capitulo 38

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No tenía por qué, pero estaba nerviosa. A tan solo un día de mi boda, la cual, no sabía cómo iba a ser. Nicola no había estado en casa los últimos dos días, o por lo menos, no habíamos hablado casi nada.
Las empleadas iban y venían por toda la casa, gente que arreglaba el jardín, personas que colocaban adornos. Fiorella y Antonio se la pasaban en casa, cuidando detalle por detalle, dando órdenes sin cesar, intentando que todo fuera lo más perfecto posible.
Nicola, llegaba a las once de la noche y pasaba directo a la ducha, luego, a la cama. Sin cenar en casa, sin almorzar en casa, sin hablarme más que para desearme un buen día o dulces sueños.
Ya no compartíamos cama, pues luego de haber descubierto la habitación de huéspedes, no iba a permitir que Nicola me retuviera en su habitación.
Estaba todo listo, solo faltaba el sí de ambos y Nicola sería feliz para siempre.

- ¿Estas despierta?- Preguntó una voz adormilada. Me senté en la cama y miré la puerta entreabierta de la habitación.
- Si, pasa.- Dije sabiendo que era Nicola quien estaba del otro lado de la madera.
- ¿No duermes?
- ¿Me ves dormir?- Dije divertida. Rió y entró en la habitación.- No puedo, no sé por qué.
- Yo se.- Dijo y se puso de pie junto a mi pequeña cama.- ¿Me haces un espacio?- Preguntó acomodando su pantalón a cuadros.

Sin responder a esa pregunta, me hice a un lado y él se sentó a un costado.
La escasa luz de la luna iluminaba la habitación. Nicola y yo, dominados por el nerviosismo, sin poder dormir, juntos, a las tres y media de la mañana.

- ¿Por qué?- Pregunté intentando no mirarlo a los ojos.
- Porque ambos estamos nerviosos.- Respondió sin siquiera mirarme. Ambos, mirábamos a la pared celeste de la habitación, que en estos momentos, se veía blanca, gracias a la escasez de luz.
- No estoy nerviosa.- Mentí. Chasqueó la lengua y pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros. Besó mi mejilla.- Es en serio Nicola.- Tragué saliva sonoramente. Rió.
- Perdona.- Susurró.
- ¿Qué?- Pregunté sin comprender.
- Que me perdones Angie.- Susurró de nuevo.
- He escuchado pero no sé a qué te refieres.
- Solo perdóname, no preguntes por qué. Perdóname.- Su voz sonaba sincera y sus besos sobre mi mejilla no me dejaban pensar más que, eso salía de su corazón.- ¿Puedes perdonarme?
- No puedo perdonar algo que no sé qué estoy perdonando.- Dije confusamente.
- No preguntes Angie, pero perdóname.- Insistió.
- Te perdono Nicola.- Dije serena y acaricie su rostro.

Acomodó su cabeza sobre mi hombro derecho y sentí su respiración sobre mi cuello. Tomó una de mis manos y la entrelazó con una de las suyas. Brindó leves caricias a mis finos dedos y luego dio un suave besó sobre la palma de mi mano. Alzó la mirada con suma delicadez y me sonrió.

- Mañana verás a mi hermana.- Dijo.

Finalmente, comprendí.

Él no estaba nervioso por la boda, si no, por ver a su pequeña hermana. Sus nervios se debían a algo que a él de verdad le importaba, no a pararse en el altar y pronunciar un simple "si" para toda la vida. Él amaba a su hermana y quería tenerla cerca. No me amaba a mí, era solo su pase a la vista de Nicola a su pequeña hermana.

- Tú también la veras.- Dije sonriente.

Ocultar las lágrimas, no siempre es fácil.

- Claro que si.- Dijo emocionado.- Imagínate lo hermosa que estará.- Sonrió de nuevo. Desvié la mirada.- ¿No te emociona?- Preguntó.
- Si, obvio que sí, Nicola.- Dije intentando sonar feliz.
- Que bien.- Dijo y suspiró.- ¿Puedo dormir contigo?

Esa pregunta resonó una y mil veces en mi cabeza. Pensé en decirle que sí, pero luego, mis ganas de llorar volvieron y sí él estaba en la habitación, no podría desahogarme con la almohada.

- ¿Qué necesidad de dormir conmigo tienes?- Pregunté.- De mañana en adelante, estoy obligada a dormir contigo.
- Eso es cierto.- Dijo y vi como cerraba sus ojos.- Pero una noche más, no le hace mal a nadie.

la bella y la bestia (adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora