CAPÍTULO 35.- segundo fragmento

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Gabriela abrió de a pocos los ojos, el cuerpo lo sentía muy pesado y algo pegajoso. Necesitaba un baño urgentemente, una expoliada general y un baño de burbujas con un delicioso olor a limón fresco y hierbas del bosque.

Sintió un lengüetazo áspero como una lija en su cara, abrió por completo los ojos y vio a Zeus, el tigre que Estefan le regaló. Gabriela sonrió ampliamente sujetando al pequeño Zeus.

—¿Extrañaste a mami? —Gabriela se sentó en su cama acariciando a Zeus que ronroneaba como un gato—, ¿Has estado cuidando de mamá mientras ésta dormía?

Gabriela instintivamente se tocó el vientre, su cuerpo se puso totalmente rígido y empezó a temblar. Su vientre estaba un poco hinchado, pero ya no estaba abultado por el bebé. Puso a Zeus lentamente sobre la cama y empezó a recorrer la habitación.

Intentaba recordar lo último que vio. Los recuerdos de la batalla vinieron a su mente, prácticamente fue un suicidio.

¿Su hijo había muerto?

Aterrorizada salió de la habitación, dándose cuenta de que se encontraba en el palacio. Se tambaleó un momento sujetándose de la pared. Usando sus sentidos para rastrear a las personas que podrían estar en el palacio. No muy lejos de ella, pudo sentir a Jose.

Con lentitud camino hasta encontrarlo, no estaba para nada lejos de la habitación donde había estado. De hecho, se dio cuenta que Jose se encontraba en la habitación de su infancia.

¿Jose estaba tan triste por perder al bebé que se refugió en su habitación?

Gabriela no iba a llorar, no se lo permitiría.

Entró en la habitación con temor, cuando su vida dio un vuelco total. No encontró a Jose envuelto en mantas llorando. Lo que encontró fue a Jose balanceando a un bebé pequeño. Su habitación ya no parecía la suya, sino que parecía que ahora pertenecía a su hijo.

Los colores pasteles y rosas le dieron a entender que era una niña.

Su hija.

—¿Gaby? —Jose la miro desconcertado—, ¡Gaby!

Jose colocó con mucho cuidado a la bebé en su cuna y fue a abrazar a su esposa.

Los dos se fundieron en un abrazo lleno de emoción y alegría. Jose la beso con tanta desesperación y amor. Después tomó su rostro y empezó a dejarle besos cortos.

—Te he extrañado tanto —susurro Jose sin dejar de besarla—, estaba tan asustado.

—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —le pregunto Gabriela—, ¿Qué ha pasado?

—Has estado una semana inconsciente —Jose le acaricio el rostro—, pero eso es para después, tienes que conocer a alguien.

Jose la intentó guiar, pero Gabriela estaba paralizada.

Él podía sentir el pánico por el lazo.

—Vamos, esta pequeña quiere conocerte.

Gabriela seguía reacia a volcar su dolor en ese momento.

—La lastime —susurro Gabriela.

—No te voy a mentir diciendo que lo que hiciste estuvo bien —Jose le beso la mano—, pero fue algo heroico, lo hecho está en el pasado, todo salió bien. No te tortures por eso y ven a disfrutar de tu hermosa hija.

Gabriela se acercó con ayuda de Jose.

Quedó maravillada al ver a su hermosa hija abrir sus ojos, llevarse sus manitas a su boca y sacudir un poco su cuerpo. Era tan bonita, tan pequeña y hermosa. Sus cabellos castaño y ese rostro angelical.

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora