la bella y la bestia (adaptad...

By LinaMarcelaGalviz

44.5K 1.2K 72

SINOPSIS: que feo es cuando la personas que mas ama es la persona mas fría del mundo, que feo es que le inten... More

Capítulo 1
capitulo 2
capitulo 3
capitulo 4
capitulo 5
capitulo 6
capitulo 7
capitulo 8
capitulo 9
capitulo 10
cpitulo 11
capitulo 12
capitulo 13
capitulo 14
capitulo 15
capitulo 16
capitulo 17
capitulo 18
Untitled Part 19
capitulo 20
Untitled Part 21
capitulo 22
capitulo 23
capitulo 24
capitulo 25
capitulo 26
capitulo 27
capitulo 28
capitulo 29
capitulo 30
capitulo 31
capitulo 32
capitulo 33
capitulo 34
capitulo 35
capitulo 37
capitulo 38
capitulo 39
capitulo 40
nota
capitulo 42
capitulo 43
capitulo 44
capitulo 45
capitulo 46
capitulo 47
capitulo 48
capitulo 49
capitulo 50
capitulo 51
capitulo 52
capitulo 53
capitulo 54
epilogo
nota
nota
nota

capitulo 36

820 26 1
By LinaMarcelaGalviz

La analicé un segundo antes de volver a responderle. Su cabello estaba perfectamente ondulado y caía suavemente sobre sus hombros, sus labios con un toque de brillo, se veían extravagantes y delicados.
Mi mano formó un puño intentando contener los celos y las ganas de echarla de "nuestra casa".

- Nicola, Nicola Emilio Porcella Solimano.- Dijo ella.
- Sí, es mi novio.- Le dije. Su sonrisa se hizo aún más amplia y mis ganas de darle un puñetazo, crecieron.- ¿Quién eres?- Enarqué una ceja.
- Ariana.- Dijo sin que su sonrisa se esfumara.
- ¿Y cómo entraste?- Pregunté. Hizo una cara de fastidio y posó su mano sobre su cintura.
- ¿Dónde está Nicola?- Preguntó. Largué una risa mientras mi rostro demostraba enojo y furia.
- No se encuentra en casa.- Respondí.- ¿Cómo entraste?
- Disculpa nena.- Su sonrisa se esfumó.- No estoy como para cuestionarios tuyos.
- Pues deberías estar para mis cuestionarios porque estas en mi casa.
- No, no, no.- Movió su dedo de un lado al otro.- Esta es la casa de Nicola.

Crucé mis brazos y la miré amenazadoramente. Hizo mi mismo gesto y me sacó la lengua. ¡Que aniñada resulto ser! Sonreí con ironía y luego abrí la boca para echarla de casa.

- No es solo la casa de Nicola.- Dije.- También es mía. Es mi novio.- Dije lento y claro. Largó un bufido.
- ¿Eres Angie?- Preguntó arqueando una ceja. Asentí sin bajar la guardia.
- ¿Cuál es tu problema y de dónde sabes mi nombre?- Pregunté rápido.
- Primero, no tengo ningún problema y estoy cansada porque acabo de llegar de Argentina y segundo, se tu nombre porque Nicola te ha nombrado una que otra vez.- Largó al descuido.

Las llaves del otro lado de la puerta se hicieron sentir y ambas dirigimos nuestra mirada hacía allí. Siendo las once y media de la noche, Nicola atravesaba la puerta principal de la casa.

- Angie ya...- Dejó de hablar cuando se dio cuenta de nuestra presencia.- Llegué.- Hizo una mueca al terminar su oración.
- ¿Quién es esta?- Pregunté a Nicola. Él sonrió y miró a Ariana.
-¡Ariana!- Gritó con emoción, acto seguido, la abrazó.- ¿Cómo has estado?- Preguntó aún en sus brazos.

Pintada, tal cual una pintura sobre la pared, con la diferencia que si hubiera sido una pintura de un cuadro, me hubieran apreciado. Los miré atónita y me dediqué a controlar mis notables celos. Mis ojos vagabundearon por la sala y me decidí por irme a dormir en vez de ver a estos dos abrazarse.

- Hey, Angie. ¿A dónde vas?- Preguntó desde el pie de la escalera.
- A dormir.- Respondí secamente y seguí mi paso hacia arriba.
- ¿Ya se han conocido?- Seguía hablándome a mí, porque me gritaba para que pudiera oírle.
- Si y créeme que no ha dado una buena impresión.- Dijo la castaña como al descuido. Paré en seco y la fulminé con la mirada.- ¿Puedes creer me hizo un cuestionario?- Le dijo a Nicola, él alzó los hombros y brindó una leve carcajada.
- ¿Por qué no te vas por dónde has venido?- Dije realmente enojada.- No se cómo rayos ha entrado y encima se atreve a tratarme mal en la casa de mi propio novio.- Dije. Nicola sonrió al escucharme, acto que colmó mi paciencia.
- Esta loca.- Dijo Ariana en una risotada.
- No digas eso.- Le dijo Nicola serio. Ella volvió a reír.

Hice caso omiso a eso y caminé hasta la habitación. Abrí la puerta y me introduje allí. Tomé mi pijama y pronto ya estaba por irme a dormir. Sentí las risas de Nicola y Ariana en el pasillo. Esa era una perra que iba a robármelo.

- ¿Se puede?- Preguntó Nicola golpeando la puerta.
- Si, adelante.- Dije de mala gana mientras me quitaba el maquillaje.
- ¿Te has enojado?- Preguntó desde la habitación. Lo miré por la puerta abierta del baño e hice como que no lo escuchaba.- Hey, Angie.
- Me dejó allí, como una estúpida.- Dije enojada.- Encima tú no le dices nada.
- Es que es absurdo.- Suspiró.- ¿Huele a celos?- Hizo una mueca y se sacó la remera.
- No, creo que huele a sudor, así que colócate desodorante.- Dije. Rió.
- No te enojes.- Dijo tiernamente y se colocó su remera de dormir.- Ni siquiera me has saludado.- Entró al baño, sitio, donde estaba yo.
- No te mereces que te salude.- Terminé de quitar mi maquillaje y tomé el cepillo de dientes.- Tú ni siquiera me has defendido.
- Porque no era necesario.- Dijo. Lo fulminé con la mirada y terminé de cepillarme los dientes.
- ¿Crees que no era necesario? Le hice una y mil preguntas porque cuando llegué al living la vi ahí parada mirando el lugar, no sé quién es, qué hace aquí y odio que te abracé.- Salí del baño. Me siguió.
- ¿Qué fue lo último que dijiste?- Preguntó sonriendo. Lo mire mal.
- Que odio que te abrace.- Repetí. Su sonrisa se explayó.
- ¿Por qué odias que la abrace?- Preguntó mientras me tomaba de la cintura.
- Nicola, responde tú primero.- Dije bajando la mirada.
- ¿Qué quieres saber?- Preguntó.
- ¿Quién es? ¿Qué hace aquí? ¿De dónde la conoces? ¿Está durmiendo aquí en casa?
- Es mi prima, viene a nuestra boda, de toda la vida y sí, en la habitación de huéspedes.- Respondió en orden a todas mis preguntas.

Abrí los ojos quedando perpleja ante las respuestas a mis absurdas preguntas. Nicola me sonrió y le devolví la sonrisa con una leve carcajada de ironía. Todos mis celos se esfumaron y fueron reemplazados por la vergüenza de haber tratado así a la chica.

- Yo, no sabía.- Dije titubeando. Nicola me sonrió.
- Me he dado cuenta.- Dijo.- Esta bien, le dije que hablaría contigo.
- No Nicola, he sido una completa inmadura.
- No amor, eso se llaman celos.- Me dijo sonriente. Me alejé de él y le dediqué una no muy agradable mirada. Rió.- ¿Vas a dormir conmigo?
- ¿Dónde más?
- Capaz querías ir al sillón.- Rió y entró al baño.

Me acomodé bajo las sabanas y me coloqué de costado para ver el lado vacío donde Nicola todavía no estaba.

- Oh, cierto que te da miedo.- Siguió diciendo cuando salía del baño.
- Cállate.- Dije en una tierna risa. Se acostó a mi lado y me miró.
- ¿Vamos a dormir?
- La regaste.- Le dije y de la vuelta, dándole la espalda.
- Preguntaba.- Rió.- Pensé que íbamos a hablar.
- No mientas y me dejes como la que piensa mal todo.- Dije y volvió a reír.
- Date la vuelta.- Casi que me exigió.- Hablemos, no te he visto en todo el día.
- No quiero hablar contigo.- Dije con enojo. Él apagó la luz.
- Vamos, no me obligues a portarme mal.

Abrí mis ojos a todo lo que daban y miré la ventana cubierta por la fina tela de la cortina. Di media vuelta y lo miré. Me sonrió.

- Buena chica.- Rió.
- Cállate.
- Hey, no estés tan a la defensiva.- Me dijo.
- Bueno.
- ¿Compraste el vestido?- Preguntó cambiando de tema.
- Si, se lo ha dejado tu madre para que tú no lo vieras.
- Oh, que emoción.- Dijo y le di una leve patada bajo las sabanas.
- Si, ni te imaginas.- Agregué con ironía.
- Bueno, pero... ¿has fingido?
- Más de lo que debería.- Dije bostezando.
- ¿Qué le has dicho de mí?
- Que eres el chico más encantador, que siempre me cuidas de todo, que se ha ganado la lotería teniéndote como hijo y que estoy muy feliz de casarme contigo.- Hice una estúpida sonrisa.
-Wow tú sí que sabes fingir.- Sonrió.
- Lo se Nicola.- Reí- Cree que te portas como cuando eras un niño, encantadoramente bien.
- Y no se equivoca.- Me dijo en un bostezo.
- Oh, no claro que no. Si tan solo supiera que me quieres en tu cama todo el día.- Dije. Rió.
- Pero es más que obvio que eso va a cambiar, las personas crecen y por lo tanto sus hormonas se revolucionan.
- Ya, cállate.- Dije. Carcajeó algo que no pude comprender.- Me gusta el hecho de que nos llevemos mejor.
- A mí también.- Admitió.- Ya encargué lo que restaba de la fiesta, ahora solo falta que digamos el "sí, acepto" y tema resuelto.
- Si, tema resuelto para ti.- Dije. Enarcó una ceja.- Luego de que nos cacemos veras a tu hermana y yo seré una pobre mujer atada a Nicola Emilio Porcella Solimano.
- Cierra los ojos y duerme. Y mañana recuerda disculparte con Ariana.
- Lo sé, lo se.- Me di la vuelta.
- Hasta mañana.- Me deseó y se removió entre las sábanas.

Tres y media de la mañana, mis ojos se abrieron a más no poder y mis ganas de dormir se esfumaron. Mi cabello revuelto sobre la almohada y la respiración tranquila de Nicola hacía que me pusiera sumamente nerviosa al saber que yo no iba a pegar un ojo hasta dentro de dos horas o más.
Me coloqué de costado y sostuve mi peso sobre mi codo. Miré a Nicola con sumo detenimiento. El movió la boca y se acomodó en su almohada.
El aburrimiento, junto con las ganas de escaparme de casa, me llevó a sacar conclusiones que nunca querría haber sacado.

1- Nicola no era del todo espantoso. Era atractivo. Tenía buen cuerpo y sus ojos resaltaban hermosamente en su rostro, un intenso color celeste se apoderaba de ellos y hacía que su mirada se profundizara y fuera más intensa de lo usual. Sus labios, rosados y apetecibles invitándote a besarlos suavemente para tu propio placer.
2- Luego de habernos casado, Nicola y yo, podríamos llevarnos mejor. Él no era la bestia que había aparentado ser y, yo no era la frágil mujer que él había conocido tres semanas atrás
3- No teníamos una habitación de huéspedes, o eso creía yo. Nicola me había mentido y no piadosamente, al haberme dicho que teníamos que dormir juntos debido a que no había otra habitación.
4- ¿Qué sería de mi vida si mis padres estuvieran vivos? No hubiera conocido a Nicola y sería feliz junto a ellos dos. Viviríamos en una pequeña casa cerca del lago, como anteriormente lo hacíamos, y mi sonrisa nunca se hubiera borrado del mapa.

Dejé mis conclusiones de lado para mirar la hora que marcaban las agujas del reloj. Cinco cincuenta de la mañana y mis ojos no amagaban a cerrarse para conciliar el sueño. Nicola, tranquilamente, respiraba y su pecho se inflaba al ritmo del aire correr por sus pulmones.
Opté por ponerme las enormes pantuflas de Nicola y bajar al living a ver televisión para mi propio entretenimiento. Sin hacer ruido, abrí la puerta, bajé al living y encendí las luces necesarias para poder iluminar mi camino.
Abrí la nevera y saqué una botella con jugo, tomé un vaso limpio y vertí el jugo sobre este. Un ruido sobre saltante me hizo prestar atención a las escaleras. Abrí un poco la puerta de la cocina para llevarme por delante a una persona. El vaso de cristal resbaló de mis manos para quedar hechas trisas sobre el suelo de la cocina.

- Oh lo siento mucho.- Me dijo con una voz chillona.
- Descuida, está todo bien.- Le dije y metí la botella de jugo dentro de la nevera.
- Te ayudo a limpiarlo.- Se ofreció y luego buscó con la mirada algo- ¿De dónde saco un fregador?- Preguntó acomodando su pijama celeste.
- No tengo la menor idea.- Respondí sinceramente y ella hizo una sonrisa estúpida.
- ¿En tu propia casa?- Preguntó. Hice una mueca.- Oye, lo de hoy, no hablaba en serio cuando decía que estabas loca.
- Este bien, Ariana, me comporté como una niña y no me tomé la molestia de preguntar quién eras antes de juzgarte.
- ¿Pensaste que Nicola y yo...?- Hizo una mueca.
- Fui una estúpida.- Suspiré.
- Estamos a mano.- Sonrió.
- ¿Qué hacen levantadas y haciendo ruido a estas horas?- Preguntó una adormilada voz entrando en la cocina.
-¡Nicola!- Sonrió su prima.- Nos encontramos aquí en la cocina y a Angie se le cayó el vaso, nada de qué preocuparse.- Explicó brevemente la castaña a mi lado.
- Okei.- Se frotó los ojos.- Límpialo Angie.- Dijo casi en una orden.
- Lo haría si supiera donde están las cosas de limpieza.- Le dije pasando una mano por mi cabello.
- Donde está el control de luz.- Me dijo. ¿Entendí? No.
- ¿Cómo voy a saber dónde está?- Pregunté siendo obvia. Ariana rió.
- Está donde fui ayer por la noche cuando se fue la luz.- Dijo y dio media vuelta.- Por favor, déjenme dormir.- Abrió la puerta para retirarse y coloqué una de mis manos sobre su hombro.
- Cuando te levantes, vas a explicarme lo de la habitación de huéspedes.- Le dije. Me miró confusamente y segundos después rió.- Es enserio Nicola.- Alcé mis cejas.
- Como digas.- Carcajeó y quitó mi mano de su hombro.- Hasta enseguida.- Nos dijo a ambas y ambas, sonreímos.
- ¿Qué ocurrió?- Me preguntó con diversión.
- Nada en especial.- Fingí una risa. Me sonrió.- Debo limpiar esto.- Le informé.
- Ha sido mi culpa, deja que lo limpie yo.- Dijo apoyando una de sus manos sobre la mesada.
- No, no, eres la invitada y no voy a dejarte limpiarlo.
-¡Pero ha de ser mi culpa!- Exclamó insistente.
- Enserio, Ariana, yo lo hago.- Le dije. Asintió resignada y se sentó a observar mis movimientos.

Fui por un fregador para limpiar el jugo derramado en el suelo. Mientras yo fregaba, ella me contaba algunas de sus anécdotas de cuando era pequeña. Cuando acabé con la limpieza, dejé el fregadero en su lugar y me senté a su lado. Aprendí, que ella tiene veintiséis años, está de novia y por ahora no piensa en matrimonio. Y que es sobrina de Fiorella, la mamá de Nicola.

- ¿Es enserio?- Pregunté riendo.
- De verdad.- Carcajeó.- Siempre se hacía pis encima cuando lo asustábamos con Gustavo.
- Voy a molestarlo con eso.- Reí.- Va a matarte si se entera que me has contado.
- Lo sé, pero es divertido molestarlo. Se pone casi rojo como un tomate y luego grita hasta que se encierra, y por último, vuelve más tranquilo y pide perdón por el escándalo.- Reímos juntas.
- ¿Quién es Gustavo?- Pregunté suavizando mis carcajadas.
- Mi hermano.- Respondió sonriente.- Nicola y él, parecían mejores amigos. De pequeños se llevaban tan bien que pasaban noches en carpa en casa de la abuela.- Rió.
- Es tierno.- Sonreí.- Nicola, ahora, es más...- Moví mis manos nerviosamente.- ¿Duro?- Pregunté.
- No lo sé.- Alzó los hombros.- Hace más de un año que no lo veía.- Añadió y respiró para seguir hablando.- De todas maneras, es un amor y siempre, pero siempre...- Dijo en tonos divertidos.- Intenta ocultar sus sentimientos mediante maltratos o cosas por el estilo.
- Oh, sí, me he dado cuenta.- Sonreí.

Luego de hablar más de una hora con la chica que al principio parecía mi enemiga, tomamos el desayuno juntas y fuimos a ver televisión.

- Buenos días.- Dijo Nicola bajando las escaleras.

Ambas, en pijama, dimos la vuelta y le miramos. Ariana volteó su cabeza y me miró haciendo una cara, seguramente, se había acordado de las cosas que me había comentado por la madrugada. Ambas explotamos en risas haciendo que Vanessa intentara ocultar una risa mientras servía el desayuno de Nicola.

- ¿Qué es tan gracioso?- Preguntó mientras se sentaba en una silla.
- Tu cara de bobo.- Respondió Ariana riendo.
- ¿Qué has dicho pequeña?- Dijo divertido.
- Que eres un bobo.- Reiteró y dio la vuelta para toparse con la televisión encendida.
- ¿Ya han desayunado?- Preguntó.
- Si, hace más de dos horas.- Le dije sonriente. Me devolvió la sonrisa y siguió con lo suyo.- ¿Nicola?- Llamé su atención.
- ¿Qué ocurre?- Me preguntó ojeando el diario.
- ¿Crees que puedas llevarnos de compras?
- Angie, ese tema ya lo hemos hablado.- Me dijo sin mirarme.- Y hoy te necesito de secretaria en la empresa.
- Hey, no te lleves a mi única amiga aquí en Nueva York.- Alargó Ariana mientras se ponía de pie.
- Lo siento prima.- Rió y me miró.- Hablo enserio Angie, papá se ha ido y necesito que me ayudes.- Asentí.
- Oh, gracias Nicola.- Le dijo Ariana y se sentó a su lado.- ¿No puedo ayudarte yo también?- Preguntó haciendo su labio inferior hacía afuera.
- No, tú te quedas aquí.- Dijo. Reí.
- Es enserio Porcella.- Se cruzó de brazos.- Angie es la única persona que conozco aquí, aparte de ti.- Alzó sus hombros.
- No puedes Ariana, ella es mi novia y ya la conocen allí, a ti, no.- Explicó. Ella hizo puchero y lo miró con ternura. Reí.- Disculpa.
- Bueno, gracias por ser el mejor primo del mundo.- Le dijo irónica.
- Ayer me has dicho que Jair iba a llegar hoy e ibas a ir a verlo.- Le dijo tomando café.
- Si, pero me he arrepentido de verlo.- Rió.- ¿Puedes llevarme?
- No.- Le dijo y rió.
- Vamos Nicola, no seas tan malo.- Dijo arrastradamente.
- No Valentu, he dicho que no.
- Malo.- Le dijo cruzándose de brazos.
- No soy malo, tú tiene a tu novio, dile que te lleve de compras y déjame con mi novia.
- Lo hubieras dicho antes.- Dijo y besó su mejilla.- Voy a darme una ducha y le diré a Jair que venga por mí, ya esta tarde me voy al hotel, así que no se preocupen que no molestaré más aquí.- Sonrió y comenzó a subir las escaleras.
- Ariana, no nos molestas.- Le aclaré. Sonrió y tiró un beso antes de seguir su paso hacia arriba.
- ¿Hablaste con ella?- Me preguntó Nicola.
- Si, anoche cuando me llevé un susto y derramé todo en el suelo.
- Tú siempre te caes, rompes y te asustas.- Rió. Apagué el televisor y me puse de pie.
- Cállate.- Le dije risueña y me senté a su lado.
- Has roto un florero y un vaso en México, un vaso aquí y te has lastimado la barbilla y la nariz.- Rió. Reí estúpidamente y le saqué un pedazo de torta de chocolate de su plato.
- Soy algo.... torpe.- Reímos.
- ¿Quieres saber los planes de hoy?- Preguntó. Asentí.- Primero, me acompañas a la empresa y me ayudas.- Enumeró con sus dedos.- Luego, vamos a almorzar juntos, si tú quieres.- Me miró atento.
- Claro, pero vamos a Mc. Donalds.- Condicioné. Rió.
- Si tú dices.- Alzó los hombros.- Me encanta ese lugar.- Sonrió.
- Vamos, ¿y luego?- Pregunté.
- Y luego vamos por los pasajes a Paris.- Sonrió.
- ¿Vamos a ir?- Pregunté abriendo mis ojos al tope de estos.- No pensé que ibas a hacerme caso.
- Claro que sí, vamos porque tú lo has pedido.- Me sonrió. Le devolví el gesto.
- Gracias.- Le dije.
- Gracias a ti Angie, solo diciendo que aceptas ser mi esposa haces que mi vida sea más feliz.

Pero esa última oración, ciertamente, no me hacía feliz. Él lo decía porque iba a ver a su hermana, no porque iba a casarse conmigo. Contuve las lágrimas y sonreí ante lo que había dicho.
Siempre, siempre, siempre iba a tener que ser fuerte y lo cierto era que estaba ocurriendo lo que menos quería que pasara, me estaba enamorando.

Continue Reading

You'll Also Like

62.2K 5.9K 29
Ser guardaespaldas de la hija de un mafioso no fue nada fácil para Jeongyeon, su vida está puesta sobre la vida de Nayeon para protegerla cueste lo q...
133K 6.4K 31
Ambos viven en la masía. Desde que se conocen Héctor siempre la ha molestado. Y ella no piensa nada bueno del él. Pero todo cambiará tras un trabajo...
87.8K 5.1K 27
Chiara, una farmacéutica profesional y dispuesta a la que el mundo se le pone patas arriba por una pelirroja sin receta. ⚠️ +18 (incluye contenido ex...
87.9K 11.6K 50
Elladora Black es la hija menor de Orion y Walburga criada para ser una sangre pura perfecta, sin embargo no es lo que planearon. Narcisista, egoíst...