Gabriela abrió de a pocos los ojos, el cuerpo lo sentía muy pesado y algo pegajoso. Necesitaba un baño urgentemente, una expoliada general y un baño de burbujas con un delicioso olor a limón fresco y hierbas del bosque.
Sintió un lengüetazo áspero como una lija en su cara, abrió por completo los ojos y vio a Zeus, el tigre que Estefan le regaló. Gabriela sonrió ampliamente sujetando al pequeño Zeus.
—¿Extrañaste a mami? —Gabriela se sentó en su cama acariciando a Zeus que ronroneaba como un gato—, ¿Has estado cuidando de mamá mientras ésta dormía?
Gabriela instintivamente se tocó el vientre, su cuerpo se puso totalmente rígido y empezó a temblar. Su vientre estaba un poco hinchado, pero ya no estaba abultado por el bebé. Puso a Zeus lentamente sobre la cama y empezó a recorrer la habitación.
Intentaba recordar lo último que vio. Los recuerdos de la batalla vinieron a su mente, prácticamente fue un suicidio.
¿Su hijo había muerto?
Aterrorizada salió de la habitación, dándose cuenta de que se encontraba en el palacio. Se tambaleó un momento sujetándose de la pared. Usando sus sentidos para rastrear a las personas que podrían estar en el palacio. No muy lejos de ella, pudo sentir a Jose.
Con lentitud camino hasta encontrarlo, no estaba para nada lejos de la habitación donde había estado. De hecho, se dio cuenta que Jose se encontraba en la habitación de su infancia.
¿Jose estaba tan triste por perder al bebé que se refugió en su habitación?
Gabriela no iba a llorar, no se lo permitiría.
Entró en la habitación con temor, cuando su vida dio un vuelco total. No encontró a Jose envuelto en mantas llorando. Lo que encontró fue a Jose balanceando a un bebé pequeño. Su habitación ya no parecía la suya, sino que parecía que ahora pertenecía a su hijo.
Los colores pasteles y rosas le dieron a entender que era una niña.
Su hija.
—¿Gaby? —Jose la miro desconcertado—, ¡Gaby!
Jose colocó con mucho cuidado a la bebé en su cuna y fue a abrazar a su esposa.
Los dos se fundieron en un abrazo lleno de emoción y alegría. Jose la beso con tanta desesperación y amor. Después tomó su rostro y empezó a dejarle besos cortos.
—Te he extrañado tanto —susurro Jose sin dejar de besarla—, estaba tan asustado.
—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —le pregunto Gabriela—, ¿Qué ha pasado?
—Has estado una semana inconsciente —Jose le acaricio el rostro—, pero eso es para después, tienes que conocer a alguien.
Jose la intentó guiar, pero Gabriela estaba paralizada.
Él podía sentir el pánico por el lazo.
—Vamos, esta pequeña quiere conocerte.
Gabriela seguía reacia a volcar su dolor en ese momento.
—La lastime —susurro Gabriela.
—No te voy a mentir diciendo que lo que hiciste estuvo bien —Jose le beso la mano—, pero fue algo heroico, lo hecho está en el pasado, todo salió bien. No te tortures por eso y ven a disfrutar de tu hermosa hija.
Gabriela se acercó con ayuda de Jose.
Quedó maravillada al ver a su hermosa hija abrir sus ojos, llevarse sus manitas a su boca y sacudir un poco su cuerpo. Era tan bonita, tan pequeña y hermosa. Sus cabellos castaño y ese rostro angelical.
Se parecía a ella en ese sentido, pero tenía los ojos de Jose y su sonrisa dulce, que siempre le transmitía paz y le llenaba el corazón de amor.
—Es... es... —Gabriela se quedó sin habla—, es tan magnífica.
—Se llama Zephyra como lo pensamos si era niña —sonrió Jose, conmovido por el encuentro—, y es la nuestra hermosa hija.
—¿Puedo... ¿Puedo cargarla? —pregunto temerosa.
—Amor mío, es tu hija, puedes cargarla las veces que se te dé la gana —Jose alzó a Zephyra en sus brazos para entregársela a una dudosa Gabriela—, no creo que esté más a salvo que contigo.
Gabriela la sostuvo por primera vez y nunca se sintió tan completa, feliz y satisfecha en su vida. Su niña de pronto se volvió en su mundo.
Jose la envolvió a las dos en sus brazos y los tres se quedaron disfrutando de aquel momento. La familia Hoffman-Gómez reunida y feliz.
—Es tan extraordinaria —dijo Gabriela totalmente fascinada por su hija —, es la niña más hermosa de todo el universo.
—Tu papá ha estado repitiendo eso desde que la conoció —Jose tocó suavemente la nariz de Zephyra.
Gabriela se iluminó más al escuchar sobre su padre.
—¿Ya la conoció?
—Por la diosa, que fue todo un teatro —asintió Jose—, rompió la puerta y me la quito. Tu madre tuvo que usar todas sus armas para que la soltara después. Estaba muy afectado por lo que sucedió, no quiso separarse de ti, ni de la bebé.
Gabriela suspiro.
—Zephyra dormía en tu habitación hasta hoy, tu mamá arregló esta habitación para ella —le explicó Jose—, y ahora están en una reunión de escuadrones en el despacho de Oliver. Si no, el que te recibiera cuando despertaras seria tu papá entre lágrimas muy varoniles según él.
—¿Qué pasó Jose? —Gabriela volvió a poner a su hija en su cuna, cuando está bostezo y cerró los ojos—, tengo los recuerdos difusos. Todo es un embrollo en mi cabeza.
Jose le beso la frente.
—Voy a llamar a su niñera para que la cuide, te darás un buen baño mientras te cuento ¿Está bien?
Gabriela acepta, llaman a la niñera y Gabriela la fulmina con la mirada porque la escogió su madre y no ella. Deja a su hija con algo de resistencia y siguen el plan de Jose.
Es cuando está en la tina con agua caliente y una copa de vino, la cual Jose intento que no bebiera porque apenas se recuperaba pero que Gabriela reafirmó que se merecía con creces, que Jose empieza a contarle todo.
Gabriela se termina la copa mientras Jose termina su relato tallando los pies de su esposa para intentar calmar el enojo chispeante que Gabriela evidencia por la conexión de mates.
—Bael está muerto —Gabriela frunce el ceño—, muerto, muerto , bien muerto.
—Gaby...
—Oh no, no te pongas de su lado que pondré sobre ti mi ira —lo señaló Gabriela—, al menos dime que le arranque bastante cabello.
Jose asintió sin evitar una sonrisa.
—Tuvieron que usar magia para regenerar varias partes de su cuero cabelludo —Jose soltó una risotada—, también le tomó un día completo, regenerar los huesos de sus manos. El pobre sufrió al mismo tiempo el parto.
—Se lo merece.
—Gaby...
Ella lo fulminó con la mirada.
—¿Te recuerdo que esa maldita perra es la que puso el vestido para que mi padre lo encontrara? —gruño ella—, su lindo gesto casi nos cuesta tu vida y nuestra relación. Si mi demonia no se hubiera revelado en ese momento, me hubieras rechazado y otra sería la historia, ¡Casi matamos a mi papá!
—Lo sé, Gaby.
—Pues parece que no —gruño ella—, yo pensé que nos habíamos librado de ella para siempre.
—Tú estuviste animando a Bael para que la encontrara.
—Si, bueno, alguien tenía que calmarlo un poco —ella chapoteo en el agua—, no deseaba realmente que apareciera. Y si lo hacía, creí que Bael la escondería por ahí para no verle la cara de nuevo. Ahora no puedo ir a gritarle a Liam qué demonios está pensando en darle el perdón, no después de lo que hizo por nosotros.
—Es fácil saber porque le dio el perdón —dijo Jose—, su perdón se llama Dantalian y es el fiel retrato de su abuelo.
Gabriela se doblegó por un momento, pero fue efímero.
—Esa zorra debió embarazarse a propósito —Gabriela apretó los puños—, cuando vio que su teatrito de su mate falso no sirvió, usó un truco con el cual sería intocable.
Jose miro al cielo, Gabriela era imposible.
—Gabriela —Jose la miro con total seriedad—, esa chica fue manipulada por su madre, la cual dejó que la violaran, la pisaran y la humillaran a su antojo para su beneficio. Uso a su padre moribundo para tenerla sometida. La aterrorizó por años chantajeándola de que, si no hacía lo que ella quería, rechazaría a su padre para matarlo.
Gabriela gruño más fuerte. Tan terca y difícil de perdonar como su padre.
—Tu mejor que nadie deberías entender que alguien hiciera todas las locuras que ella hizo para salvar a su papá —golpe bajo de parte de Jose—, se mejor que nadie que quemarías el mundo por salvar a Alan.
—¿Ósea que por lo que hizo por su padre justifica los que nos hizo pasar? —replicó Gabriela—, no solo estamos hablando de lo que hizo a nuestra familia, sabía muy bien todo lo que les harían a las demás manadas, pudo evitar la masacre de la manada japonesa, pudo alertarnos sobre el ataque a la villa de Taylor. Dio información exacta de los hospitales y edificios gubernamentales de la isla para que le pusieran bombas. Mandarían a la horca a cualquiera por menos y lo sabes muy bien. Su madre me atravesó con una ballesta ¿Recuerdas?
—Tú mismo lo has dicho, su madre —Jose oscureció la mirada—, ella es la verdadera culpable de todo.
—No estarías a favor de perdonarla, si yo hubiera muerto aquel día o hace una semana.
—No depende de nosotros perdonarla Gabriela, depende de Liam y de Oliver —habló Jose—, ellos ya lo hicieron.
—Por Bael.
—Por tu querido gemelo —confirmó Jose—, por Dantalian y porque esa chica ni siquiera recuerda en qué año nació. Tal vez creas que soy un gran tonto, pero con todo lo que paso esa chica, creo que pago todos los pecados de esta vida y de las siguientes. Ella para mí solo es una víctima de la aberración de su madre. Si no estás de acuerdo, está bien, pero intenta no hacerles más daño. No por ella, sino por Bael que ya ha sufrido bastante y por tu sobrino que es el más inocente en esto.