Los Recuerdos De Inej [Inej G...

By fanfictiongirl21200

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Inej se ha ido a navegar por el Mar Auténtico para cazar esclavistas. No se detendrá hasta que consiga erradi... More

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20 (capítulo final)
Epílogo
Haphephobia

19

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By fanfictiongirl21200

N/A: Gracias a todos los que llegaron hasta aquí m solo quería decirles que falta UN capítulo para terminar, y por supuesto, el epílogo.

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Inej despertó con el ruido de un caballo fuera de su ventana. Tenía una pata herida y los chicos intentaban calmarlo para cuidar de su herida.

—¿Está todo bien? ¿Necesitan ayuda?

Inej no creía que le entendieran, no sabía Zemeni y no sabía si ellos hablaban Kerch o Ravkano. Pero le dejaron claro que todo estaba bien, se preparó un baño y se quitó todo el agotamiento que tenía por el largo viaje.

Desde el baño podía ver la habitación que Kaz había elegido para ellos; sí, era pequeña, pero cómoda. Inej había dormido en lugares peores en su vida, para ella rebosaba de elegancia rústica.

Había sido el cuarto de Kaz cuando vivía allí, fácilmente podía imaginarse el espacio lleno de juguetes, que él seguro no utilizó y muchos libros esparcidos, ese aspecto le quedaba mejor. Kaz era muy curioso, autodidacta. E incluso podía ver una cuna junto a la ventana.

Antes solía imaginar a Kaz de niño como un pequeño hombrecito ladrón y estafador, cosa en la que se había convertido. Ahora, podía verlo ayudando en los establos, con los otros animales de granja y cosechando la jurda junto a su padre y Jordie.

Le ofrecía consuelo saber que hubo un tiempo en el que Kaz no tuvo que preocuparse por nada más que ser feliz. Aunque no entendiera lo que estaba pasando a su alrededor, o probablemente si lo comprendiera. Kaz era una mente brillante y muy inquieta.

Después de bañarse bajó para buscar algo que hacer. Se estaba arrepintiendo de no haber ido con Kaz, era mejor una reunión aburrida que nada que hacer en una casa como esa. Definitivamente no estaba hecha para quedarse en casa, estática y tranquila.

—¿Quiere ir a montar por los alrededores? —Le preguntó la Señora Bulla, Inej sospechaba que quería sacarla de la cocina, evitar su ayuda.

—Más tarde quizá, cuando Kaz haya vuelto.

—Estará oscuro para entonces.

—Existen las linternas. No es nada que no podamos manejar, señora Bulla.

—Si usted lo dice. —Inej terminó de pelar las papas y comenzó a lavar la tierra que quedaba sobre ella, se sentía bien siendo de ayuda. —¿De dónde es?

—Soy suli ravkana. Pero divido mi tiempo entre el mar y Kerch.

—¿Navega?

—Soy capitana. —Inej sonrió al ver la nueva mueca de desaprobación que apareció en los labios de la mujer mayor —La otra mitad del tiempo vivo en Kerch, con Kaz.

Eso no era exactamente cierto. Si había vivido con Kaz, pero eso fue antes de la corte del Hielo, y ni siquiera estaban juntos... no como pareja. Y después de su regreso del viaje por el Mar Auténtico Kaz se había escapado a la Mansión para verla. Lo mejor para ellos era mantener su relación lejos del Listón, y especificamente de las calles del Barril.

—Hacer todas esas cosas no son propias de una señorita. Y mucho menos llevar esos pantalones...

—¿Y quien dijo que soy una señorita? —Inej encarnó una ceja, disfrutó de ver las mejillas de Bulla enrojecer hasta opacar a los tomates. —Desde que llegamos no ha dejado de vernos como si fuéramos el diablo reencarnado, señora Bulla. Le pido, amablemente, que deje de hacerlo.

»Kaz y yo no somos santos, estamos muy lejos de esa categoría. Vivimos a nuestra manera, así ha sido siempre. Así que le pido que mantenga su juicio para usted sola. A mí puede hacerme todas estas preguntas e intentar ventilar esa imagen de mujer devota, pero le aseguro que con Kaz no surtirá el mismo efecto.

»Si quiere seguir aquí —Y con la cabeza adecuadamente sujeta a su cuello, pensó tragándose esas palabras. —mejor siga adelante con sus tareas e ignorenos. Nosotros haremos lo mismo con usted.

Se llevó una manzana a los labios y salió de la cocina. Había disfrutado de torturar a Bulla, ahora podía morir en paz. Solo esperaba que Kaz no se tardara más de lo esperado.

Le gustaba la granja pero no conocía a nadie ahí, estaba incómoda. Se reprochó no haber convencido a Kaz para traer a Jesper y Wylan o al menos a Specht.

***

Inej acabó por tomar la palabra de Bulla e ir a montar, de todas formas a Kaz no le gustaba y lo más probable es que ni siquiera quisiera ir.

Después de su paseo Kaloz, la yegua que le dieron, comía mientras ella la cepillaba. Ahí fue donde Kaz la encontró, se veía cansado y cojeaba más de lo normal.

—¿No me digas que tuviste un "imprevisto" donde casualmente tuviste que salir huyendo?

—No. Pero el frío me está jodiendo, resulta que Novyi Zem puede ser tan frío como Ketterdam.

—Aunque con un poco menos de lluvia

—Sí. ¿Saliste a montar?

—Por los alrededores, este lugar es increíble. Si Marya estuviese aquí seguro que ya tendría un cuarto repleto de cuadros sobre estos paisajes.

—O Wylan ya habría hecho volar la mitad de la granja con sus experimentos.

—Jesper moriría aquí, no hay salones de juego.

—Intentaría convencernos a todos de jugar con él. —Inej sonrió con nostalgia, se sentía extraña sin los chicos. Especialmente, porque sabía que ellos disfrutarían de ese lugar.

—¿Qué crees que pasará con Jesper? Ir a Ravka es un gran paso, allí hay muchos Grisha. Aceptó aprender, pero qué pasa si quiere quedarse.

—Él sigue ocultando lo que es, lo que podría llegar a ser. Tal vez estar allí cambie eso, pero no creo que se quede... No si Wylan se niega a ir con él, después de todo tiene que estar en Ketterdam.

—Es una decisión difícil. —Inej se encogió de hombros y dejó de cepillar la yegua —. En el mejor de los casos irán a Ravka, sobrevivirán y contrataran a un Hacedor para que vuelva con ellos a Ketterdam. Todos ganan.

Caminaron de vuelta a la casa, llenaron sus platos con la cena que había preparado Bulla y subieron a su pequeña habitación. Se sentían más cómodos allí que comiendo en el salón donde parecía que cualquiera podía escucharlos o verlos, aún cuando tenían las puertas y ventanas cerradas.

—Tengo algo para ti.

—¿Qué cosa?

Kaz sacó de su bolsillo un paquete, una caja pequeña de terciopelo. Inej la abrió despacio, temerosa del contenido.

—Solo es un collar, relajate. No voy a pedirte matrimonio. —Soltó una carcajada por las palabras, solo él podría matar unas esperanzas que ni siquiera tenía. —No creo que eso del matrimonio sea para mí.

—Ni para mí.

—Eso no fue lo que pensaste cuando Injen apareció.

—¡Kaz! ¡Superalo!

—Solo estoy jugando. —Le quitó el collar de las manos. Era una sencilla cadena de plata con un dije de cuervo.  —Jesper lo hizo para ti. No es una propuesta pero sí una promesa.

—¿Promesa?

—Siempre tendrás un lugar al que volver, una forma de recordar que los cuervos... Qué yo soy parte de ti, soy tu familia.

—No necesito un collar para recordarlo. —Inej quitó los platos de su camino y se acercó a Kaz tanto como la cama se lo permitía. —. Estás temiendo que me vuelva a ir pero no será así. Iremos juntos a Ravka, haremos lo que sea que Zoya quiera de nosotros y volveremos a casa, juntos.

Inej pasó sus brazos alrededor del cuello de Kaz con cuidado, él se estremeció levemente. Bebió de sus labios y paseo las manos por su cabello; él la sostenía con fuerza por la cintura.

En las últimas semanas no había hecho más que dormir y tener cierto tipo de momentos, nada que pudiese pasar a mayores. Especialmente porque no sabían que podía resultar de eso.

Estaban en Novyi Zem, en la casa que pertenecía a Kaz y que él le había sugerido (ordenado) compartir cuando ya las calles del Barril no fueran suficiente para ambos. Solos, deseosos y desesperados por estar cerca del otro, no había nada que se lo impidieran.

Kaz tiró del cabello de Inej hacia atrás, desabrochó la blusa que llevaba puesta y la arrojó lejos de ellos. Su respiración en el cuello de Inej lograba erizar los pequeños vellos de su cuerpo, arquear los dedos de los pies y pedir más con suspiros silenciosos. Él siempre había tenido predilección por besar su cuello y  acariciar su pecho.

En esa ocasión deslizó su mano hasta su vientre y desabrochó sus pantalones sin dejar de besarla. Kaz se detuvo después de eso, hay lugares a donde él no podía llegar por si solo; momentos donde Inej tenía que tomar el control.

Es curioso que Kaz, siendo como era, tenía una tendencia a dominar a todos y todo lo que lo rodeaba. Eso acababa cuando estaba con ella, las perspectivas cambiaban porque él no creía tener la fuerza, o simplemente, porque era más fácil dejarle el control a ella.

Resultaba más sencillo seguir que guiar, sobre todo cuando no tenías ni idea de lo que hacías. Estar con Inej, manejar sus sentimientos... sus sensaciones, todo era un plano nuevo y desconocido para Kaz. Inej tenía suficiente fuerza de voluntad para seguir adelante sin acobardarse, algo de lo que Kaz creía carecer.

Le deslizó los labios por la mejilla, hasta la sien. Presionó las caderas contra las de Kaz y toda su dureza quedó apretada contra su vientre. Inej   comenzó a desvestir su torso, movió sus manos por sus hombros hasta su pecho.

Antes de continuar Kaz debía estar muy acostumbrado a su tacto. No quería que esa pequeña parte hiciera una diferencia.

Inej no quería parar. Él no estaba listo para dejar a medias esa situación, no de nuevo. No con ella.

—¿Estás seguro de esto?

—Por supuesto.

Inej se levantó, él la siguió. Ambos se deshicieron de sus pantalones y las prendas interiores. La habitación estaba bastante oscura pero no tanto como para no distinguir las formas del otro.

Era una situación extraña, embarazosa para Inej, ni siquiera quería saber cómo se sentía Kaz. Trató de olvidar eso y concentrarse en lo que importaba: el deseo.

Kaz se sentó y con la mano estirada se aseguró de que ella lo siguiera. Inej se subió a horcajadas sobre él, su entrada estaba peligrosamente cerca del miembro. Demasiado, sin embargo no era el momento.

Se arqueó de forma inesperada cuando Kaz comenzó a besar el cuello y descendió lentamente hasta que Kaz  le tomó los pechos con las manos, y de forma desconocida y casi obcena se humedeció los labios. Jamás lo había visto hacer eso. El placer se incrementó violentamente cuando él se llevó uno de sus pechos a la boca.

—Kaz... —Inej gimió cuando dejó de chupar su pezón, él levantó la cabeza y le robó un beso antes de que pudiese decir otra cosa. —vamos, amor. Acuéstate.

Inej lo besó. Se entretuvo con sus labios lo suficiente para mantenerlo distraído, en calma. Kaz tenía la manos frías, como siempre, ya se había acostumbrado a eso... aún así no pudo evitar estremecerse cuando él sujeto sus caderas con fuerza.

Kaz jadeó cuando Inej movió los labios hacia su cuello, pudo ser el beso que provocó esa reacción o la forma tan brusca en la que su trasero se pegó a la erección de él.

Ella le observó el rostro cuando pasó las manos por las costillas, por el abdomen… casi parecía que sintiera dolor. Kaz estaba luchando por no parar, quería dejarse dominar por el deseo, no por el miedo. Tenía los ojos cerrados y, cuando la mano de Inej descendió hasta su virilidad, gimió audiblemente y su respiración se convirtió en jadeos.

Inej se detuvo. Kaz abrió los ojos de golpe; ella no quería continuar si la situación estabas siendo demasiado para él, pero Kaz tragó la acumulación de saliva en su boca y asintió.

La batalla estaba ahí, era una lucha ardua y realmente difícil pero él quería seguir adelante. Ella quería seguir adelante. Así que lo hicieron, juntos. Con su mano libre de sostuvo del hombro de Kaz, él llevó su mano allí por instinto y la dejó caer sobre la suya. Con la otra, Inej guío su erección hacia su entrada y simplemente se dejó caer.

—¿Inej? —La voz de Kaz estaba ronca, áspera. No se había dado cuenta que tenía los ojos cerrados hasta que él le hablo. Al abrirlos él se había sentado. —¿Estás bien?

Asintió. Mintió.

No estaba bien, pero lo estaría. Solo debía mantener los ojos abiertos, no dejar de ver al hombre que estaba con ella, en su interior.

Se trataba de Kaz, solo él. No había nadie más allí, solo eran ellos dos en su lucha. No debía retroceder, no cuando había llegado tan lejos... No cuando Kaz parecía a punto de desmayarse pero seguía negándose  a parar.

—Te amo. —Le susurró ella tomando su rostro, sus manos temblaban casi tanto como las de él. Kaz se inclinó hacia delante y la besó, necesitaba esa parte de ella. Su voz, su tacto... mantenerse en la realidad.

Mantenerse fuera del agua. Podía hacerlo, ambos podían.

Después de que él beso acabará juntaron sus frentes, con una honda respiración Kaz tomó las caderas de Inej con fuerza y comenzó a guiar sus movimientos. Ella jadeo, gimió. No le importó que hubiese clavado sus uñas en los hombros al punto de romper ligeramente su piel.

Los movimientos de Kaz, que antes habían sido lentos, delicados y graciles, pasaron a ser duros y exigentes, y ella ahogó un grito cuando él le puso las manos en la espalda y le dió la vuelta. De pronto él estaba sobre ella e Inej levantó las piernas enredándolas en su cadera.

Cualquier pensamiento de parar se desvaneció cuando Kaz atrapó sus labios en un beso desesperado. Se movía despacio pero con deliberación. Inej estaba segura de que él la mataría cuando descubriera todos los rasguños que estaba dejando en su espalda, pero no podía detenerse. Necesitaba agarrarse de algo, acercarse más. Y ella sabía perfectamente que eso no era malditamente posible, más cerca no podían estar.

—Te amo —dijo Kaz antes de que ella le pudiera preguntar si estaba bien.
Ya no había espacio para preguntas, solo para el deseo, para la pasión desenfrenada que se desató entre ellos. Kaz empezó a moverse otra vez con fuerza e Inej no podía controlar sus gemidos, incrementaban con cada embestida y con cada gruñido o jadeo que salía de la boca de Kaz. 

Y entonces, en un instante todo desapareció. No existía nada más que el contacto piel con piel, y la respiración agitada de ambos. Inej se estremeció y sintió como sus paredes se aferraban alrededor del miembro de Kaz. Se mordió los labios para no gritar cuando Kaz enterró el rostro en su cuello para sofocar el grito de su última embestida. 

Uno junto la otro con las respiraciones agotadas envolvieron sus manos sin mirarse. Era demasiado difícil verse al rostro en ese momento, es como si necesitaran mantener la distancia con la situación. Sin embargo, allí estaba el ligero contacto que los mantenía atados a la realidad.

Habían dado un gran paso. Estaban bien. No había nada que temer, no en ese momento.

Inej se dió la vuelta lentamente, ocultó su pecho entre los brazos y volvió la vista hacia Kaz cargada de cierta vergüenza.

Kaz no dijo nada. Le agradeció en silencio que no lo hiciera. Él solo se movió para taparlos con las sábanas, besó su frente y la abrazó.

Inej nunca lo había visto temblar tanto como en ese momento, ella solo enterró la cara en su cuello esperando que no la apartara.

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