Margarita guardaba un rencor de clase. Nunca había pensado en cómo sería la experiencia de salir con alguien de una clase diferente a la mía. Quien dice que la lucha de clases ha muerto, miente.
Estaba en el Barsovia con Antón. Me acerqué a la barra, esquivando cuerpos sudorosos, peste a colonia, apartando masas de carne humana.
Me quedé de piedra.
La miré. Me miró. Margarita estaba recogiendo vasos de tubo vacios y metiéndolos en un barreño.