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Cuando Jinseo despertó, el primer sentimiento que dominó sus entrañas fue el pavor. Jungkook no se encontraba en el lado vacío de su cama, no estaba en la cocina ni tampoco en el salón.
Se apresuró a la habitación de HyeSung pero tampoco estaba ahí. El infante seguía plácidamente dormido y no había nada que indicase que Jungkook había estado ahí.
La desesperación lo carcomió, la preocupación y el miedo siguiéndolo muy de cerca, cuando también encontró el baño vacío.
Como última opción se decidió a mirar en el balcón, y casi sintió que el alma volvía a su cuerpo al encontrar al hombre de cabello desteñido abrazando sus rodillas en una de las sillas.
—¿Jungkook?
No obtuvo una respuesta, sólo logró que el menor lo mirase inexpresivo.
—¿Qué haces aquí? ¿Cuánto tiempo llevas? Joder, tienes que estar muerto de frio... —Jinseo se apresuró a tomar a Jungkook de un brazo, ayudándolo a levantarse poco a poco para no lastimarlo, ya que asumió que sus músculos estarían agarrotados si llevaba en esa posición mucho tiempo.
No esperaba una respuesta, siendo honestos, así que se limitó a meter a su mejor amigo a la casa y llevarlo al dormitorio para arroparlo y que entrase en calor. Toda su piel se sentía helada y temblaba un poco, pero no se quejó.
—¿Cómo se te ocurre, idiota? Podrías enfermarte. —Gruñó Jin mientras se sentaba en el borde de la manta.
—Perdón —susurró Jungkook—. No podía moverme.
El mayor le dedicó una mirada comprensiva y suspiró: —¿Por qué te levantaste de la cama? Podrías haberme avisado si necesitabas cualquier cosa...
Jungkook prefirió no confesarle su charla con Taehyung. Se sentía avergonzado por todo lo que había dicho y tenía miedo de que Jinseo le dijera que había sido estúpido.
Probablemente había asustado al hombre, a juzgar por el final abrupto de la llamada, y cuanto más lo pensaba más culpa sentía.
—Necesitaba aire fresco —se limitó a contestar, acurrucandose entre las mantas en busca de calor.
Jinseo suspiró, asintiendo. —Son las diez, Kook. Hay que despertar a Hye y prepararle el desayuno, ¿puedes hacerlo tú?
Obtuvo un rechazo instantáneo, aunque no le sorprendió. No dudaba en que Jungkook estaba deseando con todas sus fuerzas poder hacerlo, poder fingir que todo estaba bien, pero no lo estaba y ambos lo sabían.
Jungkook no quería levantarse de esa cama, aunque una parte de su consciencia le reprochaba no poder cumplir sus obligaciones como padre. El calor de las mantas era mucho más tentador que hacer un esfuerzo por luchar contra su depresión, así que simplemente aceptó que Jinseo lo hiciera y él se quedó ahí, lamentándose.
Se dijo que se levantaría en un rato, pero ese rato se volvieron horas escuchando a HyeSung preguntar por él y a Jinseo decirle suavemente que estaba enfermo y que debía descansar.
Tuvo la tentación de tomar el celular cuando se dio por vencido en la idea de dormir, pero recordó que lo había dejado en algún lado del balcón. Resignado ante la idea de tener que salir de la habitación, evaluó si realmente valía la pena o era mejor idea simplemente quedarse ahí sin hacer nada.
Largó un suspiro cuando se decidió, enderezandose y haciendo que sus pies descalzos tocaran el frío suelo de la habitación. Sus pasos resultaron letárgicos y perezosos, como si se estuviera arrastrando en lugar de caminar, a la vez que mantenía su espalda encorvada.
Cuando su mano tocó el pomo de la puerta volvió a planteárselo, mirando sobre su hombro la cálida y cómoda cama. Mordió su labio inferior y tomó fuerzas, porque era consciente de que quedarse ahí no haría nada bueno por él.
Quizás podría tomar una ducha relajante y luego comer algo para despejarse, quedarse toda la tarde viendo películas tampoco sonaba mal; en compañía de Jinseo y HyeSung.
Quizás debía empezar a dejar de ser tan débil y tomar la iniciativa para luchar contra su depresión en lugar de simplemente dejarse arrastrar durante días.
La luz del día le dio la bienvenida en el salón, a diferencia de la oscuridad de su cuarto.
—¿Jungkook? —Jinseo lo miró con sorpresa, dejando de lado los juguetes con los que estaba jugando con el infante.
—¡Pá, pá, papá! —El niño chilló y se levantó torpemente para ir a abrazar a Jungkook. Aunque éste se tensó, hizo su mayor esfuerzo por respirar profundo y mantenerse en el presente, por recordarse que ese era su hijo y que lo quería.
No debía permitir que su mente siguiera jugando en su contra, y aunque no podía evitarlo, al menos podía hacer un esfuerzo para que no le ganase.
Acarició levemente el cabello del infante abrazado a su pierna, intentando sonreir.
—Iba a darme una ducha... —Le dijo a Jin y el mayor sonrió, respirando algo aliviado al verlo allí, fuera de su cueva, con la iniciativa de hacer algo más que convertirse en una extensión del colchón.
—Está bien, deja que te quito a Hye de la pierna —Se río suavemente mientras se acercaba al infante y éste negó con la cabeza.
—¡Quiero con papá! —Chilló haciendo que la cabeza del desteñido doliera un poco.
—Papá está malito, Sungie —Intentó explicarle—. ¿No quieres seguir jugando conmigo mientras tu papá se prepara? Y luego podemos ir al parque, si quieres. Y si a Jungkook le parece bien.
Le dedicó una mirada para saber si estaba de acuerdo y Jungkook en realidad no quería salir de casa, igual que no quiso salir de su habitación, pero nuevamente se obligó a asentir, a aceptar hacer algo más por sí mismo que lamentarse y hundirse en la vergüenza.
Los ojos de Jinseo brillaron con ilusión, casi preguntando si estaba soñando, porque no esperaba ver a Jungkook tan dispuesto luego de cómo lo encontró en la mañana.
A HyeSung la idea de ir al parque le pareció suficiente buen chantaje para soltar la pierna de su padre y lanzarse a los brazos de su tío, balbuceando un montón de cosas mientras el mayor se ponía en pie con el infante en brazos.
—Ve a bañarte, ¿sí? Y no tengas prisa, tómate el tiempo que necesites para relajarte —Le pidió con voz tierna a su mejor amigo, haciendo que Jungkook sonriera y dejara un suave beso sobre su frente, haciendo al niño exclamar.
—¡Yo-besito, también, besito! —Exigió, pero sólo obtuvo una divertida caricia por parte de su padre que lo hizo cruzarse de brazos enfurruñado, escondiendo su rostro en el cuello de Jin.
Jungkook se tomó su tiempo bajo el agua, realmente. Cada gota que golpeaba su piel lo hacía sentir como si estuviera haciendo a sus males deslizarse fuera de su cuerpo.
Se enjabonó con lentitud, decidido a centrarse en el presente y no dejar que su mente volviera a volar lejos. Lavó su pelo y luego se envolvió en una toalla, quedándose ahí de pies durante largos minutos, pensando en Taehyung.
Probablemente debería disculparse.
Por haberlo molestado tan tarde en la madrugada. Y por haberlo incomodado.
¿Siquiera querría hablar con él?
No quería imaginarse qué pasaría si la respuesta era que no, porque Jungkook consideraba a Taehyung como un amigo, realmente. Y no quería quedarse sin él, no ahora que se estaba dando cuenta de que se había acostumbrado demasiado a sus mensajes, a su insistencia, a sus chistes tontos.
Porque Taehyung lo hacía sentirse mejor, menos preocupado, más él mismo. Aunque eso hubiera resultado en aquella situación.
Finalmente se vistió y se mentalizó para salir de casa, dando un paso largo para cruzar el umbral de la puerta y respiró profundamente una última vez.
—¿Llevas llaves? —le preguntó Jinseo.
—Sí.
—¿La cartera?
—Sí.
—¿El móvil?
—Eso no.
El mayor enarcó una ceja, dándole la mano al infante que no dejaba de dar pequeños saltitos con entusiasmo.
—¿No vas a ir a buscarlo?
—Uhm... —Jungkook dudó—. No creo. Luego lo tomaré. De todas formas estaré con... vosotros. No creo que lo necesite.
A Jinseo debió parecerle una buena excusa porque se encogió de hombros y cerró la puerta del departamento, caminando junto a su mejor amigo por las estrechas escaleras del bloque.
Cuando llegaron, Jinseo dejó que HyeSung corriera hacia los juegos donde había otros niños, manteniendo un ojo en el infante. Usualmente ambos solían vigilar a HyeSung con lupa, preocupados de que algo pasara, pero sabía que era una situación difícil para el desteñido así que era consciente de que ese día le tocaría estar más al pendiente.
—No pensé que fueras a salir hoy de la cama —Confesó.
—Yo tampoco —admitió el menor, jugueteando con sus dedos mientras miraba nerviosamente el parque—. Sólo... no sé, pensé que debía empezar a comportarme como un adulto.
—Estoy orgulloso de tí, Kook —Le aseguró Jinseo con cariño, dedicándole una tierna sonrisa.
Un pequeño alboroto llama la atención de ambos jóvenes que voltean rápidamente a buscar de dónde provenía el llanto del niño, encontrando rápidamente a HyeSung en el suelo, llorando en busca de su padre.
Jungkook fue el primero en levantarse, prácticamente corriendo hacia la zona de juegos para socorrer a su hijo lastimado, pero se paralizó a mitad del camino. Podía sentir los ojos de los otros padres, preocupados por lo que le ocurría al niño, mientras que el resto de infantes seguían con sus juegos sin mayor importancia.
Sintió que todos ellos podían saber lo que pensaba, lo que ocurría; que lo juzgaban por no ser un buen padre. No pudo moverse ni un sólo paso más, pero HyeSung estaba ahí, a pocos metros de distancia, llorando mientras sus rodillas sangraban levemente por un pequeño raspón.
—Pobre niño... —Escuchó no muy lejos.
—¿Ese es su padre? Qué irresponsable que no lo esté atendiendo... —La voz de esa mujer sonó casi decepcionada de él, decepcionada de lo mal padre que era.
Tenía que avanzar, tenía que consolar a su hijo, porque lo quería. ¿Por qué entonces no podía moverse? ¿Porque su cuerpo no reaccionaba ante el miedo de ser juzgado, ante la idea de que todos ahí sabían sus secretos? Empezó a hiperventilar justo cuando Jinseo paso a su lado, tomando la delantera para llegar hasta el niño.
El mayor lo miró; no había reproche en sus ojos, pero sí tristeza, algo de decepción porque pensó que Jungkook lo había superado, que aquel estaba siendo un buen día. Jinseo no debió tener expectativas para esa salida, no después de lo ocurrido la noche anterior, pero aún así no podía evitar sentir su pecho oprimirse al recordar como Jungkook se había paralizado a la mitad del camino.
—¿Ese hombre también es el padre? ¡Gays! Menudo ejemplo le están dando a mis hijos...
—Vamos, estamos en el siglo veintiuno —Alguien más comentó, y todo alrededor de Jungkook empezó a dar vueltas.
—No entiendo como dejan a los gays adoptar...
—¿No es obvio que él es un mpreg? —Jungkook podía sentir cómo le señalaban a sus espaldas—. Dios, se le nota tanto...
—¡Es incluso peor, qué asco!
Jungkook quiso vomitar fruto de la ansiedad, quiso dejar de escuchar los murmullos a su alrededor del resto de padres, pero no podía moverse, no podía.
Jinseo lo tomó de un hombro, mirándolo con compasión. Tenía a HyeSung cargando de un brazo mientra el infante lo abrazaba por el cuello, sollozando.
—Vamos a casa, Jungkook.
...
En cuanto se vio envuelto por la seguridad de su departamento, Jungkook no pudo evitar romper en llanto.
HyeSung se apresuró a él con preocupación, habiendo olvidado ya el pequeño rasguño en su rodillas, simplemente queriendo que su padre dejase de llorar.
Y Jungkook no pudo decirle que no, no después de haberle fallado tanto ese día. Así que lo envolvió entre sus brazos, quedando sentado en el suelo mientras lloraba silenciosamente, sintiendo las pequeñas manos de su hijo juguetear con su rostro.
—¡Papá-llorar no! —Intentó consolarlo, haciendo un mohín.
No le gustaba ver a su papi llorando, ¿por qué lloraba? ¡Él debía estar feliz!
Sin embargo eso no bastó para que Jungkook dejase de derramar lágrimas, aferrándose a la pequeña anatomía de su hijo. Se disculpó silenciosamente, por todo lo que había hecho mal esos años. Por no poder ser una familia normal como la de sus compañeros, por las burlas que debía tolerar cuando iban por la calle por la naturaleza de Jungkook, por los comentarios inocentes de sus compañeros que habían hecho llorar a Hye más de una vez porque para los niños eran antinatural que su compañero no tuviera una madre.
Y HyeSung nunca lo había entendido, porque él tenía a su papá Kook y al tío Jin, ¿qué más necesitaba? ¿Qué estaba mal con su familia?
Jungkook necesitaba un final, necesitaba sanar ya, necesitaba darle a HyeSung una familia estable aunque fuera sólo él, aunque lo perdiera todo.
Por eso pensó que Taehyung era la respuesta, que ese chico podría darle el final, que HyeSung podría tener un atisbo de una familia completa y que podría defenderse de sus compañeros cuando se lo echaran en cara.
Y Jungkook... Jungkook podría terminar su historia. Porque desde que descubrió que estaba embarazado su vida había sido un conjunto de capítulos sin terminar, de frases dejadas a la mitad y personajes que van y vienen rompiendo cada vez un poco más su carcasa.
Y quería que Taehyung fuera la respuesta.
Que Taehyung, sonriente y amigable, con ese aura contagiosa que con sólo verlo te hacía sentir bien, fuera el que terminara de ponerle un punto final al suplicio que empezó aquella noche en el festival de incheon hacía unos años, a las crisis, la negación, la ansiedad...
Simplemente darle un punto final a su historia.
Jungkook no pudo darle un final a la etapa de su adolescencia, ya que tuvo que disociar esas emociones, no pudiendo vivir esos sentimientos de miedo, disgusto, conmoción... Se desconecto de sus emociones para trabajar y cuidarse físicamente y a su bebé, no su salud mental.
Todo lo traumático del embarazo y la paternidad así como su propia familia rechazándolo... le creó ansiedad, no pudo cerrar la etapa debido a lo repentino que resultó todo, haciendo quje tuviera que madurar demasiado rápido..
—Lo siento tantísimo, mi niño —Intentó controlar el temblor de su cuerpo cuando tomó el rostro de su hijo entre sus manos, respirando agitado.
—Papá no llorar —negó con la cabeza inquieto.
—Papá no llora más, lo prometo —Susurró—. Sólo necesitaba... necesitaba esto.
—¿Bien?
—Sí, estoy bien, amor —Dio un beso en su frente con cuidado, volviendo a atraerlo hacia él.
Jinseo les había dejado privacidad y se había ido al balcón, sabiendo que Jungkook necesitaba unos momentos para liberar toda la tensión que su cuerpo había acumulado esas larguísimas horas.
—Bueno... Vamos a ver tu rodilla, ¿sí?
—¡No duele más! —Aseguró el infante con orgullo, contento de demostrarle a su padre que era fuerte.
—Eso es genial, ¿entonces no quieres una curita mágica?
—¡Sí quiero, sí quiero!
Asintió y lo tomó en brazos, llevándolo al baño para colocarle una tirita de Iron-man, escuchándolo parlotear de lo que había hecho en el parque antes de caerse.
Con una dulce risa Jungkook sintió su pecho sentirse más ligero, más feliz. Más como siempre, junto a su hijo.