Jessy temblaba en su cama, era la mitad de la noche y solo pestañeo un momento para poder al fin dormir, pero el recuerdo de esos sujetos atacándola volvían como pesadillas despertándola y quitándole la tranquilidad.
Dantalian dormía a su lado y Gunnar dormía en la habitación conjunta. Había pasado un día desde el ataque y no le dejaban salir de esas habitaciones. Dantalian estuvo muy apagado el primer día por miedo. Sin embargo, ese día estuvo muy ansioso y Estefan tuvo que traer a Haniel para que lo distrajera.
Bael los metió con mantas en el rostro, por pasillos donde ningún sirviente los viera. Él mismo o Estefan le traían comida y no dejaban que nadie entrara por esa zona del palacio.
Jessy no podía mentirse, no se había sentido bien en lo absoluto, pero entendía que sucedía. Nadie además de su familia debía saber que ellos estaban ahí, un solo susurro y todos los enemigos de su vida pasada vendrían por ella. No obstante, de igual manera se sentía como si Bael renegara de ellos.
Solo lo vio una vez y estaba demasiado frío, solía suceder mucho cuando estaba su familia. Bael solía comportarse con pedantería y se alzaba cual pavo real, muy parecido a su primo Estefan, pero sin llegar a ser tan grosero.
Era como ver otra faceta suya. Un Bael menos agradable.
Gunnar le contó sobre su gemela, siempre pensé que exageraban sobre ella, pero cuando despertó en su casa y miro por la ventana como esa mujer embarazada peleaba con tanto poder supo que no exageraban.
—No le gustas —Gunnar suspiro—, cuando se refirió a ti..., entiendo porque no querían que te viera, esa mujer da pánico, se enfrentó a ellos como si no tuviera nada de miedo. Es más poderosa que Bael y su primo, si no hubiera estado embarazada, los hubiera matado más rápido. Así que ten cuidado con ella.
Jessy estaba perdida mirando por la ventana los hermosos jardines del palacio. Vio a una mujer caminar con vestido por los jardines, ella tenía el cabello corto de color negro. Llegó a una pileta, donde se encontró con dos jóvenes.
Tuvo que entrecerrar los ojos para intentar ver a lo lejos, juraría que esos dos hombres eran Estefan y Bael. Uno de ellos la sujetó y la lanzó a la pileta, Jessy no podía creer que se rieran y se burlaran de aquella chica.
Escuchó la puerta abrirse y Jessy se volteó instintivamente intentando acercarse a Dantalian. No podía creer lo que veía, la chica que estaba en la pileta estaba enfrente de ella, mojada totalmente, chorreando agua por todos lados.
Jessy se dio la vuelta para ver por la ventana, ya nadie estaba en la pileta. Se volvió nuevamente, la chica seguía enfrente de ella, pero esta vez ya no estaba mojada, sino que tenía una herida en la cabeza de dónde le salía mucha sangre.
—¿Necesitas ayuda?
Ella no dijo nada.
Jessy se acercó lentamente, la joven le parecía tan conocida. Le extrañaba que no le diera miedo aquella extraña. Cuando estuvo enfrente de ella se quedó estática.
Esa mujer era ella, con el rostro más joven, un maquillaje más exagerado y corrido. Con el cabello corto y con los ojos de otro color. La Jessy del pasado la miró enojada, la tomó del brazo y la sacó de la habitación. Corrieron por los pasillos del palacio vacíos, era de madrugada, así que no había ni un alma por ahí.
La Jessy del pasado conocía muy bien el palacio. Porque la guiaba a pasos rápidos por todo el lugar. Jessy intentó detenerla sin éxito. Salieron por un salón que tenía una salida hacia los jardines. Corrió por el pasto descalza, la Jessy del pasado jaloneaba de ella con fuerza.
—Por favor para —hablar Jessy—, hace frío y estoy descalza.
Jessy del pasado se detuvo en medio del jardín y señaló a su espalda.
Soltó un gran grito cuando vio lo que creyó era un monstruo, una mujer con la ropa hecha jirones, con medio cuerpo quemado. Una parte de la cara desfigurada y una katana atravesada en el pecho.
Soltó un rugido terrible.
Jessy del pasado la volvió a sujetar y esta vez las dos corrieron intentando de escapar de esa monstruo que las perseguía. Se adentraron al bosque.
—¡Jessy!
Las dos se detuvieron, frente a ellas había cinco hombres con quemaduras serias.
—Oh Jessy —uno de ellos con la cara quemada y desfigurada caminaba con parsimonia hacia ella—, Jessy, ¿No me reconoces?, soy James, mira lo que me hicieron, mira lo que me paso.
Ella retrocedió y cayó con una rama.
Cuando volvió a verlos ya no estaban quemados, eran jóvenes vestidos de gala. Sonrientes y mirándola como si ella fuera una presa.
—Oh Jessy, Jessy... —James se quitaba la corbata—, ¿Qué tal si jugamos todos juntos por los viejos tiempos?
La Jessy del pasado la levantó y las dos corrieron intentando escapar de sus perseguidores. Entonces un hombre corría hacia ellas. Se convirtió y saltó sobre ella para atacar a los hombres que las perseguía.
—¡Papá! —grito la antigua Jessy.
Le tocó sujetarla ahora ella y seguir corriendo. Corrieron hasta dejar de escuchar gritos y gruñidos.
Llegaron a un claro, Jessy estaba agitada. Intentó sujetar a la otra, pero esta se desvío y tuvo que seguirla. Empezó a escuchar agua cayendo y encontró otra cascada, solo que esta no era donde nado con Dantalian.
—Aquí estás.
Volteo al escuchar la voz de Bael, pero quien tenía enfrente no era Bael. Era la versión más joven y adolescente que solía ver en sus recuerdos.
—¡No puedo creer que seas mi mate! —gritaba Bael joven sacando una daga—¡Maldita traidora!
Jessy retrocedió al ver como Bael se acercaba de manera violenta.
—¡¿Crees que te voy a perdonar solo porque eres mi mate?! —exclamaba Bael—, ¡Me has traicionado y has jugado conmigo!
—Bael... —Jessy estaba aterrorizada.
Este Bael parecía querer matarla.
Y mucho no se equivocó, Bael la sujetó del cuello y empezó a ahorcarla.
—Eres una maldita traidora —siseaba Bael fuera de sí—, una maldita traidora del Reino, una farsante, todo lo que me dijiste era mentira, cada cosa que me susurraste era irreal. Solo me has utilizado.
—Ba...Bael —Jessy le arañaba el brazo para respirar.
—¡Tú me has engañado! —exclamó Bael—, ¡Todo este tiempo has estado jugando conmigo!
Jessy sintió un dolor en el pecho, miró que pasaba y observó como Bael le apuñalaba con odio.
—Yo Bael Hoffman te rechazo como mate —dijo con crueldad.
Le hundió más el puñal y después la lanzó al lago. Jessy sentía tanto dolor que no luchó para salir del agua. No tenía sentido si Bael la había rechazado y herido de muerte.
Empezó a perder el conocimiento cuando dos brazos la sujetaron con fuerza, la sacaron del agua y le dio respiración boca a boca.
Jessy expulsó agua y tosió mucho.
—¡¿En qué carajos estabas pensando?! —grito Bael—, ¡Porque te lanzaste al agua así y no saliste a respirar!
Jessy intentaba controlar su respiración, con la vista borrosa pudo entender que el Bael que estaba enfrente suyo, era su Bael.
—¡¿Por qué has hecho eso?! —Bael la tomó de los hombros y la sacudió—, ¡¿Acaso no pensaste en Dantalian?!
Jessy se lanzó a los brazos de Bael y se aferró a él.
Bael se permitió llorar, desde el nacimiento de su sobrina no dejaba de hacerlo.
—Pensé... Jessy no hagas eso nunca más —dijo aterrorizado, respondiendo su abrazo con vigor—, por la diosa, parecía que intentabas suicidarte. Por favor dime que solo te olvidaste como se nada.
—Lo siento —lloriqueó Jessy—, no sé qué pasó, creo que he tenido alucinaciones.
—¿Que? —preguntó Bael incrédulo y preocupado.
—Hace un momento me tenías sujeto del cuello, estabas ahorcándome, pero no eras tú, era tu antiguo tú, me reclamabas, me gritabas y me decías cosas muy feas —Jessy hablaba muy rápido mientras se estremecía por el frío y por la ropa mojada—, me rechazaste, después me apuñalaste y me lanzaste al lago.
Bael no supo qué responder a eso.
—Yo... yo jamás haría algo así —la sujetó muy bien entre sus brazos—, mi amor, me apuñaló antes yo que hacerte daño de esa forma.
Los dos se quedaron callados por un largo rato. Envueltos el uno contra el otro.
—Ni siquiera sé cómo llegué aquí —susurro Jessy—, está todo borroso.
—Fui a verte, porque sentí por el lazo de mates tu miedo intenso —explicó Bael—, no te encontré en tus habitaciones. Gunnar no sabía dónde estabas, empecé a rastrearte y me atrajiste hasta aquí. Escuché tu grito a distancia antes de llegar y me di cuenta de que estabas hundiéndote.
—Lo siento.
Bael le beso la cabeza.
—Esto es mi culpa, debería estar durmiendo a tu lado —suspiro el semidemonio—, tal vez te has vuelto sonámbula. Has caminado hasta aquí dormida y te has caído gracias a tu pesadilla ambientada en tu entorno.
—Creo que ya perdí la razón por completo.
Bael sonrió un poco.
—Tu siempre has estado medio loca, pero igual te amo.