—Si no quieres ir, deberías decirlo —hablo Auguste.
Liana alzó una ceja y le palmeó el brazo.
—Si quiero ir, deja de intentar que cambie de opinión.
—¿Entonces por qué te ves tan triste?
—Porque los chicos no contestan mis llamadas —Liana miro su celular con tristeza—, me siento media vacía sin tenerlos aquí molestándome.
Auguste no dijo nada, pero Liana pudo notar que parecía disgustado.
—Supongo que debo darle espacio —Liana volvió a golpear el brazo de Auguste—. ¿Si entiendes que Junior tampoco tenía la culpa de nada verdad?, tu y mi papá tienen la culpa por mantenerse tanto tiempo callados.
—No quieras que me ponga contento porque extrañas a tu ex.
—No es mi ex... bueno, solo salimos poco tiempo y es mucho más que eso —Liana se sonrojo, aun no tenía el valor para decirle que todo fue una mentira—, Junior siempre será parte de mi vida, así que ve dándote la idea.
Auguste miró disgustado a Liana, esta se cruzó de brazos con una mirada severa.
—Femme comblée —Auguste suspiro y la atrajo para sostenerla en sus brazos—, vas a ser mi muerte ¿No es así?
Liana le dio un beso tímido.
—Supongo que debo darle espacio.
—Mucho espacio —bromeo Auguste—, superarte no debe ser algo fácil.
Gabriela irrumpió en la habitación con un traje dentro de un protector que lo ocultaba. Les brindo una gran sonrisa al verlos.
—Ya es tiempo de que te cambies Liana —sonrió Gabriela—, Auguste, ve con los demás. Deben estar preguntándose dónde estás y causarán un gran escándalo si saben que estás a solas con Liana en mi habitación.
Auguste le agradeció a Gabriela y salió de la habitación despidiéndose de Liana con dramatismo porque no estaría para despedirla con los demás. La semidemonio los ayudó a tener un momento a solas ya que todos andaban algo tensos al saber que Liana se escapó para dormir junto a Auguste. Si bien no había pasado nada más que besos entre ellos. Todos culpaban al pobre alfa francés de sobrepasarse con Liana.
Para sorpresa de la adolescente, Gabriela era su única aliada. Ella estaba entusiasmada con la relación y ofreció su ayuda para que puedan verse sin interferencia de los demás. Liana suponía que era porque le recordaba su propia historia.
—Qué bueno que mande hacerte el uniforme del escuadrón desde hace semanas —dijo Gabriela sacándolo de su funda—, si no, tendrías que haberte puesto el mío y no hubieran cabido.
Liana sonrió mientras Gabriela le ayudaba a ponerse el uniforme algo complicado de vestir, ya que eran varias piezas y ornamentos. Tuvo la mala idea, como todos los demás, de que cuando Gabriela se enterara que se iban a una misión de ella iba a hacer un gran berrinche, pero para sorpresa de todos parecía feliz de librarse de ir a las tierras libres.
—Lidiar con el frio y esa gente me hubiera causado estrés —había dicho con mala cara—, posiblemente tendría que contener las ganas de quemar a toda la gente que nos mira mal.
Cuando terminó de ayudarle a ponerle el complicado uniforme le insistió para peinarla y maquillarla un poco. Liana accedió solo porque en ese momento tenía que ir lo más presentable posible porque estaría dando la cara por el Reino.
—Estas preciosa —Gabriela término de aplicarle un poco de rubor—, ¿Cuándo creciste tanto?, siento que fue ayer que tu mamá te trajo en brazos para presentarte.
Liana sintió un golpe de nostalgia.
—No te felicite —dijo de pronto.
Gabriela sacudía su brocha de maquillaje.
—¿Por qué?
—Por la venida de tu hijo y por... por todo —Liana se sentía tan tonta en ese momento, tanto tiempo sintiendo celos por Gabriela sin darse cuenta de que solo provocaba alejarse de ella.
Gabriela la miró sin entender, pero de igual manera la abrazo.
—Vas a estar bien —Gabriela le acomodo el cabello—, sé que todo es muy abrumador, pero podrás manejarlo. Sólo grítales a los tarados y mantente firme, ser mujer en esta familia es algo difícil porque esta llena de hombres idiotas temperamentales, pero sé que podrás hacerlo. Y no te preocupes de lo tuyo con Auguste, al final van a lograr estar juntos a pesar de todo.
Liana asintió mientras Gabriela le ponía lo único que faltaba del uniforme, una capa que por encima era negra con adornos dorados y por dentro era roja.
—Siento que este uniforme es demasiado —hablo Liana sintiendo la capa sobre sus hombros—, esta pesadísima y estoy que me sofoco.
—Está reforzada por qué van a un clima frío —explicó Gabriela—, y cuando me toque ponerme el mío pienso agregarle más medallas y joyas, tiene que reflejar mi personalidad.
Las dos salieron de la habitación de Gabriela en el palacio y se dirigieron a los jardines donde todos estaban esperándolas. Ya que de ahí desaparecerían para transportarse a las tierras libres.
Liam, Bael , Estefan, Theo estaban vestidos con sus uniformes de gala del escuadrón del príncipe heredero. Taylor que también los acompañaría se había puesto su uniforme de cazadora que Theo le regaló, con los colores parecidos a los uniformes reales pero hecho de cuero y con armas colgando de ella por todos lados.
Fue Jaime el que se acercó a ella primero y la abrazo, Liana sonrió al ver las expresiones algo asombradas al ver a Jaime tan cariñoso con alguien, pero Liana lo apretujo más porque este era su verdadero padre con ella. No el que mostraba hacia los demás.
—Estoy muy orgulloso de ti —Jaime le apretó los hombros con afecto—, sé que lo harás increíble.
—Por la diosa, hasta yo estoy nervioso —lloriqueó Liam en alto—, ¿No son estas capas muy pretenciosas?, pensé que nunca la usaríamos más que en las ceremonias.
—Están yendo a un lugar que no está en nuestra soberanía, deben ir con sus mejores galas mostrando su respeto —Oliver palmeo la espalda de su hijo—, lo harán muy bien, confió en ti.
—Nosotros también fuimos a nuestra primera misión fuera del Reino casi a la misma edad de ustedes —Alex abrazaba a Estefan que tenía cara de fastidiado—, es como si fuera ayer.
—Yo solo tengo feos recuerdos de esa misión —gruño Alan—, éramos felices y de pronto entró la llorona, el neurótico y el traidor en nuestras vidas arruinándolo todo. Espero que ustedes no traigan a nadie por el amor a la diosa luna.
—No seas aguafiestas —Dylan le acomodo el cuello a su hijo—, por favor, Theo de mi corazón, no dejes que lo arruinen todo.
—Si Theo, espero que sepas guiarlos y evitar que se sobrepasen —Oliver le sonrió.
—Estamos aquí —gruño Bael—, y los escuchamos.
—Si necesitan ayuda solo me llaman —Alan se cruzó de brazos—, llegaré de inmediato si algo pasa y los cremare.
—Tráiganme algún recuerdo bonito —Gabriela sujeto el brazo de su padre—, espero que no se demoren tanto, quiero mostrarles la nueva habitación del bebé.
Todos se colocaron en sus lugares para que Bael y Estefan los teletransportaran, Leia llegó corriendo para besar a Liam rápidamente como despedida.
Cuando algunas risas y aclaraciones de garganta se intensificaron, ellos dos se separaron.
—No te demores ¿sí? —Leia se aferraba a Liam—, te voy a extrañar mucho.
—Yo también te voy a extrañar mi amor —Liam la abrazó con fuerza—, este tiempo separados será un tormento para mí.
—Ay por el amor a la diosa, solo nos vamos unos días —gruñó Estefan con cara de asco—, ¿ya hablaste con el soquete, Teodoro?
Leia le sonrió, ya estaba totalmente acostumbrada a Estefan y su mal genio.
—Ya llamé a Clark, los están esperando en este momento —Leia le dio un último beso a Liam—, dice que todos están muy nerviosos, así que no sean atemorizantes.
—¿Bael y Estefan atemorizantes? —Theo bufo—, si ellos son unos lindos cachorritos.
Los dos semidemonios le dieron un golpe en la cabeza a Theo.
Taylor sacó su cuchilla de jade bañada en sangre angelical que Jaime le regaló y los amenazó con la mirada.
Se acomodaron despidiéndose de todos nuevamente y desapareciendo segundos después.
—Que la diosa luna nos ampare —habló Dylan—, esperemos que todo salga bien.
***
Clark no había pegado el ojo en toda la noche, estaba tan nervioso que le sudaban partes del cuerpo que antes no le habían sudado. No era el único en la manada que estaba nervioso, todos se habían vuelto locos al saber que el príncipe y su escuadrón llegarían al día siguiente. Todos intentaron dejar la manada lo más decente posible, cosa que fue algo difícil porque todos estaban amontonados por los refugiados, incluso acampaban en las calles.
No obstante, a Clark ya poco le preocupaba el resultado de las conversaciones, a Clark le preocupaba cómo reaccionarían al hecho de que en ese lugar se encontraba la mate escondida del príncipe Bael.
Si bien lo conocía, jamás lo había visto en acción. Las historias sobre él y su poder eran terroríficas, alas de fuego, invocaciones demoníacas, el poder de invocar un ejército de soldados de fuego, la fuerza de mil hombres. Clark podía imaginar lo que quedaría de su manada si él pensara que ellos la habían escondido de él todo ese tiempo.
Lo único que lo tranquilizaba es que el príncipe Liam estaba ahí y que, si le explicaba la situación, tal vez podría hacerle entender que ellos no tenían la culpa de que esa mujer estaba ahí.
Había pensado amarrar a Jess y a su hijo por si escapan o algo así, pero posiblemente eso se vería peor.
—¿Si son tus amigos no? —Bruce lo miró interrogante—. Por qué pareces más nervioso que todos los alfas juntos.
Clark miró a los alfas parados a lado de él, no debería estar parado ahí con ellos por cuestiones de rango, pero ya que él era quien conocía a los visitantes decidieron que él debía estar presente en su llegada a las afueras de la entrada de la manada.
—Estoy nervioso por si algo sale mal —Clark susurro—, si eso sucede será completamente mi culpa, no lo pensé hasta ahora.
Bruce sonrió y golpeó su hombro con el suyo.
—Siempre tienes que hacer las cosas a lo grande —su hermano lo miraba con cariño—, era lógico, si alguien iba a hacer algo tan grande como traer al maldito príncipe heredero del Reino de los hombres lobos después de 300 años de conflicto, ese serias tu.
Escucharon a la gente que estaba amontonada en la entrada de la manada, todos estaban ansiosos por conocer al príncipe heredero.
Clark miró al cielo, se encomendó a la diosa luna y esperaba que todo saliera bien.
Entonces un sonido de un chasquido y una luz destellante los segó unos segundos. Unos metros delante de ellos apareció ante ellos un grupo peculiar.
Clark alzó una ceja, sabía que vendrían elegantes, pero no en sus mejores galas.
Liam fue el primero en avanzar junto a Estefan y Bael que lo cubrían, a mitad de camino los alcanzó Clark.
Este no se pudo contener.
—¿Quiénes se supone que son? —bromeó—. ¿Los vulturi?
—Sabía que las capas eran demasiado —gruñó Bael.
—Yo creo que me dan personalidad —replicó Estefan—, tú estás vestido como campesino zopenco, así que mejor no hables.
—Es un gusto verte de nuevo —Liam le sonrió a Clark—, perdón por llegar tan rápido, Leia me contó que casi te infartas cuando te enteraste de que llegábamos hoy.
—Los que se infartan son los de atrás —señaló Clark—, creo que deberíamos acercarnos y saludarlos más apropiadamente, ya saben, se supone que ustedes están en conflicto con nosotros y todas esas cosas.
Liam le hizo la seña a Theo para que los demás los alcanzaran y así todos juntos se acercaron a los alfas.
El príncipe sabía de antemano que ellos debían debatirse si tenían que hacerle reverencia o no, después de todo, aunque en los últimos años había paz entre el reino y las tierras libres. El conflicto empezó porque las tierras libres no aceptaban como gobernante a su familia. Así que Liam hizo una corta reverencia en forma de respeto ante todo los alfas presentes.
—Es un honor estar delante de ustedes y agradezco en nombre de mi padre y el Reino de los hombres lobos que me permitieran visitarlos —Liam se levantó de la reverencia y los miró solemne—, soy el príncipe Liam Moore y les presento mis respetos.
Los alfas remedaron su reverencia algo pasmados.
—Estos son los príncipes Bael y Estefan Hoffman, pertenecientes a mi escuadrón —Liam empezó las presentaciones mientras que cada uno de sus acompañantes que hacían una reverencia, aunque Estefan y Bael habían estado algo reacios a hacerlo—, me beta Theo Hutton y su pareja Taylor, que es una cazadora brillante y que hoy ha venido como mi escolta y por último Liana Dickens, también perteneciente a mi escuadrón.
—Este es Inuk Alutiik, alfa de esta manada y su beta Bruce Brown, mi hermano —le indicó Clark.
—Es un placer —Liam se quedó mirando un poco a Bruce—, Clark nos habló mucho de ustedes.
—El gran honor es para mí, su alteza real —Inuk estrecho su mano con nerviosismo—, jamás creí que alguien como usted visitaría esta humilde manada.
Les presentaron a los demás alfas presentes, Bael olfateaba todo con extrañeza. Era como si algunos olores hubieran sido bloqueados por magia.
Empezaron a ingresar a la manada entre gritos y aplausos, el temor de Liam de ser recibidos con odio se disipó. Eso no evitó que Estefan y Bael estuvieran totalmente alerta, después de todo su mayor deber en su vida era proteger a su futuro Rey.
El cual estaba intentando abrazar a cualquiera que se le acercara.
—Por la diosa —Estefan miró a Bael—. ¿Qué vamos a hacer con él?