No olvides mi voz

By allierngll

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Destiny Felton, una chica cegada por los errores del pasado que encontró luz en la música. Mitchel Gleeson, u... More

🎸
🎸Capítulo Uno
🎸Capítulo Dos
🎸Capítulo Tres
🎸Capítulo Cuatro
🎸Capítulo Cinco
🎸Capítulo Seis
🎸Capítulo Siete
🎸Capítulo Ocho
🎸Capítulo Nueve
🎸Capítulo Diez
🎸Capítulo Once
🎸Capítulo Doce
🎸Capítulo Trece
🎸Capítulo Catorce
🎸Capítulo Quince
🎸Capítulo Dieciséis
🎸Capítulo Diecisiete
🎸Capítulo Dieciocho
🎸Capítulo Diecinueve
🎸Capítulo Veinte
🎸Capítulo Veintiuno
🎸Capítulo Veintidós
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🎸Capítulo Veinticuatro
🎸Capítulo Veinticinco
🎸Capítulo Ventiséis
🎸Capítulo Veintisiete
🎸Capítulo Veintiocho
🎸Capítulo Veintinueve
🎸Capítulo Treinta
🎸Capítulo Treinta y Uno
🎸Capítulo Treinta y Dos
🎸Capítulo Treinta y Tres
🎸Capítulo Treinta y Cuatro
🎸Capítulo Treinta y Cinco
🎸 Capítulo Treinta y Seis
🎸 Capítulo Treinta y Siete
🎸Capítulo Treinta y Ocho
🎸 Capítulo Treinta y Nueve
🎸 Capítulo Cuarenta
🎸 Capítulo Cuarenta y Dos
🎸 Capítulo Cuarenta y Tres
🎸 Capítulo Cuarenta y Cuatro
🎸Capítulo Cuarenta y Cinco

🎸 Capítulo Cuarenta y Uno

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By allierngll


Where's My Love – SYML

DESTINY  

Ese día que regresamos del aeropuerto quedé en avisarle a Corinne el día que me sintiese lista para hablar con el director. Y, justo antes de bajar del auto, se disculpó conmigo. No era quien para juzgarla, sus razones debió de tener para actuar de la forma en la que lo hizo y lo importante era que se había dado cuenta de su error. Les agradecí por haberme llevado y me despedí de ellos para entrar a casa.

Las primeras semanas me sentí como una persona diminuta que no dejaba de correr en círculos sobre un disco de vinilo. Obsesionada con seguir reproduciendo cada instante que pase a su lado con el miedo de que en algún punto llegase a comenzar a olvidarlos.

Me sentaba en el techo inclinado por horas con los auriculares puestos, escuchando el casete que me había regalado y observando la habitación vacía. A veces me gustaba cerrar los ojos e imaginar que se asomaba por la ventana.

En otras ocasiones lo imaginaba sentado al lado de mí. Me rodeaba las piernas con los brazos, buscando reunir cada fragmento de mi corazón roto y dejaba salir las lágrimas. No entraba a casa hasta que sentía el cuerpo entumecido por el frío.

Mis días en la escuela siguieron del mismo modo, intentando concentrarme en las clases y en las pocas tareas que me dejaban. No dejé de asistir a mis citas con el señor Saltzman y en una de ellas hasta me atrevi a contarle que me había dado la oportunidad de recordar lo que sucedió con Saffron y me respondió que estaba orgulloso de mí, pero aún no me sentía lista para contárselo también a él.

Después de eso llegó la semana de vaciones que daban por acción de gracias. Esa noche mis padres organizaron una pequeña cena como todos los años, pero sería la primera en la que no estarían presentes mi amiga y sus padres.

El ambiente se sentía muy tenso y lo único que se escuchaba era el ruido de los cubierto. No entendía el propósito de que estuviésemos celebrando aquella festividad, cuando llevábamos meses sin actuar como una familia de verdad y todos habíamos puesto aunque sea un granito de arena para que así fuese.

Mi madre fue la que dicidio romper con el silencio.

—¿El sobrino de los Gleeson se ha ido?

Dejé de jugar con la comida y levanté la mirada.

—¿Lo conocías? —pregunté extrañada—. Sí, tiene veinte días que se fue.

Asintió con su cabeza.

—Me imagino que no debió ser fácil para ellos el saber que volverían a estar solos —murmuró pensativa.

—No debió serlo.

¿Pero si me refería a ellos?

—Fueron varios meses los que estuvo aquí... —La voz de mi padre me hizo girarme hacia él, y observé cómo se llevaba la copa de vino a la boca—. ¿Se encontraba en año sabático? No creo que en la escuela de donde venga le den tantas vacaciones.

Me aclaré la garganta.

—Es un cantante —le expliqué.

Soltó una risa e intercambió una mirada con mamá.

—Espero que profesional.

Fruncí el ceño.

—De echo, sí. Es muy famoso.

Elevó una ceja mientras se dedicaba a llevarse un poco de comida a la boca y masticarla con lentitud.

—Me imagino que eso lo decía él.

Sentí mis mejillas calentarse.

—¿Por qué haces esto? —le solté con molestia.

—¿Qué cosa?

—Que si las personas no son como quieres que sean no tardas en descartarlas, pensar que son inútiles y que no merecen tu tiempo, incluyendo a tu hija —escupí dolida.

La mesa se había quedado en completo silencio. Mi madre me veía a mí y yo a mi padre. Su expresión se fue ensombreciendo conforme pasaban los segundos. Tenía mis manos en forma de puños sobre las piernas y clavé mis uñas contra las palmas.  El escuchar cómo se reía de Mitchel hizo que me enfureciese y no me arrepentía de haberle dicho eso. Soltó los cubiertos de sus manos y los ubicó a los costados de su plato. Cerré mis ojos para inhalar con profundidad, y después levantar la mirada hacia él.

—Me abandonaste cuando más te necesitaba... —susurré con la voz entrecortada—. Yo solo quería un padre que se mantuviese a mi lado a pesar de que todo gritara que no era de ese modo. No quería que lucharas mis batallas, solo saber que estabas ahí por si en algún momento llegaba a caer.

Mis palabras lograron dejarlo callado, aunque mi plan no haya sido ese. No me di cuenta de que estaba llorando hasta que sentí el sabor salado en mis labios. Mi pecho se sentía comprimido y dolía mucho. Necesitaba sacar todo lo que llevada atorado por meses y que me estaba asfixiando sobre papá.

—Me cansé de esperar a que un día llamaras a mi puerta e hicieras una simple pregunta: ¿estás bien? Y yo te dijese que no... —confesé. Él seguía viéndome con la misma expresión indescifrable en su rostro—. Sin embargo, tuvo que pasar todo eso para que entendiese que las personas pueden abandonarme en cualquier momento de mi vida, pero lo único que en verdad importa es que jamás me abandone a mi misma.

»¿Por qué sabes una cosa? Está bien no estar bien. Reprimir nuestras emociones y pensar que la felicidad es la única que debemos sentir es lo que está mal. Porque nos pasamos la vida invalidando las demás que olvidamos que también son parte de nosotros. —Me limpié las lágrimas con la manga de mi jersey que llevaba debajo del vestido—. Mamá fue la única que llego a buscarme y que me encargué de alejar. ¿No te parece que somos injustos con las personas equivocadas? Alejé a la persona que me quería cerca y yo quería cerca al que me quería lejos. Pero te lo agradezco, porque me hiciste entender que nunca seré lo suficientemente buena para ti.

Me levanté de la mesa arrastrando la silla hacia atrás y caminé hasta donde estaba mamá. Envolví mis brazos alrededor de ella desde atrás y recargué mi mejilla contra su espalda.

—Lo siento.

Ella empezó a sollozar y el corazón me dolió.

—También lo siento —susurró con tristeza.

La vida real no es como en los cuentos de hadas. No diré que gracias a mis palabras mágicamente mi familia volvió a ser la misma. Aún existía tensión entre nosotros, nos volvíamos torpes cuando se trataba de hablarnos y es porque nos habíamos encargado de romper la confianza que algún día nos tuvimos.

El tiempo no cura corazones rotos y mucho menos arregla las relaciones entre la familia. Somos nosotros quienes lo hacemos. El compromiso y esfuerzo que le dedicamos a las personas que nos importan son las cosas que hacen que haya una diferencia. ¿Qué sí mis palabras habían funcionado para que mis padres despertaran de la ensoñación en la que se encontraban? Podría decirse que sí.

A pesar de todo, no odiaba a mi papá, pero mientras él siguiese sin disculparse, yo no lo perdonaría. No por el hecho de llevar su sangre tenía el derecho de tratarme como lo hizo. Tenía que entender que ambos podíamos equivocarnos y que no éramos perfectos.

Semanas después, en el día de Navidad para ser exacta, pensé que lo haría, pero me quedé esperando una disculpa que nunca llegó. ¿Por qué seguía esperando cosas de él que parecía que nunca llegarían? Mi madre debió notar que algo andaba mal porque se sentó a mi lado en la alfombra frente a la chimenea.

—Me gusta el jersey navideño.

Había elegido uno del Grinch.

La parte del torso era de color verde, en el centro estaba el rostro del Grinch y con un gorro de Santa Claus. Mientras que las mangas eran de color blancas con frangas rojas, al igual que los puños, el elástico de la cintura y el cuello.

—Sí, a mí también —le confesé.

—Destiny... —mencionó mi nombre con cautela—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Me volví hacia ella.

—Claro.

—¿Mantuviste una relación con ese chico durante el tiempo que estuvo aquí?

Me quedé en silencio por una fracción de segundos.

—Al principio solo éramos amigos —le confesé en voz baja. Si quería que todo cambiara entre nosotras debía empezar a hablarle con la verdad—, después fuimos algo más, pero no tuvimos el tiempo de ponerle algún nombre a lo que teníamos.

No tuve el tiempo suficiente a su lado.

—¿Y te trataba bien? —inquirió.

—Me hacía sentir especial.

—Lo eres. 

Reí.

—Sí, eso mismo decía él.

—Eso quiere decir que era un buen chico —aludió.

Me mordí el labio inferior.

—Demasiado.

No había un momento en el que no estuviese pensando en él.

—Entonces, creo que esto te pertenece —dijo antes de extenderme un sobre de color blanco.

Junté mi entrecejo.

—¿Qué es? —pregunté confundida.

—Lo encontré en el buzón.

Miré el sobre blanco con flores silvestres en la parte de abajo que tenía entre mis manos. No necesite ver el remitente para saber de quién se trababa. El corazón empezó a latirme con rapidez y con las manos temblorosas comencé a abrirlo.

Lo primero que encontré fue una nota que decía:

Hola, pulga.

Le pedí a mi manager que consiguiera una entrada para una de tus bandas favoritas. ¿Sabías que eres una chica con mucha suerte? Porque de todas las que le mencioné encontró justo de Inhaler, ellos irán el mes que viene a Inglewood. Desearía poder asistir al concierto contigo y vivir la experiencia juntos, pero sabemos que eso no es posible, así que divierte por mí.

¡Feliz navidad!

Dejé la carta a un lado y saqué la entrada del concierto.

Me levanté con ella en mis manos, comencé a gritar y brincar con euforia, antes de comenzar a dar vueltas. No me lo podía creer, en verdad conocería a mis ídolos y en primera fila. Mi sueño se haría realidad, todo gracias a Mitchel.

—¡Conoceré a Inhaler! —grité con alegria—. ¡Conoceré a Inhaler!

Mi mamá se empezó a reír.

—Me será difícil superar ese regalo.

Dejé de brincar.

—El volver a hablar contigo es el mejor regalo —le confesé con una sonrisa.

—¿Mejor que esa entrada?

Solté una risa nerviosa.

—Tampoco hay que irnos a los extremos... —murmuré.

Abrió la boca indignada, y luego volvió a cerrarla para observarme con un brillo en sus ojos.

—Feliz navidad.

Me dejó inmóvil y con una calidez en mi pecho.

—Feliz navidad —respondí.




***

Espere a que pasaran los primeros días del año nuevo para acercarme a la profesora de música y hacerle saber que estaba lista para conversar con el papá de Jeremy. Ese día estuvimos más de tres horas adentro de la dirección, hasta llegar al acuerdo de que todo el que me molestase, sería suspendido por el tiempo que él creyese adecuado. Eso no borraría todos los meses que me hicieron pasar por cosas horribles, pero el saber que ya nadie se metería conmigo me dejaba un poco más tranquila.

Los siguientes meses estuve enfocada en aprobar los exámenes para tener notas que me diesen la oportunidad de poder solicitar una beca para «La Universidad Estatal de California» y escoger la carrera de «Arte Creativo y Diseño».

El señor Saltzman me pasaba recordando que no debía ser tan dura conmigo misma y que debía tener paciencia, que todo se iría acomodando.

Al regresar de la escuela por las tardes me dedicaba a dibujar, escuchar música, pintar en lienzos y ciertos dibujos de mi libreta, en la que me gustaba responder las preguntas de las tarjetas o escribir cosas que sentía. En algunas ocasiones lo hacía en mi habitación, otras en el parque y por último en Pann's. Tuve que disculparme con Elanor y Gordon por todo el tiempo que los había abandonado. No les dije que la culpa la tenía Jeremy por haberme dado una mala experiencia ahí, solo les conté que estaba trabajando en intentar estar mejor cada día.

No sabía cuánto tiempo me tomaría volverme a abrir con las demás personas. Aunque primero necesitaba restablecer mi relación conmigo misma antes que con los demás. Estaba comenzando a disfrutar de mi propia compañía. No pensaba arruinar mi progreso por hacer cosas de las que aún no me sentía lista.

Y por las noches...

Solo por las noches me permitía llorarle hasta quedarme dormida. No es que no lo pensara durante el transcurso del día, pero estaba segura de que no le gustaría verme llorar todo el tiempo.  El siete de mayo en su cumpleaños le avisé a mamá que saldría temprano y volvería tarde. Viaje en autobús, con mi walkman y mochila hasta la playa que me había llevado en mi cumpleaños.

Me pasé gran parte del día viendo hacia el horizonte, recordando la conversación que tuvimos meses atrás. Cuando estaba comenzando a atardecer me deshice de mis calcetines y tenis para dirigirme hacia el mar y caminar por la orilla. Todo el tiempo no pude evitar sentir que estuvo conmigo. Espere hasta que el sol tocase el agua para saber que era mi momento de regresar a casa.

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