CAPÍTULO 5.- segundo fragmento

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Bael caminaba detrás de Noel que seguía dando vueltas como un animal perdido por el bosque.


—Te juro que los duendes estaban por aquí —Noel miró hacia otra dirección—, ¿O acaso era por ahí?


—¿Y si usas tu olfato para rastrearlos? —preguntó Bael ya algo harto del frío y la nieve—. ¿Cómo el hombre lobo que eres?


Noel procedió a transformarse en su lobo y empezó a rastrear a los duendes. Bael puso los ojos en blanco y siguió al lobo de Noel.


Se adentraron más al bosque y Bael se perdió en sus emociones y sensaciones. Era como estar algo drogado por la magia espesa y limpia que emanaba todo el lugar. Había conocido bosques mágicos antes, los seres como él se alimentaban y residían en lugares así. Pero ese bosque tenía algo especial, como si la magia le diera la bienvenida y quisiera abrazarlo.


Mientras que la magia del Reino aumentaba su poder de hombre lobo, esta te reconfortaba. Ahora podía entender mejor el lamento de Noel, a él también le costaría despegarse de este lugar.


—¡Aja! —Noel grito al transformarse nuevamente en su humano—. ¡Ahí están!


El bosque tomaba otra visión. Los árboles más grandes, gruesos y antiguos lo saludaban. En las ramas más gruesas y lejanas se podían ver casitas de formas extrañas que parecían que con el simple soplo del viento se caerían.


—Me estoy olvidando de algo —Noel entrecerró los ojos.


—¿De qué?


—No se —Noel se quedó pensativo—, no me acuerdo de lo que me estoy olvidando.


Bael volvió a poner los ojos en blanco, recordándose a sí mismo que debía mudarse a otro departamento y desde ahora evitar contestar las llamadas de Noel.


Se acercó a las gruesas raíces que sobresalían un poco sobre la tierra y procedió a tocar uno de los árboles.


—¡Mierda!


Bael retrocedió inmediatamente sujetándose el brazo lleno de dolor, su mano empezaba a carcomerse.


—¡No debemos tocar los árboles encantados! —Noel se acercó alarmado—, lo siento mucho Bael, ¡Eso era lo que me olvidaba!


Bael gruñía de dolor mientras su mano intentaba regenerarse.


—Los árboles estaban encantados —escucharon una voz chillona—, no poder hacer daño a nosotros, por favor irse lejos de nosotros...


—¡Coyun! —Noel miró hacia el árbol de donde provenía la voz—. ¡Soy Noel! ¡El amigo de Theo y Taylor!


—¿Amigo de Theo? —una cabecita se asomó de una de las casas—, ¿señor Noel?


—¡Si soy yo! —exclamó el nombrado—, Coyun mi amigo tocó el árbol, ¿tendrás algún remedio para esto?

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUNWhere stories live. Discover now