, trabaja conmigo.


— Es un placer conocerlo — dijo ese sujeto mientras me sonreía amablemente.


— Igualmente — dije asintiendo mientras mis mejillas ardían de la pena.


— Fue muy amable de tu parte traerme el auto Brighton, ¿te invito a cenar?


— Eso no hace falta señor Dawson, deben estar cansados por el largo viaje, mejor otro día.


— Como gustes — dijo Robert mientras cerraba el maletero del auto — Vámonos Ty.


— Ya voy — dije caminando hacía la puerta del copiloto, aunque me extrañó mucho ver que de ese lado estaba el volante. Robert empezó a reír mientras se acercaba hacía mí.


— Aquí el volante está a la derecha — lo miré con curiosidad y algo de extrañeza.


— Qué país tan extraño — dije de mala gana para darme la vuelta y subir al lugar donde debería ir el volante, mirando abrumado el interior de ese vehículo.


— Te veré mañana, Brighton — dijo Robert al subirse al auto para encenderlo.


— ¿Y él cómo se va a su casa?


— Pedirá un taxi, siempre que le ofrezco llevarlo a casa se niega, ¿quién lo entiende? — admitió alzando sus hombros y empezando a conducir.


Miraba a través de la ventana las hermosas calles un poco concurridas, el cristal se empañaba por culpa de la neblina, pero eso no me dificultaba en absoluto distinguir los hermosos edificios y las bellas calles por las que pasábamos, la gente no miente al decir que Londres es preciosa.


— ¿Dónde vives? — pregunté mientras bajaba un poco la ventana para sacar la cabeza y seguir viendo las calles y a la gente pasando.


— Casi en el centro — respondió sin quitar la mirada del camino — Mi casa es muy acogedora, sé que te va a encantar.


— ¿Casa? creí que vivías en un departamento.


— Casa, departamento, ¿cuál es la diferencia? — comentó con cinismo mientras alzaba los hombros nuevamente.


— Eres muy odioso — dije arqueando una ceja, logrando que Robert soltara una leve carcajada al oírme.


Seguí viendo aquella hermosa ciudad, hasta que repentinamente llegamos a una calle pequeña pero muy tranquila y bella, en la que Robert se estacionó y apagó el auto, por lo que me fue fácil pensar, que ya habíamos llegado a casa.


— Bienvenido a tu nuevo hogar — dijo coquetamente mientras tomaba mi mano y la besaba con ternura, sonreí algo emocionado cuando me dijo eso, me fue imposible no bajarme de prisa para ayudarle con las maletas, me moría por entrar a mi nueva casa.


Bajamos las maletas del auto y caminamos a la puerta, realmente era una casa un poco grande, de aspecto acogedor y al mismo tiempo innovador, al igual que las demás casas de esa calle. Robert metió la llave en la cerradura y abrió la puerta, siendo él quien entró primero, su cuerpo impedía que se lograra ver el mío desde dentro, ¿porqué enfatizo tanto en esto? ya verán porqué.


— ¡¡Robert!! — gritó una voz femenina desde el interior de la casa, llena de mucho entusiasmo y alegría, y lo siguiente que pude ver, fue a una chica de cabello castaño claro corriendo hacía mi novio para tirarse a sus brazos, un raro sentimiento inundó mi pecho, una rara combinación de celos y enojo, y que me hacía sentir que era capaz de estrangular a alguien, principalmente al caballero Inglés que recibía un abrazo de parte de los brazos y las piernas de esa jóven chica.


— ¡Colette, Colette por favor! — se quejaba él mientras intentaba zafarse del agarre de ella, aunque la chica se soltó al ver una silueta parada detrás de su "jefe", una silueta que la miraba con una sonrisa maliciosa mientras se cruzaba de brazos.


— Ah, pe-perdóna, no sabía que tenías visitas — dijo ella mientras se apartaba un poco de él y se arreglaba el cabello, vestía unos shorts muy cortos y una blusa casi transparente que dejaba distinguir cómo rebotaban sus balones de carne, y digo de carne porque esos se veían reales.


— Colette, él es Taylor Atwood, vivirá conmigo a partir de ahora — dijo Robert mientras me extendía su mano sutilmente, seguía mirándolo con una sonrisa filosa que evidentemente denotaba molestia, mientras que la chica castaña me volteaba a ver totalmente abrumada y algo incrédula.


— ¿C-Cómo? — dudó mientras me miraba de arriba a abajo, la forma en que me miró no me gustó en absoluto, pero traté de guardar la calma, estaba exhausto como para querer pelear.


— Como escuchas — dijo Robert — Él y yo somos pareja — mis mejillas enrojecieron mientras que las de ella palidecían, seguramente no se esperaba que su jefe fuera a llegar con un chico que fácil podía ser su sobrino o hijo, menos decir que era su pareja oficial.


El momento era terriblemente incómodo, notaba a la chica más perdida que Roger cuando el viejo le preguntaba por el balance mensual de la empresa; Robert lucía tan sereno como siempre, como si le importara poco admitir que era bisexual, y era allí donde yo me sentía confundido, ¿si esa chica llevaba tiempo trabajando con él, porqué le asombraba saber que Dawson era bisexual? era muy extraño, y me hacía pecar de inseguro y desconfiado, como ya era costumbre en mí.


— Tengo sueño — dije tratando de aligerar lo tenso en el ambiente — ¿Dónde dormiré?


— Ven, yo te guío — dijo Robert mientras me extendía su mano, yo la ignoré y solo empecé a caminar arrastrando mi maleta, la chica seguía mirándome, pero yo preferí ignorarla y avanzar por aquel pasillo, sintiendo las pisadas de Robert ir detrás de mí.


Subimos unas escaleras que daban a un segundo piso algo grande, con muchas ventanas alrededor, un par de puertas que seguramente daban a las habitaciones, una sala de estar que quedaba cerca de una bella cocina, un espacioso comedor, y un televisor enorme rodeado de varios muebles, admito que todo ese lugar era muy bello, era una lástima que en ese instante solo sentía incomodidad por el desagradable momento con la chica castaña.


Robert me guió a una habitación muy espaciosa, donde la cama estaba pegada de una gran ventana que dejaba ver el esplendor de la ciudad, había un clóset enorme, varios estantes, una televisión no muy grande, un pequeño escritorio, y una mesita de noche junto a la cama, donde reposaba un pequeño peluche de pingüino junto con un despertador.


— Nuestra habitación — murmuró Robert apegándose a mi cuerpo para empezar a besarme el cuello, yo me aparté de inmediato suspirando con pesadez, estaba muy frustrado — ¿Qué sucede?


— ¿Cómo que qué sucede? — pregunté volteando a verlo con seriedad — ¡Robert esa chica se te tiró encima, no sabía que yo venía contigo! además, ¡¿no que ella no vivía aquí?!


— Seguramente quería darme la bienvenida.


— ¡Porque no sabía que venías con alguien más! — exclamé suspirando pesadamente para dejar mi maleta junto a la cama y sentarme en esta misma, Robert se me acercó lentamente para arrodillarse junto a mí, tomándome de las mejillas y alzando mi mirada para verlo a los ojos, esos bellos ojazos azules que tan enamorado me tenían.


— No tengo nada con Colette, mi amor, ¿en verdad crees que te traería hasta aquí si tuviéramos algo? — miré a otro lado mientras fruncía el ceño, Robert rió suavemente para hacerme verlo nuevamente — Mírame Ty, ¿me crees capáz de traerte a vivir con mi amante, tan mal concepto tienes de mí?


— No pero — dije algo frustrado, casi en tono de puchero — ¡Tú viste la forma en que me miró, Robert! tú a esa chica le gustas, estoy muy seguro de eso.


— Si yo le gusto o no, eso no me interesa, porque tú eres la persona que me gusta, lo sabes — susurró con esa voz tan ronca y sensual, mientras empezaba a besar mis manos con ternura — Te traje a dormir conmigo por una buena razón.


— ... ¿Ella me hará mala cara todos los días? — pregunté frunciendo el ceño.


— Mañana temprano hablaré con ella, no quiero que te incomode estar aquí — susurró tomando mis mejillas para besarme con deseo — Por ahora descansemos, fue un día largo. ¿Quieres refrescarte para acostarnos?


— Me vendría bien una ducha para relajarme — dije apartándome un poco de ese beso.


— Adelante, yo me pondré cómodo también — murmuró besando mi frente dulcemente — Si no quieres tener sexo lo entenderé perfectamente.


— ... Quiero procesar todo primero — dije tomando las mejillas ajenas y sonriendo algo apenado, me dolía que mi primera noche viviendo con Robert se manchara de esa forma — Dame unos minutos a solas ¿de acuerdo?


— Bien — susurró repartiendo besos por mi rostro — Me bañaré en la habitación de al lado.— ¿Dónde duerme tu amiga cuando se queda? — pregunté algo receloso.


— Se queda en las habitaciones de abajo, no te preocupes, no se atreverá a subir.


— Bien — dije levantándome de la cama para caminar hacía el baño de esa habitación.


— Si necesitas algo, no dudes en llamarme — mencionó para empezar a caminar a la puerta de la habitación.


— De hecho — él se detuvo al oírme hablar — Ven cuando termines de ducharte, solo necesito unos minutos para calmarme y ya.


— ¿Estás seguro? no tienes que—


— Quiero coger, Robert — dije un poco frustrado mientras agachaba la mirada, realmente no mentía, quería hacer el amor con mi pareja, odiaba que el mal momento con la sirvienta me hiciera incomodarme de tal forma, de no haberlo hecho, estaría desnudo desde que crucé la puerta principal.


Robert sonrió de lado al ver mi reacción.


—Si eso quieres — dijo para empezar a caminar a la puerta — Toma tu tiempo, sal cuando te sientas listo, aquí estaré esperándote.


— Bien — dije suspirando sutilmente.


En cuanto Robert se fue, solté un tosco gruñido de frustración, empezando a pasar mis manos por mi rostro, ¿qué me sucedía? tenía a Dawson muriendo de amor por mí, y me dejaba afectar por la forma en que me miraba una chica, ese momento me recordó mucho al momento en la playa donde la chica de limpieza no dejaba de verme con desdén, admito que siempre fui muy fácil de incomodar, sobre todo cuando de miradas recelosas se trataba, pero necesitaba cambiar eso, quería hacerlo, quería ser igual de indiferente que Robert, a él le daba igual lo que le dijeran los demás, lo que pensaran de él, la forma en que me presentó con el chico rubio y con la misma chica castaña me lo decía, y si mi novio era tan firme y confiado, ¿porqué yo debía seguir siendo un idiota inseguro? la frase "basta" empezó a rebotar por mi mente de inmediato, debía ponerle fin a esas inseguridades, prometí que sería feliz, e iba a esmerarme en cumplirlo. 



Continuará

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- Gema

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