capitulo 39

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Cada escalón parecía alejarse más y más a medida que yo colocaba el tacón sobre este. Ya sabía que en la puerta me esperaba Antonio, eso me tranquilizaba un poco, por lo menos no iba a entrar sola y enfrentarme a eso sin nadie a mi lado.

- Estas hermosa.- Dijo el hombre que me observaba desde el pie de la escalera.

Levanté mi concentrada mirada de los escalones y observé a Antonio. Él me sonrió y me tendió la mano. La tomé y terminé de bajar.

- Gracias.- Respondí al cumplido.
- No hay de que Angie.- Dijo sonriente.- Estoy muy orgulloso de que tú seas la que va a casarse con Nicola.
- Oh.- Sonreí intentando ocultar mi nerviosismo.- Yo estoy muy feliz de casarme con Nicola.- Dije. Suspiró.
- Ya, ¿vamos?- Hizo un gesto extraño.
- Claro.- Respondí con miedo.

Terminamos de caminar por la sala para llegar a la puerta del jardín. Dos mujeres a los lados de la puerta nos sonrieron y luego miraron a Antonio para preguntar por si estábamos listos para salir. Antonio asintió y al ver esto, las pequeñas mujeres abrieron las puertas para dejarnos a la vista de todos.
El sol a penas se escondía y daba una sensación de calidez sobre el panorama. Nicola dio la vuelta para observarme y vi como sus labios se curvaban en una sonrisa. La gente se ponía de pie a la vez que la tenue música comenzaba a sonar.

- Vamos.- Susurró Antonio para que ambos comenzáramos a caminar por la estrecha alfombra cubierta por pequeñas flores blancas.

Sonrisas, susurros y pequeñas risas de dos niñas a nuestras espaldas, se hacían notar en el lugar. Nicola, sin quitar su sonrisa, me observó desde que entré al lugar hasta que llegué a su lado.

- Estas hermosa.- Susurró a mi odio cuando su padre me dejo en sus brazos.
- Gracias.- Dije levemente y me aferré a su brazo. Miró al sacerdote.

Mi mirada se fijó en dos pequeños pájaros revoloteando sobre un árbol. El sacerdote, sin dejar de hablar, sonreía y con su libro en mano nos hacía orar. Nicola, nervioso, apretó mi brazo para que prestara atención. La madre de Nicola, retó unas cuantas veces a la pequeña que detrás de nosotros jugaba con su vestido rosa.

- Nicola Emilio Porcella Solimano, ¿acepta usted por esposa a Angie Arizaga? ¿Promete serle fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándola y respetándola hasta que la muerte los separe?
- Si, acepto.- Dijo Nicola con una sonrisa en su rostro. Respiró profundo y me dedicó su dulce mirada. La nena se acercó con los anillos y los puso delante de nosotros, Nicola tomó el que me correspondía y lo colocó sobre mi dedo. Sonrió

Era mi turno.

- Angie Lucero Arizaga Ruíz, ¿Acepta usted por esposo a Nicola Emilio Porcella Solimano? ¿Promete serle fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo hasta que la muerte los separe?
- Si, acepto.- Dije tragando saliva con nerviosismo. Nicola se aferró más a mi brazo y coloqué el anillo sobre su dedo.
- Si hay alguien que se oponga a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre.- Dijo en una elevada voz el hombre de túnica frente a nosotros.

Todo en el lugar era silencio. Los ruidos más fuertes eran de pájaros cantar y las hojas de los árboles moverse al compás del viento. Nadie se oponía, eso era bueno, para Nicola.

- Por el poder que me confiere Dios, los declaro, marido y mujer.

Por un momento el mundo se detuvo. Las agujas del reloj se quedaron estáticas sobre sus lugares. Nadie lo había impedido, estaba casada. Sola, en un mundo lleno de peligros para mí. Con un hombre que me hacía la vida imposible y que a pesar de que yo lo intentaba, no nos llevábamos bien.

la bella y la bestia (adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora