—Esto está abarrotado —Aiko intentaba adentrarse a la cabaña, gritando por que la música estaba a todo volumen—, ¿Dónde están los demás?
—No tengo idea —Taylor se ponía de puntillas para intentar localizar a Theo y su familia—, mira, tu revisa por el lado izquierdo de este lugar y yo por el derecho. Si una se encuentra a los chicos, lanzará un cuchillo al techo como señal.
Aiko asintió sintiéndose más tranquila al saber que no era la única que se guardó algunas dagas y cuchillas por precaución.
Cada una tomó su camino. Aiko intentaba bailar como podía para avanzar, se dio cuenta que era más fácil caminar si pretendías bailar que empujarlos. Estuvo varios minutos balanceándose entre los presentes, algunos podían olfatearla y darse cuenta de que era humana. Algunos le sonreían e intentaban bailar más cercanamente. Ella solo sonreía e indicaba con la cabeza que estaba avanzando.
Llegó a un extremo de la cabaña donde vio unos muebles y gente sentada ahí. Entonces lo vio.
Natsuki se reía a carcajadas, con un vaso rojo de plástico en una mano y sujetando la cintura de una chica sentada en sus piernas en la otra. Ella se reía igual que él y después le decía algo al oído.
Aiko se sintió mareada, sintió un golpe fuerte en el pecho.
Empezó a caminar solo para alejarse de esa imagen, no quería verlo más. Necesitaba algo para refrescar su boca que se quedó totalmente seca. No supo en qué momento llegó al bar de ahí, no recuerda si realmente pidió el trago que el barman le entregó y tampoco pudo identificar qué tipo de bebida era. Solo supo que le sabía a gloria.
¿Por qué se sentía traicionada?
Ella y Natsuki eran amigos, ella se lo había dicho de muchas formas distintas. A él , a todas las personas que preguntaban y sobre todo a ella misma.
Porque estas enamorada de él
Se respondió a sí misma, era la dura realidad, estaba enamorada de Natsuki y ahora él estaba con otra mujer y ella hervía en celos. Él no le debía ninguna explicación y, sin embargo, ella quería sacar a la chica de sus piernas y traspasarla con su katana.
A pesar de su aturdimiento, escucho el sonido de la hoja de una daga traspasar el aire. Miro el techo, ahí estaba clavado una pequeña daga en el techo de madera. Aiko sacó una shuriken de una cavidad secreta de su sostén y la lanzó al techo en respuesta para que Taylor supiera que también encontró a Natsuki.
—Oh, tú eres la cazadora de Natsuki ¿verdad? —sonrió el barman—, lo sospechaba porque eres humana, pero esa excelente puntería me lo ha afirmado.
—Yo no soy nada de él —siseó Aiko terminándose su trago.
El barman le sonrió más y después volvió a servirle otro trago.
—Soy Dorniar, amigo de Natsuki desde la escuela —dijo alegre—, no sabes lo contento que me puse al saber que al fin encontró a su mate.
—Si, parece que eres el único —Aiko se removió en su asiento—, tengo una pregunta, ¿No se supone que cuando encuentras a tu mate, no tienes ojos para nadie más?
Dorniar parecía querer soltar una carcajada, pero se contuvo.
—En teoría, pero hay muchos casos de infidelidad y mates maltratadores —Dorniar se acercó más a Aiko—, ¿Por qué preguntas? ¿Natsuki está mirando a otra chica?
Aiko se terminó su trago de un solo sorbo.
—Ahora mismo está con otra sentada en sus piernas —explicó amargamente—, no me debe nada, pero tengo ganas de lanzarle una shuriken entre ceja y ceja.
—Natsuki siempre se ha puesto muy coqueto de borracho —Dorniar frunció un poco el ceño—, pero, aunque no sean oficialmente pareja, es tu mate y mientras no te rechace, no debería estar con otra mujer. Esta muy mal, eres humana, pero no dejas de ser su alma gemela y eso te afecta. Tienes razón para estar enojada. Yo que tu iría ahora mismo y le daría una lección.
—¿Eso crees? —pregunto algo consternada—, ¿Enserio eres su amigo?
Dorniar le sirvió otro trago.
—Adoro a Natsuki, pero cualquier mujer merece que se le respete —le dio una amplia sonrisa de nuevo—, en especial si son tus almas gemelas, ve y patéale su lobuno trasero.
Aiko terminó su trago con prontitud nuevamente, envalentonada por el consejo de Dorniar y por el alcohol en su sistema. Le agradeció y fue en busca de Natsuki.
—Está loco por él —sonrió Dorniar—, Natsuki me debe un costoso regalo, soy demasiado buen amigo.
Aiko estuvo a una distancia donde podía verlos, seguían en la misma posición, pero la chica estaba más cercana a él. Casi todo su cuerpo está encima de él. La rabia subía por su cuerpo.
Por un momento quiso ir a separarlos a golpes, pero la dignidad que todavía le quedaba y que el alcohol no le arrebataba aun, le decía que eso sería rebajarse a un nivel muy bajo.
Así que sacó su shuriken, espero que ella se riera como estúpida y alejara su cara de la de él. Para lanzárselo en medio de los dos, clavando su cabello de la tonta en la pared detrás de ellos.
Ella soltó un chillido y Natsuki miró aterrado en todas direcciones en busca de Aiko, ya que sabía perfectamente de quién era esa arma.
Aiko le transmitió toda su furia con una simple mirada. Se dio media vuelta y empezó a empujar a cualquiera que se le interpusiera en su camino. Natsuki tenía dos opciones, bien la seguía o se quedaba a ayudar a esa. Cualquier opción definiría como iba a ser su trato de ahora en adelante.
Cuando salió de la cabaña, escuchó el grito de Natsuki a sus espaldas.
—¡Aiko!
Ella no dejo de seguir caminando a paso veloz, sorteando a todos en su camino. Vio al alfa francés con la cumpleañera llegar, pero los ignoró internándose en el bosque.
—¡Aiko!
Natsuki la alcanzó sujetándola del brazo para detenerla.
—¡Suéltame! —Aiko se zafó de él de un manotazo—, ¡No me toques!
—Aiko escúchame —Natsuki estaba sonrojado por el calor y agitado por correr—, no es lo que crees, solo es mi amiga.
—¿Todas tus amigas se sientan en tus piernas?
—No había asiento y sé que está mal —Natsuki tuvo que apoyarse en un árbol con un brazo, el alcohol hacía que todo le diera vueltas—, está muy mal, lo siento, no tengo excusas. Pero te juro que no ha pasado de eso, ni siquiera nos hemos besado.
Aiko soltó un bufido, pero realmente no sabía qué decir, ¿De qué le reclamaría?, después recordó lo que dijo Dorniar.
—Aunque no seamos pareja, tus actos me afectan porque somos almas gemelas, soy humana, no siento el dolor de la traición de ustedes, no obstante... —Aiko suspiro, le picaban los ojos—, eres un idiota.
—Si, no pensé en eso —Natsuki golpeó su cabeza contra el árbol—, de verdad lo siento.
Aiko trago saliva.
¿Cómo podía confesarse en este raro momento?
—No somos pareja —repitió Natsuki perdido—, ¿Por eso te iras cierto?
Ella lo miró extrañada.
—Escuche por Theo que harán nuevamente el examen de cazadores A4 —Natsuki intentaba mirar a otro lado—, entonces te irás a dar tu examen y no volverás.
—Natsuki...
—Está bien, estoy... estoy feliz por ti —era extraño escuchar eso de Natsuki, ya que su voz estaba quebrándose porque iba a llorar—, cumplirás tus sueños, serás una gran cazadora. Incluso creo que, en la nueva alianza de los cazadores, serás una gran imagen. Podrás ser una de las cazadoras más grandiosas de la historia.
Aiko no pudo evitar soltar una lágrima.
—Seremos amigos ¿verdad? —Natsuki también soltó algunas lágrimas, sin darse cuenta por lo ebrio que estaba—, espero que vengas a verme de vez en cuando, que no te olvides de mí. Aunque nos rechacemos, siempre serás bienvenida en la manada. Siempre voy a querer saber de ti.
Natsuki daba por perdido que Aiko quisiera estar con él y eso le dolió.
—No importa, siempre te llevaré en mis recuerdos —seguía él, tomando por negativa el silencio de Aiko a ser amigos—, les contare a mis hijos que alguna vez conocí a la mejor cazadora de nuestro país.
Hijos.
Aiko imaginó a Natsuki casándose con otra mujer que no fuera ella, teniendo hijos con otra mujer. Natsuki siendo feliz sin ella.
Algo dentro de Aiko se revolvió, los celos volvieron, por una mujer que ni siquiera existía.
Se acercó a Natsuki, lo sujetó del cuello de su camisa y tomándolo por total sorpresa, lo beso con ardor. Él estuvo estático algunos segundos, muy sorprendido.
Sin embargo, sujetó a Aiko de la cintura y le respondió el beso con más pasión.
—Pen...pensé... —Natsuki se separó de ella para respirar y la miro a los ojos —, ¿Esto es real? ¿Te gustó?
—¿Crees que te hubiera lanzado una shuriken sí no?
Una sonrisa incrédula apareció en Natsuki.
—¿Estabas celosa?
Aiko se avergonzó.
—Si.
Natsuki apenas lo asimilaba.
—¿Entonces me correspondes?
—Si.
—¿Yo te gusto?
—Si Natsuki, tú me gustas —Aiko frunció el ceño—, y si vuelves a sentar a una mujer en tu regazo que no sea yo, la shuriken irá directamente a tus testículos.
A pesar de la amenaza, Natsuki estaba muy feliz.
—Necesito que vayamos despacio —pidió Aiko—, acabó apenas de destapar mis sentimientos. Se que los hombres lobos se muerden y se juran amor eterno, yo no puedo con todo eso ahora.
Natsuki tomó su rostro delicadamente entre sus manos.
—Te esperaría una eternidad —le besó castamente—, daremos pasos pequeños si eso quieres, no sabes lo feliz que me haces en este momento. Todo lo que quiero es estar contigo. No importa nada más.