la bella y la bestia (adaptad...

By LinaMarcelaGalviz

44.5K 1.2K 72

SINOPSIS: que feo es cuando la personas que mas ama es la persona mas fría del mundo, que feo es que le inten... More

Capítulo 1
capitulo 2
capitulo 3
capitulo 4
capitulo 5
capitulo 6
capitulo 7
capitulo 8
capitulo 9
capitulo 10
cpitulo 11
capitulo 12
capitulo 13
capitulo 14
capitulo 15
capitulo 16
capitulo 17
capitulo 18
Untitled Part 19
capitulo 20
Untitled Part 21
capitulo 22
capitulo 23
capitulo 24
capitulo 25
capitulo 26
capitulo 27
capitulo 28
capitulo 29
capitulo 30
capitulo 31
capitulo 32
capitulo 33
capitulo 34
capitulo 35
capitulo 36
capitulo 37
capitulo 38
capitulo 39
capitulo 40
nota
capitulo 42
capitulo 43
capitulo 44
capitulo 46
capitulo 47
capitulo 48
capitulo 49
capitulo 50
capitulo 51
capitulo 52
capitulo 53
capitulo 54
epilogo
nota
nota
nota

capitulo 45

836 24 1
By LinaMarcelaGalviz

Lo sentí suspirar y abrí los ojos para observar su mirada confundida sobre la manta que nos cubría a ambos.

- Voy a dormir en la habitación de huéspedes.- Dijo y se puso de pie.- Que descanses.- Fue lo último que escuché de él. Salió y cerró la puerta.

Abrí la boca quedando totalmente perpleja ante su reacción. Observé la puerta unos segundos, estaba confiada en que volvería, pero, luego de diez minutos desistí de esa posibilidad.

- Dijo que no se enojaría.- Murmuré casi llorando.

Observé el lugar vacío a mi lado y no pude evitar soltar una lágrima. Me había dejado sola, luego de haberle dicho que lo amaba. No había respuesta alguna y se había ido. Apoyé mi mano sobre su lugar en la cama y abracé su almohada. Habíamos pasado trece noches durmiendo juntos y de repente me encontraba sola.
Logré conciliar el sueño luego de sollozar sobre la almohada de Nicola. Quería volver el tiempo y no pronunciar esas palabras que habían arruinado la relación entre Nicola y yo.
Desperté al sentir un fuerte grito escaleras abajo. Me senté en la cama y observé a mí alrededor.

-¡Empieza a entender las ordenes!- Gritó una poderosa voz que reconocí al instante. La angustia se apoderó de mí y mis ojos se aguaron.- No quiero volver a verte por aquí.- Gritó nuevamente y su voz se sintió más cercana a mi.- ¡Vete de aquí! ¿Qué haces allí esperando?- Definitivamente estaba más cerca de lo que pensaba.- No tendrás paga hasta que no cumplas con tu trabajo.- Dijo más calmado.- Ahora, retírate de mi casa.- Gruñó y entró a la habitación.

Al entrar se me quedó viendo. Las lágrimas que inundaban mis ojos comenzaron a resbalar por mis mejillas utilizándolas como un divertido tobogán.
Nicola llevaba unos pantalones rojos, remera gris y una campera de cuero negra. Tragó saliva y desvió la mirada.

- He venido por algo, ya me retiro.- Dijo y caminó hasta el armario. Asentí sabiendo que no me correspondía su mirada.
- Nicola...- Dije casi en un susurro. Se volvió a verme.
- Si, lo sé, perdona.- Dijo. Observé su expresión.- Sé que te han despertado mis gritos, es que me pone los pelos de punta que la gente no sepa hacer su trabajo.- Se excusó.
- Si, entiendo.- Dije y sequé mis lágrimas bruscamente.- Igual, ya es hora de despertar.
- Mejor entonces.- Dijo y siguió revolviendo un cajón.- Puedes bajar a desayunar cuando quieras.- Me informó.- Macarena y Francesco pasaran la tarde aquí.- Añadió.
- Oh, genial.- Hice un esfuerzo por sonreír y me puse de pie.- ¿Por qué?- Pegunté luego.
- Mis padres deben ir a un pueblo cercano a causa de un funeral y la niñera les ha fallado.- Me comentó y sacó dinero del cajón. –Aquí estabas.- Le habló al dinero y alzó su mirada para observarme.
- Este bien. Lo siento mucho.
- No era ningún pariente muy cercano.- Dijo al descuido.- Nada que pueda afectarles demasiado, es solo un compromiso.
- Claro.- Dije. Suspiró.
- Debo bajar.- Informó. Asentí.- Desayuna cuando quieras y cuando vuelva de la oficina, debemos hablar.- Me dijo. Asentí nuevamente.- Hasta luego.- Salió por la puerta.

Me recargué sobre la pared y respire hondo para luego soltar el aire de un solo golpe. Di media vuelta y apoyé la frente sobre la pared.

- Todo sería tan fácil si me hubieras dejado que me desangrara ese día.- Murmuré fastidiada y las lágrimas recorrieron mis mejillas nuevamente.- Maldito amor.

Entré al baño y me despojé del pijama, abrí la ducha y entré cuando el agua ya estaba a temperatura. Me di una larga ducha y luego salí para vestirme. Me coloqué unos vaqueros y una blusa casual. Acomodé mi cabello y cepillé mis dientes. Baje y vi el desayuno servido.

- Buenos días, Angie.- Me sonrió Vanessa mientras acomodaba las flores en un pequeño florero de plata.
- Buenos días.- Le sonreí y me senté.- Gracias por el desayuno.
- Oh, no hay de que, linda.- Dijo felizmente.- Debo retirarme, si necesitas algo, avísame.- Dijo antes de entrar a la cocina.

Desayuné en silencio mientras observaba cada rincón de la casa. Estaba pensativa y esos pensamientos iban a torturarme durante un largo tiempo.
Nicola quiso evadir mis palabras y se retiró, me había humillado. Eso era lo más doloroso. Me sentía ridícula al haberle profesado mi amor, él había huido frustrado, dejándome sentada en la cama, pensando en el gran amor que le tenía.
Terminé con el desayuno y subí las escaleras en busca de mi ordenador. Lo tomé y bajé al living. Me senté en el sillón y acomodé el ordenador sobre mis piernas. Comencé por hablar con una que otra amiga que me preguntaba por mi repentina desaparición y prometí explicarle luego. Luego, vencida por el aburrimiento, jugué algunos juegos online y más tarde contemplé vestidos de famosas.
Sentí la puerta cerrarse y pude divisar a Nicola cargando una gran pila de papeles. No le da importancia y miré la pantalla. Él, bufó un par de veces y luego los dejó sobre la mesa. Debía ser la hora del almuerzo porque él venía llegando a casa. Cerré el ordenador y cruce mis brazos sobre mi pecho, lo observé. Nicola no tardó más de dos minutos en sentir mi mirada sobre él y me observó.

- Dijiste que cuando llegaras hablaríamos.- Le dije. Asintió.

- Ven aquí.
- ¿Por qué no vienes tú?- Pregunté casi desafiante y rodó los ojos para luego acercarse a mi.- Comienza.- Ordené.
- No tienes por qué hablarme así.- Dijo fastidiado.
- Oh, claro que tengo por qué hablarte así. Habla, Nicola.
- Bien, como quieras.- Se sentó a mi lado y se recargó sobre el respaldo del sillón.- Vamos a mudarnos dentro de unos pocos días.- Me informó.

La sangre que recorría mis venas se quedó estática y me volteé para mirarlo. ¿Era en serio? ¿De eso se trataba la conversación? Definitivamente Nicola se había empeñado en ignorar mi confesión y pasarla por alto. Eso no se lo iba a permitir.

- Genial.- Dije sin tomarle importancia.- La verdad es que me da igual donde vivamos.- Le dije y me puse de pie.- Quiero tener una habitación para mi sola.- Informé. Rió irónicamente y me observó por un segundo para luego hablar.
- ¿Qué?- Enarcó una ceja.- Sabes perfectamente que eso no ocurrirá.
- Pues va a tener que ocurrir porque no pienso compartir la cama contigo.- Solté de repente. Se puso de pie y me observó directo a los dos.
- No tienes por qué ser tan fría.- Me dijo.
- ¿Sabes qué?- Contesté cabreada.- Tú eres él único frío.- Apoyé uno de mis dedos en su pecho, señalándolo culpable.- Eres un cínico, inútil, que solo se interesa por el mismo y nadie más. Por mi está bien, porque de verdad no me interesa que no me correspondas pero...- Fui interrumpida antes de que pudiera acabar de hablar.
- Es simple, Angie. No todo en la vida es como uno quiere.- Contestó.- Y si es por eso que estas enojada conmigo, la verdad no me interesa.
-¡Qué bien que no te interese!- Exclamé colocando mis brazos en jarra.- Pero por eso, déjame dormir sola, sin tu estúpido cuerpo a mi lado.
- Apuesto lo que sea que anoche me has extrañado tanto como yo a ti.- Murmuró.

Me quedé callada ante esa confesión. No podía ser cierto, Nicola me extrañó. Lo observé por un segundo, analicé su mirada y él pronto la desvió, dándome a entender su nerviosismo.

- ¿Qué has dicho?- Pregunté esperanzada de que lo repitiera.
- Lo que escuchaste.- Levantó el rostro y me observó.- No puedes haber dicho eso anoche.- Dijo.- Es imposible.
- No lo es.- Tragué saliva para mirarlo a los ojos.- Nicola, en serio, te amo.
- No vuelvas a repetirlo.- Pidió.
- ¿Nunca?- Pregunté al borde de las lágrimas.
- Nunca, por favor.- Hizo con su mano un puño y volvió a tomar asiento.- Prefiero que seamos amigos.
- ¿Cómo podemos ser amigos si estamos casados?- Pregunté sin dar crédito a sus palabras.- Eso si es imposible. Créeme, cuando te digo que de verdad siento esto, es porque lo siento. No voy a mentirte.
- ¿Por qué tenías que decirlo?- Preguntó pasándose las manos por el cabello.- Nos llevábamos tan bien, estábamos felices, sin problemas, hasta que saliste con esta locura.
- No es una locura.- Dije.- No le veo nada de loco a una persona que ama a otra.
-¡No lo repitas!- Gritó.
-¡Ya cálmate!- Dije de la misma manera.- Anoche me preguntaste que me ocurría, fui sincera y respondí.- Añadí luego de unos segundos.- Te dije lo que siento y tú, como si nada, te pones de pie y te vas a dormir a otra habitación.- Le reproché.- Dime si eso no es ser desalmado.- Murmuré.- No voy a obligarte que me ames, porque sé que no puedo hacer eso, pero dame una oportunidad para demostrarte que es en serio.
- El amor no existe.- Soltó mientras intentaba esquivar mi mirada.
- Nicola, yo no sé qué fue lo que te ocurrió para que pienses eso, pero no es mi culpa.- Me senté a su lado.
- Lo siento.- Dijo por lo bajo.- No debí actuar así.- Se disculpó.- Perdona si te lastimé, no era mi intención.- Añadió.
- Si, lo has hecho, espero no haya sido adrede.- Dije.
- No lo ha sido.- Suspiró sonoramente.
- ¿Quieres contarme a que se debe el odio al amor?- Pregunté.
- No comprenderías.
- Eso mismo te he dicho millones de veces y tú siempre me haces hablar.- Me quejé. Largó una leve risa y me observó.
- ¿Cómo aprendes a amar si nunca has sido amado?- Preguntó.
- No se la respuesta correcta.- Respondí sinceramente.- Pero creo que es, dejándote amar.
- ¿Y cómo haces eso?- Preguntó.
- Te he dado una oportunidad de descubrirlo, pero no has sido capaz de sobrellevarlo y has huido.
- En serio lo lamento.- Se disculpó.
- No tienes por qué lamentarlo.- Dije.- Nicola, cada uno es dueño de sus sentimientos. Tú, eres como eres, no voy a cambiarlo, nunca podré. Pero si me dieras una oportunidad de demostrarte que me importas, que en serio no veo esto como un matrimonio obligado. Sé que nos hemos casado para que pudieras ver a tu hermana, pero capaz tu padre nos ha hecho un favor al alejarte de ella.
- No lo sé, Angie.- Agachó la mirada.

Parecía que los roles se estaban invirtiendo. Capaz eso no era malo, pero podría serlo dentro de un tiempo.

- Recuerdo cuando tú me pediste que confiara en ti, ¿lo recuerdas?
- Si, Angie, ¿cómo no voy a recordarlo?- Dijo y una pequeña sonrisa atravesó su rostro.
- Esta vez, te pido que tú confíes en mí, prometo no defraudarte.
- Es distinto.- Dijo.
- Porcella, no te quejes.- Dije provocando su pequeña risa.
- ¿Y qué piensas hacer? ¿Enamorarme?- Preguntó. Reí.
- Tal vez.
- ¿Y cómo harás eso?- Preguntó. Sonreí.
- Ya veras, Nicola.- Le aseguré.- ¿Vas a llevarme al colegio?
- ¿Seguirás con eso?- Rei.
- Claro, hasta que no me lleves tendré que torturarte día a día.
- No serías capaz.
- No me retes, Nico.- Dije. Sonrió y me observó.
- Gracias, Angie.- Dijo. Sonreí.
- No sé por qué, pero, de nada, Nicola.
- Por hacer de mi vida una mejor vida.
- Eres un amor.- Dije y sonreí.- Tú me has salvado. Si tú no hubieras llegado, imagínate que loco me habría llevado. Hice verso sin esfuerzo.- Dije y reímos.- Otra vez.
- ¿Más loco que el Señor Porcella?- Preguntó y arqueó una ceja.
- Más loco que el hombre que huye cuando le dices que lo amas.- Dije. Apoyó su brazo sobre mis hombros y me atrajo a él.- Pero ese loco es el único que me hace feliz en los peores días.
- Tal vez no siento lo que tú sientes por mí, pero si te quiero Angie.- Confesó.
- Creo que por ahora me basta con eso.- Dije y apoyé mi cabeza en su hombro.- Yo también te quiero.
- ¿Sigues queriendo ir al colegio?- Preguntó.
- ¿Lo he conseguido?- Pregunté feliz. Rió.
- Claro.- Afirmó.
- Genial.- Sonreí.- Gracias, gracias, gracias.- Lo abracé fuertemente.- Eres el mejor.
- No tienes por qué dar las gracias.- Dijo y rió. Dio un corto beso en mis labios.
- Al fin haces caso a mis pedidos desesperados por una educación.- Dije. Rió.
- Que exagerado suena eso.- Sonrió.- ¿Almorzamos? Ya más tarde vienen Macarena y Francesco y dudo que la paz de esta casa siga en pie estando esos dos pequeños presentes.- Dijo. Reí.
- Si, almorcemos. ¿Qué haremos con los niños?- Le pregunté.
- No lo sé.- Admitió.- Podemos llevarlos al parque o algo así.- Nos pusimos de pie.
- Genial, hace mucho no voy al parque.- Dije y sonreí.
- Puede que te columpies junto a Macarena.- Me dijo y rió.
- No soy tan aniñada.
- No tanto, pero, lo eres.- Carcajeó. Golpeé su hombro levemente.- Estaba bromeando.- Dijo y me tomó por la cintura.- Sé que no lo eres.- Me besó.- Lo has sabido demostrar.- Añadió mientras fundía nuestros labios en un beso más profundo.

Continue Reading

You'll Also Like

261K 20.9K 48
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.
338K 54.1K 27
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
94.2K 8.9K 29
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...
2M 52.5K 107
LOS ONESHOTS NO SON MÍOS SON SACADOS DE TUMBLR ; de todas formas las que yo no halla hecho le daré el reconocimiento al creador :) También habra foto...