Tik Tok Tae! [kth + jjk]

By MsCloudCream

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Jungkook se unió a aquel trend popular en la plataforma de Tik Tok, y no esperó que aquello lo llevase a reen... More

Próximamente...
Nota de autora
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6* ¡Error!
Capítulo 7**
Capítulo 8
Especial San Valentín
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Especial Halloween
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Regreso
Capítulo 30
capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41: Final.
IG + Especiales

Capítulo 26

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By MsCloudCream

Jungkook abrió los ojos para despertar a una pesadilla.

Miró el techo de su habitación con los labios entreabiertos, respirando pesado mientras los berridos de un bebé se colaban a través de las paredes del diminuto departamento al que había intentado llamar hogar.

Puso su brazo sobre su rostro, contando hasta diez y se levantó para caminar fuera de su cuarto. La casa olía a fórmula de leche para bebés, el silencio siendo roto por el llanto y los gritos del niño en el cuarto de al lado.

Casi por instinto, Jungkook llevó una mano a su vientre plano pero blando. Podía sentir bajo la fina camisa de pijama la hinchada cicatriz que aún estaba curando. A pesar de que la presionó un poco, no sintió ningún dolor.

—HyeSung... —El aire escapó de su garganta en forma de nombre mientras, desde la entrada del cuarto, veía la cuna de madera en una de las esquinas. Tragó saliva antes de acercarse—. Hey... pequeño, ¿qué pasa?

Su voz, apenas un susurro, no se escuchaba sobre el llanto del niño.

El pecho de Jungkook dio un tirón que era conocido. Lo llevaba sintiendo meses. Desde que fue al hospital por un dolor agudo en el estómago y no sólo salió con el certificado de M-preg, sino también con el que verificaba que estaba esperando un hijo.

Un hijo, un hijo... Oh, pero Jungkook ni siquiera había cumplido 19 años aún, ¿cómo podría ser padre?

—¿Tienes hambre, HyeSung? —Habló con voz abandonada, buscando a ciegas el biberón que había dejado sobre la repisa la última vez que le dio de comer.

No solo era un error de la naturaleza, sino que ni siquiera estaba bien hecho para ello. Su pecho nunca podría lactar al bebé al que daría a luz, como lo hacen las mujeres.

El bebé estaba rojo por gritar con tanta fuerza. Sólo tenía tres meses, pero sus pulmones eran fuertes. Significaba que estaba sano.

Ese bebé estaba sano.

Su bebé estaba sano.

Esa cara roja de ojos grandes y apretados era su bebé. Suyo. Él lo había parido, la cicatriz en su abdomen lo demostraba.

Los hombres jamás podrían dar a luz naturalmente; sus caderas eran demasiado estrechas incluso habiendo pasado por un embarazo, y el canal que unía el útero con el recto se desgarraría. Por eso lo habrían abierto mientras Jungkook, sin saber si seguía consciente o no, lloraba en silencio.

No sintió nada, ni un cosquilleo cuando cortaron su piel, pero ese momento sintió el mayor dolor jamás experimentado.

Todavía recordaba la primera vez que vio su cara, dos días después del parto. Todo rojo y con los ojos cerrados. Parecía más una rata que un humano.

¿Cómo ese bebé era su hijo? Había llegado para arruinarlo todo, para arruinarlo a él.

Meses después lo veía en la barata cuna llorando desgarradoramente. Tomó al niño en brazos, viendo cómo este se sacudía por los hipidos. Nuevamente esa angustia lo atacó y Jungkook tuvo miedo de dejar caer a HyeSung, pero lo mantuvo firme contra su pecho, meciendolo para relajarlo.

—Deja de llorar, deja de llorar... —Susurró, sus ojos cerrándose por el sueño y la desesperación.

Le preparó otro biberón y le cambió el pañal. Y aunque a momentos parecía calmarse, el llanto desgarrador siempre volvía pocos segundos después, de modo que cuando el adolescente lo volvió a dejar sobre su cuna, HyeSung seguía llorando.

—HyeSung, deja de llorar —Jungkook sollozó descontrolado un instante después, su hijo aún berreando sobre el fino colchón sin intenciones de parar.

El aire empezó a faltarle, no pudo enfocar su mirada y sólo pudo retroceder hasta chocar contra la pared contraria, negándo con la cabeza.

Por qué dolía tanto, por qué lo odiaba tanto... Él lo había parido. Era su hijo, ¡se alimentó de su sangre y sus entrañas, de toda su esperanza! ¿Por qué entonces no podía hacer que dejara de llorar, al menos?

Su caja torácica se comprimió como si le estuvieran pisando, sus pulmones encogiéndose al tamaño de su esperanza. Todo se volvió aún más oscuro cuando las lágrimas nublaron su visión momentáneamente.

Se deslizó hasta el suelo, atrayendo sus rodillas hacia su pecho.

Jungkook se puso a llorar desesperado porque no podía hacer que dejara de llorar, golpeando su cabeza mientras ocultaba su cara entre sus rodillas, sentado contra la pared cerca de la cuna.

No para de llorar.

No puedo hacer que deje de llorar.

Soltó un sollozo lastimero, ahogándose con su propia saliva mientras una de sus manos iba a su abdomen, rascando su herida con tanta fuerza que parecía querer volversela a abrir.

Sucio.

Asqueroso.

Repugnante.

Antinatural.

Cuánto daño había hecho Jeon HyunSuk.

...

Jungkook despertó en medio de la noche por el llanto entrecortado de su hijo.

Su respiración resonó en sus oídos un instante.

Luego, se enderezó de golpe para ubicarse antes de recordar que estaba en la habitación de Taehyung. Llevó una mano a su vientre de forma inconsciente, tanteando su abdomen y suspirando casi con alivio al no sentir la piel hinchada de una herida reciente.

Las persianas estaban cerradas por lo que no entraba ni siquiera la luz de la luna. Soltó un suspiro alargado y retiró las mantas de su cuerpo. El ambiente en la casa era cálido.

Salió de la habitación sin siquiera mirar el monitor de bebés del que venía el llanto, con los ojos entrecerrados por el sueño. Cruzó el pasillo hasta la habitación de invitados. La puerta estaba entreabierta, y lo primero que sus ojos captaron en la oscuridad de la habitación fue el cuerpo de Taehyung en su cama, apoyado contra la pared.

Jungkook se apoyó en el marco de la puerta, cruzando sus brazos de tal forma que sus músculos se flexionaron, sonriendo suavemente antes la escena.

HyeSung estaba sentado en su regazo, inclinado hacia adelante de tal forma que su pequeño rostro quedaba sobre el pecho de Taehyung para que escuchara su corazón. El chico acariciaba su espaldita de arriba a abajo y tararea con voz ronca, cabeceando por el sueño al estar medio dormido.

—¿Tae? —Se acercó con delicadeza, acariciando su mejilla para llamar su atención. Los ojos oscuros del chico encontraron los de Jungkook y le dedicó una sonrisa pequeña.

—Perdón, no quería despertarte —Susurró, sintiendo como el infante se removía contra su pecho, lloriqueando un poco.

HyeSung parecía tan pequeño contra el cuerpo de Taehyung, tan vulnerable a medida que sus sollozos fuertes se iban apagando, dejando nada más que los hipidos al ritmo del latido de su padre...

Jungkook dejó escapar el aire, sintiéndose enternecido de ver a sus dos amores compartiendo un momento así.

—Vuelve a la cama, Kook —Volvió a hablar Taehyung en voz baja, su tono ronco provocó un escalofrío que recorrió la espalda del peliazul de forma placentera—, yo me encargo de volver a acostar a Sung.

—¿Estás seguro? —Le preguntó con duda y el pelinegro le dedicó una sonrisa despreocupada aunque somnolienta.

—Sí, no te preocupes. ¿Puedes decirme dónde están los pañales?

Jungkook sacó un recambio y también toallitas húmedas para limpiar a HyeSung. Después, se acercó a su hijo y dejó un beso sobre su cabello. El infante alzó su rostro manchado por las lágrimas para mirar a su padre, sus ojitos grandes y brillantes como los de un animalito lo observaron un instante antes de volver a esconderse contra Taehyung, frotando su naricita contra su pecho.

—Avísame si necesitas algo, ¿está bien? —Susurró Jungkook después, inclinándose sobre el otro para darle un beso casto que terminó con un chasquido.

El camino de vuelta a la habitación de su novio fue silencioso. Cuando se recostó sobre el colchón y miró el techo, su mano volvió a bajar a su abdomen, acariciando por debajo de su camisa. Si cerraba los ojos, todavía podía sentir el aliento de Taehyung acariciando su cicatriz, subiendo y bajando. Sus ojos atentos, sus manos sutiles, sus labios hambrientos...

¿Cómo es que apenas habían pasado unas horas desde que lo había tenido así?

Soltó un suspiro y miró el intercomunicador para bebés. La pequeña pantalla en blanco y negro mostraba a Taehyung con HyeSung en brazos, levantado y preparando el pañal y las toallas humedas.

Un rato después, Jungkook volvió a mirar y vio el momento exacto en el que el pelinegro dejaba un beso lleno de cariño en la frente de su hijo. Cuando el colchón volvió a hundirse a su lado, el reloj en la mesilla de noche marcaba las cuatro menos cuarto de la mañana.

—¿Estás bien? —La voz de Taehyung llegó a sus oídos a la vez que una de sus manos se colaba bajo su ropa, acariciando sobre la mano de Jungkook en su abdomen—. Antes estabas balbuceando en sueños. No he querido despertarte, pero no sabía si era una pesadilla...

—Estoy bien, Tae —aseguró el peliazul y giró su rostro para sonreírle. El mayor estaba boca abajo, con su brazo estirado para alcanzar la anatomía de Jungkook—. He soñado sobre cuando Hye nació...

Taehyung lo miró en silencio, esperando a que dijera algo más en caso de que fuera a continuar. Y lo hizo; Jungkook habló con los ojos nuevamente sobre el techo vacío sobre sus cabezas.

—Era tan pequeñito... —Susurró, perdiéndose un instante en su propia mente, en un gran almacén de recuerdos manchados por un dolor agudo en el pecho y en el alma—. La cosa más pequeñita que había visto jamás... Deberías haberlo visto. Me cabía en un solo brazo.

—Debió ser increíblemente precioso —Respondió Taehyung, sus ojos brillando a pesar de la ausencia de luz.

—Seamos honestos, los recién nacidos nunca son bonitos —Jungkook soltó una risita y lo miró—. Estaba todo rojo y arrugado. Nació con ocho meses así que tuvieron que llevárselo a las incubadoras para tenerlo en observación. Al principio no entendía cómo ese bebé había salido de mi. Que era mi hijo. Era cómo ver la cara de alguien extraño.

—Me contaste sobre eso hace un tiempo —recordó el pelinegro, acariciando los nudillos del menor con cariño mientras lo escuchaba—. ¿Fue así por mucho tiempo?

—El suficiente para hacerme a la idea, supongo —susurró, sintiéndose reconfortado por el calor de la mano de Taehyung sobre la suya y su presencia tan cerca de él—. Luego, simplemente, de entre el dolor empezó a crecer el cariño. Te juro que no sé como empezó un sentimiento así en un lugar tan podrido, pero lo hizo. Fue duro y lento, no me malentiendas. Fue un proceso. Y aún hoy en día sigo a veces luchando contra toda esa podredumbre que habita en mi.

—Imagino que no es fácil afrontar todo eso. Estoy orgulloso de que lo hicieras... —Taehyung susurró, entrelazando sus dedos con los de Jungkook y llevando sus manos a sus labios para besar los nudillos de los dedos del peliazul.

Hubo un momento de silencio, en el que el peliazul seguía mirando el cielo y el mayor lo miraba a él.

—¿Puedo hablarte sobre algo? —preguntó Jungkook en voz baja un rato después.

—Sobre lo que quieras.

—Pero es algo más duro. Está bien si prefieres no escucharlo —insistió y Taehyung volvió a dejar un besos en sus dedos—. Es sobre mi familia.

—Nunca hablas de tu familia.

—Lo sé —suspiró pesado, girándose para quedar recostado de lado y mirar directamente a los ojos del otro—. Quiero que me pares si digo cualquier cosa que te incomoda, ¿está bien? Porque no quiero hablar sobre algo que puede hacerte sentir mal o incómodo.

—Sólo dilo, Kook, voy a estar bien —insistió con seguridad, dando un apretón a sus manos entrelazadas.

El menor lo pensó un instante antes de hablar, dudando. Tuvo que cerrar los ojos y respirar profundo para ganar confianza, porque, por alguna razón, realmente quería decirle a Taehyung aquello. Quería que lo supiera.

Porque Jungkook tenía que sanar y antes que verbalizar aquello por primera vez frente a un terapeuta desconocido, prefería decírselo a Taehyung. Prefería que fueran las palabras del pelinegro, amables y cariñosas, las primeras en hablar luego de que Jungkook contase su pasado.

—La primera persona que supo de mi embarazo fue mi padre —susurró—. Se lo dije tres días después de que supiera los resultados. Fui al hospital porque pensé que tendría alguna intoxicación alimenticia. Vomitaba mucho, la comida me daba asco...

—Pero no era eso, ¿no? —Taehyung lo miró atento, siguiendo con sus ojos los labios de Jungkook a medida que hablaba.

—No. Era un embarazo de un mes.

—¿Y qué dijo tu padre, Jungkook?

Nuevamente hubo un silencio. El menor intentó encontrar las palabras adecuadas, pero parecía que no existían. Así que simplemente usó las palabras más cercanas.

—No me respondió —susurró—. Me miró durante minutos, en silencio. Yo estaba que me moría del miedo; papá siempre había sido mi mayor apoyo y lo admiraba muchísimo. Lo quería como no tienes idea. Pero creo que él dejó de amarme luego de eso.

—No creo que eso sea cierto, Kook —Taehyung lo miró preocupado, acariciando el dorso de su mano con cariño—. Un padre no podría dejar de amar a un hijo por algo así. Mucho menos a alguien como tú.

—Lo hizo, de verdad. Al menos, me gustaba pensar que el amor no había desaparecido, sólo que el odio se volvió más fuerte. Pero no fue así, papá no me odiaba. Simplemente ya no me amaba y repudiaba lo que era.

Las pupilas temblorosas de Jungkook recorrieron el rostro confundido de Taehyung. Por un instante, recordó a su padre. Pero al hombre que fue, mucho antes de aquello, su padre, su héroe. El que lo llevaba sobre sus pies y lo elevaba sobre su cabeza. El que besaba todo su rostro y le sonreía y le curaba las heridas y lo arropaba y jugaba con él en el barro sin importar si se manchaba su ropa.

Al padre que quería a su hijo.

No al monstruo en el que se convirtió después.

Y Jungkook sintió ganas de llorar, porque ese hombre que lo quería no había existido hace tanto. Sólo habían pasado dos años. Dos años atrás Jeon Jungkook era inmensamente amado por su familia.

—Después de que se lo dije, papá dejó de acompañarme cada vez que vomitaba de madrugada —continuó con voz temblorosa—. Y dejó de sonreír cuando me veía por la mañana, dejó de saludarme con un beso en la frente, dejó de hablarme. Me convertí en un fantasma; en el fantasma de lo que mi padre alguna vez quiso, mientras lidiaba con el miedo y la incertidumbre.

—Está bien si quieres dejar de hablar por ahora, Jungkook —Taehyung se acercó más a él, rodeándolo con sus brazos cuando vio los ojos angustiados del peliazul temblar por las lágrimas contenidas—. Puedes llorar. Te tengo, y no te voy a dejar ir.

—Lo siento, es que —su voz se cortó bruscamente en un jadeo asfixiado—, decirlo en voz alta es como... si volviera a ese tiempo. Y no quiero volver, tengo miedo de que recordar me haga quedarme estancado y arruinarlo todo otra vez —sollozó.

—No vas a arruinar nada, Kook. No es tu culpa —Susurró el mayor suavemente, dejando caricias en su nuca mientras lo acurrucaba contra él—. Debe ser muy duro para tí y lamento que tengas que vivir con eso.

Jungkook escondió su rostro en el hombro de Taehyung y dejó apenas un suave beso en la zona antes de pasar sus brazos por la cintura del mayor y cerrar los ojos.

Dejó que el calor de su cuerpo fuera lo que lo alejase de los recuerdos, y se forzó a recordar, una y otra vez, que él era Jeon Jungkook y que era padre.

Padre de un hijo que amaba y siempre amaría.

No dejaría que la negación y la disociación lo vencieran en ese momento. Se quedaría en el presente, donde Taehyung lo abrazaba y HyeSung dormía en una habitación a unos metros.

Tardó un rato en poder calmarse, con las caricias y las palabras lindas de Taehyung, que lo sostuvo sin titubear. Podía sentir un pequeño temblor en sus manos y su corazón algo inquieto, aún así.

Poco a poco la respiración de ambos se fue volviendo lenta, y Jungkook se sintió aliviado de no haber tenido un ataque de ansiedad.

—Hicieron cosas horribles, Tae —susurró después de un rato—. Siento no poder decirlo. Creo que... Seokjin me dijo que podía recomendarme un terapeuta en Busan. Voy a empezar a ir.

—Me alegro que hayas tomado la decisión —dijo con dulzura, apartando el flequillo de Jungkook para poder ver mejor su rostro y dejó un beso en su frente tan lleno de cariño que se le encogió el pecho—. No hace falta que me lo cuentes ahora, tampoco. Estaré para escucharte cuando lo necesites, pero no te fuerces. Lo importante ahora es que puedas sanar poco a poco.

Jungkook sonrió antes sus palabras.

—Me hubiera gustado conocerte antes —confesó el peliazul con una risita.

—Ya nos conocíamos, sólo faltaba volver a encontrarnos —le recordó Taehyung con diversión, volviendo a besar su frente para luego acomodarse sobre el colchón y atraer a Jungkook hacía sus brazos—. Ahora deberíamos dormir antes de que se haga más tarde. Mañana vamos a tener que aprovechar el día.

El menor hizo un sonidito de afirmación y cerró los ojos, envolviendo sus brazos en la cintura de Taehyung. Le gustaba sentirse protegido por él; a pesar de que Jungkook era algo más musculoso, Tae transmitía una seguridad y una calidez agradable.

Acabó con la cabeza del mayor sobre su pecho, y él mirando el techo en silencio, sintiendo su propio corazón golpear contra su pecho.

No le dijo A Taehyung que no tenía sueño, ni que tenía miedo de dormir y tener una pesadilla. Aún así cerró los ojos e intentó descansar, pensando que, en el presente, lo único que podía hacerle daño era su mente. Y que podía contra ella, porque ya había vencido antes.

No tuvo ninguna pesadilla, y cayó dormido con el pensamiento de que el pirata y el dragón habían encontrado el mayor de los tesoros:

Un artista con corazón hermoso que había estado esperando por ellos toda una vida.





...


Lo primero que Taehyung escuchó al despertar fue la risa de HyeSung.

Todavía con los ojos cerrados, sus agudas carcajadas surcaban las paredes y los sacaron del sueño lentamente. Jungkook todavía estaba dormido a su lado, boca abajo. La noche anterior había sido cansada, tanto para bien como para mal, así que era normal que estuviese agotado.

Además, después de haber recordado cosas traumáticas de su pasado, Taehyung temió que su sueño pesado fuera parecido al que tuvo la primera noche que pasó en Daegu: el agotamiento por su depresión.

Se enderezó y se estiró sobre el cuerpo del peliazul para agarrar el monitor de bebés. En la pantalla en blanco y negro podía ver a HyeSung de pie sobre su cama y a su madre estirando sus brazos para tomarlo con una amplia sonrisa.

Al parecer Yoosang había ido a despertar a HyeSung y el infante parecía más que feliz por ver a su abuela. El pelinegro también se levantó de la cama luego de asegurarse de que Jungkook seguía dormido, saliendo de la habitación con cuidado y volviendo a cerrar la puerta.

Su mamá también estaba saliendo de la habitación de invitados en ese momento y le dedicó una sonrisa al verlo:

—Tienes el pelo alborotado —dio un paso hacia adelante y con la mano que no sostenía a HyeSung intentó acomodar algunos mechones rebeldes.

Taehyung había heredado el cabello ondulado de su madre, siendo un especial desorden por las mañanas. Siempre despertaba con el pelo enredado y peinarlo, sobre todo cuando era más pequeño y revoltoso, era toda una batalla.

Su padre había aprendido a lidiar con sus pequeños ricitos que con el tiempo fueron alisandose, pero Yoosang, que tenía el pelo completamente lacio, tardó más tiempo en aprender a controlarlos.

—Acabo de despertarme, perdón —se avergonzó un poco e intentó peinar sus pelos. Luego miró a Hyesung en brazos de su madre y sonrió enternecido al verlo con los ojitos hinchados por el sueño—. Hola, dragoncito —se inclinó para dejar un beso lleno de dulzura en su frente.

El infante soltó una carcajada y estiró sus brazos hacia el chico.

—¿Quieres ir con papá Tae? —Yoosang miró al niño y luego lo acercó para que lo tomara Taehyung, quien le dedicó una mirada entrecerrada.

—Mamá —advirtió—. Ya te he dicho que todavía no es nada oficial, no digas esas cosas...

Aunque en el fondo lo sentía y lo deseaba.

—Tae, cielo, a estas alturas... —Ella suspiró con una pequeña sonrisa—. Él te quiere como un padre. En cuanto se ha despertado, a empezado a decir "papá y papá Tae". ¡Incluso me ha llamado "abuela"!

El pelinegro mordió su labio inferior para contener la ternura que escuchar eso le provocó. Su pecho se sintió cálido al saber que HyeSung los aceptaba como su familia tan fácilmente.

—Además, miralo. Es tan parecido a tí cuando eras pequeño... —Yoosang continuó.

Taehyung acomodó al niño en sus brazos y HyeSung no dudó en abrazar su cuello y apoyar su cabecita contra sus clavículas.

—¿Qué dices, mamá? Tiene hasta los ojos de Jungkook —el pelinegro rodó los ojos, sin creer lo que ella le decía. Yoosang lo había cuidado desde que Tae era un poco más grande que HyeSung, empezó a formar parte de su vida cuando tenía tres o cuatro años y sus padres empezaron a salir oficialmente cuando cumplió los cinco. A todas luces, era su madre en cada aspecto.

A medida que crecía le conflictuó un poco entender su relación y conciliarse con el concepto de familia: Quería Yoosang como a su propia madre, pero eso no significó dejar de querer a su madre biológica como a una madre, a pesar de que apenas la veía.

Hoy en día se mantenían en contacto aunque su relación no era especialmente estrecha: Le había contado de HyeSung y Jungkook y ella estaba feliz de que Taehyung estuviera feliz por ello.

Por eso era capaz de entender tan bien cuando Jungkook le expresaba su conflicto con amar a su hijo y amar lo que fue antes de ser padre. Querer dos cosas contrarias parece incompatible, pero es, de hecho, parte de sentir.

—Sí, definitivamente se parece a su padre —Yoosang asintió de acuerdo—. Pero míralo: tiene la misma sonrisa que tú tenías de pequeño —le señaló con una amplia sonrisa enternecida—. Y tu pelo rebelde al despertar.

Taehyung se mantuvo callado un momento y dirigió la mirada hacia su pequeño dragoncito. Quizás tenía razón, y pensar en eso hacía más grandes sus esperanzas de que el test de paternidad diera como resultado una similitud genética.

HyeSung tenía una peculiar sonrisa con forma rectangular, aunque los bordes de su boca se alzaban de la misma forma en la que lo hacía la de Jungkook al sonreír. Era una mezcla perfecta de ambos: ¿cabía alguna duda de que Taehyung era su padre?

—¿Jungkook aún no se ha despertado? —Preguntó la mujer, cambiando de tema.

—Ha tenido una noche agitada, así que debe estar muy cansado.

—Uhum, ya veo —ella sonrió y asintió, empezando a caminar por el pasillo. Taehyung por un momento se avergonzó al imaginar que su madre podía imaginar lo que una noche agitada podía significar—. ¿Vienes a desayunar? Tu padre ha preparado huevos revueltos.

—Claro —Taehyung se apresuró a seguirla y HyeSung empezó a removerse entre sus brazos, lloriqueando bajito y sacudiendo sus piernitas—. ¿Quieres bajar? —preguntó Taehyung lentamente, y el bebé asintió enérgicamente con su cabeza.

Quieo caminar —dijo con voz aguda y sus ojos bien abiertos.

—Está bien, pero con cuidado, ¿sí? —Le advirtió con suavidad y lo dejó en el suelo justo antes de llegar a las escaleras. HyeSung de inmediato correteó con sus pasitos cortos hacia la bajada y Taehyung se apresuró a seguirlo y ponerse delante para que no se cayera.

El infante bajó las escaleras con torpeza, ignorando las manos que Taehyung había puesto a poca distancia de su cuerpo para agarrarlo en caso de que perdiera el equilibrio, y, aparte de un par de tropiezos, no pasó nada, llegando sano y salvo a la primera planta.

HyeSung corrió de inmediato a la cocina, donde fue de inmediato recibido por Yonghwa con voz alegre: el hombre dejó de servir el desayuno y se acuclilló para abrazar y besuquear el rostro de su nieto.

El infante se mostró satisfecho por la atención, aunque luego empezó a buscar a Jungkook y al no encontrarlo alrededor, como era usual, empezó a angustiarse.

—Tranquilo, Sungie —Taehyung se agachó a su altura y acarició su espalda, calmando los hipidos del inminente llanto del pequeño—. Papá Kook está durmiendo. Pero estamos nosotros; papá Tae y los abuelos están aquí —le habló lentamente y con cariño, limpiando sus mejillas con cuidado.

Papá —sollozó, calmandose poco a poco, con un puchero en sus labios.

—¿Quieres ir con él? —le preguntó Taehyung, apartando el cabello oscuro y desordenado del infante de su cara para ver sus hijos, a la vez que HyeSung negaba con la cabeza.

—Quiero papá —y extendió sus bracitos hacia Taehyung, abriendo y cerrando sus manos.

El pelinegro entendió un par de segundos después, atrayéndolo a sus brazos y alzándose del suelo en un abrazo estrecho y consolador.

—¿Quieres desayunar, entonces? —Le ofreció, limpiando los últimos rastros de lágrimas en las mejillas de su hijo.

—Uhum —asintió, escondiendo su carita en el cuello de Tae.

Yoosang se acercó al ver a HyeSung más tranquilo: —¿Está bien?

—Creo que se ha angustiado un poco. No creo que haya estado solo con tanta gente sin su papá cerca —explicó, dejando a HyeSung en la silla que habían acondicionado para él y acercándole uno de los platos que su padre había servido.

—Es entendible. Todo esto debe ser nuevo para él. Lo que me sorprende es que no se haya agobiado antes —El hombre asintió, comprendiendo—. Es un niño muy listo y sociable, ¿no es así, Hye?

El niño no respondió porque ya había empezado a comer, sorbiendo sus mocos de vez en cuando y todavía con expresión de cachorrito abandonado.

Taehyung suspiró una vez estuvo seguro de que HyeSung estaba calmado, y miró las escaleras que llevaban al segundo piso.

—Voy a despertar a Kook, ¿sí?

—¿Estás seguro? —Su madre lo miró con duda, también desayunando—. Si está cansado deberías dejarlo dormir.

—Supongo que tienes razón... —Suspiró, ansioso. Temía que Jungkook despertase y estuviera teniendo algún síntoma o indicio de una de sus crisis.

Quería ahorrarles, tanto al peliazul como a su hijo, un mal trago en caso de que fuera así.

Quería que ni el pirata ni el dragón salieran heridos, porque eran preciados para él.

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