DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proc...

By IsabeleGPedroso

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Dieciséis años, hermosa y con ciertas habilidades especiales, inexplicables para ella misma. Ella, la cual nu... More

Bilogía de Megana
L'inizio
Viaggio a Londra
Mia suocera e i suoi pensieri
I
II
III
Dieciseis primaveras
I
Decisioni sbagliate
I
II
III
IV
V
VI
Piacere...
I
II
III
IV
V
Benvenuta
I
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Ciao
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Il mio strambo
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¡Bambina insolente!
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¿Cosa rispondi?
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VII
VIII
Per te mi sposerò
I
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IV
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Ricordi del passato e piani futuri
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III
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V
Inizia il conto alla rovescia
Dieci
I
II
III
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V
Nove
I
II
III
IV
V
Otto
I
II
III
Sette
I
II
III
Sei
Cinque
Quattro
Tre
Due
I
II
Uno
Uno e settantacinque
Uno e mezzo
0!! Mi sa che sei in anticipo
La forza dell'amore
I
II
III
IV
Philip è assente
I
II Jissella
III
IV
V
VI
Insieme per sempre
I
II
Per sempre

I

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By IsabeleGPedroso

Al llegar a la casa nos encontramos a mi padre sentado a la mesa con una taza de café en una mano y el periódico en otra. Nuevamente había fumado. El olor se había quedado fuertemente concentrado en el aire, al igual que el humo, el cual aún se veía claramente gracias a los rayos de sol que entraban por la ventana.

-Buenos días-saludó Philip a mi padre, antes de seguir caminando hacia la habitación. Digamos que su camiseta había sufrido un pequeño percance con ese helado suyo. No pienses mal, no se lo tiré encima ni nada de eso, tan solo le quise dar un masaje refrescante, solo que su camiseta se puso por medio... Lo malo fue que luego me abrazó y la mía no estaba muy distinta.

-Papá como mamá sepa que has estado fumando aquí, te destornillará la cabeza-dije poniendo los brazos en jarra.

-Mm?-dijo sin mirarme aún con la mirada en el periódico y mientras dejaba la taza sobre la mesa. Por fin me miró-Aah, no me dirá nada-dijo doblando el periódico por la mitad antes de dejarlo sobre la mesa también y dejando a la vista el cenicero tapado hasta entonces por el periódico, y del que aún salía humo.
Arqueé la ceja. No solo había fumado, sino que seguía fumando.

-Ya soy mayorcito para que vengas a regañarme, no mamá?-bromeó cogiendo el cigarro entre sus dedos para luego llevárselo a la boca-Por cierto, bonito estampado-dijo con sarcasmo señalando mi camiseta. Noté como se me encendían las mejillas.

-Ee, voy a cambiarme-dije comenzando a caminar hacia la habitación, pero me paré en seco al recordar-Papá...-dije acercándome nuevamente a él sentándome a su lado.

-Mjuum?

-Qué ocurría ayer, de que hablasteis que no querías que me enterara?-había escuchado los pasos de Philip acercarse, pero tras escasos segundos, los pasos se volvieron a alejar.

-Te acuerdas lo mucho que te gustaba verme hacer esto?-dijo antes de ponerse a hacer aros en el aire con el humo que echaba por la boca.

Bien papi, así se hace. Tú cambia de tema-pensé con un alto grado de sarcasmo, sin embargo, al verlo haciendo aquellos anillos de humo, en lugar de decirle nada, suspiré con resignación.

-Claro que me acuerdo. Yo intentaba hacerlos cuando hacía mucho frío con el vaho-Sonrió antes de darle otra calada al cigarrillo. Me quedé mirándolo por un rato en silencio.

-Sabes?-comencé a decir.

-Muchas cosas, pero la que lee mentes eres tú-dijo intentando hacerse el graciosillo. Me levanté y lo rodeé con mis brazos desde atrás, antes de darle un beso en la mejilla sobre la cual comenzaba a salir el vello.

-Te quiero viejo tonto-escuché su risa suave.

-Primero que todo, aún con 39, tengo más energía que tú y tu novio juntos.

-Y en segundo?-pregunté con resignación, aunque en realidad con diversión.

-Yo también te quiero princesa.

-Más te vale-bromeé mientras me apartaba de él-Aah, has desayunado?-dije comenzando a caminar hacia mi habitación pero sin dejar de mirarlo.

-Lo estás viendo ahora mismo-dijo señalando el periódico, la taza de café y el cenicero ya con el resto del cigarrillo dentro.

-Eso no es un desayuno-dije frenándome por un momento.

-Tú Sshhh... Si me guardas el secreto podré inventarme todos los menús que me apetezca.

-Papá...

-Dime-dijo sonriendo divertido.

-Chocheas-dije siguiendo nuevamente mi camino.

-Eso es cosa de viejos!-gritó.

-Con más motivos!-le respondí en el mismo tono, deshaciéndome de mi camiseta antes de llegar a la puerta de mi habitación y empujar suavemente. Philip me miraba sonriendo dulcemente. Ya se había cambiado. Ahora se encontraba sentado en la cama, apoyado al cabezal y entre sus manos tenía el libro de leyendas.

-De qué te ríes?-pregunté acercándome a él antes de quitarle el cuaderno de las manos, para dejarlo sobre la cama y así poder ocupar yo su lugar, solo que entre los brazos de mi niño.

-De vosotros-dijo sonriendo mientras acariciaba mi mejilla haciéndome sonreír.

-Por qué antes no te has quedado en el salón con nosotros?

-Vi que estabais hablando y no quise molestar.

-No molestas y lo sabes-dije apretándome contra su cuerpo en un abrazo. Aunque pensándolo bien, el tema que yo había intentado sacar con mi padre, no era el más indicado para que Philip estuviera presente.

-Bueno... La próxima os incordio y así no me pides más que me quede a escuchar una conversación entre padre e hija.

-Cómo lo harás?

-Uu muy fácil, cada vez que quieras decir cualquier cosa haré algo.

-El qué?

-Prueba-dijo con diversión.

-No se me... EEI!-me interrumpí a mí misma por las cosquillas que me había hecho que me diera un toque con el dedo en el costado-Eso a qué... Philip... Para!-grité entre risas removiéndome entre sus brazos. Cada vez que intenté decir algo, me dio un toque en algún lado haciéndome cosquillas. Ya por último me mordisqueó con cuidado el cuello haciéndome reír a carcajadas.

-Vale vale! Ya lo he entendido!-me encantó su risa-Y ahora de qué te ríes?-dije casi con sofoco.

-Sabes que me encanta oírte reír?-sonreí. Me las apañé para empujarlo contra el colchón, haciéndolo reír y pudiendo así subirme encima.

-Bien, ya compartimos algo más-dije antes de besarlo con dulzura y con intención de que el beso fuese corto, pero el hecho de que tomara mi rostro entre sus manos, frustró mis planes.

Comimos en compañía de mis padres y Luciano. Fue una comida rara, en parte estuvo bien porque estuvimos hablando de muchas cosas, como por ejemplo lugares bonitos en los que poder comprar una casa. Mis padres se habían ofrecido a comprárnosla como regalo de boda. Pero en parte también había sido incómoda, porque mi padre antes de que llegaran Luciano y mi madre, me había pedido que mientras estuviésemos en la casa, mantuviera bloqueado mi don. Hasta ahí todo bien, porque lo hice con la condición de que a la noche me contaría qué ocurría, pero en más de una ocasión había pillado a Luciano mirándome de reojo o esquivando mi mirada... Por otro lado estaba mi madre, que parecía darse cuenta de todo... Menuda histeria.

-Nos traeréis las fotos de la ecografía?-preguntó mi madre desde su sitio cuando subimos a despedirnos antes de marcharnos.

-Sí-dije con resignación.

-Y me la regalaréis a mí, por ser el mejor abuelo del mundo a que sí?

-De eso nada, me la quedaré yo, que soy la que trajo al mundo a la mujerona esta que ves aquí-al oírla arqueé la ceja-Lo sé, lo sé, pero es que me hacía ilusión decirlo.

-Venga sí, la partís por la mitad si queréis, nosotros nos vamos-dije antes de lanzar besos al viento para todos de mala gana.

-Conducid con tranquilidad.

-Tranquila-la calmó Philip-Además, por aquí no es que se pueda correr mucho.

-Bueno, vosotros tan solo tened cuidado.

-Qué os ha dado ahora por el ataque de paternalismo?-pregunté cada vez con más fastidio. Lo cierto es que el tema de la comida y lo que me ocultaban, era mala mezcla en una. Me di la vuelta antes de caminar hacia las escaleras.

-Hasta luego-me despedí.

-Nena, qué ocurre?-me preguntó Philip que prácticamente corría escaleras abajo detrás de mi. Fue bastante desconsiderado por mi parte pero pasé de él y me apresuré en salir de la casa.

-Buongiorno bella-me saludó una de nuestras vecinas al llegar a la entrada del edificio.

-Hola-dije en un hilo de voz deteniéndome, sin embargo la mujer no se había parado, pero mejor porque yo no me había detenido por ella.

-Buongiorno giovane-saludó ahora a Philip.

-Buongiorno signora-oí la voz amable de mi niño. Me di la vuelta y me encontré con su mirada neutra. Nos quedamos en silencio durante unos segundos que se me hicieron eternos.

-Qué he hecho? Si no quieres que vayamos al hospital dímelo...-suspiró con tristeza-Pensé que tú...

-Lo siento-me disculpé recorriendo los pocos metros que nos separaban para darle un abrazo-No es por ti. Tú nunca podrías hacer algo que me disgustara-sus brazos me rodearon con suavidad.

-Entonces?-su voz sonaba más tranquila que antes.

-No lo sé, eso es lo que pasa, ayer al parecer mis padres y Luciano estaban discutiendo por algo y me ha dicho mi padre que me lo dirá esta noche, pero no hartos, se ponen a discutir tontamente por quién es mejor padre-besó mi cabeza.

-No será nada grave pequeña.

-Más les vale. Al menos divorciados ya están, así que...-Suspiré antes de subir la mirada encontrándome con aquellos ojos. Sonrió débilmente-Sigo queriendo ver a nuestro bichito-su sonrisa se llenó de ternura antes de darme un rápido beso que me dejó con ganas de más.

-Otro-dije poniendo morritos.

-Otro qué?-preguntó con diversión.

-Otro beso-increíble, otra vez sonrojada.

-Marchando-dijo haciéndome reír antes de que su beso me entumeciera los sentidos.

Fuimos despacio hacia el hospital tal y como le había dicho Philip a mi madre. También es que realmente habían demasiados coches como para pretender ir a mayor velocidad.

Yo iba embobada mirando por la ventana, escuchando las canciones de la radio.

-Te imaginas cuando nazca? Será todo muy raro no?-escuché su risa suave.

-Seremos padres-sonreí. Se hizo el silencio por un rato-Tengo ganas-lo miré al escucharlo-Es una sensación rara, esa sensación que sentimos de niños de saber que has pedido algo por navidad y estás seguro de que te lo regalarán, pero imposible no estar impaciente...-rio por sus propias palabras.

-Yo estoy deseando verte con nuestro peque en brazos. Que sepas que por poco que te gusten las fotos, os perseguiré con una cámara-dije haciéndolo reír nuevamente.

-Solo dos o tres.

-No no, las suficientes para completar dos álbumes enteros.

-Esas son muchas fotos.

-Te fastidias-dije divertida antes de darle un beso en la mejilla.

El hospital era tal y como me esperaba, impoluto, enorme y con aquel pesado olor a desinfectante. Aquel olor nunca me había gustado, la verdad.

-Hola-saludó Philip a la mujer que había en recepción. Estaba muy concentrada pasando las hojas plásticas de un archivador.

-En qué puedo ayudarlo?

-Podría decirnos dónde es la consulta del Doctor Ribeiro?

-Tienen cita?

-Sí, Megana Perseo, a las cinco-por fin se dignó a mirarnos.

Tan poco les gusta su trabajo, que la mayoría de los que están en recepción atendiendo al público, tienen cara de funeral?-pensé.

-Primera planta, puerta número diez.

-Gracias-le dijo Philip a la mujer, la cual primero lo miró a él y luego me miró a mi, recorriéndome de arriba a abajo con la mirada.

"Otro par de irresponsables que se arruinan la vida"-pensó.

-Vamos?-me preguntó Philip tomándome de la mano. Lo miré y asentí con la cabeza y una triste sonrisa.

-Estás bien?-me preguntó rodeando mi cintura antes de besar mi mejilla con delicadeza.

-Sí-mentí rodeando también su cintura.

Al llegar a la primera planta, vimos a más de una embarazada con su pareja o familiares esperando en las sillas de espera que habían junto a la puerta número diez de la que salió primero un hombre y luego una mujer, a la que lo más seguro le quedaban pocas semanas para salir de cuentas.

-Megana Perseo?-preguntó una mujer mirando a todas las que había allí esperando.

-Soy yo-dije en acto reflejo.

-Ooh vaya-dijo mirándome detenidamente.

Sí, Ooh vaya... Otra que se sorprende por mi juventud. No es tan raro!-pensé irritada.

-Dice el doctor que pases.

-Gracias-dije antes de comenzar a caminar hacia la puerta seguida por Philip.

-Tú debes de ser Megana-dijo el doctor sentado al otro lado del escritorio dejando su bolígrafo sobre la mesa. Era joven y apuesto para la edad que en realidad debía tener. Unas franjas de canas decoraban los costados de su recortado cabello marrón oscuro. Y aunque sentado y tapado por la bata blanca, por el ancho de sus hombros se veía que tenía buena forma.

-Sentaos por favor-dijo señalándonos las dos sillas que habían frente a su mesa de trabajo-Tú debes de ser el padre del pequeño que viene en camino-dijo levantándose para darle la mano a mi chico.

-Sí, el afortunado más bien.

-Encantado-dijo ahora estrechándome la mano a mí.

-Igualmente-dije.

Tras preguntarnos si era la primera ecografía que nos haríamos y demás, y sobre todo después de sorprenderse cuando le dijimos que preferíamos no saber el sexo de nuestro pequeño, nos hizo pasar a una pequeña sala contigua en la que había una camilla frente al ecógrafo. Por suerte esta vez no llevaba vestido, aquello fue un gran fallo por mi parte.

-Túmbate por favor-me pidió mientras se ponía los guantes de látex. Philip se quedó a mi lado atento a los movimientos e indicaciones del doctor. Rio por lo bajo al yo dar un pequeño brinco cuando el gel tocó mi vientre. Estaba helado.

-Mira... Ya se ve al pequeño. Esta es la cabecita.

-Se está chupando el dedo?-pregunto Philip con ternura. Sonreí sin girarme a mirarlo, por una vez había algo a lo que quería prestarle más atención.

-Sí, parece que se está metiendo lo que será su pulgar en la boca y... veis esto? Es su otra mano-el pequeñín parecía estar agarrándose la orejita con la mano izquierda, aunque realmente aún comenzaba a tener forma humana.

Miré a Philip sonriendo. Su mirada estaba fija y perdida en la pantalla del monitor y su sonrisa era tan tierna como esperaba. Me miró y sonrió aún más, antes de coger mi mano.

-Escuchad-dijo tras acercarse al monitor y manipularlo para luego volver a deslizar el pequeño artilugio por encima de mi vientre. En cuestión de segundos un constante tamborileo inundó la habitación. Entre golpe y golpe no pasaba ni medio segundo, era un golpeteo regular y rápido-Sabéis lo que es?-nos preguntó con una sonrisa. Negué con la cabeza.

-Son sus latidos-sonreí tontamente. Creo que nunca olvidaré aquel sonido.

-Sus latidos-repetí en voz baja antes de volver a mirar a Philip, quien se inclinó a besar mi frente para luego acariciar mi mejilla.

Salimos de allí como dos críos a los que le acababan de regalar una bolsa enterita llena de gominolas.

-Y ahora a saber la que montarán estos dos por tal de quedarse con las fotos-dije ya en el interior del coche y con las fotos de la ecografía en mano.

-Mejor hacemos fotocopias-dijo, haciéndome reír.

-No es mala idea.

Aparcamos el coche y fuimos una vez más a nuestro rinconcito en el césped junto al Coliseo donde hicimos un pequeño picnic.

Aún era temprano, tan solo eran las seis y media. Varios grupos de personas disfrutaban de los rayos ambarinos que ofrecían los últimos rayos de sol.

-Ven aquí-dijo Philip palmeando el sitio a su lado, ya que en todo momento habíamos estado uno frente al otro.

-Mmm... Na-dije burlona cruzándome de brazos. Puso carita de tristeza haciéndome reír. Me senté a su lado.

-Te quiero gordo-dije dándole un beso en la mejilla. Me miró antes de robarme un rápido beso.

-Te creo... Lo que me apena es que no me puedas superar.

-Mentira-dije apoyándome en su hombro-Sabes que te quiero tanto o más.

-Uuy y habla de mentiras-dijo haciéndome reír-Oye...

-Mjuum?

-Dónde te gustaría que fuera?

-En donde dijo mi padre, ya sabes, junto al río.

-No hablo de la casa-dijo haciéndome reír.

-Lo se cariño. Me gustaría que la boda fuese en donde comenzaremos una nueva vida, además, por lo que nos ha contado mi padre, es un lugar precioso.

-La verdad es que sí que sería bonito. A todo esto... Prefiero que la compremos nosotros. Nosotros podemos pagarla y con nuestro currículum conseguiremos trabajo enseguida, además, siempre podemos hacer un nuevo contrato con la agencia-me aparté para mirarlo.

-No-dije tan solo haciendo que frunciera el ceño levemente. Sonreí-Lo siento, pero ojo por ojo y casa por casa-las arrugas de su frente se acentuaron.

-Cómo que ojo por ojo y casa por casa?-preguntó acomodándose para quedar frente a frente conmigo.

-Tu madre compró la casa de Londres, mis padres comprarán la de Italia-ladeó la cabeza mirándome con fijeza consiguiendo intimidarme.

-Rencorosa-rompí a reír.

Nos tumbamos en el césped.

-Octubre estaría bien?-preguntó sin dejar de enroscar un mechón de mis cabellos entre sus dedos.

-Mm... Casi dos meses de soltería...? Sí, será suficiente-bromeé.

-Oye que piensas hacer?!-me preguntó fingiendo inquietud, haciéndome reír.

-Tenía pensado hacer dos despedidas de soltera, una por mes, ya sabes con stripers y demás. Invitaría a Frany y Alex, nada fuera de lo normal-ahora el que rio fue él.

-Por mí genial, me fío de ti, pero no sé si fiarme de lo que te puedan hacer los stripers y esas dos locas-reí incorporándome para mirarlo desde arriba. Apoyé mi brazo en su pecho.

-Enserio te fiarías?-dije arqueando una ceja. Se quedó serio por un momento. Luego entrecerró los ojos fingiendo pensárselo.

-Sip-tiró de mí para besarme.

Pasamos un rato muy agradable allí, hablando tranquilamente, viendo pasar las nubes sobre nuestras cabezas en un cielo cada vez más oscuro.

-Sí, aún tenemos que ver lo de los nombres, creo que al final terminaremos haciendo un sorteo, escribimos los nombres en papelitos, los metemos en un frasco y cogemos uno al azar.

-Como con Draco?-rio-Si no siempre podemos llamarlo Eustaquio si es niño y Pepa si es niña-dijo Philip riendo.

-Dios no-me uní a su risa.

-Creo que mañana llamaré a Londres-dijo entrelazando sus dedos con los míos y subiendo ambas manos, dejando el cielo y las pequeñas nubes, como fondo.

-Qué les dirás?

-Que vayan sacando sus trajes de domingo.

-Crees que Lilian y Lupe querrán venir? Solo para la boda, claro.

-Seguramente-dijo bajando nuevamente las manos antes de besar mis nudillos. El móvil le comenzó a sonar-Espera un momentito-dijo liberando mis dedos para llevarse la mano al bolsillo del pantalón.

-Es tu padre-dijo antes de responder.

-Hola

-...

-Sí, estamos en el Coliseo.

-....

-Mm... vale, ahora se lo digo.

-....

-Vale, espera-dijo antes de colocar el móvil contra su pecho y mirarme-Dice que si quieres que vayamos a cenar con ellos? Van a ir a un restaurante que inauguran hoy.

-Te apetece?

-Tu irías no?-preguntó con una sonrisita picarona y dulce al mismo tiempo. Asentí con la cabeza, sonriente.

-Dice que sí.

-....

-Vale, ahora nos llegamos. Hasta ahora-dijo antes de colgar la llamada con una sonrisa divertida en el rostro.

-Qué pasa?

-Sus últimas palabras. Pues venid ya, que vosotros los del mundo de la moda os tomáis demasiado tiempo-dijo intentando imitar la voz de mi padre provocando mi risa.

De camino a casa comenzaron a encender las farolas de las calles y carreteras. Toda Roma se envolvió en una luz entre blanquecina y anaranjada.

Al llegar a la casa mi madre tenía el baño acaparado.

-Como nos deje sin agua caliente vamos listos.

-Subid al de arriba-me dijo mi padre.

-Y tú?

-Yo me baño como los gatos-bromeó.

-Puff, más te vale no haberte revolcado en barro.

-Ja ja, que graciosa mi niña.

-Tengo la gracia donde mismito la tienes tú-dije comenzando a andar hacia la habitación seguida por Philip.

-Oye que yo en el instituto era el más gracioso.

-No confundas términos papá, gracioso es gracioso y payaso es payaso...-me burlé una última vez provocando su risa suave.

Subimos arriba y nos metimos a la ducha. Intentamos tardar lo mínimo posible.

-Mañana me acompañas a la peluquería?-dije mientras me peinaba frente al espejo. Aún seguía en ropa interior.

-Te lo vas a cortar al final?-preguntó besándome el cuello por el lado que quedaba destapado.

-Sí, que me llegue hasta la cintura como mucho-dije dejando caer la cortina que tenia por pelo sobre mi espalda sintiendo como se me humedecía al momento.

-Te llega por las caderas y algo más-dijo tirando suavemente de las puntas-Pero a mí me encanta.

-No te gustará si me lo corto?-dije mirando su reflejo, comenzando a dudar. Me abrazó y prácticamente me acunó de un lado a otro en un pequeño balanceo.

-Si lo que te preocupa es dejar de gustarme me ofrezco personalmente a raparte-abrí los ojos como platos llevando mis manos a mi cabeza antes de comenzar a reír provocando también su risa.

-No lleguemos a tal extremo-dije divertida antes de darme la vuelta. Rocé su pecho desnudo con mis dedos.

-Te has mojado al abrazarme.

-Y qué?-dijo con una de esas sonrisitas suyas arrebatadoras. Lo besé.

Esperando a que todos terminaran de arreglarse, nos quedamos apoyados en la barandilla del ático, observando la nocturna y bella Roma.

-Sabes de qué tengo ganas?-me preguntó volviendo a acunarme entre sus brazos. Negué con la cabeza.

-De tener una noche solo para nosotros-me ruboricé al instante. Agradecí estar de espaldas a él.

-La última será difícil de olvidar-dije en un hilo de voz levantando la mano en el aire, dejando a la vista el brillo del sencillo y hermoso anillo. Me dio un cálido beso en el mentón.

-Chicos, estáis listos?-preguntó Luciano a nuestra espalda.

-Sí-respondimos girándonos hacia él.

-Pues marchando-dijo con simpatía pero sin poder ocultar una extraña incomodidad.

Philip iba tan guapo como de costumbre. Más elegante, eso sí. Llevaba unos pantalones negros de salir a juego con sus zapatos y una camisa blanca remetida por el interior del pantalón. Sus cabellos al igual que los míos seguían húmedos, aunque por haberme hecho un recogido trenzado, apenas se me notaba.
Yo me había puesto un vestido de tirantes anchos y escote recto en color azul eléctrico levemente ajustado por la cintura y suelto por abajo, no muy corto. Como complementos llevé una gargantilla metálica con pequeños brillantes incrustados, sencilla respecto al diseño, a juego con los pequeños pendientes. También llevaba la pulsera de dos cadenas que me había regalado mi pequeño, puede que no pegase del todo con lo que llevaba puesto al ser más casual, pero me traía sin cuidado. Por último unos tacones del mismo color que el vestido, a excepción de la parte trasera del zapato y el propio tacón, que eran de color plateado.
Tan solo llevaría mi móvil, un espejito... Poquitas cosas, más que todo centrándome en el maquillaje, por lo que no necesité un bolso muy grande. Llevé uno pequeño y rectangular de color negro con purpurina oscura, así no llamaba tanto la atención. Por si tenía frío, llevaría una chaqueta negra, no mucho más larga que el vestido.

El lugar era bastante más refinado de lo que hubiésemos imaginado, aunque no tuvimos de que preocuparnos, todos íbamos vestidos para la ocasión.

Quitando con la cara de locos que nos miraba la gente cada vez que nos poníamos a reír, la noche se pudo clasificar en otra noche perfecta. Al menos mientras estuvimos en el restaurante.

-Sshh...-nos mandaba a callar de vez en cuando mi madre entre risas-Ya sabéis que a los vecinos les incomoda el palo de fregona. Seamos considerados-fue decir eso y todos comenzamos a reír nuevamente. Y todo porque minutos antes, mi madre enfadada con una camarera enviada por la mesa de al lado para que dejásemos de armar tanto barullo, le había soltado algo así como...

-No es mi culpa que aquí los señoritos tengan un palo de fregona metido por el...- La tuve que mandar a callar y tanto la camarera como el resto, nos reímos por lo bajo.

Habíamos ido en el todo terreno de mi madre, pero ni ella, ni Luciano, ni mi padre, estaban en condiciones de conducir, no lo estaban ni para responderme correctamente qué era sobriedad... Le hice la pregunta a Luciano y de sabelotodo por la vida, respondió "io losse, tiene que ver con correo a quesssi?" Philip y yo casi nos meamos de la risa. No conforme con arrastrar las palabras, no poder hablar vamos, se tambaleó cayéndose al suelo.

Sabes qué es lo realmente gracioso de todo? Tan solo se habían bebido cinco copas de vino cada uno.

Tuvimos que volver andando, además de ninguno de los tres estar en condiciones para conducir, mi madre había perdido las llaves del coche.

-Creo que tenemos dos opciones...-comenzó a decir Philip con diversión en la voz.

-El qué?-pregunté yo al otro extremo de la fila que íbamos montando los cinco a lo ancho de la acera.

-O los metemos en la primera cafetería que encontremos abierta o los metemos en La Fontana.

-Pobres-dije riendo-Mejor a la próxima cafetería.

-Jo...-reí al escuchar al tonto de mi novio.

Al llegar a la esquina de esa misma calle, dimos con una cafetería. Fuera tenía una terraza con varias mesas y sillas. Sentamos a los dos trapos que tenía en aquel momento por padres y a Luciano, en una de las mesas.

-Quedaros aquí, vamos a pediros unos cafés bien cargados-dije como una madre que reprende a sus hijos, solo que mis hijos tenían de treinta y ocho a cuarenta y pocos años, y estaban tan mal, que no podían ni con el propio peso de sus cabezas.

-Eso, tú ríete-le dije a Philip con fastidio, el cual estaba disfrutando de aquello como un chiquillo.

-Dios, es que tu familia es una pasada-intentó justificarse aún entre risas entrando a la cafetería conmigo.

No había mucha gente, una pareja, un grupo de amigas y poco más.

-Sí, lo se-dije con el mismo tono de antes.

-Ven aquí tonta-me dijo cogiendo mi mano y tirando de mí para besarme. Sentí todas las miradas puestas en nosotros y no me equivocaba. Cuando nos apartamos el uno del otro me encontré con la mirada de todas las chicas presentes, unas tiernas, otras nostálgicas...

-Buenas noches-saludamos a todos.

-Buenas noches-nos respondieron todos ellos.

-Tres cafés bastante cargados, un capuchino y...-miré a Philip indecisa por si le apetecía lo de siempre.

-Lo de siempre-sonreí.

-Un café bombón-dije volviendo a mirar al camarero.

-Marchando.

-Mira a esos tres-me dijo Philip sentándose en el taburete más cercano y señalando el amplio ventanal que daba a la terraza. Tres bultos negros tirados prácticamente sobre la mesa.

El sonido de la máquina de café y el murmullo de las conversaciones de los presentes hicieron música de fondo.

-Menudo cuadro-dije casi lamentándome-Y solo con cinco copas...-Philip comenzó a reírse nuevamente, pero esta vez fue por mis lamentos.

-Déjalos, lo han pasado bien-dijo rodeando mi cintura.

-Y tú?-dije dejando a un lado los pensamientos.

-Acompañado de mi princesa? Fatal-no duró mucho su gesto de falso desagrado. Sonrió dulcemente antes de darme un breve beso en los labios.

-Aquí tenéis, serán siete cincuenta.

-Los vas llevando tú?-le dije a Philip mientras abría el bolso.

-Gracias-dijo el camarero. Cuando levanté la vista, me encontré con que Philip ya había pagado. El camarero me dio en la mano la vuelta. Miré a Philip fulminándolo con la mirada, pero tuve que sonreír en cuanto me guiñó un ojo y me sacó la lengua.

-Un día de estos te esconderé la cartera y no podrás pagar nada más, je!-dije con malicia. Philip primero se quedó mirándome entre divertido y extrañado, luego se echó a reír-Sí, tú tómatelo a coña-eché a andar hacia la salida con dos de los cafés en mano.

-La protegeré de ti-se burló.

-No sabes que el escondite es lo mío?

-Puuf, me lo estás poniendo difícil.

-Oo noo!-dramaticé provocando su risa. Llegamos a la mesa.

-Mamá, papá, Luciano...-los llamé-Seguís vivos? Os traemos café-la primera en levantar la cabeza fue mi madre.

-Por favor, que sean dos-quise reír, al ver que se le había quedado en la frente, la marca rojiza de haber tenido la cabeza apoyada en la mesa.

-Bébete primero este-dije dándole uno de los que llevaba yo-Papá.

-Un ratito más-dijo haciéndose el remolón.

-Menudo ejemplo para tu nieto-fue decir eso y conseguir que al menos tuviera la decencia de destaparse la cara hasta entonces oculta entre sus brazos.

-Eso ha sido un golpe bajo señorita.

-Lo se-dije indicándole con un gesto a Philip, que le diera el café.

-Luciano cariño-llamó mi madre a su novio.

-Estoy mal-dijo sin moverse.

-También lo se, por eso o te tomas el café o te lo echo encima o vuelvo a la opción b del plan a-Philip rio por lo bajo quitándome su café de las manos y dándome el mío.

-Ya con lo de echiarme el café por encima me hass convencido-dijo levantando la cabeza poco a poco.

-Esto va para rato... Nos sentamos?-le pregunté a mi niño.

-En esa?

-Vale.

Poco a poco por lo menos consiguieron mantener los ojos abiertos.

-Se de algunos que mañana despertarán con un buen dolor de cabeza-Philip se echó a reír.

-Cuando estábamos en el instituto y aún hacíamos tonterías, a la mañana siguiente de habernos pegado una juerga, los que mejor estábamos nos divertíamos a costa de los que más muertos acababan.

-Qué hacíais?

-De todo, desde sacarles la cama al patio de la residencia, hasta despertarlos con la banda de cucharas y sartenes-reí antes de darle otro sorbo al café.

-Tuvieron la oportunidad de gastarte alguna a ti?

-Mm... Sí...-dijo avergonzado.

-A sí?-pregunté realmente curiosa-Qué te hicieron?

-Mejor pregunta dónde desperté...-reí a carcajadas aún sin saber nada, solo me hacía falta ver su cara para imaginarme cualquier jugarreta.

-Enserio... Que mal lo pasé. Los cabrones se divirtieron emborrachándome.

-Cómo?

-Yo era el que menos bebía y nunca me tomaba enserio sus amenazas de que un día se vengarían de que siempre fuera yo el cabecilla de las bromas matutinas. Bueno pues, sin yo saberlo una noche hicieron mezclas de bebidas. No me preguntes cómo no me di cuenta, simplemente yo no entendía de sabores, para mi todo sabía mal, pero se bebía. Tan solo recuerdo comenzar a sentirme mal, ver a mis amigos preparándome otra copa y a la mañana siguiente despertarme en el despacho de la directora en calzoncillos... Lo peor fue que no me había despertado por voluntad propia, sino que la propia directora me había echado un jarro de agua fría encima-mi risa era monumental. Con lo vergonzoso que era mi niño y el tan solo imaginarlo, allí en paños menores frente a su directora... No, no era precisamente para mantener la compostura.

-Sí, yo también me reí, hasta que me echaron por conducta inadecuada-abrí los ojos como platos.

-Te echaron?

-Sí, pero no me entristeció demasiado, si hacíamos locuras era porque lo necesitábamos, aquello era el Instituto privado con residencia permanente de alta sociedad en Cerdeña-dijo aquello último del tirón y con sorna-Pero yo lo llamaría internado o cárcel.

-Vaya, que incluso lo agradeciste.

-En parte sí, pero por otra, aunque cabrones, los de allí eran buenos amigos-sonreí con tristeza.

-Chicos podemos irnos?-preguntó mi madre-Quiero llegar rápido y caer de cabeza en la cama.

-Sí, pues cáete de cabeza primero por una alcantarilla, porque tenemos que ir andando.

-Qué? Por qué? Philip apenas a bebido media copa.

-Mamá has perdido las llaves.

-Las llaves? las llaves...-comenzó a buscarse en los bolsillos, los cuales no existían al llevar vestido, siguió ascendiendo por el vientre.

-Mamá!-le llamé la atención cuando llegó a tocarse el busto e incluso se metió la mano por el escote. Dio un respingo con mi grito, pero volvió a hacerlo y esta vez sacó una llave fina con el mango plástico negro.

-Qué? Cóm... Pero...-no supe qué decir. Philip que había tenido que girar la cara ante el panorama, al escucharme y ver lo que ocurría se echó a reír.

-Qué?! No tenía bolso...-se justificó mi madre.

-Vámonos anda, que ya tengo una idea aproximada de qué os haré mañana como no os despertéis-dije poniéndome en pie.

Yo iba prácticamente escondiendo mi cara tras mi mano. Iba apoyando el codo en la puerta. Philip de vez en cuando me miraba de reojo y sonreía divertido pero no me decía nada.

-Buenas noches cariño-se despidieron mi madre y mi padre.

-Buenas noches-les dije cerrando la puerta de la casa. Philip estaba a mi lado aún con ese gesto de diversión.

-Luciano y tú no vas a dormir?-le pregunté. El pobre negó con la cabeza.

-Como me acueste, podréis hacer un análisis a todo lo que hemos comido esta noche-me eché a reír en cuanto Philip lentamente lo miró, queriendo matarlo con la mirada y con la nariz levemente arrugada por lo poco apetecible de la idea.

-Sube arriba con nosotros a que te de un poco el aire-lo invité.

-Si me dices dónde, preparo café-dijo Philip.

-Tú mejor sube con él, si se cae conmigo detrás ahí sí que practicaré la croqueta escaleras abajo-mi principito se echó a reír antes de sacarse las manos de los bolsillos y acercarse para darme un beso en la frente.

-Para él uno bien cargado-me susurró.

-No lo dudes-le dije en el mismo tono haciéndolo sonreír nuevamente con diversión.

Fui a la cocina y puse la maquina de café. También le hice un bocadillo mixto a Luciano, le vendría bien.

-Menuda nochecita-dije en voz baja mientras comenzaba a subir las escaleras con la bandeja en manos.

-Oye relájate, estás cansado y no sabes lo que dices-oí que le decía Philip a Luciano poco antes de llegar arriba del todo. Cuando Philip me vio llegar, tenía cara de preocupación. Fruncí el ceño pasando la vista de él a Luciano, el cual se encontraba sentado de cara a la puerta, con la cabeza entre sus manos. Estaba sollozando.

-Qué le ocurre?-dije dejando la bandeja en la mesita.

-Nada, creo que será mejor llevarlo a bajo-dijo intentando autoconvencerse a sí mismo.

-Yo no quería pequeña Meg-dijo Luciano negando con la cabeza aún entre sus manos y sin dejar de sollozar.

-De qué hablas?-pregunté comenzando a preocuparme.

-No quería destrozar tu familia...-fruncí el ceño sin entender nada. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Entonces los recuerdos de Luciano se mezclaron con los míos.

*

Yo, mirándolo a él acuclillado ante mí, tomando mis pequeñas manos entre las suyas y mirándome con aquellos ojos rojos de haber estado llorando y las lágrimas recorriendo sus mejillas. Yo lo miraba a él temblando y miraba hacia la puerta de la que provenían los gritos. Eran mis padres discutiendo.

-Yo no quería pequeña Meg, no quería destrozar tu familia... Pero quiero a mamá... Perdóname-me decía él poco antes de abrazarme. Nuevamente oí unos sollozos, pero esta vez no eran los de Luciano o los de alguno de mis padres... la pequeña yo, estaba llorando.

*

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