la bella y la bestia (adaptad...

Galing kay LinaMarcelaGalviz

44.5K 1.2K 72

SINOPSIS: que feo es cuando la personas que mas ama es la persona mas fría del mundo, que feo es que le inten... Higit pa

Capítulo 1
capitulo 2
capitulo 3
capitulo 4
capitulo 5
capitulo 6
capitulo 7
capitulo 8
capitulo 9
capitulo 10
cpitulo 11
capitulo 12
capitulo 13
capitulo 14
capitulo 15
capitulo 16
capitulo 17
capitulo 18
Untitled Part 19
capitulo 20
Untitled Part 21
capitulo 22
capitulo 23
capitulo 24
capitulo 25
capitulo 26
capitulo 27
capitulo 28
capitulo 29
capitulo 30
capitulo 31
capitulo 32
capitulo 33
capitulo 34
capitulo 35
capitulo 36
capitulo 37
capitulo 38
capitulo 39
nota
capitulo 42
capitulo 43
capitulo 44
capitulo 45
capitulo 46
capitulo 47
capitulo 48
capitulo 49
capitulo 50
capitulo 51
capitulo 52
capitulo 53
capitulo 54
epilogo
nota
nota
nota

capitulo 40

1K 29 1
Galing kay LinaMarcelaGalviz

Estaba completamente dormido. Sonreí. La borrachera se le había ido pero de seguro le había quedado doliendo la cabeza por eso. Respiré aliviada y apagué la luz principal de la habitación, encendí la lámpara de mi mesa de luz y me acosté al lado de Nicola. Este, se movió un poco y respiró hondo para seguir durmiendo cómodamente.
Apagué la luz y me acomodé, cerré los ojos y le di la espalda a Nicola.

- Mañana no te salvas.- Dijo atrayéndome a su cuerpo desde mi cintura.
- ¿No dormías?- Murmuré.
- Si, pero me has despertado.- Besó mi cuello.- Tengo sueño.- Bostezó y se acomodó muy cerca mío.- No me alejaras, ¿cierto?- Preguntó quedándose casi dormido, otra vez.
- Claro que no Nicola, después de todo, tienes derecho a dormir abrazándome.- Dije y posé mi mano sobre el brazo que rodeaba mi cuerpo.- Hasta luego Nicola.
- Hasta luego Angie.- Dijo y su respiración se hizo pasiva sobre mi cuello.

Pronto concilie el sueño. Abrazada a Nicola, feliz y sin preocupaciones. Casada y confundida. De algo estaba muy segura, me había enamorado, el problema era que él no sentía lo mismo ¿Por qué? Simplemente, no me podía dar esa respuesta yo misma. Por eso, había decidido averiguarlo las siguientes dos semanas a solas, con él.

- Arriba Angie.- Me movió un poco. Rodé sobre la cama y me tape hasta la cabeza.- Vamos, perderemos el vuelo.- Me dijo.
- Tienes avión privado.- Le dije refunfuñando.
- Pero no puede estar aparcado allí todo el tiempo que a mí se me dé la gana.- Dijo y me tiró un almohadón.- Muévete.
- No quiero.- Renegué aún con los ojos cerrados. Boca arriba con la manta en la cabeza.

Sentí un peso sobre mi cuerpo. Tenía a Nicola encima. No me afectó, se sentía bien. Destapó mi cabeza y besó mi mejilla.

- Levántate si no quieres ser violada.- Susurró y esta vez, besó mis labios.
- Aunque no lo vayas a creer, esa idea, me tienta.- Murmuré. Rió y me besó nuevamente.
- Vamos, ponte de pie.- Se salió de encima de mí.- Pediré el desayuno para ambos y desayunamos aquí, ¿quieres?- Preguntó desde el baño. Creo.
- Okei.- Dije dando vuelta en la cama para apoyar mi cabeza sobre la almohada.- Aún tengo sueño.- Me quejé. Rió y me quitó la manta.
- ¿Sigues con sueño?
- Claro que sí, me ha dado frío pero el sueño no se me quita.- Reí con los ojos cerrados.
- Vamos, voy a tener que hacer lo que hice para despertarte cuando nos fuimos a México.- Dijo divertido y se sentó a mi lado en la cama. Me moví y agarré una de sus manos.- ¿Acaso quieres que lo haga?- Preguntó. Recordé lo que él había hecho ese día.

*Flashback*

"- Hey, arriba, vamos a perder el vuelo.- Lo sentí decir desde la puerta de mi habitación. Me senté en la cama y lo miré.- Levántate.
- Explícame donde estuviste ayer Porcella.- Dije abriendo solo un ojo.
- No tengo que darte explicaciones.- Dijo entrando a mi baño. Sentí el agua de la ducha correr.- Vamos entra ahí, en dos horas sale nuestro avión.
- ¿Qué hora es?- Pregunté levantándome.
- Las 5:00 am.
- Hey, no me voy a levantar tan temprano.
- Tienes que levantarte temprano porque en dos horas sale el vuelo.
- Nicola.- Dije acostándome de nuevo.- Quiero quedarme aquí.
- Dije que te levantes.- Dijo insistente.
- Dije que quiero quedarme.- Le dije del mismo modo.
- Bien, tú te la buscaste.

Caminó hasta mí y me tomó en sus brazos.

- ¿Qué haces?- Grité intentando bajarme de sus brazos.

Pero ya era tarde él me había dejado en pijama bajo la ducha.

- Imbécil.- Murmuré mientras él cerraba la puerta del baño. "

*Fin Flashback*

- No, eso no va a suceder de nuevo.- Dije sacudiendo la cabeza y quité mi mano de su mano. Sonrió.
- Bien, así me gusta. Obedece.- Dijo cuándo me puse de pie.
- Pide el desayuno, Porcella.- Le dije, más bien, le ordené.
- Aunque ya sería hora de almorzar.- Me dijo.
- ¿Qué hora es?
-12:50 –dijo mirando su reloj.
- No, yo no almorzaré hasta dentro de dos o tres horas.
- Bueno, entonces pediré el desayuno para ambos.- Dijo y se alejó de mí.

No iba a darme una ducha, ya lo había hecho hacía menos de ocho horas. Revolví lo que llevaba en una de mis maletas y me decidí por unos vaqueros azules con una camisa blanca, en los pies, unas chatitas. Entré al baño para colocarme la ropa y salí para buscar mi bolso con todos mis cosméticos, al volver a entrar, dejé la puerta abierta.
Lavé mi cara y luego la sequé. Me coloqué crema humectante y luego me cepillé los dientes. Comencé con el maquillaje, algo de delineador negro, rímel negro, base unos tonos más oscuros que mi piel y luego un brillo labial delicado. Nicola me observaba desde la puerta del baño.

- Yo no podría hacer eso todos los días.- Dijo apoyado en el marco de la puerta.
- Nosotras, las mujeres, si podemos.- Le dije y me coloqué unos aros que hacían juego con mi atuendo.
- Yo solo me lavo la cara, los dientes y despeino un poco mi cabello, a diferencia de ti, que lo peinas todo el tiempo.- Sonrió.
- Eres hombre.- Le dije.- No entenderías.
- No te hagas problema Angie, hace mucho dejé de intentar comprender a las mujeres.- Comentó. Reí.
- ¿Nicola?- Pregunté para cambiar de tema. Guardé mi maquillaje.
- ¿Si?- Me prestó atención.
- ¿Eres consciente del escándalo del globo?- Le pregunte. Me miró confundido.
- ¿De qué hablas?- Preguntó divertido.
- El globo que le querías robar a tu hermana.- Le dije. Rió.
- No molestes Angie.- Dijo riendo.
- Es en serio Nicola.- Dije.- Dos horas antes de que se te fuera la borrachera, quisiste quedarte con el globo de Macarena y ella se resignaba a irse a casa sin su globo.
- ¿Es en serio?- Preguntó frotándose los ojos.
- Si.- Reí.
- Loco maniático.- Se dijo a sí mismo y rió.- ¿Qué hizo Macarena?- Preguntó.
- Te amenazó con no quererte más y tú, al borde de las lágrimas le devolviste el globo.- Reí al recordar las muecas de Nicola.
- Oh, mi padre va a decirme que soy un irresponsable con el alcohol y bla bla bla.- Rodó los ojos y luego rió.
- Eres un estúpido.- Le dije pasando por su lado.
- Si, lo soy.- Dijo y apagó la luz de baño. Me siguió.- Anoche me he quedado dormido.
- Aún tenías algo de alcohol en tus venas.- Le dije burlona.- ¿No has amanecido con malestar?- Pregunté.
- Dolor de cabeza, muy muy fuerte.- Se quejó.- Ya me tomé algo.- Sonrió.- ¿Por qué crees que he despertado una hora antes que tú? El mundo me daba vueltas.- Dijo. Reí.
- Te pasa por abusar del wiski.- Carcajeé. Se unió a mis risas.
- Gracias al wiski, anoche, te has salvado.- Me dijo y guiñó un ojo.
- Cállate.
- No me mandes a callar.- Dijo sentándose en la cama.- Te juro que de esta noche no pasa.- Sonrió.
- No quiero Nicola.- Me senté a su lado.- ¿Vas a obligarme?
- ¿Te enojarías si te obligo?- Preguntó. Asentí.- Me temo que te enojaras entonces.- Rió.
- No es gracioso. Puedo denunciarte por violador.- Le dije con calma. Arrugó la frente y alzó las cejas.- Tengo dieciséis y tú tienes veintidós.
- Eres mi esposa.- Dijo.
- Nicola, no tiene absolutamente nada que ver, puedo ser tu esposa y aun así no querer tener sexo contigo.
- Pero no puedes ir a la policía y decir "Oh, quiero denunciar a mi esposo por violación".- Dijo y rió.- Es estúpido.
- Tú eres estúpido.- Le dije. Me tendió la mano.
- Ven aquí.
- No quiero.- Me quedé estática donde estaba y lo observé. No había más de dos metros entre nosotros.
- Vamos Angie, siéntate a mi lado.- Me sonrió. Debo admitir que se veía adorable.- No hablemos sobre eso, la verdad es que ya no quiero pelear contigo.- Hizo una mueca.- Ven aquí.- Sacudió su mano y se esforzó por buscar la mía.

Le tomé la mano y él de un solo tirón me sentó sobre su regazo. Besó mi mejilla y entrelazó nuestros dedos.

- ¿De que hablaban con Macarena?- Preguntó.
- Ya te dijimos, cosas de mujeres.
- Hey, vamos, cuéntame.- Volvió a besar mi mejilla.
- Sobre tu vida.- Reí.- En verdad sobre ella, pero tú tienes que ver con eso.- Alcé los hombros.- Réstale importancia.- Añadí.
- ¿Han hablado mucho?
- Lo necesario como para conocernos.- Sonreí.- Y les he prometido a los dos pequeños, Francesco y Macarena, que cuando volvamos haremos noche de películas.
- Oh, no Angie. No sabes en que lío te has metido.- Rió.- Esos dos, juntos, son dos demonios andantes.- Abrió los ojos como platos.
- Son divinos.- Sonreí.- Tú lo dices porque eres su hermano y cualquier hermano mayor no soporta a sus hermanos más pequeños.
- No he dicho que no los soporte, simplemente, son algo molestos por momentos.- Rió.
- Que malo eres.- Me uní a su tierna risa.- Yo daría tanto por tener dos hermanos como los tuyos.- Admití.
- Shh, no empieces con la melancolía.
- Nunca quieres escucharme.- Dije ofendida.
- Angie, no quiero que te pongas mal cada vez que hablamos de mi familia, ¿entiendes? Por más que nos llevemos como perro y gato, me pone mal que estés triste, ¿sabes? Odio el hecho de saber que siempre será así porque eso no tiene remedio. Pero ya, no estés mal, tienes gente que te quiere mucho y eso cuenta. Ponte feliz, vamos, juntos podemos formar una familia. No tiene por qué ser un matrimonio aburrido y triste, podemos pasarla muy bien, y no lo mal intérpretes, sin sexo, pero bien. Te quiero y en el fondo sé que me quieres, aunque te hago la vida imposible, admite que me quieres.- Terminó de hablar y sonrió.

Me quedé completamente congelada ante esas palabras. Me quería, o por lo menos, eso había dicho. Íbamos a formar una familia, me parecía tierno y muy dulce.

- Tengo dieciséis.
- Tú crees que por tener dieciséis eres una inválida. Amor, tenemos toda una vida por delante.
- Nicola.- Dije sorprendida.- ¿Te has tragado una novela romántica?
- Esas ideas que tienes.- Rió.- Simplemente, anoche me di cuenta que si te quiero y que no va a ser tan malo estar casado contigo. Quizás, mi papá nos hizo un favor al separarme de Macarena.- Sonrió.- ¿Crees que podremos llevarnos bien?
- Creo que si.- Lo abracé. Me devolvió el gesto.

Tres golpes en la puerta, nos hicieron separarnos. Me puse de pie y Nicola me volvió a sentar sobre sus piernas. Reí, me gustaba el nuevo Nicola.

- Mi beso.- Exigió. Reí y plante un pequeño beso sobre sus labios.- Ahora sí, voy a buscar el desayuno.

Nos pusimos de pie y Nicola se adelantó para abrir la puerta. Caminé detrás de él y me senté en el sillón de cuero negro, puse mis pies sobre la pequeña mesa.

- Baja tus sucias patas de allí.- Dijo divertido.
- Patas las de los animales.- Dije bajándolas y reí.- ¿Qué has pedido?- Pregunté intrigada.

Posó dos vasos con jugo de naranja y todo tipo de masitas dulces. Rico- Pensé.

- Dime que te gustan.- Se sentó a mi lado.
- Si, supongo.- Sonreí.
- Pues, hay de toda variedad, come las que más te gusten.- Sonrió.

Acerqué la bandeja a mí y tomé una, acto seguido, la probé. Era deliciosa.

- ¿Si?- Preguntó arqueando una ceja. Asentí.- Genial.- Sonrió y tomó jugo.

Desayunamos mientras hablábamos del trabajo de Nicola. En verdad, me intrigaba saber qué era lo que Nicola hacía y ahora, ya lo sabía. Amaba que Nicola me tratará bien, que no tuviéramos tema de discusión y que mientras desayunábamos, podíamos reír por cada estupidez que se nos ocurriera.

- Debe estar por llegar Henry.- Me avisó poniéndose de pie.
- Voy a cepillarme los dientes y vuelvo.- Le dije. Asintió y comenzó a ordenar su revuelta maleta.

Entré al baño y me cepillé los dientes. Sequé mi boca con la blanca toalla del lugar y luego salí del baño. Nicola estaba intentando meter sus medias sucias en la maleta.

- Das asco.- Dije divertida.
- ¿Qué quieres que haga?- Me observó y apretó el par de medias que no calzaba en ninguna parte.- Se las dejo al tipo de limpieza.- Dijo tirándolas al suelo.
- Ponlas en mi maleta, si quieres.- Le dije. Sonrió y las levantó del suelo. Me las tiró en la cara.- ¡Que desagradable!- Grité causando su risa.- Ya no te dejo meter eso en mi maleta.- Dije fastidiada e hice cara de asco. Rió con ganas.
- Te las estaba pasando para que las guardes tú.- Dijo entre risas.- Vamos, no seas mala.- Sonrió. Las tomé y se las tiré.
- Guárdalas tú.
- He estado esperando este momento, revisar tu maleta.- Sonrió y abrió la maleta.
- Cállate, guárdalas en el primer espacio que encuentres y ciérrala. No revuelvas.- Le dije mientras guardaba mi cepillo de dientes.
- ¿Alguna vez has usado de esas bragas que se pierden en tu cuerpo?- Preguntó metiendo las medias en la maleta. Abrí mis ojos a tope y lo observé hasta que notó mi mirada.- Solo preguntaba.- Rió.
- Eres un imbécil.- Le dije.
- Voy a regalarte algunas, capaz cuando las uses, sean de tu agrado.- Sonrió. Le saqué la lengua.- Puede que te gusten tanto como a mí.
- ¿Usas tangas?- Pregunté alzando una ceja. Rió.
- No.- Carcajeó.- Me refiero a que me gusta verlas en el cuerpo de una mujer.
- Viejo verde.- Dije en un cantito. Rió.
- No soy viejo.- Me cantó.
- Okei, para mí si eres viejo.
- No creo Angie.- Sonrió y se tiró en la, aún desarreglada, cama.
- Yo si lo creo.- Dije antes de que el teléfono comenzara a sonar.

Nicola se puso de pie mientras murmuraba una maldición y atendió.

- ¿Quién?- Preguntó enojado.- Bueno. Gracias.- Cortó con brusquedad.
- Bipolar.- Murmuré y reí.
-Henry esta abajo.- Me dijo.
- Okei, vamos.- Dije y busqué mi bolso.
- Oh, no. Otra vez con tus maletas de setenta kilos.- Se quejó. Reí.
- Vamos, yo llevo la tuya y tú llevas las mías.- Abrí la puerta y le indiqué que saliera. Chasqueó la lengua antes de quejarse.
- Es injusto.- Dijo y tomó las maletas.
- No lo es, tú eres varón.
- Feminista.- Dijo enojado y comenzó a cargar ambas maletas.

Tomé sus maletas mientras reía y salí de la habitación tras él. Llamó al elevador y mientras descansó sus brazos, dejando las maletas en el suelo. Se apoyó contra la pared y pronto el elevador llegó. Frunció el ceño y empujando las maletas entró. Entré detrás de él y presione el botón a planta baja.

- Oh, al fin.- Dijo Henry al vernos.- Nicola, ¿quieres que te ayude?- Preguntó.
- Por favor.- Respondió tirando las maletas al suelo.
-¡Nicola! Vas a destruirme todo.
- No pasa de un frasco de crema de vidrio o una cosa así, no te quejes.- Dijo. Fruncí el ceño.- Y si quieres cuidarla, pues cárgala tú.- Dijo enojado.
- Okei, cálmate Porcella. Echas humo por las orejas.- Le dije. Rió.

Henry cargó una de mis maletas mientras Nicola entregaba el pase de la habitación, a recepción. Se despidió y cuando fuimos a salir tomó mi mano. Subimos al automóvil y Henry subió nuestras maletas atrás. Nicola se apoyó sobre mi hombro y colocó una de sus manos sobre mi mano derecha.

- Ya me dio sueño.- Dijo y reímos.
- Duérmete.- Le espeté. Me miró y sonrió.
- No.- Dijo.
- ¿Entonces para que hablas?- Pregunté cuando el auto se ponía en movimiento.
- Tengo ganas de que me hables.- Sonrió. Mis mejillas ardieron y Nicola lo notó porque rió levemente.

Luego de veinte minutos, llegamos al aeropuerto. Nicola, quejándose, bajó mis maletas. Buscamos un carrito para llevarlas y pronto allí estábamos, subiendo al avión privado de Porcella. Nicola se tiró sobre uno de los enormes asientos y yo hice lo mismo, pero, a su lado.

- Ahora si voy a dormir.- Dijo e hizo su asiento hacía atrás. Lo observé atenta.- Si quieres, tú también puedes dormir.- Me sonrió.- Cualquier cosa me despiertas pero intenta que no sea dentro de las dos siguientes horas. Es un viaje largo ya sabes, casi ocho horas.- Hizo un gesto y se puso de costado.- Hasta luego.- Terminó de explicar y cerró sus ojos. Reí.- Ah, Angie, no pelees con Ximena.- Sonrió aún con los ojos cerrados.

Me limité a fruncir el ceño. Ximena, Ximena, Ximena, la mujer que amaba a Nicola, que le servía como si fuera un príncipe, la que lo buscaba como si el no estuviera ocupado. Esa misma castaña que se aparecía por el lugar caminando mientras movía las caderas con exageración. Esa chica me parecía repugnante, sucia y hueca. Llevaba una falda tubo que se amoldaba a sus caderas y una blusa celeste, horrible.

- Oh, se ha quedado dormido.- Dijo observando a Nicola.
- No querida, cierra los ojos para soñar despierto.- Dije fastidiada. Alzo las cejas y colocó los brazos en jarra.
- Hey, ya chica, cálmate.- Dijo con enojo. Reí.
- Trátame como se debe.- Le espeté y prendí el pequeño televisor.
- No voy a tratarte bien si tú no lo haces.- Desvió la mirada y observó a Nicola.- Pobre, pierde el tiempo contigo.- Dijo.- De seguro nunca va a querer casarse, le das lastima.- Rió y dejó a la vista sus dientes manchados por el maquillaje. Reí y alcé mi dedo para mostrarle la sortija.
- Mírale la mano a Porcella.- Sonreí.- Oh mejor dicho, a mi esposo.- Alcé las cejas. Dio media vuelta y comenzó a irse.- Ximena, tráeme algo de comida, muero de hambre.
- ¿Quién te crees tú para mandarme a mí?- Dio media vuelta y me observó fastidiada.
- Te recuerdo, amiga, soy la señora Porcella. Por lo tanto, tu jefa.- Sonreí. Volteó enojada y apresuró su paso.

Puse una película. Estaba aburrida y eso iba a saciar mi aburrimiento. Ximena, llegó a los diez minutos con una bandeja y me dejó el almuerzo. Nicola, sin moverse, respiraba pesadamente y daba pequeños respingos cuando el avión tenía una que otra turbulencia.
Al cabo de dos horas, quedé dormida a la par de Nicola. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y concilie el sueño sin problema.

- Angie, despierta. Necesito ir al baño y no me dejas moverme.- Dijo Nicola con impaciencia. Me alejé de su hombro y coloqué mi cabeza del otro lado.- Gracias.- Dijo alegre y se puso de pie.

Sentí sus pasos y luego el cerrar de la puerta no tan lejos mío. Al cabo de unos minutos la puerta volvió a sentirse y los pasos de Nicola volvieron hacía su lugar. Se sentó.

- Quedan solo dos horas para aterrizar, despierta, me aburro.- Dijo sacudiéndome.
- No molestes Nicola, tengo sueño.
- Ya has dormido como seis horas.
- Mentira, han sido tres.
- Es lo mismo.
- No, no lo es.- Dije y rió.
- Despierta.
- No.
- Ya despertaste.- Rió.
- No.
- Sí.
- No.
- Vamos, Angie, por favor.
- ¿Por qué no ves una película y dejas de fastidiarme?- Pregunté con enojo. Bufó.

Intenté dormirme de nuevo pero fue inútil. Nicola ya me había despertado y no iba a poder dormir de nuevo, eso nunca pasaba.

- No encuentro ninguna.- Se quejó cuando me acomodé en el asiento y lo observé.
- Has otra cosa.- Dije y froté mis ojos.
- ¿Qué más puedo hacer sobre un avión? Tú no quieres hablarme y yo estoy aburrido.
-¡Eres peor que un niño!- Dije e intenté peinar mi cabello.- ¿De qué quieres hablar?- Pregunté.
- No lo sé, simplemente háblame.
- Necesito un tema de conversación.- Dijo. Vi a Ximena asomarse y observarnos. No iba a desaprovechar la oportunidad de hacerle sentir celos.
- Hablemos de la maravillosa noche que pasaremos hoy.- Sonreí. Nicola volteó a verme y alzó las cejas sin comprender.
- Angie, anoche dijiste que...
- ¿Qué importa lo que dije anoche?- Alcé los hombros. Sonrió.
- ¿Estas bien?- Preguntó.
- Muy bien y no puedo esperar a llegar a ese hotel y ver una cama.- Dije fingiendo desesperación.
- Oh, wow.- Dijo Nicola observándome atento.- Yo tampoco puedo esperar a llegar y tumbarte sobre esa cama.- Reí interiormente.
- Oh, sí mi amor, no me hagas desearte demasiado.- Dije mordiendo mi labio inferior.
- Ya me excité.- Dijo Nicola apoyándose sobre el respaldo del asiento.
- Yo sé cómo quitarte eso.- Le dije y sonreí coqueta. La cabeza de Ximena aún podía verse.
- Vamos al baño Angie.- Dijo poniéndose de pie de golpe.
- ¿En el baño?- Pregunté.- No me excita.
- Oh, vamos Angie, se cómo hacer que te excites allí.- Ladeó la cabeza y me indicó el baño. Reí.
- Okei, como digas.- Me puse de pie. Ximena se escondió rápidamente. Reí.
- No es gracioso. Ven, vamos.- Me tomó de la mano y comenzó a arrastrarme por el pasillo.
- No, espera, espera.- Dije riendo. Volteó a verme.

No sabía si estábamos completamente solos. Capaz, Ximena estaba escuchando aún. Le di la vuelta a Nicola y lo abracé. Se sobresaltó e hice lo mismo al sentir que su cuerpo respondía a mis comentarios anteriores. Él si estaba excitado.

- ¿Perdona si?- Susurré. Se alejó un poco y me miró a los ojos.- Ximena estaba escuchando y debía hacer algo para fastidiarla.- Dije. Se alejó de mí y me miró con enojo.
- ¿Crees que es divertido?- Preguntó fastidiado.
- Nicola, para mi si.- Dije y reí.
- Pues para mí no. Mira como me has dejado, como me pones.- Se sobresaltó. Reí y bajé la mirada.- No me hace ni un gramo de gracia.- Añadió.- Tendré que bajarlo yo solo y eso no me gusta para nada.- Dijo mientras se metía al baño. Reí.

Capaz Ximena había escuchado lo que Nicola decía pero por lo menos podría haberse dado cuenta de que yo, si lo había excitado. Sonreí y volví a sentarme.
Casi veinte minutos después, Nicola se apareció a mi lado y se sentó. Aún con enojo me miró. Reí nuevamente, era divertido fastidiarlo.

- ¿Qué es lo gracioso?- Preguntó.
- Tu cara.- Carcajeé.
- A mí no me hace nada de gracia cuando me miro al espejo.- Dijo y desvió la mirada.- ¿Has almorzado?
- Si.- Respondí sin titubear y observé por la ventanilla.
- ¿Te lo ha traído Ximena?- Preguntó. Se estaba vengando.
- Si, esa zorra.
- ¿Zorra? Un poco de respeto Angie, es una mujer.
- ¿Y qué? Tú no respetas a Mario.
- ¿Por qué hablas de Mario? Él no tiene nada que ver en esto.
- Okei, fastídiame con Ximena y haré lo mismo con Mario.- Sonreí. Me regaló una linda movimiento de ojos.
- Muérete.
- Oh, vas a prendiendo de mi Nico.- Dije divertida. Rió por mi todo y volvió a enseriarse.
- De todas maneras, es solo una palabra. Yo no soy como tú.
- Ya te gustaría ser como yo.- Sonreí.- No respondas, la verdad no me interesa tu opinión sobre mi persona.- Dije. Alzó los hombros restándole importancia al tema.- ¿Cuánto falta?
- No lo sé, pero podrías dormirte y dejar de hablar por un rato.- Dijo. Reí irónica.
- Duérmete tú.- Le dije.
- No tengo ganas de dormir.- Dijo y se quedó callado por unos segundos.- Te juro que lo que me has hecho no tiene perdón.
- Oh, que exagerado eres.- Reí.- Para ti todo tiene que ver con sexo, querido, no es así la vida.
- Como digas Angie. Solo voy a advertirte que ya me has dejado picado así esta noche veras.- Sonrió pícaramente.
- ¿Te he dejado picado?- Pregunté alzando una ceja.- No sabía que yo podría hacer eso.- Sonreí.
- Cállate.- Me ordenó. Reí.- Vas a pagármelas esta noche.
- ¿Cuánto cuesta?- Pregunté haciéndome la graciosa. Sonrió y me observó.
- Tu virginidad, preciosa.- Dijo y sonrió.

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

87.3K 5.1K 27
Chiara, una farmacéutica profesional y dispuesta a la que el mundo se le pone patas arriba por una pelirroja sin receta. ⚠️ +18 (incluye contenido ex...
61.7K 5.8K 29
Ser guardaespaldas de la hija de un mafioso no fue nada fácil para Jeongyeon, su vida está puesta sobre la vida de Nayeon para protegerla cueste lo q...
774K 92.6K 118
Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar...
258K 20.8K 48
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.