Mis Chenry One-Shots

Por OtherDefaultUsername

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El título lo dice todo. Historias Chenry basadas en episodios, universos alternativos, role-reversal y más, q... Más

Confesiones Inducidas
Así Que Te Necesito
Un Plan A Través Del Tiempo
Corazonada
Cita de Ensueño
Dimensión (Des)conocida
Solo Para Ti
El Peligro Permanece
Películas De Terror
Charlotte y su chico bueno
Toxic
Dulces Sueños
Mí héroe
Riesgo Profesional
Encubierta
Yo quisiera
Expreso al corazón
Extraños En El Elevador
Amor En Tiempos De Las Guerras Clon
Flores Amarillas
Atrapados Infraganti
Encuentro Lindo
Eso Que Llaman Amor
Cuando Alguien Más La Quiere...
¿Solo Amigos? (Parte 1)
Confesión En La Cueva
Baby Danger
Baby Danger (2)
Admirador Secreto
Amor y Peligro
Contigo en la Distancia

Amor a la Distancia

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Por OtherDefaultUsername

Hacia el final de la serie, Charlotte menciona que ella va a estar en Dystopia solamente un año y luego se marchará a la universidad, y el fic se desprende de ahí.

¡Disfruten!

Cerró la puerta detrás de él y ni siquiera se molestó en encender las luces. Solo caminó entre la tenue oscuridad de su apartamento hasta llegar al sofá. Luego se arrojó sobre este, apoyó la cabeza en el reposabrazos y se puso un brazo sobre los ojos, cerrándolos con un suspiro mientras el otro brazo colgaba inerte a su lado.

Había sido un día agotador, había tenido que encargarse de las cosas por su cuenta y ahora entendía lo cansino y estresante que debió ser este trabajo para Ray los años que su amigo tuvo que trabajar solo antes de contratarlo. Jasper había dejado la ciudad para visitar a su familia en Swellview, no regresaría hasta dentro de una semana. Charlotte los había dejado hacía casi un año.

Su año sabático había terminado y había dejado Dystopia para estudiar en una de las mejores universidades del país. Se sentía feliz por ella porque estaba cumpliendo su sueño, pero al mismo tiempo, su pecho dolía cuando pensaba que ella estaba muy lejos de él.

Habían sido amigos durante años, desde el jardín de infantes, nunca habían estado separados tanto tiempo por tanta distancia, y para él había sido... raro. Todavía tenía a Jasper, pero... Compartió con ella cosas que no habría compartido con nadie más. Si le gustaba una chica, primero se lo decía a Charlotte, si necesitaba un consejo, se lo pedía a ella. Si se sentía feliz, quería compartir esa felicidad con ella, si se sentía desanimado, necesitaba que ella le levantara el ánimo, si se sentía triste, quería sollozar en el hombro de alguien, y su hombro siempre lo acogía.

En pocas palabras, la extrañaba. Mucho.

Por supuesto que no los había abandonado. Todavía los llamaba a ambos cada vez que tenía tiempo. No dejaban pasar una semana sin charlar por teléfono al menos. Y se mantuvo en contacto con ellos a través de las redes sociales y su chat grupal.

Pero ver su rostro a través de una pantalla o escuchar su voz a través de un parlante no era lo mismo que tenerla en carne y hueso. No podía abrazar o besar una imagen.

Apartó el brazo y abrió los ojos suspirando de cansancio. Luego se enderezó de un solo movimiento y se levantó del sofá.

Todavía en la oscuridad, se dirigió a la cocina hasta la nevera y la abrió. No quedaba mucho adentro, pronto deberían hacer las compras para la semana. Otra cosa que extrañaba de ella, su organización y habilidades de ahorro.

Tomó una lata de cerveza y cerró la nevera, volviendo al sofá mientras abría la lata. No era un tipo que bebiera alcohol a menudo, pero en noches como esas, sentía que lo necesitaba.

Regresó al sofá pero no se acostó esa vez. Se sentó y sacó su teléfono para revisarlo, tomando un trago mientras lo hacía. Tenía varios contactos de chicas que había conocido viviendo allí. Se desplazó a través de ellos. A veces invitaba a una de esas chicas a una cita para distraerse un poco cuando su trabajo se volvía demasiado estresante, pero ninguna de ellas había logrado encender una chispa en él que lo animara a intentar algo más serio con ellas. Les faltaba algo...

Apagó la pantalla de su teléfono y lo arrojó a su lado, inclinándose para descansar su espalda contra el sofá. Puso sus ojos en el techo oscuro mientras tomaba otro sorbo de cerveza, escuchando los sonidos de la ciudad como ruido de fondo.

De repente, sonó su teléfono con una canción que indicaba quién estaba tratando de comunicarse con él. Se enderezó y miró a un lado y hacia abajo a su teléfono sonando y vibrando sobre el cojín.

Lo alcanzó con la mano y no dudó ni un segundo en responder. Sabía quién era. Pulsó el botón para aceptar la llamada de Charlotte.

—Charlotte, hola —dijo, sonriendo.

Su estado de ánimo mejoró con su simple llamada.

—¡Henry! —respondió su amiga—. ¡Estoy tan contenta de que hayas contestado! No sabía si estabas ocupado, no te estoy molestando, ¿verdad? Porque yo... Necesito hablar contigo... Sobre algo...

Dudó unos segundos para formar esa última oración. Su voz sonó un poco asustada y tensa. Su sonrisa vaciló y frunció el ceño, preocupado.

¿Charlotte Page necesita la ayuda de alguien? ¿Su ayuda? Eso era nuevo, era al revés la mayoría de las veces.

—¿Henry?

Al darse cuenta de que había permanecido en silencio demasiado tiempo, parpadeó y respondió.

—Todavía estoy aquí, y no estás interrumpiendo nada, solo estaba holgazaneando en mi departamento. ¿Que pasa? ¿Está todo bien? Suenas estresada.

La escuchó suspirar profunda y temblorosamente.

—Hice algo realmente estúpido, Hen —reveló ella, con voz culpable.

Eso lo tomó por sorpresa, porque su Charlotte era orgullosa y trataría de arreglar cualquier error que hubiera cometido antes de pedir ayuda, y rara vez admitía abiertamente haber hecho algo estúpido. Ella era más inteligente que eso.

O tal vez no era algo tan malo y ella solo estaba exagerando. Eso debía ser. Charlotte muy rara vez cometía errores, seguramente había hecho algo mal y estaba entrando en pánico porque casi siempre hacía las cosas bien.

—¿Tú? Eso es imposible —dijo, con honestidad—. Jasper y yo somos más propensos a hacer algo estúpido, mucho más ahora que no estás aquí para detenernos.

Ella se rió suavemente a través del altavoz, nerviosa y temblorosa.

—Triste pero cierto —reconoció, pero luego volvió a ponerse seria—. Pero... me temo que esta vez es al revés.

—Bien, me empiezas a preocupar, ¿qué hiciste exactamente? ¿Por qué necesitas mi ayuda?

Ella respiró hondo y exhaló en un suspiro tembloroso. Henry arqueó una ceja con curiosidad.

—Y, por favor, no te enojes conmigo por esto, ¿por favor? —suplicó ella, sonando temerosa de su reacción.

—No lo haré, lo prometo —respondió él, preocupándose más cuanto más se demoraba ella en decir qué había hecho que la había puesto en tal estado.

¿Por qué se enojaría con ella?

—Está bien... no me odies, pero estuve con unos amigos hasta hace un rato, y está este tipo que anda con nosotros pero que no me deja en paz, sigue intentando coquetear conmigo a pesar de que he dejado en claro que realmente no estoy interesada, ¿sabes?

Entrecerró los ojos, apretando el agarre de su teléfono, sintiendo que su ira se encendía, porque ¿cómo se atrevía alguien a faltarle el respeto a Charlotte? Respiró hondo para calmarse o terminaría rompiendo el teléfono.

—Lo siento Charlotte... —dijo con voz suave—. ¿Está todo bien ahora? ¿Necesitas que vaya allá y le patee el trasero?

A él le gustaría hacer eso. Con gusto.

Escuchó a Charlotte riéndose disimuladamente al otro lado de la línea y no pudo evitar sonreír mientras imaginaba la forma en que su rostro se iluminaba cuando se reía.

—Gracias, Hen —dijo suavemente, sonando un poco más relajada—. Pero, no, sabes que soy más que capaz de hacerlo yo misma de todos modos.

Ella no necesitaba recordárselo. Él sabía. Sabía que ella era más que capaz de cuidar de sí misma. Había entrenado con Ray en varias ocasiones, había mejorado sus habilidades de lucha. Ella había estado ayudándolo a él ya Jasper a limpiar las calles de Dystopia durante un año, luchando contra matones y villanos más aterradores que un estúpido universitario.

—Lo sé... ¿Cuál es el problema entonces?

—El problema es... eh, bueno, yo pude haberle dicho que... ¿tú... eras mi... novio? —estiró esa última frase, luego hubo una pausa y después habló más rápido—. Pensé que lo haría retroceder, pero no fue así porque piensa que no es serio y dijo que podía hacer que me olvidara de ti e intentó que fuera a esta fiesta con él este fin de semana y le dije que íbamos en serio y que irías conmigo a la fiesta y ¡Dios mío, Henry! lo siento mucho, no sé en qué estaba pensando, pero estaba entrando en pánico y no quería hacer una escena y fue todo lo que se me ocurrió en ese momento.

Parecía nerviosa y arrepentida cuando terminó de hablar. Lo sentía de verdad.

Durante unos segundos todo lo que Henry pudo hacer fue mirar la oscuridad de su habitación como desconcertado, procesando lo que ella le había dicho. De todos los chicos, ella le había dicho a sus amigos que él era su novio...

Aunque sus amigos solían bromear acerca de que ellos dos eran pareja porque parecían estar pegados el uno al otro, nunca había creído que a ella le pudiera gustar de esa manera. Porque era inteligente y no desperdiciaría su vida por alguien como él, que casi no se gradúa de la escuela secundaria por todas sus ausencias. Había hecho muchos amigos nuevos en la universidad, gente tan inteligente y competente como ella, entre ellos, chicos que coincidían con su nivel de inteligencia. Ella les había hablado de algunos de sus nuevos amigos, y Henry estaría mintiendo si dijera que no estaba un poco celoso de algunos de esos tipos inteligentes, guapos y ricos que podían darle todo lo que un perdedor como él no.

Cuando pasaron unos momentos y él todavía no había respondido, Charlotte volvió a romper sus pensamientos, sonando miserable.

—Lo siento, no debí mentir así, no debí ni siquiera decirte esto, no es justo para ti. Solo pensé que sería una excusa para verte de nuevo también, ya que no te he visto en persona desde que me mudé aquí, pero esta fue una forma muy mala de hacerlo, ¿eh? —bromeó, tratando de aligerar el ambiente.

Se aclaró la garganta, luchando muy duro para mantener su voz lo más uniforme y tranquila posible.

—Char, cálmate, te acompaño a esta fiesta, si eso significa conseguir que este tipo deje de molestarte. Además yo también te extraño.

No podía rechazar su pedido, ella necesitaba su ayuda, y él nunca había sido capaz de decirle 'no', y no permitiría que ningún tipo estúpido la acosara si pudiera hacer algo al respecto.

Aunque no podía verla, podía sentirla sonriéndole. La imagen de su rostro mientras sonreía quedó impresa en su mente y sintió que su corazón latía un poco más rápido.

—¿De verdad? Sé que Jasper no está y probablemente estés ocupado y no puedas venir, y bueno, no quiero que te sientas incómodo.

—No, está bien, de verdad, los policías aquí son lo suficientemente rudos como para sobrevivir un fin de semana solos, no me extrañarán. Y no podrías hacerme sentir incómodo aunque lo intentaras, eres mi mejor amiga, haría cualquier cosa por ti.

Podía sentir su dulce y cálida sonrisa.

—Gracias —dijo en voz baja—. Es el sábado, tal vez puedas llegar temprano para que podamos pasar el rato —sugirió.

—Sí, por supuesto. Eso suena genial —respondió.

No había visto a Charlotte en persona en mucho más tiempo del que le gustaría y estaba ansioso por uno de sus abrazos.

—Muchas gracias por hacer esto, Hen, eres el mejor amigo de todos. ¡Y no puedo esperar a verte!

La sonrisa de Henry se amplió ante la perspectiva de volver a verla en carne y hueso, ya lo estaba deseando. Después de eso, ella le habló sobre los amigos que probablemente conocería en la fiesta, para que él estuviera listo para ellos. Ella también le advirtió sobre su compañera de cuarto, quien había estado con ella cuando dijo que era su novio, y que ella lo buscó en Internet y encontró todas las fotos que tenían juntos. Se moría por conocerlo y estaba un poco enojada con ella porque le había dicho que el chico de sus fotos era solo un amigo. Así que tenían que inventar una mentira para justificar por qué le había mentido.

Era muy tarde cuando finalmente le deseó buenas noches y colgó el teléfono. Su cerveza había sido olvidada en la mesa de café y ahora estaba fría, así que se levantó de su sofá y la vertió en el fregadero, tirando la lata vacía a la basura antes de irse a su habitación a dormir un poco...

Para ser despertado poco después por el sonido de su alarma de emergencia. Saltó de la cama y sopló una burbuja, cambiándose rápidamente a su traje de superhéroe. Cuando aún vivía con ellos, Charlotte había aprendido a hacer los chicles especiales para que los cambiaran, pero ahora que estaba ocupada con la universidad, a Schwoz se le había encomendado el deber de volver a hacerlos, y les enviaba cajas llenas para que las guardaran. Saltó por la ventana y rápidamente se dirigió a donde tenía escondida su moto, montándose en ella hacia la acción.

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Henry llamó a Miles para pedirle un aventón, por así decirlo, algo con lo que el adolescente no le importó ayudarlo, así que no tuvo que hacer el largo viaje por medio país para encontrarse con ella y no tardó mucho tiempo para llegar allí.

Aparecieron a una calle de distancia del campus, escondidos detrás de unos arbustos, y cuando salieron de ellos y se enderezaron, Henry se vio atacado por un par de brazos que casi los envía al atacante y él al suelo.

Charlotte lo apretó con tanta fuerza que le costaba respirar, pero él no se quejó. Sus abrazos eran una de sus cosas favoritas en el mundo, y nunca supo cuánto extrañaría la sensación de sus brazos envolviéndolo, o su cabello rizado haciéndole cosquillas en la cara. Él le devolvió el abrazo con el mismo entusiasmo. Cuando se alejaron un poco para verse a la cara, ella estaba sonriendo brillantemente y casi saltando de emoción.

—Realmente te extrañé —comentó su amiga, mirándolo con cariño.

Él le sonrió cálidamente.

—Puedo verlo.

La sensación de sus fuertes brazos sosteniéndola y apretándola la hizo sentir segura y cálida, y cuando lo miró de cerca no pudo evitar notar lo guapo que se había vuelto en los meses que había estado fuera. Su cabello corto lo hacía parecer mayor y más atractivo, en su opinión.

Siguieron mirándose durante unos segundos más antes de que un carraspeo los sacara de su ensoñación.

Charlotte miró por encima de su hombro para ver a un Miles más alto de lo que le recordaba, mirándolos con una sonrisa de complicidad. Ella le envió una cálida sonrisa y se acercó a él para darle un abrazo, no tan fuerte como el que le dio a Henry pero no menos cariñoso.

—Me alegra verte, has crecido mucho desde la última vez que te vi —observó ella, mirándolo de arriba abajo.

Miles sonrió con orgullo ante su cumplido, y Henry pensó que tal vez se había ganado un admirador.

—¿Cómo está la Fuerza Danger? —le preguntó a Miles.

El adolescente se encogió de hombros.

—Bastante bien, aunque Ray está pasando por otra 'crisis de la edad' —respondió—. Tengo que volver antes de que sepa que ayudé a Henry o empezará a quejarse de que sus amigos nunca vienen a visitarlo.

Ella sonrió y sacudió la cabeza con una expresión cariñosa.

—Bien, fue un gusto verte de nuevo.

—Para mi también, verlos a los dos, Henry, cuando necesites que te lleve de regreso a tu ciudad solo llámame —dijo, haciendo la señal de 'llámame' con la mano.

Henry asintió y agitó una mano hacia él antes de que ambos lo vieran alejarse unos pasos para hacer su pose y desaparecer. Luego Charlotte volteó a mirar a su amigo y le dedicó una tímida sonrisa.

—Gracias por hacer esto por mí, sé que no es lo que debes hacer los fines de semana y por eso siento mucho haberte arrastrado a esto —dijo suavemente.

Él le tomó la mano, entrelazando sus dedos y apretándola cariñosamente.

—Está bien, no hay nada mejor para mí que pasar tiempo con mi mejor amiga, por primera vez después de meses sin vernos —dijo—. Ahora, vamos, muéstrame tu dormitorio, esta será la única oportunidad que tendré de ver cómo viven los universitarios.

Ella se rió de sus palabras y asintió, llevándolo con ella hacia el campus, todo el tiempo tomados de la mano.

Durante el trayecto hacia el campus, ella le dijo que podían pasar el resto del día haciendo turismo, ya que él no conocía la ciudad, y que podían volver a su dormitorio para cambiarse antes de la fiesta. Él estuvo de acuerdo, entusiasmado con la idea.

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Llegaron a su dormitorio y ella entró, seguida por su ahora novio temporal. Dentro de la habitación había una persona, una chica de pelo rojo y lacio, sentada en una de las camas. Su compañera de cuarto, dedujo.

—Oye, tú debes ser el novio —fue lo primero que dijo.

Henry le dedicó una sonrisa educada y amable.

—Síp, soy yo —confirmó.

Para dejarlo más claro, levantó sus manos aún entrelazadas para que la joven los viera tomados de la mano. Charlotte se volvió hacia su 'novio'.

—Henry, ella es Layla —los presentó.

—Encantado de conocerte —dijo, asintiendo.

—Igual —Layla sonrió y miró a Charlotte—. Charlotte habla de ti a menudo, pero todavía no entiendo por qué no me dijo la verdad sobre ustedes dos, aunque debería haberme dado cuenta después de lo cariñosamente que habla de ti.

La sonrisa de Charlotte se tornó avergonzada, y miró a un lado, con timidez y nerviosismo. Y se veía tan linda que no pudo encontrar el valor en sí mismo para bromear con ella a pasar de lo mucho que disfrutaba de la vista de su nerviosa chica de cabello rizado. Eligió decir la mentira que habían pensado juntos.

—Bueno, eso es porque no le pedí que fuera mi novia hasta que se marchó a la universidad —explicó.

Layla lo miró con curiosidad.

—Empecé a extrañarla, mucho, y me di cuenta de que no podía vivir sin ella, así que después de meses de estar dando vueltas, me armé de valor y le pedí que fuera mi novia, y eso fue hace menos de un mes.

Henry levantó sus manos y besó sus nudillos, mirándola con un brillo travieso en sus ojos. Charlotte lo miró con ligera confusión y desconcierto. La historia era esa, más o menos, ella se mudó, él la extrañó y se dio cuenta de que la amaba y se lo pidió. Pero la parte en la que dijo que no podía vivir sin ella, o que andaba desanimado por su ausencia debió ser una adición suya. Y el beso en los nudillos que aún le producía un agradable cosquilleo en la piel.

—¡Oooh! Se ven tan lindos juntos —arrulló Layla, uniendo sus manos y agitando sus pestañas, entonces se dirigió a Henry—. Y te ves más sexy en persona.

Ese fue el turno de Charlotte de reírse a sus expensas, mientras que Henry sintió que el calor subía por su cuello hasta su rostro y se aclaró la garganta.

—Bien, gracias... bueno, ya nos vamos, Char me iba a mostrar los alrededores, nos vemos en la fiesta esta noche —dijo Henry.

Saludó con su mano libre a la pelirroja, tiró de la mano de Charlotte llevándola con él por el pasillo y rápidamente escapó. Se detuvo una vez que llegaron a la primera planta.

Soltando su mano, la miró con una pizca de culpa en su mirada.

—Bueno, parece que nuestro pequeño acto despejó cualquier duda que tu compañera pudiera tener.

Charlotte sonrió suavemente, apartando un rizo de su rostro.

—Sí, ella nos creyó, y en base a lo mucho que le gustan los chismes, todos nuestros amigos en común sabrán que ya estás aquí muy pronto.

Ella relajó su postura y puso una sonrisa ladina. Levantando una mano, la colocó contra su mejilla y lo acarició suavemente.

—Serás el tema de esta noche.

—Estoy deseando que llegué esta noche.

Ella resopló una carcajada.

—No te preocupes, lo único que tienes que hacer es quedarte a mi lado y verte bonito.

—Genial, siempre quise ser un florero —comentó su amigo en tono de broma.

Ella le sonrió con diversión.

—Seguro que serás el florero más bonito del mundo, pero, no pensemos en esta noche, pensé que te iba a mostrar la ciudad —le recordó, cambiando de tema.

Las facciones de Henry se suavizaron y tomó su mano nuevamente, poniendo una expresión juguetona mientras tiraba de su mano hacia la salida.

—Vamos entonces, cariño —dijo, enfatizando la última palabra.

—Como desees, querido.

Intercambiaron sonrisas divertidas y prácticamente corrieron hacia las puertas. Bajo la mirada de varios estudiantes que presenciaron el intercambio.

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Tuvieron un gran día juntos, desayunaron en su lugar favorito, ella lo llevó a todos los lugares que amaba, recorrieron la ciudad, luego almorzaron y finalmente tomaron un café en una agradable cafetería antes de regresar a su dormitorio para que ella se cambiara de ropa. Henry también traía consigo una mochila con una muda de ropa y ella le prestó su baño para cambiarse.

Salió del baño con un atuendo diferente, sus pantalones cargo habían sido reemplazados por jeans negros ajustados junto con una camiseta azul, una chaqueta verde oscuro abierta con muchos bolsillos donde guardó algunas armas pequeñas no letales por si acaso y borcegos negros.

Ella fue la siguiente y salió veinte minutos después, con botas blancas de tacón alto hasta la rodilla, una minifalda rosa fluida, una blusa blanca ajustada con botones y manga corta y el cabello recogido en un moño apretado. Sus pestañas estaban curvadas de manera que sus ojos parecían más grandes que nunca, y sus labios estaban pintados con un lápiz labial rosa tan brillante como su falda.

—¿Como me veo? — preguntó ella, girando una vez.

—Te ves hermosa —respondió Henry con honestidad, mirándola embobado.

Se dio cuenta de que parecía un tonto y sacudió la cabeza para despejarse. Nunca la había visto tan arreglada y bonita. No de esta manera. Ella le dio una gran y feliz sonrisa de gratitud y tomó su bolso antes de darse la vuelta y salir del dormitorio con Henry siguiéndola.

El novio de Layla iba a conducirlos esa noche, y gracias al cielo, la conversación giró en torno a las clases y el trabajo universitario, dirigida por las dos chicas. El conductor era un tipo bastante silencioso que solo asentía y sonreía a las palabras de su novia, o daba respuestas cortas. Henry pensó que se salvaría de tener que responder o explicar algo, pero pronto el interés de Layla se centró en el novio de su compañera de dormitorio.

—Entonces, Henry, ¿dónde estudias?

Se tensó porque no había pensado qué respondería si le preguntaban eso. No quería parecer un perdedor y avergonzar a Charlotte frente a sus nuevos amigos. Dudó un poco y estuvo a punto de responder, pero Charlotte se le adelantó.

—Henry eligió trabajar en lugar de ir a la universidad —respondió cuando se dio cuenta de que su amigo tenía problemas para pensar en una respuesta.

Por su tono de voz despreocupado dejó en claro que eso no le molestaba en absoluto.

—Oh... Eh ¿De qué trabajas?

Charlotte lo miró de soslayo, indicando que esta vez era su turno de responder porque no iba a elaborar cada pequeño detalle de su vida sin consultarlo primero con él. Por fortuna, Henry tenía una buena idea de qué responder esa vez.

—Trabajo en una... Compañía de seguridad —respondió—. Como guardia de seguridad.

Era la verdad en cierto modo. Trabajaba para la Liga de Héroes, por la seguridad del mundo, y recibía un pago por sus servicios de parte de ellos y del gobierno de su ciudad.

Charlotte le envió una sonrisa astuta y cómplice apenas perceptible que él igualó.

—Escuché que Dystopia es un lugar bastante peligroso, debes haber pasado por muchas experiencias interesantes —comentó Layla.

—No tienes idea —comentó el joven por lo bajo.

En ese momento llegaron al edificio en el que se realizaba la fiesta. El conductor estacionó y los cuatro abandonaron el vehículo rumbo al departamento, Henry tomando la mano de Charlotte entre las suyas, enredando nuevamente los dedos.

Cuando llegaron al piso de la fiesta, la música sonaba tan fuerte que se podía escuchar a través de las paredes, amortiguada pero perceptible. Layla explicó que todos en ese piso, excepto el dueño del apartamento, se habían ido el fin de semana. Un amigo del dueño abrió la puerta, Layla ya había anunciado por mensaje de texto que habían llegado.

Dentro ya había gente con unos tragos de más, tropezando por todos lados. No era realmente la escena de Henry, ni siquiera había ido a muchas fiestas mientras estaba en la escuela secundaria, pero Charlotte no se veía rara o incómoda. Ella actuaba como si estuviera acostumbrada a este tipo de escenario.

—Ya he estado en otras fiestas antes de esta —explicó cuando él le preguntó al respecto.

Estaban en la cocina, Charlotte conocía este lugar porque había estado aquí antes. El grupo se había dividido, Layla y su novio se habían ido por ahí mientras Charlotte llevó a Henry a la cocina donde estaban las bebidas para servirse una copa. Todavía no había visto a su acosador, pero no se arriesgaría. Henry se sorprendió con esa revelación porque no la había tomado por una chica fiestera pero, bueno, los tres habían cambiado con el pasar de los años. Pero ella no era exactamente una fiestera, iba a algunas pero no se pasaba cada fin de semana de fiesta.

De todos modos, aunque no sentía que encajara, se armó de determinación, aceptando un vaso de alguna bebida de ella. Una vez que ambos tuvieron sus vasos, ella lo tomó de la mano y lo llevó con ella a un rincón para beber y charlar con algunos de sus amigos. Resultó que no era tan malo, después de todo, y no era tan extraño o difícil actuar como una pareja frente a sus amigos. Mantuvo su historia sobre ser un guardia de seguridad en Dystopia, respondiendo preguntas y transmitiendo algunas historias de su trabajo, cambiando algunos hechos y detalles para no revelarles su verdadero trabajo. Pero lo mejor de la noche para él fue como lo trató Charlotte. Ella no se separó de su lado en toda la noche, manteniendo su brazo enlazado al de él, apoyando la cabeza en su hombro y tomando su mano. No había sabido cuánto había extrañado sus caricias hasta entonces, cuando las sintió de nuevo.

Tan feliz se sintió en ese momento que no pudo resistir descansar el mentón en la parte superior de su cabeza rizada mientras pasaba sus dos brazos alrededor de su cintura en un abrazo, atrayéndola contra su pecho. Charlotte no se resistió, mientras hablaba con otro de sus amigos, presionó su espalda contra su pecho y sus manos se colocaron sobre las de Henry casi inconscientemente. Él sonrió contento por encima de su cabeza y cerró los ojos. No presenció cómo las personas con Charlotte arrullaron ante la linda vista. Charlotte sintió que le ardían las entrañas con su cercanía y su atrevimiento, pero no se quejó. Ella también había extrañado sus interacciones. Ella solo se relajó en sus brazos y siguió charlando con sus amigos, hasta que...

—Char, me alegro de verte por aquí.

Henry escuchó la nueva voz pero no pensó nada al respecto hasta que sintió que su novia falsa se paralizaba en sus brazos.

Charlotte se tensó, él lo sintió y abrió los ojos. Frente a ellos había un chico. Era guapo y exudaba una vibra de 'Soy rico y obtengo todo lo que quiero'. Lo miraba con una expresión aparentemente tranquila, pero su mirada indicaba que no disfrutaba la vista de la pareja de la noche.

—Y él debe ser... El novio.

—Hola, Leonard —respondió Charlotte, tratando de sonar lo más tranquila y educada que pudo—. Déjame presentarte a Henry.

Ella salió de su abrazo, pero tomó su mano y la apretó con fuerza. Henry soltó su mano pero envolvió ese mismo brazo alrededor de su cintura y la aseguró contra él de forma protectora y un poco posesiva.

—Hen, este es mi... amigo, Leonard.

—Char, ya te dije que puedes llamarme Leo —le recordó de forma sugerente.

Su sonrisa se torció en incomodidad, y Henry salió en su auxilio, poniendo una sonrisa educada (falsa) y dándole la mano.

—Hola, gusto en conocerte.

Leonard le estrechó la mano e hizo una mueca cuando descubrió que el novio de Charlotte tenía un agarre muy fuerte. De hecho, Henry, contando con mucha más fuerza debido a su trabajo, apretó la mano de Leonard más fuerte de lo necesario. Quería darle un puñetazo en la cara por haberle faltado el respeto a su novia pero dedujo que eso no sería bueno para nadie.

—Lo mismo —respondió Leonard con una mirada de dolor, recuperando su mano palpitante.

Charlotte le envió a Henry una débil mirada de reproche a lo que él respondió con una de falsa inocencia.

—Entonces, escuché que no estás en la universidad ni nada —dijo Leonard, iniciando la conversación.

Estaba claro que quería hacerlo sentir inferior e intimidarlo, pero no contaba que estaba tratando con un superhéroe. Henry no le tuvo temor a Twittler ni a Drex, no se dejaría intimidar por este tipo.

—No, yo trabajo —respondió Henry—. Guardia de seguridad, trato con mucha gente aterradora y peligrosa, debes estar listo para cualquier cosa.

Henry estrelló su puño derecho contra su palma izquierda con una media sonrisa astuta y una mirada penetrante que hizo que Leonard se estremeciera levemente. Obviamente, no esperaba que el novio de Charlotte fuera un tipo tan fuerte y amenazador. Se había imaginado una especie de sujeto afable o algo así.

La forma en que Henry estaba amenazándolo sin siquiera intentarlo era bastante atractiva, admitió Charlotte para sí misma. Y se sentía bien saber que lo estaba haciendo por ella.

—Henry se toma muy en serio su trabajo —comentó Charlotte mientras le enviaba una sonrisa de orgullo que le produjo una sensación agradable en la boca del estómago.

Luego miró a Leonard después de haber desvanecido la sonrisa.

—Tan en serio como se toma nuestra relación.

Sabiendo que su última declaración fue para recordarle a 'Leo' que no debería seguir acosándola si sabía lo que le convenía, Henry se inclinó para besarla tiernamente en la mejilla. La tomó por sorpresa y ella se puso nerviosa y le sonrió tímidamente. La demostración de poder superior y afecto de Henry hacia ella hicieron su magia.

—Es bueno saber que está bien cuidada —comentó Leonard, poniendo una sonrisa dolorosamente fingida.

Estaba claro que se sentía derrotado y humillado pero lejos de aceptarlo, estaba enojado.

—Bueno, iré a tomar un trago, fue agradable verlos a los dos.

El tipo se excusó y los dejó solos de nuevo. Charlotte exhaló un largo suspiro de alivio y miró a su amigo.

—Muchas gracias, estuviste genial —lo halagó.

—No es la primera vez que escucho eso.

Él le sonrió y le guiñó un ojo, provocando una risita y un movimiento de cabeza de su parte.

Bebieron un poco más y Charlotte, sintiéndose más relajada ahora que su mayor problema ya estaba fuera del camino, bebió lo suficiente como para querer bailar, arrastrando a un Henry menos achispado por el alcohol con ella. Ella comenzó a bailar en sincronía con el ritmo, pegada a él, y él debería reconocer que era una buena bailarina aunque sus movimientos fueron inventados por ella. Y su falda se levantaba con gracia cuando giraba, casi de una manera hipnotizante.

Henry no pudo evitar admirar lo impecable que bailaba, lo tentadora que se veía mientras balanceaba las caderas y el sudor rodaba por su cuello. Pensó que tal vez era el alcohol el que hablaba, pero sentía que se nublaban sus sentidos cada vez que ella frotaba su cuerpo contra el de él.

Estaba ocupado disfrutando cómo bajaba y luego subía con un movimiento lento mientras lo miraba por debajo de sus largas pestañas cuando alguien detrás de ella la empujó accidentalmente hacia él. Ella arrojó sus brazos alrededor de él y él la envolvió en sus brazos. Charlotte comenzó a reírse, apretándose contra él sin darse cuenta. Sus grandes ojos lo miraron con una sonrisa suave y afectuosa y él no pudo contenerse.

Respiró profundo y tembloroso antes de inclinarse hacia delante. Los ojos chocolate de Charlotte se abrieron de par en par por la sorpresa, pero cuando su mirada se encontró con la de él, fue inquebrantable y determinada, y supo que ella también había tomado una decisión. Fue ella quien finalmente acortó la distancia entre ellos, presionando sus dulces labios contra los de Henry.

Al principio, él tenía la intención de que fuera solo un beso rápido, lo suficiente para saber cómo se sentiría besarla antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba haciendo y lo apartara balbuceando un millón de disculpas. Lo que no esperaba era que Charlotte le devolviera el beso con más fervor antes de que pudiera alejarse, profundizándolo y acercándolo más.

Sus dedos cepillaron sobre su pelo corto y las manos de él ahuecaron su cintura, y aunque estaba en tacones tuvo que ponerse de puntillas. Se sintió más perfecto y correcto que cualquier otro beso que cualquiera de ellos hubiera tenido, como si fuera algo que se suponía que debían hacer. Sus labios encajaban perfectamente el uno con el otro. Se sentían como si fueran las únicas personas en la habitación en ese momento, y ninguno de ellos se dio cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

Hubo un sonido acelerado en los oídos de Henry, ahogando todo lo demás y provocando un agradable zumbido en todo su cuerpo, haciéndolo sentir mareado y deslumbrado. Se sentía borracho a pesar de que no había bebido tanto. No fue hasta que necesitaron aire que se separaron, ambos con los ojos brillantes y sin aliento.

Charlotte parecía aturdida pero puso una sonrisa tonta y feliz antes de hablar primero.

—Wow...

Henry dejó escapar una risa suave ante su reacción, y ella lo siguió. Pronto, ambos eran un desastre de risas, abrazándose el uno al otro.

—Tenemos algunas cosas de las que tenemos que hablar —dijo Charlotte cuando se detuvieron.

—Es una buena idea —respondió su amigo sonriendo.

Ella agarró su mano, entrelazó sus dedos con los de él y tiró de él a través de la multitud, más allá de Leonard escondido solo en una esquina, frunciendo el ceño ante sus manos entrelazadas, hasta que estuvieron afuera en el estacionamiento, lejos de todos los demás y finalmente rodeados de paz y tranquilidad.

Se detuvieron quedando frente a frente, y Henry se humedeció los labios con nerviosismo, pensando en lo que debería decir. Nunca había sido bueno con las palabras exactamente, menos con las chicas, pero esta no era solo una chica, era Charlotte. Su Charlotte, la mujer que no sabía que necesitaba en su vida hasta que ella se fue. La mujer que estaba seguro de que amaba y no se había dado cuenta hasta que probó sus labios con sabor a cereza.

Decidió dejar de lado el cuidado y simplemente decirle lo que sentía. Él le tomó ambas manos entre las suyas y la miró directamente a los ojos.

—Te extrañé desde el momento en que te fuiste, y primero pensé que era solo que eras mi amiga dr muchos años y no estaba acostumbrado a tenerte lejos de mí, pensé que el sentimiento se pasaría con el tiempo, pero —exhaló— no lo hizo. Pasaron días, semanas, meses y aún te extrañaba mucho, esperaba tus llamadas con más expectación que cualquier cita que pudiera conseguir con una chica, y me moría por un abrazo tuyo...

Apoyó una mano en su mejilla, acariciándola suavemente con el pulgar.

—Muchas veces me preguntaba por qué nunca me iba bien con ninguna de las chicas con las que salí, por qué ninguna de ellas despertó chispa alguna en mí, y ahora me doy cuenta de que todas esas relaciones que tuve no funcionaron porque ninguna de ellas eran tú, mi corazón ya estaba dedicado a ti antes de darme cuenta de que estoy completamente enamorado de ti —confesó sin romper el contacto visual.

Su garganta se sentía increíblemente seca después de esa confesión, y su corazón se sentía como si estuviera tratando de escapar de su pecho, y era un milagro que incluso pudiera estar de pie. No le había dicho las palabras a nadie antes, esta era la primera vez que se las decía a una chica.

No se atrevió a apartar la mirada de ella, esperó los dolorosos segundos hasta que ella le diera una respuesta. Ella puso una sonrisa suave.

—Bueno, eso es un alivio, porque creo que yo también estoy muy enamorada de ti.

Henry exhaló un suspiro tembloroso mezclado con una risa nerviosa.

—Me di cuenta poco después de que nos fuéramos a Dystopia —continuó la chica—. Primero pensé que era un enamoramiento pasajero, pero el sentimiento se hizo más fuerte cuanto más tiempo pasábamos juntos. Y nunca dije nada porque pensé que me veías solo como una amiga y nada más, enterré el sentimiento en el fondo y traté de ignorarlo en vano, y cuando llegó el momento de irme a la universidad, pensé que la distancia ayudaría... Pero no fue así, no importaba cuánto lo intentara, no podía dejar de pensar en ti todos los días, y cuando pasó todo lo de Leonard, no podía pensar en nadie más para ser mi novio, aunque sea falso.

Hubo una pausa en la que ambos se miraron a los ojos.

—Bueno, no teníamos que fingir nada —comentó Henry en son de broma para romper el silencio.

Ella soltó una risa divertida y atrapó sus labios en otro beso más apasionado que él correspondió con entusiasmo. Se besaron un rato más antes de que Layla fuera a buscarlos.

—Perdón por interrumpir su sesión de besos —se separaron y miraron a su lado, encontrando a la pelirroja mirándolos con picardía— pero mi novio y yo ya nos vamos, ¿quieres que te llevemos de regreso a nuestro dormitorio?

Charlotte miró a Henry.

—¿Tienes dónde alojarte?

Su amigo puso una sonrisa avergonzada.

—Me temo que estaba tan emocionado de volver a verte que me olvidé de buscar alojamiento.

Charlotte negó con la cabeza con una expresión de cariñosa exasperación.

—Puedes quedarte en nuestro dormitorio —ofreció Layla—. Pasaré el resto del fin de semana en casa de Larry.

Henry miró a Charlotte.

—Si estás de acuerdo con eso...

—Es perfecto.

Ya se habían quedado en la misma habitación a dormir varias veces en su adolescencia así que no era nuevo para ninguno de los dos. Solo que Layla no lo sabía. La pelirroja aplaudió una vez, sonriendo ampliamente.

—Genial, solo recuerden cuidarse.

Henry sonrió y Charlotte escondió su rostro en su pecho avergonzada.

—Lo haremos —prometió Henry con voz juguetona.

Asentado eso, Layla fue a buscar a su novio y los dejó solos nuevamente. Mientras esperaban, Charlotte tuvo una idea. Sacó su teléfono y volvió a besarlo en los labios mientras tomaba una foto del momento. A continuación, Henry la vio iniciar sesión en su cuenta de Envygram para publicar la imagen de su beso compartido con un texto que decía simplemente: "Por fin".

—Yo también quiero una —dijo.

Sacó su teléfono y tomó una foto mientras la besaba en la mejilla pasando un brazo alrededor de su cintura. Luego la publicó en su cuenta, agregando el texto: "Extrañaba a mi chica"

Layla regresó con Larry y todos subieron al auto. Henry la rodeó con un brazo mientras ella lo abrazaba y se apoyaba en su pecho, cerrando los ojos mientras lo sentía besar su frente antes de descansar su cabeza sobre su cabello rizado. Finalmente, estaban juntos.

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Era tarde en la noche y Schwoz se despertó por el sonido de una notificación en su teléfono. Abrió los ojos y aún adormilado lo sacó de debajo de la almohada para revisarlo.

Todo el sueño lo abandonó cuando vio de qué se trataba.

—¡Lo sabía!

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Schwoz siempre tuvo razón 😏

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